El
día de ayer estuve como invitado en un foro panel de un distinguido programa
radial de los domingos. El tema se orientó a la crisis política que viene
sucediendo en Bolivia tras el golpe de Estado suscitado, por fuerzas
conservadores y reaccionarias, días atrás.
En
mi opinión, coincidir con los demás panelistas del foro sobre el hecho que sí
hubo golpe de Estado me parece una posición sensata y democrática más allá de
las coincidencias o matices ideológicos. Además, tomar posición a favor de la
defensa del pueblo boliviano por la recuperación de su democracia, es estar del
lado correcto.
El
comportamiento de la prensa internacional sobre lo que viene sucediendo en
Bolivia es lamentable. El poder mediático, siempre, siempre juega a favor de
los poderosos. Los grandes medios de comunicación en nombre de la libertad de
expresión defienden la libertad de empresa para incidir posteriormente en las
decisiones del poder político. O sea, el poder mediático muchas veces
condiciona al poder político, influyendo también en la calidad de la
democracia.
Sin
embargo, el poder popular, expresado en la unidad de los diferentes actores
sociales, es fundamental para resistir y vencer. El ejemplo puntual es el
proceso de democratización que está emprendiendo el pueblo de Chile. Es decir,
la democracia es práctica, la democracia es colectiva, la democracia en el
fondo, es creciente participación en la gestión común de los recursos comunes.
Volviendo
al tema, en mi intervención del foro panel, señalo, sin titubeo, que la
explosión social que dio inicio a las protestas tanto en Bolivia como en Chile
tiene un común denominador: neoliberalismo. En Chile, el neoliberalismo está
siendo expectorado por el pueblo organizado; en Bolivia, el neoliberalismo está
regresando por la oligarquía boliviana.
Ahora bien, el neoliberalismo como modelo económico ya no capta con el sentir de las mayorías y tampoco entusiasma en lo absoluto. El neoliberalismo actual para impregnarse y sobrevivir en el corpus del Estado necesita destilar odio. Odio al migrante, odio al pobre, odio a la mujer, odio al indígena, etc.
El
golpe de Estado contra el gobierno de Evo Morales es un golpe sui generis,
acompañado de fascismo, racismo y neocolonialismo de las fuerzas reaccionarias
de la derecha boliviana. Así mismo, estas fuerzas reaccionarias y conservadoras
se mantienen ilegítimamente en el Gobierno y lo hacen reprimiendo al pueblo
boliviano a sangre y fuego.
La
solidaridad internacionalista entre los pueblos es necesario para tener un
horizonte común de paz; sin embargo, antes de eso, es fundamental tomar
posición ante la crisis social y política que vienen pasando nuestros pueblos
hermanos. No podemos quedarnos en silencio ante los crímenes de lesa humanidad
y/o violación de derechos humanos. Recordar que el silencio y la indiferencia
en una situación de injusticia siempre favorece al opresor.
Para
finalizar, me despido con la siguiente cita de Alighieri: “El más oscuro rincón
del infierno está reservado para aquellos que conservan su neutralidad en
tiempos de crisis moral”. Frase dedicada para todos los que dicen ser
demócratas, pero en la práctica son todo lo contrario.
*(Fuente:
diario Caplina 18/11/19 Pag. 07)
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