por José
Moro
Chile
despertó, pero aún no sale de la pesadilla. Ya no es la conciencia de tener
instituciones injustas, como en 2011 o en 2016. Es la certeza de vivir en un
sistema de relaciones sociales capitalistas, patriarcales y coloniales; de
llevar una forma de existencia alienada, de ser simple objeto de explotación y
mantener un modo de vida inhumano. Por eso, se trata de un despertar más
profundo. Abandonado por las instituciones que decían protegerlo, el pueblo
despertó sin democracia ni derechos humanos. Pero, en medio de la pesadilla,
escuchó el grito de la juventud, que sabe de esta orfandad: «evade, rompe la
lógica del mundo de las mercancías, sumérgete en tu propio mundo, captura los
sueños negados y sal con ellos a conquistar el porvenir”. Desde el subsuelo de
la sociedad, donde la juventud rebelde hizo oír sus cánticos de lucha, emergió
una nueva legalidad, que se apoderó de las calles, plazas, barrios y
territorios. Esta nueva legalidad, de la evasión y control territorial, de la
protesta y acción directa contra el sistema, de unidad y auto organización
popular, es el principio revolucionario del movimiento.
La evasión
quebró la vieja legalidad de las relaciones mercantiles y dio al pueblo la
posibilidad de reconocerse como propietario colectivo de los medios de vida;
una perspectiva para abolir, en consecuencia, los privilegios de quieres
detentan la propiedad privada sobre esos medios de producción y subsistencia.
Como siempre, los dueños del poder y la riqueza prefirieron quemar, dejar
saquear y reprimir, para impedir la extensión de este principio revolucionario,
el de la expropiación colectiva de los medios de vida privatizados. Para que el
pueblo no impusiera la gratuidad en Metro, lo quemaron. Para que no aplicaran
el control y la administración popular de los comercios mayoristas, llamaron al
pillaje y los incendiaron. Para que no ejercieran el poder sobre las calles,
dieron a militares y policías licencia para disparar contra el pueblo. Sin
embargo, pese a los golpes y balas recibidos, con un certero instinto de clase,
el pueblo sigue aferrado a su propia legalidad. No abandona sus posiciones; es
más: se organiza en cada territorio y extiende su nuevo horizonte de relaciones
y redes asociativas, ahora sí humanas, al conjunto de los espacios sociales.
Las
relaciones capitalistas son las que demuestran su obsolescencia, ya no sólo las
instituciones que en ellas descansan. Por eso, las salidas institucionales que
propone la burguesía sólo podrán asentarse si el pueblo desconfía de su
capacidad para organizar la sociedad, fuera del modo de vida capitalista, y
entrega esa tarea de reorganización a las instituciones del régimen actual. El
camino de la reforma de las instituciones condena al pueblo a mantener las
relaciones alienadas del capitalismo; en cambio, el camino del poder popular,
extiende esta nueva legalidad, todavía germinal, al conjunto de la sociedad, para
hacerla verdaderamente dueña de su destino.
Las
organizaciones populares que se nutren de esta nueva legalidad, servirán al
pueblo para retomar, en el momento del próximo estallido, la obra comenzada con
la evasión: abolir la lógica del capital y crear la lógica de socialización de
los medios de vida colectivos. Las Asambleas Populares, que se multiplican por
el país, tienen la misión de extender el principio revolucionario del
movimiento, y no el triste engaño del recambio institucional. El principio matriarcal
que la juventud rebelde susurró al pueblo, se cumple aquí también. No es
necesario refundar la patria, sino reconocer en la sociedad la madre colectiva
de toda riqueza y bienestar. El modo de vida patriarcal, sustentado en las
instituciones tiránicas del capital, es lo que debe de morir en este siglo. La
nueva legalidad, que nuestro pueblo está creando en cada calle, barrio y
territorio, constituye el vientre donde se gesta y crece el poder popular.
EL DESTINO ACIAGO DE LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
por Iván
Alinov
El día de
ayer 1 de Noviembre se efectuó un Cabildo Abierto en el Liceo Pedro Montt,
Avda. Alemania Valparaíso, y que contó con la participación del expositor Jaime
Bassa, abogado constitucionalista de la Universidad de Valparaíso. La modalidad
de este Cabildo, al cual asistieron alrededor de 500 personas consistió en la
exposición del jurista respecto a la posibilidad de la conformación de un
plebiscito para establecer un mecanismo constituyente que se encargue de una
nueva Constitución y acto seguido el trabajo en mesas temáticas como Salud,
Educación, Medio Ambiente, Derechos Humanos, etc. Respecto a esto último,
curiosamente no se incluyeron las temáticas de Pueblos originarios y minorías sexuales.
El aludido
expositor basó su intervención en primer lugar a un llamado a convocarse, a
reconocerse, reconstruir el tejido social, visualizar sus demandas, luego en
una segunda fase convocar a un plebiscito para definir la conformación de esta
AC con delegados elegidos por el pueblo que funcionarían en forma paralela al
actual Congreso y que luego se disolverían tras la promulgación del cuerpo
legal. Sin perjuicio de ello, debiese continuar una AC denominada “política”
que operaría como órgano de debate permanente.
En el ámbito
nacional, se ha sabido que los presidentes de los partidos de la ex Nueva
mayoría han hecho una presentación para realizar un plebiscito en Diciembre de
este año. Los partidos políticos están desprestigiados y permeados por la
corrupción, salvo honrosas excepciones y esta maniobra es sólo un acto escénico
de maquillaje para blanquear su imagen. Además, se necesitan los dos tercios de
ambas cámaras para que la iniciativa prospere. Y ya sabemos de sobra que hacen
los Chaín, Walker, Insulza y otros burócratas de la extinta Nueva
Mayoría. Hace años se hizo el ejercicio de Cabildos abiertos durante
el gobierno de la presidenta Bachelet los cuales no tuvieron ningún destino
porque ellos mismos se encargaron de darle sepultura. Tampoco serán los
representantes de este Régimen quienes nos dirán que tenemos que hacer. Tienen
las manos manchadas con sangre.
Desde luego
que los reaccionarios del Régimen, que han recibido la advertencia, opondrán
feroz resistencia, no permitirán que los derechos básicos del pueblo amenacen
sus intereses de clase, la clase empresarial no está dispuesta a repartir sus
privilegios como se le escapara a Cecilia Morel. No habrá término de los abusos
como en las AFP, la Salud, la Educación, servicios básicos, respeto
al Medio Ambiente, etc. Utilizarán a las FFAA si es necesario para torcer la
voluntad del pueblo y echarán mano al golpe de Estado como lo ensayaron en las
última 2 semanas en forma similar al tanquetazo conducido por el Coronel Souper
el año 73. Es necesario que el movimiento de masas considere esto. Se debe
acusar a Piñera por crímenes de lesa humanidad y denunciarlo en todas las
tribunas del mundo. Piñera debe renunciar. Sus medidas se han puesto al margen
de la Ley. El único camino para el pueblo es aumentar la presión sobre el
Régimen y combatirlo en todos los frentes de lucha. No existe otra salida. El
camino institucional de esta AC estará condenado al fracaso si no plantamos
cara al sistema y mantenemos la lucha hasta acabar con el Gobierno de Piñera y
construimos un Gobierno de Trabajadores.
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