por Gustavo Burgos
Con la obsecuencia que los caracteriza, un
grupo importante de senadores oficialistas y opositores, entre estos últimos se
cuentan Insulza y Quinteros (PS), Goic y Rincón (DC), Quintana y algún otro
irrelevante, salieron a respaldar la política represiva de Piñera. Con
pusilanimidad declaran no haber estado a la altura de las circunstancias, que
la crisis social es muy profunda y que la conviviencia social -esto es lo único
importante- debe ser restaurada a la brevedad y que para ello el Presidente
cuenta con las herramientas adecuadas. La carta de apoyo es presentada por los
medios oficiales como un respaldo unitario, transversal y de compromiso
democrático que legitima el accionar de la fuerza pública.
Mientras redactaban y
publicaban esta carta de la infamia, las FFEE de Carabineros cegaban a la
obrera Fabiola Campillay a quien -mientras esperaba la locomoción colectiva-
dispararon una lacrimógena en el rostro; horas después, en el Paradero 16 de
Gran Avenida fue encontrado el cuerpo inconsciente del destacado abogado de los
DDHH, Hiram Villagra y hasta estas horas se encontraba en el Hospital Barros
Luco de la capital. Pero ni estos hechos, ni la ceguera confirmada de Gustavo
Gatica, ni los allanamientos masivos en Valparaíso, ni el ataque a dos locales
del Partido Comunista, ni el informe de Human Right Watch que constata masivas
violaciones a los DDHH por parte del Gobierno, parecen hacer cambiar de opinión
a los «demócratas» patronales. Efectivamente, en conjunto se han puesto al
servicio del plan represivo del Gobierno porque saben que la dominación
capitalista -también en su conjunto- está en juego. Revolución o
contrarrevolución.
Con
estos golpes represivos Piñera busca aglutinar en su entorno a la burguesía y
establecer un régimen dictatorial. Ese es su plan, como Bordaberry en junio del
73 en Uruguay, y como Fujimori en abril del 92 en Perú. Apoyado en el Congreso
-a estos efectos tiene una amplia mayoría- Piñera persigue imponer una
Dictadura, éste es el sentido del proyecto de ley para incorporar a las FFAA en
tareas de orden público garantizándoles completa impunidad para los actos que
perpetren en cumplimiento de tales labores. La iniciativa inequívocamente
inconstitucional, ha sido planteada con discusión inmediata en el parlamento lo
que supone que si logra las mayorías -que ya tiene- en una semana podríamos
tener un nuevo Gobierno de Piñera-Congreso-FFAA. Este es el plan explícitamente
proclamado por el sanguinario ladrón de bancos que está en La Moneda.
La
perorata sobre los saqueos y la protección de los comerciantes y la «clase
media» es el torpe manto con que se desarrolla este plan golpista. Nunca les
han preocupado los pequeños propietarios. Al Gobierno, y a los que le han antecedido,
sirvientes del mismo plan imperialista, sólo le preocupa cautelar los intereses
del gran capital financiero que administra los más de 260 mil millones de
dólares de las AFP; cautelar a las grandes corporaciones que se roban día a día
nuestro cobre, litio y demás recursos naturales. A Piñera, por cierto le
interesa por lo mismo preservar los intereses de los grupos económicos, de sus
socios y sus propios intereses como especulador financiero. Este es el
verdadero saqueo cometido durante décadas en contra del pueblo.
No
son los «vándalos» los que han destruido el país. Son los grupos económicos,
los bancos, los mall y las cadenas comerciales los que han barrido con la
pequeña propiedad comerciante: este es parte importante de la tragedia de
Valparaíso, de calle Serrano, Victoria, Pedro Montt. O es que no han visto los
fines de semana los miles de desesperados que ponen sus mantas en la calle para
vender baratijas, aguijoneados por el hambre y la miseria. ¿Ellos no fueron saqueados
señores demócratas de pacotilla?; ¿no fueron saqueados los millones de
trabajadores a los que se les robaron sus fondos previsionales?. No nos saquean
día a día los grandes explotadores impidiéndonos la organización sindical y el
derecho a huelga y negociación colectiva por rama de producción. No, esos
saqueos no importan, sólo importan las bandas de miserables que empujados por
el hambre y la miseria han salido desesperados a hacer pillaje aprovechando el
desorden. Pero no nos vengan a decir que la amenaza a la convivencia nacional y
el orden público proviene de los «vándalos». No señores, la amenaza a la
convivencia nacional, al orden público y a toda forma de civilidad proviene
desde las esferas del poder. Los enemigos del pueblo explotado son quienes nos
gobiernan y usurpan las banderas democráticas para preservar sus espurios
intereses de clase.
Compañeros,
no nos dejemos confundir. No abramos las puertas a la división del movimiento.
Juntos, unidos como un solo puño contra Piñera, sus sirvientes y las clases
patronales hemos de vencer. Desde las calles y asambleas, desde las bases,
organizaciones sindicales, territoriales, de DDHH, Coordinadoras, Mesas
Sociales, todas estas instancias tienen hoy la palabra. De nosotros depende
impedir que se materialice el Golpe de Piñera. De nosotros depende que no se
establezca una Dictadura que aplaste al movimiento en un baño de sangre.
Hoy
vociferan en contra de los vándalos y de los nobles compañeros de la Primera
Línea. Mañana lo harán con las organizaciones de base, el activismo y la
militancia comprometida en esta lucha. Nos quieren de rodillas, nos quieren
aterrorizados y resignados al itinerario del «Acuerdo por La Paz» de los
cementerios.
Clase
contra clase. Trabajadores contra explotadores. Este es el terreno en que se
dirime la crisis chilena. La burguesía juega con las ilusiones de un plebiscito
fraudulento en abril, pero lo que prepara es un baño de sangre. No nos
engañemos. Defendamos nuestros espacios, fortalezcamos nuestras organizaciones,
preparemos una Huelga General Indefinida con ocupación de lugares de trabajo y
estudio. Unifiquemos los órganos de lucha. En Valparaíso ocupemos todos los
espacios para la movilización, desde el Grupo de Trabajadores 1º de Mayo
construimos una trinchera en este movimiento y a él te invitamos.
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