Análisis
17/02/2020
A Modo de
Introducción
Este trabajo
considera importante partir de comprender que nos encontramos en un momento de
la historia donde la Crisis Mundial se profundiza. Y con ella las pujas de
poder se manifiestan en toda su claridad y crudeza.
En estos
momentos los actores financieros que entran en su fase de declinación
estratégica recurren a las guerras militares y con ello también a los
correspondientes incrementos en los gastos militares (Corporaciones Continentalistas
Norteamericanas). Mientras los actores financieros del poder que están en su
fase histórica ascendente (Transnacionales Globalistas) recurren a las guerras
económico-financieras. Además, debemos observar cómo la puja entre ambos desde
1997-2001, le ha dado forma y ha configurado la llamada crisis financiera
global en el 2008 mostrando sus armas militares-paramilitares y
financieras-parafinancieras en el periodo 1997-2008, que ya incluso
recorre el mundo, no solo a los Estados Unidos.
Pero la
crisis del 2008 nos muestra mucho más, que el mundo recorrió todo un camino que
no es nuevo para la humanidad pero si es nuevo para esta época. Pero también,
que la crisis financiera global del 2008 se transforma hacia el 2016-2017, con
los dos hechos más significativos: el Triunfo electoral de Trump y el Triunfo
electoral del Brexit. Hechos que sintetizan lo anterior y llevan la crisis al
nivel de crisis mundial estructural sistémica. Donde, sí la Perestroika del
Continentalismo Soviético fue todo un hecho que abre-marca este tiempo desde
1989-1991, el probable escenario de Perestroika, “Caída”, Disolución del
Contienentalismo Norteamericano para el 2020 sin ninguna duda podría ser todo
otro hecho que parte aguas, cierra el periodo de crisis financieras mundiales
1929-2008 y abriría uno nuevo. Donde, ahora sí, la confrontación capitalismo vs
poscapitalismo llegaría a su punto de más elevado, pero particularmente
reabriendo un debate más estructural que es acerca de la vida de la Humanidad,
de la Naturaleza, del Trabajo y de la Riqueza social.
La
dominación estadounidense de la economía mundial desde 1920 hasta 1960 se basó
en su posición de acreedor. Su dominación (no su hegemonía) desde la década de
1960, en cambio, proviene de su posición de deudor. En los años sesenta, las
exportaciones sobre todo desde Alemania y Japón, que incluían a las de las
corporaciones multinacionales norteamericanas radicadas en Europa y Japón,
empezaron a sobrepasar a sus importaciones desde EEUU, lo cual hizo que
disminuyera su demanda de dólares, porque más bien lo cambiaban por
oro. La orden del presidente Nixon en agosto de 1971 sobre abandonar el
Patrón Dólar Oro e imponer el Patrón Dólar –Petróleo redefine el Sistema
Monetario Internacional, que se convirtió en un sistema de dinero fiduciario (o
sea dinero sin respaldo de un bien tangible ej.: Oro) y con ello nos muestra el
carácter del momento histórico.
EEUU había
no solo logrado imponerse de este modo en la carrera armamentista contra la
entonces Unión Soviética, Perestroika Soviética 1989-91, quien no tuvo
capacidad de transferir el gasto improductivo a terceras naciones, sino que
además logro mantener esa capacidad de apropiación de riqueza social hasta la
primera década del Siglo XXI (2008), en base a la posición de país deudor que
emite sin respaldo.
Pero desde
2013, sin embargo, China y Rusia han des-dolarizado sus intercambios
comerciales, sumando a otros países de la Nueva Ruta de la Seda (NRS) y al
nuevo Banco de los BRICS, y apuestan incluso por un nuevo sistema monetario
internacional multipolar con naciones soberanas, donde opere incluso el dólar
en igualdad al Yuan con soberanía.
En la
disputa por el mercado mundial, las IDE (Inversiones Extranjeras Directas)
originaron tejidos de propiedad más allá de las fronteras. A partir de ello se
reestructuró la producción y distribución de bienes y servicios cada vez menos
entre naciones y cada vez más entre Consorcios Financieros Privados
Transnacionales.
El traslado
deliberado de capacidades productivas hacia China se inició en la década de los
ochenta del siglo XX, cuando Japón realizó un firme proceso de reconversión
industrial en medio de una política sectorial asistida por su gobierno y
estado.
En 1999, la
OTAN inició una intervención militar contra la ex república de Yugoslavia, ya
sin ninguna consulta previa al Consejo de Seguridad de la ONU. El motivo era
“sencillamente” que estaba finalizando una Era y nacía otra, que requería un
proyecto estratégico global en materia geoestratégica y geopolítica para negar y
redefinir estructuralmente las soberanías nacionales de todos los países.
La guerra de
Kósovo (Febrero de 1998- Junio de 1999) fue la oportunidad para ello y
la OTAN fue esencial en esa tarea. Estos hechos inauguraron una nueva etapa en
la historia de las relaciones internacionales, ahora globales y fue el
principio de la lucha por un nuevo orden mundial (NWO), pero en el marco de los
actores del poder financiero: Globalista vs Continentalistas.
Esto
desarrolló una nueva locomotora de la economía mundial que acrecentó de manera
excepcional sus exportaciones baratas entre 1979 y 1992, que luego se tornaran
cada vez más tecnológicamente avanzadas especialmente hacia EEUU. En el nuevo
milenio, se observa el ascenso constante de la participación de las transnacionales
de origen en EEUU, y también en la Unión Europea, en la inversión extranjera
directa (IDE) en China-Pekín, a costa de Hong Kong, Taiwán y Japón.
Los Estados
Unidos, como nación, solo mantienen un amplio liderazgo en los sectores
compuestos por la industria automotriz y la aeronáutica. Desde 2010, Pekín
asumió el liderazgo de las exportaciones, superando a las transnacionales
‘norteamericanas’ en renglones como información y comunicación.
En el cuadro
geopolítico de hoy, tenemos que las fuerzas del capital financiero globalizado
procuran imponer un Estado global con su propia cripto-moneda global. Este
proyecto implica el desplazamiento del dólar y consecuentemente el fin del
imperio norteamericano. En este contexto, se puede abordar y entender la movida
golpista de destitución de Trump y quedaría claro que a pesar de las
apariencias de guerra comercial con China, los mejores socios de los Estados
Unidos de Trump son Rusia y China, o sea, el proyecto multipolar de mundo.
Los
globalistas no quieren sostener un sistema monetario internacional basado en el
dólar, tampoco lo quieren sostener China y Rusia. La fracción conservadora de
los Republicanos (Bush-Pence-Pompeo-Bolton) se aferra al dólar como moneda
internacional de cambio y de reserva, y para ello recurren a la fuerza bruta,
militar y paramilitar.
La lucha de
los demócratas-globalistas por un nuevo impeachment, iniciativa de destitución
contra Trump, basado más en operaciones de inteligencia militar sobre hechos
falsos o “fabricados”, sería un reflejo de su estado de desesperación.
Como puede
observarse, la profundidad que ha alcanzado la crisis financiera global,
2001-2008, que es manifestación del conflicto y enfrentamiento estructural
entre las distintas fracciones del capital financiero transnacional, el
continental-multinacional y el global-trasnacional, paraliza la economía real,
potencia la economía ficticia de casino-financiero que solo se sostiene por la
emisión de dinero de helicóptero, sin respaldo en la riqueza de la economía
real. Emisión de dinero para la recompra-timba de las acciones de corporaciones
y no para producir riqueza real.
En este
marco es que se abre paso la decisión de recortar-programar artificialmente el
ciclo de vida de todo bien o servicio (Vehículo, Leche o Celular, etc.). Hecho
que beneficia al capital en general pero que perjudica y excluye a la Humanidad
y a la Naturaleza como un todo orgánico.
Las reservas
internacionales se han vuelto ridículas a la par de la fuerza alcanzada por el
dinero como crédito privado. Las autoridades monetarias nacionales (Bancos
Centrales) “perdieron” el poder para defender su tipo de cambio frente al libre
juego transnacional del mercado y la especulación.
Es más,
pareciera que el capital global está en busca de crear un momento de máximas
pérdidas, con el objetivo de provocar el estallido de la crisis y poder así
capitalizar ese escenario en su beneficio.
1. El boomerang de la producción de armas
El gasto militar
visto desde la perspectiva de la economía política es un gasto improductivo y
lo anterior es válido sin importar las relaciones de producción dominantes, ya
sean éstas pre-capitalistas (como el Imperio Romano), socialistas (URSS) o
capitalistas (EEUU y Occidente) (Dierckxsens, Piqueras, Formento, et al,
2018). Por ello, la producción de armas es también una actividad
improductiva en nuestros tiempos, ya que en lugar de alentar el crecimiento de
la economía civil, de masas, el gasto de defensa tiende más bien a limitar la
expansión de la misma y por ende el crecimiento y desarrollo de la economía en
su conjunto. Las armas producidas en un ciclo económico no se encadenan con el
próximo ciclo discontinuándolo, en el mejor de los casos no son utilizadas, ya
que el uso de las mismas es trabajo destructivo. La exportación de armas podrá
beneficiar a su productor para lo cual el comprador asumirá el gasto
improductivo, en otras palabras para las economías en su conjunto sigue siendo
un gasto improductivo.
La “caída” (Perestroika)
de la Unión Soviética -1989/91- como bloque continentalista expansionista fue
una sorpresa completa, al menos para Occidente. El final de EEUU, como
Imperialismo Continental, se está desplegando ante nuestros ojos desde 2017,
pero no lo percibe la ciudadanía ni la gran mayoría de los intelectuales y
probablemente tampoco los empresarios, sindicalistas y políticos. Esta falta de
pre-visión, hoy no es responsabilidad del público. Es, más que todo, la
consecuencia de una manipulación de la información fundamental para que no esté
disponible para el gran público.
La dominación estadounidense de la economía mundial desde 1920 hasta
1960 se basó en su posición de acreedor. Su dominación (no su hegemonía) desde
la década de 1960, en cambio, proviene de su posición de deudor. Su influencia
como principal economía deudora del mundo occidental, sin embargo, fue tan
fuerte como la que antes reflejaba su posición de acreedor neto. Hecho que
expresaba a la gran potencia militar-industrial continentalista-occidental
vencedora en la segunda guerra mundial 1929-1944. En los años sesenta, las
exportaciones sobre todo desde Alemania y Japón[4], que incluían a
las de las corporaciones multinacionales norteamericanas radicadas en Europa y
Japón vía Plan Marshall, empezaron a sobrepasar a sus importaciones desde EEUU,
lo cual hizo que disminuyera su demanda de dólares, porque más bien cobraban en
oro y ya no dólares. La orden del presidente Nixon en agosto de 1971 fue
cerrar la ventanilla de cambio de oro por dólares de los bancos centrales del
mundo del bipolarismo occidental. Ese es el momento cuando el Sistema
Monetario Internacional se convirtió en un sistema de dinero
fiduciario (o sea dinero sin respaldo de un bien tangible).
En 1974 el
precio del petróleo se disparó por acuerdos entre los países de la OPEP, con
importante influencia de Venezuela. En ese momento, EEUU busco, presiono y
obtuvo su acuerdo con Arabia Saudita (principal productor de petróleo), donde
podía cobrar lo que quisiera por su petróleo, pero tenía que reciclar sus
ganancias netas en dólares, ya sea bajo la modalidad de compra de armas o mediante
la compra de bonos del tesoro de EEUU. Luego, EEUU impuso para el bloque
occidental que el precio del petróleo se define y paga exclusivamente en
dólares. Los países que dependían de las importaciones de petróleo tenían que
disponer de reservas en dólares y los países con superávit comercial con EEUU
se vieron obligados a aceptar en lugar de dólares, bonos del tesoro (una
especie de pagarés) de EEUU.
Estados
Unidos impuso, en otras palabras, que el resto del mundo occidental mantuviera
sus superávits y ahorros en forma de préstamos a los Estados Unidos. Así EEUU,
como verdadero imperio tricontinental (articulando la reconstrucción de la CEE
y Japón), pudo instalar bases militares (aun hoy son 800) en 40 países, y los
dólares que este gasto militar implicaba los “obtiene” de los países del mundo,
financiando así al complejo industrial-militar norteamericano. EEUU no
solamente ha logrado imponerse de este modo en la carrera armamentista contra
la entonces Unión Soviética, quien tuvo baja capacidad de transferir el gasto
improductivo a terceras naciones, sino que además logro mantener esa capacidad
de transferencia de riqueza social desde la periferia a Estados Unidos, que
actuaba aún como País Central de sus empresas transnacionales, hecho que se extendió
hasta la primera década del Siglo XXI (2001-2008). Los países que negociaron el
petróleo por fuera del área del dólar corrieron el riesgo de una invasión
(Irak, Libia) o de ser asfixiados en sus transacciones bancarias (Irán,
Venezuela, Rusia).
Desde
2014-2018, sin embargo, China y Rusia han des-dolarizado sus intercambios
comerciales, sumando a otros países a la Nueva Ruta de la Seda (NRS), y
apuestan incluso por un nuevo sistema monetario internacional multipolar con
naciones soberanas, donde opere el dólar en igualdad de condiciones de
soberanía al Petro-Yuan-Oro, es decir sin subordinación a la economía hoy
dominantemente: global, ficticia, dolarizada y unipolar. Esta situación da
cuenta del momento en que se encuentra la crisis de dominación mundial. El
imperio continentalista norteamericano se sostuvo sobre dos pilares: el dólar y
el pentágono, en tanto complejo industrial-tecnológico-militar. Si se mina uno
de los pilares (el dólar) es imposible sostener el otro (el complejo
industrial-militar). Lo anterior implica por ende el escenario de perestroika
norteamericana (EEUU) que observamos para el 2020.
2. El boomerang de la concentración de la riqueza
Ante la baja
de la tasa de ganancia en la economía productiva real, el capital financiero globalista
se ha dado a la fuga progresiva hacia la acumulación improductiva y ficticia
sustentada por el crédito, cuando la cuasi-validación de la ‘plusvalía’ se
sostiene en una acumulación de títulos o derechos sobre el trabajo (productivo)
futuro, que cada vez parece menos posible poder lograrse. Por ello aparece la
emisión de bonos del Tesoro del Estado para que las grandes corporaciones
compren sus propias acciones, hecho que no crea riqueza a futuro pero que sí
“da” ganancias al aumentar su cotización en la bolsa de valores. El capital
accionario es ficticio porque no puede contarse dos veces, no puede
contabilizarse el capital real (maquinaria, edificios, etc.) de una empresa y
luego también su valor en libros. Sin embargo una forma de capital (las acciones)
se puede vender y comprar sin el traspaso del capital real y adquiere así vida
propia.
La recompra
de acciones por parte de las propias corporaciones financieras hace incrementar
su precio en el mercado, pero no así la riqueza real de las mismas. El
resultado es que la riqueza real no aumenta pero la élite sí aumenta su
capacidad de compra (vendiendo papeles de valor para comprar riqueza real como
otras empresas y se acentúa la concentración de la riqueza social en cada vez
menos manos, como ya señalábamos hace 20 años (1998).
Entre 1989 y
2018 (Grafico N°1) el 50% más pobre de la población norteamericana ve
reducida en aproximadamente un 70%, del 3,8% al 1,2%, su participación (de por
sí ya muy ínfima) en el total de la riqueza social producida que va a parar a
los bolsillos, ya repletos, del 1% de los grandes capitalistas. Además, para la
clase media baja (el siguiente 40%, en buena proporción asalariada) también es
significativo la baja en su participación en la riqueza social del 35,2% al 29,1%.
Grafico N°1
El Gráfico
N°2, ilustra muy bien cómo ha disminuido la participación de la masa
salarial en el ingreso nacional del 52% en los años setenta hasta el 42% en
2018. Lo anterior es producto de la flexibilización en los contratos de
trabajo, la informalización y externalización del mismo, que han aumentado la
precarización e inseguridad laboral. La clase media alta (9%) situada en los
mejores puestos de trabajo, aproximadamente aún mantiene su participación en la
riqueza nacional (37,4% y 38,9%) y los únicos que realmente ven aumentada su
participación vergonzosa en la riqueza es la pequeña minoría de élite (apenas
el 1% de la población) que pasa del 23,6% al 30,9% [ver Gráfico N°1].
Grafico N°2
Si la elite,
el 1% de la población, logró duplicar su participación en la riqueza nacional
entre 1980 y 2014, el 1 por mil la triplicó, el 1 por diez mil la cuadriplicó y
el 1 por cien mil la sextuplicó, como puede observarse en el Gráfico N°3.
Esta situación se ha agravado con el tiempo y no solo en EEUU, por ello no es
extraño observar que conlleve a protestas político-sociales cada vez más
amplias y radicales. La empresa Verisk Maplecroft, especializada en análisis
políticos, predice que en aproximadamente el 40% de los 195 países del mundo
habrá disturbios civiles en 2020, contra un 25% en 2019, una tendencia que
llama la atención (Watson 2020).
Grafico N°3
3. La economía de China un boomerang para Occidente
En la
disputa por el mercado mundial, las IDE (Inversiones Extranjeras Directas)
originaron tejidos de propiedad más allá de las fronteras. A partir de ello se
reestructuró la producción y distribución de bienes y servicios cada vez menos
entre naciones y cada vez más entre Consorcios Financieros Privados
Transnacionales. Del flujo de las IDE que tuvo lugar hasta 1990, el 75% se
concentró en la triada de potencias centrales: EEUU, UE1 y
Japón, reconstruidas estas dos últimas desde 1950 por iniciativa de las
corporaciones multinacionales norteamericanas, en la llamada iniciativa
Tricontinental del Plan Marshall contra la URSS, y solo un 20% fluyó hacia
países periféricos dependientes. En cada país de la triada, el 1% de los
consorcios-corporaciones de origen local detentaba el 50% del stock de las IDE
de ese país en el exterior, que se dirigieron sobre todo a fusiones y
adquisiciones, o sea, hacia actividades improductivas pero muy rentables.
La disputa
por el reparto del mercado mundial restante dentro de la Triada comenzó en la
década de los ’80. En la primera mitad de los años ’90 se constituyen los
bloques económicos regionales (la Unión Europea y el NAFTA, ante la fallida
ALCA) que frenan la expansión de las IDE entre los bloques de la Triada. Este
es el momento en que la expansión de las IDE se reorienta hacia la periferia,
en cuyo proceso EEUU toma el liderazgo. La desintegración –Perestroika- de la
Unión Soviética en 1991 permitió, sin mayores reparos políticos, llegar a un
nuevo reparto del mundo entre las Transnacionales de los Bloques Económicos
Centrales.
El traslado
deliberado de capacidades productivas hacia China se inició también en la
década de los ‘80 del siglo XX, cuando Japón realizó un firme proceso de
reconversión industrial en medio de una política sectorial asistida por el
gobierno. Esta iniciativa comenzó con la subcontratación en países de bajos
salarios, básicamente en el Este de Asia y China en primer lugar, de
actividades manufactureras intensivas en fuerza de trabajo y tecnológicamente
estandarizadas. El primer grupo de países que se benefició de este proyecto
fueron las nuevas economías industrializadas del Este de Asia (NEIS): Hong
Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwán; luego, también Indonesia, Filipinas,
Tailandia y Malasia; y más recientemente, China, como un todo nacional, y
Vietnam.
La causa del
“sorpresivo” estallido de la crisis especulativa en el sudeste asiático en
1997, no reside en Asia ni en algunos especuladores sin escrúpulos, sino en la
guerra económica mundial que estalló entre las grandes corporaciones
multinacionales y transnacionales globales. El motivo fue que a las
transnacionales que provenían de EEUU les convenía la crisis en esta región
asiática, para poder subordinarla a su política expansionista global y al Fondo
Monetario Internacional, dos lados de lo mismo. Para luego, poder penetrar con
esas transnacionales norteamericanas sus mercados desplazando a las
multinacionales japonesas principalmente, que concluye con la parálisis y
retraimiento del capital japonés sobre territorio japonés, 1997/99. En este
mismo momento, entra en escena el capital transnacional global, que está
haciendo de todos los países “neo-colonias emergentes”.
Finalizada
la Guerra Fría con las “caída” o perestroika soviética de 1989-91, era de suponer
que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) perdiera su función
y que desapareciera al desarticularse. Sucedió todo lo contrario. En 1999, la
OTAN inició una intervención militar contra la ex república de Yugoslavia, ya
sin ninguna consulta previa al Consejo de Seguridad de la ONU. El motivo era
“sencillamente” que estaba finalizando una Era y nacía otra, que requería un
proyecto estratégico global en materia geoestratégica y geopolítica para negar
y redefinir estructuralmente las soberanías nacionales de todos los países, no
solo limitarlas como sucedió desde 1950 sino negarlas, por lo cual las empezó a
denominar economías locales emergentes. La guerra de Kósovo (Febrero de
1998- Junio de 1999) fue la oportunidad para ello y la OTAN fue esencial en
esa tarea.
En el marco
del periodo que inaugura la guerra de Kosovo, con los intereses globalistas en
el gobierno de EEUU, se deroga la ley Glass Steagall, que impedía la fusión de
la banca comercial regulada internacionalmente con la banca de inversión sin
regulación, por lo tanto habilito nuevamente, después que Roosevelt
impusiera su división 1933, el desarrollo de la gran banca global como
actor estratégico. Estos hechos inauguraron una nueva etapa en la historia de
las relaciones internacionales, ahora globales y fue el principio de la lucha
por un nuevo orden mundial (NWO).
Que
inmediatamente se manifestaran en la gran crisis denominada la “caída” de las
Torres financieras Gemelas de Wall Street, donde los actores financieros no-globales
que entraban en declive confrontaban con los Globales “fundiendo” la base
metálica de la infraestructura que vertebraba de tres de sus Torres, nada menos
que en la City Financiera de Nueva York, en septiembre de 2001. Que dio
legitimidad a la declaración de guerra del Presidente Bush al “terrorismo”
internacional, cuando se refería a los intereses financieros globales. Que
tendrá su segundo round con la “caída” del Lehman Brothers en septiembre de
2008, fundiendo su infraestructura financiera a partir de elevar la tasa de
interés del 1% al 5%, lo cual hizo estallar la bomba financiera de deuda de
créditos hipotecarios impagable. Estallido que fue reorientado para que dañara
específicamente a la gran banca global angloholandesa.
Las IDE en
Asia se concentran, aunque no exclusivamente, en la industria orientada a la
exportación y constituye en este aspecto un complemento de la inversión a
partir del ahorro interno en el sector industrial, especialmente en China.
Ambas inversiones juntas permitieron hacer crecer al sector entre un 10% (Corea
del Sur) y un 20% (China) al año. Esta tasa de crecimiento sin igual revela que
el ascenso de la economía China no dependía en alto grado de las Inversiones
Directas Extranjeras, como a menudo se interpreta en Occidente, sino que tenía
también un fuerte desarrollo previo desde la década de 1970, como ya hemos
señalado antes (Dierckxsens y Piqueras, 2008). Con este estímulo externo al
sector productivo, la tasa de crecimiento en la región del Asia Pacífico
alcanzó niveles históricos. Este empuje revela que la inversión estaba
orientada de manera productiva a la economía real. Lo cual desarrolló una nueva
locomotora de la economía mundial que acrecentó de manera excepcional sus
exportaciones baratas entre 1979 y 1992, que luego se tornaran cada vez más
tecnológicamente avanzadas especialmente hacia EEUU.
En el
periodo 1990 y 2017 las empresas globales, de origen estadounidenses,
invirtieron más de 250 mil millones de dólares en China sobre todo en
tecnologías. En el nuevo milenio, se observa el ascenso constante de la
participación de EEUU, y también de la Unión Europea, en la inversión
extranjera directa (IDE) en China-Pekín, a costa de Hong Kong, Taiwán y Japón.
Microsoft entró en el mercado chino en 1992 y luego entraron otros gigantes,
particularmente aunque no exclusivamente, las corporaciones tecnológicas de la
información y comunicación como Amazon, Apple, Google, Facebook, Intel, Oracle,
Netflix, IBM, Qualcomm, Alphabet, PayPal, Cisco, entre otros.
A la par de
las transnacionales globales, se desarrollan también los gigantes conglomerados
nacionales chinos (que denominamos Pekín). Hace años que China compite
en casi todos los sectores de alta tecnología con las empresas globales
originarias de Estados Unidos. A principios de este milenio, Estados Unidos
exportaba tres veces más que China en productos tecnológicos a los mercados
mundiales. Con el tiempo (2008-09)2,
Estados Unidos se convirtió en un importador masivo de productos tecnológicos
hechos en China (2009)3,
que antes producía en su propia nación, generando una balanza comercial cada
vez más negativa.
En la actual
década, los estadounidenses solo mantienen un amplio liderazgo en los sectores
compuestos por la industria automotriz y la aeronáutica. Desde 2010, Pekín
asumió el liderazgo de las exportaciones, superando a las transnacionales
‘norteamericanas’ en renglones como información y comunicación. Asimismo, acaba
de igualar las ventas de instrumentación científica y está cerca de igualar las
ventas de plantas de generación de energía. Hoy Pekín es uno de los fabricantes
más grandes del mundo de productos de alta tecnología como robots industriales,
chips y máquinas herramienta. Así es como los titanes estadounidenses ven cada
vez más complicada la competencia con los gigantes chinos.
Después de
la crisis global de 2007-08, hay una aceleración de los volúmenes de las IDE
(Inversiones Extranjeras Directas) de China hacia el mundo que revela la
decisión de la internacionalización de los conglomerados nacionales de empresas
chinas, el aumento de la inversión china en la economía de otros países y la
decisión estratégica. Lo anterior mucho tiene que ver con el desarrollo de un
sistema de instituciones financieras diferentes a las que se imponen en los
acuerdos de Bretton Woods en 1944 (Patrón Dólar Oro), y a las que se forjan
después de su crisis en 1970-73 (Patrón Petróleo Dólar). Estas nuevas
instituciones que hacen a un sistema financiero multipolar denominado BRICS
esta compuesto por: la Nueva Arquitectura Financiera, por el nuevo banco de
desarrollo, el sistema de compensación, nueva moneda y de infraestructura
multipolar denominada Nueva Ruta de la Seda –NRS-, por la infraestructura para
rutas terrestres con trenes de alta velocidad y marítimas.
Esta
iniciativa NRS está asociada a las políticas de inversión regional de “Ir
hacia el Oeste” en el propio territorio chino, y ha evolucionado hasta
incluir acuerdos y proyectos de conectividad por construcción de
infraestructura con Europa, Asia, África y América Latina, principalmente en
energía, alimentos, minerales y transporte comercial. La NRS incluye acuerdos
ya establecidos con organizaciones entre China y otros países para un mundo
multipolar. El proyecto de inversión es de una enorme magnitud de recursos en más
de 60 países, así como acuerdos bilaterales y multilaterales de inversión y
cooperación. Que en primer lugar estaría el impulso a la mayor
internacionalización del yuan como moneda para transacciones de capital.
En la
actualidad, la pugna por el liderazgo en el 5G es por los datos, estos son los
verdaderos motivos que subyacen en la guerra comercial que Washington mantiene
con Pekín, dado que la empresa china Huawei ha tomado la delantera en el
desarrollo del ´big data´. Quién controle la red 5G controlara el proceso de la
producción social, económica y política en el futuro próximo. Trump no quiere
quedar retrasado con su proyecto industrialista y nacionalista, más aún espera
poder utilizarlas para recuperar terreno perdido. Pekín (Beijing) bien podría “direccionar”
con ello el futuro de la humanidad al impulsar y sostener una transición
multipolar (con Rusia, India, Brasil, Sudáfrica, Japón, Turquía, etc.) y
orientarse hacia el Poscapitalismo. Objetivo opuesto a los intereses
globalistas que piensan utilizarla para lograr dominar el mundo y poder imponer
su concepción globalista de poder, que implica un gobierno global sin
ciudadanos ni naciones, y que dialogaría directamente con los individuos o con
las tribus urbanas locales.
Grafico N°4
Con la
crisis en Hong Kong (HK) hemos de recordar que también en China, como en todos
los países, hay fuerzas globalistas actuando. Que pretenden desestabilizar al
gobierno de Pekín, como en Estados Unidos a Trump, movilizando a los
partidarios del “modo de vida británico” en Hong Kong HK, buscando a su vez
construir un “escándalo” que pueda ser “operacionalizado” como golpe
comunicacional global: un “Tiananmen II”. Con el objetivo de deslegitimar y
desarticular la propuesta multipolar como opción legítima para el mundo y así
poder bloquear que de ahí pueda consolidarse una solución creíble a la crisis.
4. Las contradicciones internas en EEUU, boomerang de un imperio
En el cuadro
geopolítico de hoy, tenemos que las fuerzas del capital financiero globalizado
procuran imponer un Estado global con su propia cripto-moneda global. Este
proyecto implica el desplazamiento del dólar y consecuentemente el fin del
imperio norteamericano. El Estado global con su planteo se posiciona por encima
y en contra de las naciones y de la Organización de las Naciones Unidas -ONU-,
incluido EEUU. Con una fuerza militar propia basada en la OTAN, pero nutrida de
fuerzas provenientes de todas las naciones y pueblos, como ya es realidad y
sucede en general.
No solo los
globalistas quieren otro sistema monetario internacional, también lo quiere el
multipolarismo con China-Rusia-India-Sudáfrica-Sudamérica. China es el
principal acreedor de EEUU debido al enorme déficit en la balanza comercial que
ésta tiene con China. Desde 2013, China ha dejado ya de acumular bonos del
Tesoro norteamericano e incluso disminuyó su tenencia. Para mayor
reaseguro contra una brusca caída en el precio de los bonos del Tesoro
norteamericano, China desde hace años está comprando oro al igual que Rusia e India.
Es más, China y Rusia junto a otros países de la Nueva Ruta de la Seda,
apuestan por un nuevo sistema monetario internacional multipolar con naciones
soberanas, donde opere el dólar en igualdad al Yuan con soberanía, es decir sin
subordinación a la economía globalizada y su sistema monetario manejado
directamente por las grandes transnacionales globales.
La
administración Trump muestra que su contradicción principal es con las fuerzas
globalistas y solo secundariamente con las fuerzas conservadoras continentalistas
que luchan por ‘Otro Siglo Americano’. Esta última no es una opción viable, ya
que no cuenta con el apoyo de las fuerzas globalistas ni con las de China y
Rusia, que luchan por un mundo multipolar. Cuanto más tiempo Trump permanezca
en la presidencia, más opciones tiene la China multipolar de avanzar con su
proyecto multipolar. Por esto, queda claro que a pesar de las apariencias de
guerra comercial con China, los mejores socios de los Estados Unidos de Trump
son Rusia y China, o sea, el proyecto multipolar de mundo. Trump sí tiene una
guerra encarnizada con el Globalismo financiero que se proyecta desde la City
Financiera de Hong Kong.
El proyecto
de ‘Otro Siglo Americano’ ya no tiene quien lo sostenga, los globalistas no
quieren sostener un sistema monetario internacional basado en el dólar, tampoco
lo quieren sostener China y Rusia. La fracción conservadora de los Republicanos
(Bush-Pence-Pompeo-Bolton) se aferra al dólar como moneda internacional de
cambio y de reserva, y para ello no pueden recurrir más que a la fuerza bruta
militar y paramilitar. Trump tiene claro que la era del petro-dólar está en sus
últimos momentos antes de pasar a ser historia, aunque no caerá por la ley de
la gravedad ni los intereses continentalistas lo entregarán al museo de la
historia. Trump no tiene el objetivo ni tampoco apunta al uso de la fuerza para
imponer ‘Otro Siglo Americano’ para el continentalismo americano, como ha
quedado claro de nuevo en torno en la crisis en la península de Corea en 2017,
en Siria en 2018 y ahora en Irán en 2020. Trump sí apuesta al paulatino
desmantelamiento de las 800 bases militares en 40 países y ello ya lo
observamos en 2020 en Medio Oriente. El control sobre el precio del petróleo, y
del mismo, ya no se garantiza por la ocupación de los países productores de
petróleo, sino por el control sobre los flujos monetarios. País que procurara
des-dolarizar la compra y venta de petróleo, país que perdía la posibilidad de
hacer transacciones bancarias vía el sistema SWIFT de EEUU, como son el caso de
Venezuela e Irán.
Lo que EEUU
aplica para Irán no puede aplicarlo, sin embargo, a China ni Rusia que están
construyendo su propio sistema alternativo al SWIFT. No es extraño en este
contexto que las bases militares se muevan para cercar estas naciones, avanzan
tratando de “re-consolidar” posiciones en Japón y Corea del Sur para luego
poder intervenir en y sobre la India, y desde ahí sobre Irán y sobre China.
Claro en una situación compleja y lenta de reconstituir posiciones perdidas y
donde perdió la iniciativa estratégica económica. Mientras si avanza la
recuperación de la nación Libia, con una acción coordinada de Rusia, Turquía,
Egipto, Irán, Siria, etc. A la que se acoplan Alemania, Italia, Francia, Gran
Britania como lo muestra la reunión en Moscú.
Más aun, las
bases militares en Medio Oriente se tornaron un gasto no solo insostenible sino
incluso improductivo. Sin embargo al des-dolarizarse el comercio (en gas y
petróleo) entre China y Rusia, entre Japón y China, y con la Nueva Ruta de Seda,
también pierde el (petro) dólar su hegemonía y tiende a ser desplazado por el
par China-Rusia con el Yuan y el Rublo. El Yuan respaldado por el oro gana
paulatinamente terreno como ‘moneda’ de reserva internacional. Al perder
terreno el dólar pierde también hegemonía en lo económico, y pierde EEUU
también el financiamiento de su complejo industrial y militar, por ende se
entra en la fase donde debe enfrentar su propia escenario de Perestroika en
2020, como la URSS en 1989-1991.
A Trump no
le quedará otra opción que acercarse y asociarse cada vez más con Rusia y
China, para sobrevivir como una nación que sea parte del mundo multipolar que
ya viene desplegándose. No lo manifiesta abiertamente, más bien los gestos y
decisiones económicas y militares muestran que su conflicto principal con China
es contra la guerra comercial contra las transnacionales globales situadas en
el eje costero Hong Kong-Shanghái-Taiwán. Su objetivo es que se vean obligadas
a regresar a EEUU las empresas transnacionales que deslocalizaron sus
inversiones e instalaciones como Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon y Facebook
y que juntos representan en 2020 el 18% de la capitalización total de S&P
en la bolsa de Nueva York y que actualmente operan en China (Hong Kong, Taiwán,
Shanghái). Apple y Microsoft han conducido el alza en la bolsa de valores con
la recompra de sus propias acciones y del mismo modo podrían causar su caída
repentina. Para su retorno a EEUU, Trump ha bajado los impuestos a las empresas
(transnacionales) que regresen. Pero, si bien ha entrado mucha inversión
directa extranjera a EEUU en los últimos años con Trump, ha sido sobre todo de
‘capital golondrina’ que apuesta por ganancias especulativas de corto plazo y
que en cualquier momento, si estalla la crisis, será parte de la gran fuga.
En la
batalla que libra Trump contra los Globalistas de Wall Street, una de sus
mayores apuestas es a otro período presidencial 2021-enero-2025. Porque, de
lograrlo en las elecciones de noviembre de 2020, esto podría seguramente parar a
las fuerzas globalistas en su delirio oligárquico-belicista de hacer esta llar
la burbuja financiera para culpar a Trump y hacer estallar nuevas guerras en el
mundo. La lucha de los demócratas-globalistas por un nuevo impeachment,
iniciativa de destitución contra Trump, basado más en operaciones de
inteligencia militar sobre hechos falsos o “fabricados”, es reflejo de su
estado de desesperación. Es claro que la iniciativa tiene muy escasa
posibilidad de ser aprobada en el Senado, donde recién la hicieron ingresar el
16 de enero de 2020, más como instrumento de golpismo mediático-electoral que
un hecho real. En síntesis, la compleja crisis interna norteamericana entre
Trump-Continentalistas-y-Globalistas, está llegando a su clímax, con mucha
corrupción y ninguna transparencia. Este año 2020 podría asumir un “clima” de
´guerra civil hibrida´ más que de campaña electoral. Un año electoral que ya
empezó a principios del 2018 y llego a su clímax con la presentación de la
iniciativa de destitución por los demócratas en julio-octubre de 2019.
Por otro
lado, si Trump gana o no, esto no cambiara el panorama general del año 2020,
que es de una gran crisis económica-financiera en el país y a nivel mundial,
con una gran burbuja financiera a punto de estallar. En ese contexto queda
clara la necesidad de otro sistema monetario internacional que refleje que EEUU
dejo de ser el centro, que ya no hay ni puede ya haber país-centro ni países
centrales. Si los globalistas ganaran la elección en Estados Unidos, lo más
probable es una fractura del mundo en dos sistemas monetarios internacionales
en pugna y muy probablemente la descomposición de EEUU en diferentes economías
regionales-locales. Si Trump lograra un segundo período presidencial, lo más
probable, según la intención mayoritaria de votos que aun mantiene, será una
derrota muy dura tanto para los globalistas así como para los republicanos
continentalistas norteamericanos, y se abriría una posibilidad real de la
construcción de un mundo multipolar sin nuevo imperio central ni global. Ambas
alternativas tienen en común un escenario para el 2020 de Caída o Perestroika
para EEUU.
5. El boomerang de la explotación de la Naturaleza
Las
cualidades y vida útil de un producto hoy tienden a supeditarse a las
posibilidades de acelerar el ciclo de su venta-reposición, por consumo u
obsolescencia programada. El Globalismo al programar, con sentido
económico-estratégico, la reducción de la vida media de los productos incorpora
que el trabajo necesario para producir una mercancía ha de ser repetido con una
frecuencia mayor, lo que está en relación directa con la obsolescencia
programada del bien o servicio en su proceso de diseño-producción.
Al haber
acortado la vida media útil de esas mercancías, la población se ve obligada
volver a comprar su sustituto en la frecuencia media que impone su caducidad
programada. La riqueza producida, desde la óptica del productor (el capital
individual), aumenta a costa de la reducción de la vida media de la riqueza
como valor de uso, en tanto que el bien se vuelve obsoleto por su consumo o por
la autodestrucción, porque perece antes de ser consumido por la sociedad.
Tenemos que la riqueza producida y presente en la sociedad, se ve reemplazada
por el acortamiento de la vida media útil de las mercancías-productos. En
términos de la población que consume, hay que comprar productos que sustituyan
al anterior con una frecuencia artificialmente acelerada, porque la vida
socialmente útil se programó para una más rápida obsolescencia que fuerza
acelerar su consumo o fuerza su destrucción. Es muy importante entender que la
obsolescencia programada está en relación directa con la crisis
político-financiera que se abre en el periodo de tres grandes hechos desde
1997-2001-2008 que dan forma a la crisis financiera global, a la denominada
“batalla entre imperios financieros”.
Desde la
óptica de los consumidores en su conjunto, la productividad de su trabajo ha
disminuido debido a que para satisfacer la misma necesidad se debe ocupar de
reemplazar los productos cada vez más rápidamente al disminuir la vida media de
los mismos. Visto desde la óptica del capital individual en cambio, la
productividad del trabajo aumenta, al poder producir-vender más productos en un
mismo periodo de tiempo, aumentando así sus ganancias.
Por el
contrario, los intereses de la población que consume y trabaja, y de la
humanidad en general, estarían beneficiados con el aumento de la vida media de
los productos, medida que también permitiría una mejor sostenibilidad de la
vida de la propia naturaleza. Sin embargo, para el capital, como su interés y
meta es una mayor venta de mercancías y realización de ganancias en un tiempo
determinado, o sea una mayor productividad general del trabajo visto como capitalista,
la sostenibilidad de la vida humana y de la naturaleza queda en posición
subordinada a sus ganancias.
La
obsolescencia programada de los productos, sea la modalidad que fuere,
significa una pérdida de productividad general del trabajo visto desde la
óptica del conjunto de los consumidores, porque ha de volver a comprar el
sustituto en un tiempo cada vez menor, forzando con ello su consumo o la
destrucción de sus propiedades. Desde el interés del capitalista (capital
individual) por el contrario, sucede precisamente lo contrario, cuanto más
rápidamente se consuma, o vuelva obsoleto, un producto más rápidamente podrá
volver a vender su sustituto, realizando así una ganancia mayor por el aumento
en la velocidad de rotación.
Esta
subordinación de la utilidad de un producto o servicio para los consumidores al
interés del capital va aún más lejos. Conforme se desarrolla la sociedad de
consumo, el valor de uso de todo lo que se produce guarda relación y se
encuentra vez más dentro de los límites e interés que el mercado impone
exclusivamente: si se vendió el producto o servicio, éste manifestó su utilidad
o valor de uso ya que hay demanda. En la medida en que se logra vender un
producto (sea este lo que sea), al venderse se comprueba desde la óptica capitalista
su utilidad ya que hay demanda en el mercado. Las necesidades, desde entonces,
ya no son definidas desde las personas, consumidor individual, humanidad o
naturaleza y menos aún por el sujeto o consumidor colectivo, se define desde el
propio capital que genera ´deseos artificiales´ que se apartan cada vez más de
las necesidades reales de las grandes mayorías de la sociedad.
Como puede
observarse, la profundidad que ha alcanzado la crisis financiera global,
2001-2008, que es manifestación del conflicto y enfrentamiento estructural
entre las distintas fracciones del capital financiero transnacional, el
continental-multinacional y el global-trasnacional, paraliza la economía real,
potencia la economía ficticia de casino-financiero que solo se sostiene por la
emisión de dinero de helicóptero, sin respaldo en la riqueza de la economía
real. Emisión de dinero para la recompra-timba de las acciones de corporaciones
y no para producir riqueza real. En este marco es que se abre paso
particularmente la decisión de recortar y programar artificialmente el ciclo de
vida de un bien o servicio (Vehículo, Leche o Celular, etc.). Hecho que
beneficia al capital en general pero que perjudica y excluye a la Humanidad y a
la Naturaleza como un todo orgánico.
Con la Inteligencia
Artificial es posible no solo detectar las preferencias de los consumidores
sino también manipularlas (vía Facebook por ejemplo). Bajo esta lógica y desde
la óptica del capital, las ´necesidades´ parecen infinitas. Así el capital
monopólico expande su mercado no sólo geográficamente (globalización), en el
tiempo (al acortarse la vida media de los valores de uso) sino también mediante
la creación y manipulación artificial dinámica de la personalidad subjetiva
individual y sus ´deseos´. Es aquí donde podemos hablar de un paso más en la
´subsunción real de la población consumidora al capital´, la de la subsunción
de la subjetividad y el deseo a la necesidad consumista del capital.
Esta
acelerada valorización del capital significa una espiral de despilfarro de
riqueza material (desechos) y de (saqueo de) recursos naturales. Sin embargo,
desde la óptica de la clase capitalista la riqueza natural se reproduce por sí
sola o resulta sustituible en el espacio o reemplazable por otra “materia
prima” natural o sintética. Esta destrucción, vista por la comunidad humana
como despilfarro de recursos y acumulación de desechos, para la clase
capitalista significa la posibilidad de seguir acumulando. Los desechos y el
derroche de recursos no entran como pérdida en la contabilidad nacional y, por
lo tanto, ´no cuentan´. Sustituir toda la flota de automotores a combustible
por otros eléctricos significa volver a un nuevo ciclo de acumulación y
derroche de nuevos recursos pero, a cambio, se justifica y sostiene por la
acumulación de capital que permite. Por ello no es extraño que el capital hoy
en día se identifique cada vez más con los argumentos ´ecológicos´ que
respaldan su interés económico individual.
Ya desde los
años noventa, académicos e investigadores como Paul Cockshott y Allin Cottrell
han contestado solventemente a todas las críticas procedentes de la economía
´burguesa´ de mercado, particularmente de la marginalista y la escuela
austriaca4,
asegurando y demostrando que el nivel tecnológico que existe actualmente con la
Inteligencia Artificial –IA- elimina cualquier tipo de impedimento técnico
-naturalmente la cuestión política es la clave- para planificar una
economía de modo comunitario poscapitalista y eficaz.
En esta
línea aportan dos razones fundamentales para sostener sus postulados. En primer
lugar, porque con el nivel tecnológico de hoy en día, a partir de la
Inteligencia Artificial y la robotización, existe la capacidad de solucionar
los más complejos sistemas de ecuaciones simultaneas. Segundo, porque la
información significativa5
para organizar una economía no es tácita ni tampoco subjetiva como la economía
vulgar afirma. Dicho de otro modo, si en el sistema capitalista los precios de
mercado gravitan en torno a magnitudes objetivas -tiempo de trabajo socialmente
necesario-, en una economía comunitaria poscapitalista se pueden calcular de
forma directa los costes laborales de los distintos bienes sin necesidad de
incorporar el dinero como una variable imprescindible.
Incluso el
componente “subjetivo” de la demanda podría ser incorporado a la planificación
mediante información no-manipulada obtenida en torno a necesidades y
preferencias a través de la Inteligencia Artificial. Los desequilibrios se
podrían solucionar con una retroalimentación (´feed back´) informativa hacia
las unidades de producción. En otras palabras, hoy y en esta situación de
crisis estructural, el poscapitalismo bien podría ser más eficaz que el
capitalismo.
En este
entorno de gran crisis están dadas las condiciones para que puedan desarrollarse
también los movimientos-fuerzas políticas para que la nueva formación social
emergente en desarrollo avance en su caminó poscapitalista. Mientras el
globalismo financiero angloholandés podrá aferrarse con autoritarismo pero sin
perspectiva.
6. El boomerang de la maximización de la tasa de ganancia
El
capitalismo para crecer continuamente precisa desarrollar también de forma
continua las fuerzas productivas. Esto quiere decir que el desarrollo
capitalista comporta una tendencia a la mayor utilización de innovación en
tecnologías intensivas en capital y por ende, una menor utilización de fuerza
de trabajo por unidad de capital invertido. Al reducirse relativamente la
fuerza de trabajo en un determinado proceso productivo, se reduce también la masa
de valor representada por ella en un producto y por ende de plusvalor,
porque éste sólo se extrae del trabajo colectivo de los seres humanos. La
tendencia es que hay cada vez menos margen para que los aumentos de la
productividad repercutan en la elevación de la tasa de plusvalía6.
Llega un momento en que los caminos de la productividad y de la ganancia dejan
de ir paralelos e incluso pueden entrar y entran en contradicción. La
persecución permanente de maximizar la ganancia en el ámbito productivo opera
como bumerán provocando la tendencia a la baja de la tasa de ganancia.
El
capitalismo, por tanto, está condenado a ampliar la masa de productos y
mantener una continua expansión del consumo a escala planetaria, lo cual le
obliga al logro de una pulsión consumista en las poblaciones –en general
y particularmente en las que tienen aún cierta capacidad de compra- y lleva a
una permanente pugna entre los capitales por expandir el mercado para
apropiarse de una mayor cuota del mismo o manipular por Inteligencia Artificial
para que sean sus productos y sus empresas las que se impongan en la selección
que hace el individuo cuando a través de los ´motores de búsqueda´ se plantea
realizar una compra7.
Claro que
frente a una situación donde se encuentre bloqueada esta vía en los países
centrales, el capital productivo tiende a desplazarse hacia los países
periféricos y la periferia global en donde la mano de obra es más barata y
donde el proceso de explotación está más flexibilizado en términos de la
deslocalización-informalización de las relaciones laborales, la extensión de la
jornada de trabajo o sobreexplotación e incluso en determinadas plataformas
como Uber por ejemplo, dándolo a trabajadores-emprendedores que ponen los
medios de producción como contraparte para poder estar incluidos en la relación
de producción-trabajo-sobrexplotación.
En un
determinado nivel del desarrollo tecnológico la expansión del mercado ha ido
acompañada a su vez con la exportación de capital productivo y nuevas
posibilidades de incorporación de fuerza de trabajo más barata en países
periféricos a los procesos productivos, con lo que se garantizaba de nuevo la
reproducción del valor, en lo que parecía un ciclo virtuoso indestructible.
Hoy, con el proceso de globalización, el mercado ya se ha hecho
global-planetario y no puede extenderse e incluso ni intensificarse por asomo,
al ritmo al que aumenta la productividad con la automatización y robotización
de los procesos productivos.
El capital
no solo ´migró´ hacia la periferia, sino que desde los años setenta la vida
media útil del capital fijo (maquinaria y edificios) se ha reducido sin cesar.
Como resultado, la innovación tecnológica va cada vez más de prisa. La
creciente velocidad de reemplazo tecnológico se torna un bumerán para aumentar
la tasa de ganancia ya que no da tiempo a amortizar la inversión en nueva
maquinaria. En la actual revolución científico-técnica en materia de
Inteligencia Artificial y la robotización con su aplicación a los procesos
productivos, el tiempo de trabajo socialmente necesario se reduce a tal límite
que pareciera que estamos llegando al ´fin del trabajo´ mismo. Si se
sustituye a los seres humanos por máquinas llevándolo al límite, al final
simplemente no quedarían trabajos nuevos ni trabajadores y con ello tampoco
trabajo excedente, ni nueva riqueza social. De esta elemental contradicción
arrancan los males de la economía capitalista y sus recurrentes crisis.
Es
interesante plantear y pensar si sería el “Fin del Trabajo” asalariado formal
solamente, o todas las formas del trabajo en relación de dependencia formal,
informal y bajo la muy creativa forma y nebulosa de trabajo-emprendedurismo.
Porque el “Fin del Trabajo implica el del Capital, aunque el “Fin del Capital”
solo implica el Fin de una forma del Trabajo, la asalariada. Consideramos que
la relación formal es la que pierde terreno y se expanden todas las formas de
la superexplotación del trabajo y la naturaleza. Por lo tanto, cuando tanto se
habla del “Fin del Trabajo” lo que más cerca tenemos es el “Fin del
Capitalismo” tal cual lo conocemos hasta hoy y directamente la apertura a un
proceso de desarrollo de un Poscapitalismo Multipolar Pluriversal. Donde la
propia crisis, requiere para salir de ella, que se recorra un camino donde la
utilidad para la humanidad y la naturaleza, el valor de uso de los bienes y
servicios, desplace a la ganancia, tasas de ganancia, como mirada estratégica
acerca de cómo solucionamos esta puja de poder y batalla de imperios
financieros.
En el ámbito
productivo donde se genera la plusvalía y la ganancia empresarial, los espacios
del capital se reducen entonces, al menos en Occidente, aunque ello no implica
aun el fin de poder perseguir la maximización de la ganancia. Lo buscan en
primer lugar en las economías emergentes y China pero a la vez y cada vez más
desde la última década fuera del ámbito productivo. Actualmente observamos un
estancamiento en el crecimiento de la economía real, o sea crecimiento mínimo y
hasta recesión en la economía real (Producto Interno Bruto) a la par de una
concentración de la riqueza en cada vez menos manos y ganancias cada vez más
extremas en la bolsa de valores, una aparente contradicción que se acentuará
con el tiempo hasta que explote e impacte como bumerán.
Veamos este
distanciamiento entre la economía real y la especulativa o ficticia algo más de
cerca. La unidad de los procesos de producción y circulación (comercialización
y financiarización) contiene no solo la posibilidad de la crisis sino la
confrontación política misma que implica la crisis. La interrelación entre la
producción y la circulación es alcanzada a través del dinero que hace la
mediación de la relación. Esta interrelación, sin embargo, es menos transparente
cuando interviene el crédito, el cual predomina hoy cada vez más en el mundo.
El dinero no es externo a la reproducción del capital y tampoco lo es el
crédito. El crédito, sin embargo, permite la reproducción temporal de la
ganancia sin que se invierta en el capital productivo.
La expansión
del crédito sin ahorro previo, es decir, sobre la base de deuda, implica la
creación de dinero que no garantiza una inversión productiva futura. El
surgimiento de la banca de inversión privada fue clave para este desarrollo. El
New Deal, el programa intervencionista promovido por Roosevelt en 1933, para
paliar los efectos del crack del 29, implicó que la banca de inversión y
comercial debían operar por separado por primera vez en la Historia.
Si bien el
origen de los Bancos se da como Banca Comercial donde el dinero-oro solo era
autorizado para potenciar la actividad comercial, y circunstancialmente de
ayuda-mutua, luego el dinero a interés que permite beneficios en sí mismo
emerge, desarrolla su organización, recorrido y hacía en el siglo XIII y XIV,
en la Republica de Venecia, Génova y Florencia, fue la Banca de Venecia quien
fusiona la banca comercial subordinada a la banca inversión, por lo que se
conocerá en su despliegue histórico concreto como la gran banca anglo-holandesa-veneciana
por el recorrido de cambios en el centro de gravedad financiero del mismo desde
el SXIII al SXXI, Venecia-Amsterdam-Londres.
La crisis
financiera en 1929 pone de manifiesto a este actor financiero estratégico
mundial, que viene desde hace muchos siglos cuando aún la economía no era
global en lo industrial y comercial como lo definimos a partir de 2008. Este
actor económico-financiero global es confrontado por los intereses industriales
nacionales en Estados Unidos y resultado de ello es dividida la gran banca, la
banca comercial de la banca de inversión, hecho que realiza F.D.Roosevelt en
1933. Como modo de fracturar el poder financiero transnacional de este actor
que impone la crisis financiera de 1929 en su lucha contra la banca comercial
asociada a los capitales industriales norteamericanos, posición estratégica
históricamente asumida por Hamilton, Lincoln y Roosevelt desde 1791. La fusión
se produce nuevamente en los hechos a fines de la década de 1980, pero recién
fue formalmente autorizada con la derogación de la ley Glass Steagall e
implementada en 1999 por Bill Clinton.
Esto se
mantuvo al menos hasta la crisis financiera global de 2008, cuando será vetada
y derogada nuevamente por la Ley Dodd-Frank, firmada, por “presión” de los
intereses norteamericanos que hacen “estallar” la burbuja financiera en 2007-8
(la “Caída” del Lehman Brothers). Ley Dodd-Frank será vetada nuevamente por
Barack Obama en 2010 y con ella la autorización de fusión de ambas bancas,
comercial y de inversión. Como en 1933 realizo F.D.Roosevelt con la Glass
Steagall. El enfrentamiento entre los intereses industrialistas norteamericanos
y los financieros globalistas de la Banca Anglo-Holandesa recorre todo este
periodo que va desde la primera guerra mundial en 1890-1914, hasta nuestros
días 1999-2008-2020.
La banca
privada de inversiones se especializa en fusiones y adquisiciones y en obtener
dinero para que las empresas privadas puedan realizar inversiones, productivas
o no. La fusión de las mismas implica que los ahorros de los ciudadanos (en los
bancos comerciales) quedan a disposición como capital para las riesgosas
“movidas financieras” de la banca de inversiones.
En la medida
en que el crédito se traduce en expansión del proceso de reproducción de la
economía real, crea más riqueza y su valor también es real. El carácter
improductivo y ficticio de la acumulación sustentada por el crédito llega a
primer plano cuando la ganancia se afirma en una acumulación de títulos o
derechos sobre el trabajo futuro. Entonces las acciones constituyen
estrictamente un “derecho” a participar en las ganancias futuras de la empresa.
Si el crédito es invertido en expansión y desarrollo de capital real, el alza
del precio de las acciones también es real.
Las acciones
de una empresa son títulos que, en principio, reflejan el capital (valor de
equipo y maquinaria en libros contables) realmente invertido en la empresa. El
capital accionario es ficticio, por lo tanto, cuando se contabiliza una primera
vez como capital real (maquinaria, edificios, etc.) de una empresa y, luego,
además una segunda vez cuando se considera por su valor en libros. Cuando su
valor en los libros expresa el valor del capital real en maquinaria, edificios,
etc. esta primera contabilidad da cuenta del capital real; la segunda
contabilidad cuando además se cuenta lo mismo por su valor en los libros, eso
ya es capital ficticio. Esta doble contabilidad facilita la recompra de
acciones por los propios consorcios, lo cual permite incrementar su precio en
el mercado pero no la riqueza real de la empresa. Por ello este aumento en
capital accionario se torna ficticio.
Entre 1970 y
1990, el volumen de las deudas de la banca privada internacional se multiplicó
por 12 veces y el de los créditos bancarios transnacionales a destinatarios no
bancarios por 32 veces. Las reservas internacionales se han vuelto ridículas
a la par de la fuerza alcanzada por el dinero como crédito privado. Las
autoridades monetarias nacionales (Bancos Centrales) “perdieron” el poder para
defender su tipo de cambio frente al libre juego transnacional del mercado y la
especulación. El sistema monetario internacional, ya transnacional, se ha
tornado privado, especulativo e inestable. En este sistema monetario privado
(de la banca transnacional) domina el imperio del dólar ya que la especulación
contra monedas se efectúa en dólares.
De acuerdo
con datos del Institute of International Finance (IIF), la deuda global alcanzó
en 2019 el monto de 250 trillones de dólares lo que representa $32.500 dólares
por cabeza de la población planetaria (7700 millones de personas) y la
tendencia sigue al alza como puede observarse en el Gráfico N°6 y N°7.
De manera separada el Banco Mundial calculó recientemente que la deuda
gubernamental había aumentado en $30 trillones desde la quiebra de Lehman
Brothers, la de las corporaciones en $25 trillones, la de los hogares en $9
trillones y la deuda financiera en $2 trillones. El Banco de América (Bank of
America) señala que el riesgo concreto para la recesión más grande en la
historia reciente está a la vista y principalmente por causa de la deuda que
las corporaciones han tomado-acumulado.
Gráfico N°6
LA DEUDA
GLOBAL EN CAMINO A SOBREPASAR LOS $255 TRILLONES
Gráfico N°7
EL MAYOR
RIESGO DE RECESIÓN ES EL DESAPALANCAMIENTO CORPORATIVO
Un mundo
occidental donde el PIB está decreciendo y la deuda crece para beneficiar a las
corporaciones con crédito para que puedan re-comprar sus propias acciones y
obtener así ganancias sin fin en la bolsa de valores, no es posible de
sostenerse sin la baja en las tasas de interés hasta a niveles negativos. Japón
ha ido a la “vanguardia” en este proceso, ver Gráfico N°8, seguido por
Europa. Es cuestión de tiempo, y si fuese por Trump de muy poco tiempo, para
que EEUU también tenga ya tasas de interés negativas.
Gráfico N°8
“JAPONIZACIÓN”
DE EUROPA
Durante la
última década en China, el crecimiento en la deuda ha sido particularmente
grande, alcanzando los $20 trillones de dólares en 2019. La relación de
proporción (ratio) entre el crecimiento de la deuda frente al crecimiento del
PIB (economía real) aumentó 255% desde 2010, pero en las inversiones en
infraestructura de la Nueva Ruta de la Seda (NRS), es decir, en la economía
real productiva. El resultado de estas inversiones, si bien no aseguradas a
priori aunque ya pueden ser consideradas, solo podría verse a mediano plazo y
así también sus efectos en el crecimiento económico, que ésta en torno al 6,3%
en China.
En Occidente
en cambio el Banco Mundial podría afirmar que la baja de las tasas de interés
podrá ser una ‘vacuna’ para evitar la crisis pero la resistencia a la vacuna
aumenta con cada paso de mayor endeudamiento, porque en la economía real de
EEUU el 40% de las empresas ya obtienen pérdidas en lugar de ganancias, una
tendencia que se espera continúe dándose con tasas de interés negativas. Es
más, todo hace pensar que el capital global está en busca de crear un momento
de máximas pérdidas, para lo cual su mejor arma sería provocar el estallido de
la burbuja para que la crisis escale, se haga general e impacte en toda la
población norteamericana en el año electoral 2020 y poder así capitalizar ese
escenario construyendo que los votantes de Trump (hoy aproximadamente con
intención del 64%). El solo hecho que consorcios como Microsoft, Apple y Google
vendan una cuota de sus acciones sería el estímulo suficiente para provocar el
pánico generalizado. La pregunta sin embargo es si podrán imponer “su”
escenario o si se les volverá como un bumerán contra ellos mismo.
A modo de
conclusión
Con Trump en
el gobierno de EEUU vemos que no solo se manifiesta claramente ya la crisis
estructural agónica, turbulenta y altamente conflictiva del capitalismo, sino
que se pone en evidencia cada vez más su incapacidad e imposibilidad de salir
de la misma mediante la financiarización de las políticas económicas. La
acumulación de capital a partir de la expansión monetaria a tasas de interés a
cero % y hasta negativas, conlleva a la concentración cada vez más desigual del
ingreso y la riqueza sin crear riqueza nueva y con ello a la exclusión cada vez
mayor de trabajadores. La permanente y generalizada política de expansión
monetaria (emisión sin respaldo) seguida de recompra de acciones propias de las
corporaciones financieras en Occidente, refleja la incapacidad de reconectar la
inversión con el ámbito productivo de manera rentable y esto es reflejo de la
agonía del sistema capitalista, ya que la ganancia es la esencia de la
acumulación del capital en crisis.
Si la crisis
se diera en forma simultánea en muchos países, como todo hace prever desde 2013
y más que nunca en 2020, el sistema monetario perderá su credibilidad y
legitimidad, y las élites bancarias y políticas correrán el riesgo real de una
“bancarrota” política también. Las fuerzas financieras globalistas tienen proyectado
instaurar un sistema monetario mundial por un Estado Global, sin reconocimiento
de fronteras ni ciudadanos, de naciones ni pueblos, de etnias ni diversidad
socio cultural, excluyendo incluso a todos los Estado-Nación de país central en
su manejo y administración estatal. Es decir, un Estado-Global a-histórico, sin
humanidad ni nacionalidad. Claro que ese Estado Global en proyección, con el
Banco de Basilea –BIS- como su Banco Central y con la OTAN como su brazo
militar global, ha mostrado por ahora ser incapaz de subyugar naciones medianas
como Siria y Turquía, ni hablar acerca de sí podrán con China, India y Rusia.
La
legitimidad de un Sistema-Capitalismo que sirve de modo exclusivo (excluyente)
cada vez más a una élite global y por medios que son cada vez más corruptos,
pende ya solo de un hilo. Una vez que termine este veranito de prosperidad
ficticia (basado en Timba & Burbuja), esto bien podría terminar
también con la legitimidad sistémica del capitalismo. Mientras la
ciudadanía aún necesite creer, porque no se avizora otra salida,
en los cuentos económicos de la ´prosperidad´ que generaría el sistema contados
y divulgados por la “clase política” y sus plataformas de comunicación, será
aún posible que puedan sostener “cierta” legitimidad. Sin embargo, una vez que
la brecha entre la propaganda y la realidad económico-social entre en fase de
disociación-ruptura, las cosas podrían cambiar bruscamente en medio del
estallido de la burbuja financiera, la crisis y gran depresión económica que se
avecina. Más aún si otro camino fuera posible de caminarse.
La Nueva
Formación Social Emergente, aunque apliquen por igual la tasa de interés cero
no se encuentra a esta situación. La Nueva Formación Social con China y Rusia
como motores principales, apunta en primer lugar a un mundo multipolar, donde
parecería haber implementado una concepción en la cual el dominio absoluto de
un país-potencia unipolar es inviable. Este contexto queda muy claro como
describimos en (Dierckxsens, Formento) 2019 que tanto Rusia como China no
renuncian a su soberanía y no solo no se someterán al proyecto globalista sino
más bien ofrecen una alternativa que es multipolar y pluriversal.
Está claro
que, por el momento, la economía de China-Multipolar se ubica y opera en un
mundo capitalista, compite con el capital transnacional global a nivel mundial
y que dos o más de los grandes nodos de ese capital globalista se encuentra
dentro de sus fronteras (particularmente en región que conforman entre Hong
Kong y Shanghái). Por ello, también, en China se observa una tasa
decreciente de la ganancia y también se aplica la política de expansión
monetaria. Es cierto también que China ha conocido la tendencia a la
especulación en el ámbito de la construcción con la aparición de ciudades
fantasmas. Sin embargo, la Nueva Formación Social Emergente en China no se ha
refugiado en la re-compra de acciones de los propios consorcios con objetivos
de potenciar al capital ficticio especulativo.
La mayoría
de los consorcios y empresas chinas son mixtas del Estado y conducidos por él y
no han abandonado su conexión con la economía real productiva. La Nueva
Formación Social está construyendo las infraestructuras productivas, llamadas
“Nueva Ruta de la Seda” –NRS-, articulando los diferentes continentes y
naciones, pero no “recurre” a la re-compra de acciones propias como sí lo hacen
las transnacionales de Occidente, que asfixian la racionalidad capitalista,
avanza sin un crecimiento de la economía real y sin posibilidad de salida de la
Gran Depresión a la que se dirige.
La Nueva
Formación Social emergente, con mayor respeto a la pluriculturalidad y las
autonomías de las naciones, está creando con un enfoque multipolar una
infraestructura cada vez más amplia apuntando a una mayor integración económica
y política a nivel regional lo que al momento de un colapso bursátil y
hundimiento en la Gran Depresión, posibilitaría sostener las condiciones para
salir de la misma y ser una opción también para el mundo.
Hemos visto
que la única forma de frenar la baja de la tasa de ganancia es prolongando la
vida media útil del capital fijo (edificios, maquinaria e infraestructura). Al
aumentar la vida media de la tecnología, la infraestructura envejece como ha
sido particularmente el caso en EEUU. Lo anterior significa una pérdida de
capacidad competitiva ante el capital globalizado. El proteccionismo (de Trump
por ej. y a partir del Brexit del Reino Unido también) permite, al menos
temporalmente, salir de la crisis y producir con menos competitividad pero
sosteniendo la tasa de ganancia por un tiempo. El proteccionismo en un lugar
genera respuestas en otros y la consecuencia es una tasa de crecimiento mundial
no solo a la baja sino hacia valores negativos, es decir, el hundimiento en la
Gran Depresión.
En una Gran
Depresión con un colapso bursátil mundial y tasas de crecimiento negativo en el
mundo entero, la nueva Formación Social Emergente Multipolar podría optar por
prolongar la vida media de manera más radical todavía y no solo para los medios
de producción (el capital fijo) sino para todos los medios de consumo
´duradero´ también. Ante las enormes demandas populares, la brújula de la
ganancia para orientar la economía se subordinaría a las necesidades
colectivas, al Sujeto Colectivo, Comunitario. Ya no es la mercancía portadora
de ganancia quien haría de brújula de la economía sino el Valor de Uso, la
utilidad del bien que atiende necesidades comunitarias aunque no sea portadora
de ganancia. De este modo se abre el espacio político para definir las
necesidades del Sujeto Colectivo/Comunitario y se presenta la posibilidad
histórica que sean definidas por el Sujeto Colectivo/Comunitario.
Si en
tiempos pasados decidía el Estado por el Sujeto Colectivo, en tiempos de internet
con su desarrollo de Inteligencia Artificial en comunicación e información
personalizada, no es algo inconcebible democratizar radicalmente el Sujeto
Colectivo, la Comunidad Organizada.
La situación
no sería igual a la del sujeto colectivo de la economía primitiva donde primaba
la necesidad frente a la falta de desarrollo de las fuerzas productivas, sino
que es un sujeto colectivo con posibilidades, gracias a la combinación del
momento cumbre en el desarrollo de las fuerzas productivas sociales con una
creciente necesidad en tiempos de Gran Depresión por crisis bursátil o
financiera. Con ello estamos ante la posibilidad y la creciente necesidad de
cambiar la racionalidad económica vigente, en camino hacia otra civilización de
civilizaciones, como dialogo intercultural de civilizaciones.
Estamos
entonces ante un capitalismo agónico, turbulento y altamente conflictivo por
sus propias contradicciones internas, inter-capitalistas, contra la naturaleza
o ecología integral, contra el pueblo trabajador, a lo cual se agrega la
contradicción entre el capital financiero global unipolar y la nueva formación
social emergente multipolar. El punto más alto del conflicto de intereses y la
crisis se expresan específicamente dentro de EEUU, la última gran potencia capitalista
unipolar, reflejando su decadencia como imperio continentalista unipolar
financiero. Trump procura salir de la crisis norteamericana a cualquier costo
expresando un nacionalismo proteccionista, industrialista, anti-oligarquía
financiera global como contradicción principal.
Trump ha
logrado limitar el poder de la oligarquía unipolar globalista dentro de su
país. Fundamental en este caso es el control que ha obtenido sobre la Reserva
Federal (el Banco Central) de EEUU. Con la renovada política de tasas de
interés a la baja, Trump evita el colapso bursátil que los globalistas
planeaban, al implementar una política de contracción monetaria con tasas de
interés cada vez más altas. A partir de entonces el estado-profundo globalista
en el Partido Demócrata puso en marcha en el Congreso, donde tienen mayoría, un
proceso de ´impeachment´ (destitución) con acusaciones sin mayores bases y que
llevaron a que el partido Republicano “cierre filas” en defensa de Trump.
Incluso los demócratas y los grandes medios globalistas por el momento no han
logrado desprestigiar a Trump ante el gran público, que es su objetivo frente a
las elecciones de noviembre de 2020.
Las
posibilidades que Trump sea reelecto con mayoría en 2020 se mantienen
claramente positivas. La reelección de Trump sería una gran derrota para las
fuerzas globalistas, que por ello probablemente sigan planeando el colapso en
la bolsa de valores de Wall Street, provocando así una depresión al menos en
todo Occidente. Las posibilidades de producir éste hecho y luego hacer
responsable de este suceso a Trump ante el gran público son para nada seguras.
Más aún cuando el golpe por impeachment tampoco avanzaría. En el tiempo que
resta en el camino a las elecciones en noviembre de 2020, el escenario se tensa
cada vez más pero con cada vez menos probabilidades que sea a favor de las
fuerzas globalistas. Esto abre a su vez el espacio para que la Nueva Formación
Social emergente avance con su proyecto de un mundo multipolar como
alternativa. Ante esta perspectiva, Trump probablemente se alineará con la
iniciativa.
En lo
político es de esperar que los globalistas sigan tratando de hacer lo imposible
para evitar que Trump sea reelecto, no porque puedan logarlo sino tal vez
porque este sea ya el único escenario que pueden impulsar. De lograrlo
significaría un gobierno mucho más represivo con un Estado Profundo que evitará
a toda costa que el Partido Republicano vuelva al poder. Este sería el final de
las fuerzas continentalistas, es decir se aceleraría la marcha hacia la
“perestroika” norteamericana.
A partir de
entonces la mitad del país se sentirá conquistada. Es el clima para que estalle
una especie de guerra civil, tal vez no en su forma clásica, sino iniciándose
una lucha por la separación con la consecuente desintegración del país en
estados con mayor autonomía.
Para
imponerse ante la Nueva Formación Social, la única vía que le quedaría a las
fuerzas globalistas es iniciar una guerra de diferentes frentes: a nivel
económico intentarán cortar a la banca china y rusa en sus cambios
interbancarios y eliminarlos para ello del sistema SWIFT. Ante tal amenaza
China y Rusia ya han desarrollado su propio sistema de transferencias
interbancarias que actualmente pretenden unificarlo con los países de la Ruta
de Seda. Lo anterior es un triunfo para la proyección de la Nueva Formación
Social y su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda en Medio Oriente y brinde
incluso la perspectiva incluso incorporar a la Unión Europea. Es una derrota
para las fuerzas globalistas.
A nivel
militar es poco probable que las fuerzas globalistas inicien una confrontación
directa (de EEUU) con Rusia y China bajo el paraguas de la OTAN. A partir de
las políticas de Trump las tropas norteamericanas han de abandonar a Irak y
pronto serán las fuerzas militares europeas que se ocuparán de Medio Oriente
bajo bandera de la OTAN. Las fuerzas globalistas norteamericanas se movilizan
bajo la bandera de la OTAN en dos frentes. Hacia los mares indochinos, aproximándose
desde Japón y Corea del Sur (si logra convencerlos de ello) para tratar de
tomar control de la India y de Irán.
El otro
frente, el occidental implica movilizar fuerzas propias hacia el borde de la
frontera occidental de Rusia. Es una política de intimidación que en nuestra
opinión difícilmente podrá ir más allá de lo que ya ha realizado desde Polonia
y Ucrania. Mientras Rusia y China se han consolidado en su relación con
Alemania, Italia, Siria-Irak-Irán, Egipto-Libia-Sudáfrica. Podemos concluir que
no solo las fuerzas continentalistas están entrando en su momento de la
perestroika, sino también las fuerzas globalistas en encuentran en una crisis
frente a la pérdida de control absoluto de Gran Bretaña, Estados Unidos,
Alemania, Francia, Italia, Japón, India, Corea del Sur. Nos encontramos ante
situación donde una transición hacia el poscapitalismo tiene condiciones cada
vez mayores para poder avanzar, aunque no linealmente.
10 de
febrero de 2020
Bibliografía
consultada
Brian Maher,
Dallas Fed President Robert Kaplan Comes Clean About The Stock Market, www.silverdoctors, 16 de enero de 2020
Charles Hugh
Smith, Was Marx right about capitalism destroying itself from within,
Zero Hedge 8 de enero de 2020
Egon
von Greyerz, The system needs ever rising liquidity injections, www.silverdoctors.com, 18 de enero de
2020
Jeff Thomas,
An Empire Self-Destructs, Zero Hedge, 11 de enero de 2020
Paul Joseph
Watson, 40% Of Countries In The World To Experience Civil Unrest In 2020,
Zero Hedge, 17 de enero de 2020
Pepe
Escobar, Batalla del siglo para detener la integración euroasiática, Asia Times
16 de enero de 2020.
Simon
Watkins, Is Iraq About To Become A Chinese Client State?, Zero Hedge 9
de diciembre de 2019
Tyler Durden, Pentagon
Shifts Focus Ahead Of Next War, Wants To Relocate Troops To Indo-Pacific
Region, Zero Hedge, 3 de diciembre de 2019.
Tyler Durdan
World Bank Warns "Wave Of Debt" Could Unleash Historic Crisis,
Crush The Global Economy, Zero Hedge, 22 de diciembre de 2019
Tyler Durden, BofA:
QE Is Annualizing A Stunning $1.1 Trillion In The Past 4 Months, Zero
Hedge, 10 de enero de 2020
Wim
Dierckxsens y Walter Formento, Prospectiva Geopolítica para el 2020, Editorial
FEDUN, Buenos Aires, Argentina 2019
Wim
Dierckxsens y Walter Formento, Nuevo Imperio Global u Otra Civilización
Emergente, Editorial DEI, San José, Costa Rica 2019
Wim
Dierckxsens y Andrés Piqueras Eds. El capital frente a su declive, Editorial
DEI, San José Costa Rica, 2018
Wim
Dierckxsens y Walter Formento, La Crisis Mundial, Ediciones Fabro, Buenos
Aires, Argentina, 2018
Wim Dierckxsens,
Los límites de un capitalismo sin ciudadanía, Editorial DEI, San José, Costa
Rica, 1998.
1 Comunidad Económica Europea en 1957, luego de 1993 se constituye como
Unión Europea. De Comunidad Económica en 1957 a Comunidad Política en 1993.
Base de
datos Comtrade de las Naciones Unidas. https://datos.bancomundial.org/indicador/TX.VAL.TECH.CD?locations=US
3 Exportaciones de productos de alta tecnología (US$ a precios actuales)
– China Base de datos Comtrade de las Naciones Unidas. https://datos.bancomundial.org/indicador/TX.VAL.TECH.CD?locations=CN
4 La Escuela austríaca, también denominada Escuela de Viena, es una escuela
de pensamiento económico que defiende un enfoque individualista metodológico
para la economía denominado praxeología. La Escuela Austríaca se originó en
Viena en 1871 con la publicación de Principios de Economía de Carl Menger. Se
trata de una posición heterodoxa basada principalmente en el individualismo
metodológico y en el subjetivismo. Sus recomendaciones de política económica
suelen ser anti-intervencionistas.
5 “Una economía socialista, por el contrario, dispone de información
mucho más completa (coeficientes técnicos, existencias totales de cada recurso,
conocimiento de los principales planes de inversión, etc.) que está inmediatamente
disponible y es transparente (no oculta en el interior de cada empresa, como en
el capitalismo).” (Nieto y Catalá, 2016).
6 La productividad ahorra trabajo humano, dando como
resultado una flagrante contradicción: tiende a reducir el valor. Aunque
fundamental esta no es la única causa de las crisis periódicas, pues en la
economía capitalista la influencia negativa del cambio técnico sobre la
rentabilidad se combina siempre, en mayor o menor medida, con dificultades de
realización originadas por la competencia y el crecimiento anárquico de la
producción, que pueden dar lugar a desequilibrios entre ramas y a
sobreproducción, entre otras deficiencias. Sin embargo, la sobreacumulación es
a la postre la enfermedad crónica del capitalismo, de la que no puede escapar,
la que marca a la larga su tendencia estructural no sólo a entrar en crisis
sino también a su decadencia.
7 Qué hizo Google para que la Unión Europea le impusiera la mayor
multa antimonopolio de su historia: US$2.700 millones. BBC Mundo, 27 junio 2017.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-40417340
; Las agencias online se rebelan contra la discriminación de Google. Madrid,
04/09/2018. https://www.cerodosbe.com/es/viajeros/agencias/las-agencias-online-se-rebelan-contra-la-discriminacion-de-google_575309_102.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario