La marcha
convocada este lunes por organizaciones feministas Contra la Violencia Hacia
las Mujeres fue dispersada por Carabineros en varios puntos del recorrido que
estaba trazado. El punto inicial se fijó en Plaza Italia, hoy denominada Plaza
de La Dignidad. Sin embargo, se instalaron vallas papales antes de llegar a La
Moneda, impidiendo el paso de las manifestantes hasta el punto de cierre, en
Los Héroes. También, frente al Centro Cultural GAM había gran contingente
policial que lanzó lacrimógenas y gas pimienta. Pero nada de eso evitó que la
protesta siguiera adelante. “Nos matan y nos violan. No más impunidad”;
“Piñera, tu agenda policial viola, tortura y mata”; “A tu violencia,
respondemos con resistencia”, se leía en las pancartas que coparon las calles.
En medio de
esto, El Desconcierto entrevistó a varias mujeres que se
encontraban en la llamada “primera línea”. Mientras picaban parte del cemento
de la vereda para luego tirar piedras, entregaron sus distintas impresiones
sobre lo que significa para ellas estar en esta posición que ven de combate, de
autodefensa. Algunas se protegían con escudos y latones para evitar que
les llegaran balines o perdigones. Esto, porque, pese a que
suspendieron su uso, se sigue permitiendo en casos “excepcionales” y
autoridades sanitarias han reconocido casos de personas baleadas posterior a
esta orden de Carabineros.
Las jóvenes
pidieron total reserva de identidad al entregar sus testimonios. Una de ellas,
de hecho, comentó que era asistente social, que trabajaba en Gendarmería y que
todos los días veía las precarias condiciones de las personas privadas de
libertad. La razón para estar ahí, dijo, era terminar con esa desigualdad
cotidiana que observaba.
Todas llevan
semanas manifestándose y aseguraron que este lunes, en una protesta contra
todas las violencias, con mayor razón tomarían esta posición. Así lo comentó
una estudiante de odontología de la Universidad de Los Andes, de 23 años. “Estar
acá es ser parte del pueblo y de apoyar a la gente, de cubrirla. No somos
delincuentes. Yo soy mamá, tengo un hijo de 4 años. Pero vengo igual,
sabiendo que puedo volver sin un ojo. Sigo dándole duro porque aquí no se trata
de que los hombres saquen la cara por nosotras”, expresó. Hace unos días le
llegó un perdigón en la pierna y dijo que carabineros la ha golpeado, que la
han arrastrado por el piso. Aun así, picó piedras y se fue a posicionar con su
escudo que decía: “Las balas que nos tiraron van a volver”.
La esquina
de la Alameda, a la altura de la calle Ramón Corvalán, también ha sido un punto
donde se instalan las y los manifestantes en “primera línea”. Una joven
encapuchada de San Bernardo, de 24 años, está con su hermano que devuelve las
lacrimógenas que lanzan, desde unos metros más allá, los carabineros.
Al
preguntarle la razón de estar ahí, responde: “Tuve a mi hijo a los 16 años.
Nunca le ha faltado nada. Pero en este país es difícil todo. La gente alega y dice
que esto es delincuencia. Pero estamos aquí para que se termine esto desde sus
orígenes, para que no haya más niños que tengan que entrar al Sename,
por un sueldo más digno, para que la gente tenga mejores condiciones para criar
a sus hijos. Al final, la delincuencia la generan los propios gobiernos”,
relata.
“Aquí el
trabajo es cooperativo”, dicen dos mujeres donde están sacando piedras. Más
allá, aunque no están con escudos, pero sí con máscaras y lentes, tres
estudiantes de El Bosque dicen que “es importante que estén las mujeres aquí,
dando cara, para que no se siga reprimiendo. Menos al género femenino”. Una de
ellas muestra su pierna porque le había llegado directamente una lacrimógena.
Dos de ellas estudian psicología en la Universidad Autónoma.
Hay mujeres
que prefieren no entregar su testimonio. Pero hacen una descripción rápida,
sobre todo, enfatizando en lo “adrenalínico” y en que “hay que estar preparada
para todo”. Una joven de 19 años, de la zona norte de Santiago, cree que es
una manera de “proteger a los que luchan”. “El Estado es sinvergüenza (…)
Ha sido brígido igual; hay que tener precauciones y saber sus posiciones.
Si vai a tirar piedras la primera vez, bueno, ahí vai aprendiendo
todo no más”, comenta.
Y a esto
agrega: “Dicen que la violencia no se responde con más violencia, pero,
lamentablemente, en esta situación es lo que hay que hacer porque es la
única manera con la que nos pueden escuchar”, enfatiza.
Durante los
pocos minutos en los que se pudo hablar con ellas, todas plantearon que esta es
una manera de resistir en colectivo, para buscar cambios de fondo que terminen
con la profunda desigualdad del país.
(Tomado de
El Desconcierto)
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