Publicado
por Francisco
Umpiérrez Sánchez
viernes, 14 de febrero de 2020
Me gustaría, señor
Umpiérrez, que respondiera a algunas de mis preguntas. No creo que vaya a
superar todas mis dudas, pero espero al final de esta entrevista tener más
ideas claras que de las que ahora dispongo. Ruego que me disculpe si le
interrumpo y si no soy ordenado. Me llamo Eduardo. Así que ahí va mi primera
pregunta: ¿Qué es el marxismo? Umpiérrez: El marxismo es un sistema teórico que
incluye una filosofía y una crítica a la economía política.
Eduardo: Sabe que todas
estas respuestas tan concisas me generan dudas. ¿Cuando habla de filosofía es
lo mismo que ideología? Umpiérrez: No es exactamente lo mismo. La ideología es
más que la filosofía o desempeña una función distinta. Una de ellas es la
identidad, sea de género, de nacionalidad, de cultura o de clase. También es un
rasgo esencial de la ideología contener una concepción del mundo, tanto del
pasado, como del presente como del futuro. Solo le adelanto que la ideología
dominante en el feudalismo era la religión; y en el capitalismo, la economía
política; mientras que en el socialismo debería ser la crítica y superación de
la economía política. Esto no quita que en el capitalismo la religión siga
siendo un componente importante de la ideología. La ciencia y el arte también
forma parte de la ideología. Sé que puede resultarle un poco complejo. Pero le
doy otra idea: cualquier conquista en la ciencia o desarrollo en las fuerzas
productivas modifica la concepción que tenemos del mundo. Así que la ideología
es más que la filosofía. Sabemos que la tecnología 5 G y el internet de las
cosas cambiarán nuestra vida en muchos sentidos y esto afectará también a
nuestra concepción del mundo. Los marxistas deberían estar más cerca de los
cambios que se producen en el desarrollo de las fuerzas productivas porque
modifican de manera sustancial las relaciones de producción.
Eduardo: ¿Cómo participa
la economía en la ideología? Umpiérrez: Siempre es conveniente partir de lo
existente. Hay ideólogos –y todos los
teóricos hacen una labor ideológica– que cuando exponen sus ideas no separan
con claridad los hechos de sus concepciones. Todas las economías del mundo son
economías mixtas. Así que en el seno de todas las economías del mundo hay lucha
y colaboración entre la economía estatal y la economía privada. Recientemente
el gobierno chino ha dado más facilidades a la economía privada en materia de
financiación, en materia de importaciones y exportaciones, y en sectores claves
como el energético. Esto fortalecerá y desarrollará aún más el sector privado
en la economía china. No obstante, sabemos que la economía estatal china es muy
fuerte y realiza una labor hegemónica en muchos ámbitos. Aquí también, tanto en
la colaboración como en la lucha, la lucha ideológica será muy importante. De
momento las autoridades chinas hacen más hincapié en la colaboración que en la
lucha. Pero cada país o nación tiene que seguir su propia senda. La economía
global, por una parte, hace que el desarrollo de las fuerzas productivas se
acelere aún más, y por otra parte, hace que nuestro mundo se vuelva más
complejo e interdependiente. La economía global provoca que los problemas de
siempre se manifiesten de modo distinto.
Eduardo: ¿Qué papel
desempeña el marxismo en todo esto? Umpiérrez: El marxismo en la economía
global sigue desempeñando un papel marginal. Eduardo: Pero algunos teóricos
marxistas dicen que el marxismo tiene mucha actualidad en el mundo de hoy.
Umpiérrez: Yo creo que es más un deseo que una realidad. Eduardo: ¿Me podría
ampliar esta idea? Umpiérrez: Dígame usted en qué sentido quiere que lo haga.
Eduardo: ¿Es usted
marxista? Umpiérrez: Creo que los partidos comunistas de todos los tiempos,
todos aquellos que se inspiraron en la ideología marxista, entendieron el
marxismo como una ideología absoluta que lo cubre todo. Y esto es un error. Si
usted lee los textos de Marx, podrá apreciar que en el pensamiento de Marx
están presentes Adam Smith, David Ricardo, Proudhon, Aristóteles, Hegel,
Lutero, Goethe e incluso el propio Cervantes. Pero no solo estos pensadores, en
el pensamiento de Marx están presentes muchos pequeños pensadores y un sinfín
de conquistas científicas y culturales. Luego si le respondo a su pregunta, le
diré que yo además de marxista soy espiritualmente todo lo que a lo largo de mi
vida he estudiado y experimentado. Soy un lector y estudioso de clásicos. Así
que también en mi pensamiento rector están presentes el pensamiento de Husserl,
Pavlov, Einstein, Gottlob Frege,
Vygotsky, Wölfflin, Cervantes,
Walt Whitman, Borges, Goethe, Pushkin, y un sinfín de teóricos del arte,
de la ciencia y de la cultura en general.
Eduardo: Me llena usted
de confusión. Umpiérrez: Le corrijo: Le muestro que la realidad y el
pensamiento son complejos y que el pensamiento de Marx es uno en el gran río de
la cultura y de la ciencia, y no una ideología que lo tiñe todo de su propio
color. Creo que Marx es uno de los
grandes pensadores de todos los tiempos y aprecio con más rigor su grandeza
cuando leo al resto de los grandes en todos los campos del saber y del arte.
Cuando leo a Homero o a Tito Livio, aprecio mejor la grandeza de Marx. Creo que
muchos de los llamados marxistas descuidan el conocimiento del resto de las
grandes figuras del pensamiento y del arte.
Y la universalidad en el saber en el mundo global es decisiva en la
lucha ideológica.
Eduardo: ¿Dónde está
entonces el lugar de Marx? Umpiérrez: En la cultura europea. He dicho en varias
ocasiones que Marx se entendería mejor y se apreciaría mucho más su grandeza si
el pensamiento de Hegel, por ejemplo, desempeñara en la filosofía europea un
papel estelar. También se entendería mejor si los clásicos de la economía
política estuvieran más presentes en la ideología económica del capitalismo
actual, como son Adam Smith y David Ricardo. Pero el empirismo en todas sus
modalidades, con Jevons a la cabeza, ha
enterrado y marginado a los grandes pensadores que buscan encontrar las
conexiones internas entre los hechos económicos. Le añado otra idea: No debemos
esperar de la experiencia socialista en China ni de los movimientos sociales de
Latinoamérica la recuperación del pensamiento de Marx. Eduardo: ¿Entonces me
está diciendo que un teórico marxista latinoamericano no puede entender ni
engrandecer el pensamiento de Marx? Umpiérrez: No le estoy diciendo eso. Desde
que se creó el mercado mundial, que se inició con el descubrimiento de América,
todos podemos llevar una vida muy universal. Mi formación teórica se la debo a
muchos pensadores y literatos que no son españoles. Luego cualquier intelectual
latinoamericano puede tener una formación ideológica más universal que cualquier
intelectual europeo. No se trata de dónde has nacido, sino cuál es el grado de
la universalidad de tu pensamiento.
Eduardo: lo complejiza y
lo relativiza todo. Conforme avanza la entrevista aumentan mis dudas.
Umpiérrez: Las dudas no son malas, siempre que afecten al modo en que conocemos
el mundo y no al objeto del conocimiento. Desde Descartes la duda metódica es
uno de los grandes inventos para el pensamiento. Con respecto a lo de
relativizar le aclaro que “relativo” no significa que nada es seguro y que cada
cual puede pensar lo que quiere, sino que hay que concebir las cosas como
relaciones. Así lo hizo Einstein en su concepción sobre el espacio y el tiempo.
Así también lo hicieron Hegel con el ser y el pensamiento y Marx con el valor
de uso y el valor.
Eduardo: Aprovecho la
ocasión. Los conceptos de valor de uso y de valor son los conceptos por
antonomasia de El Capital de Karl
Marx. ¿Han quedado obsoletos esos conceptos o siguen teniendo actualidad?
Umpiérrez: Todos los conceptos expresan esencias y tienen cierto carácter
intemporal. Pero no hay que perder nunca de vista la particularidad histórica
nacional de los cuales esos conceptos son la expresión general. El Capital siempre lo he entendido como
el estudio de las formas del valor. Si comparamos la época de Marx, 1860, con
la época actual, 2020, las principales formas del valor siguen siendo las
mismas: capital constante, capital variable, capital fijo, capital circulante,
salario, plusvalor, interés, renta del suelo, acciones y algunas más. No
obstante, han surgido algunas nuevas formas del valor como los derivados y
futuros que no existían en tiempos de Marx. Pero estas nuevas formas de valor
pueden ser analizadas con las propias herramientas conceptuales que nos legó
Marx en El Capital. Si bajo el punto
de vista de las formas del valor y atendiendo a la particularidad no aprecio
cambios importantes, bajo el punto de vista del valor de uso los cambios si son
colosales.
Eduardo: Pero no se quede
ahí. Ahonde más o detalle esto último que dice. Umpiérrez: Dado que El Capital es en lo fundamental el
análisis de las formas del valor mercantil y capitalista, los seguidores de
Marx han descuidado la importancia de los valores de uso en la economía. Le
recuerdo que Marx en El Capital afirmó
dos cosas muy importantes: una, los valores de uso constituyen el contenido
material de la riqueza, y dos, los valores de uso proporcionan el material de
una disciplina propia, la mercología. Creo que en la asignatura de mercología
la mayoría de los teóricos marxistas tienen de nota un cero. Pero sigo:
atendiendo al valor de uso en tanto contenido material de la riqueza, la
diferencia de vida material entre un trabajador de 1860 y uno actual es
abismal. Piense o imagine la vida material de un trabajador francés de 1860,
piense en su vivienda, en los valores de uso que hacían posible la vida de su
hogar, en sus medios de transporte, en su ocio, en la seguridad social de la
que disfrutaban, en las coberturas
sociales proporcionadas por el Estado, en el sistema de pensiones, en el
sistema educativo, en su vestimenta y calzado. Y piense ahora en la vida de un
trabajador francés de 2020 y en relación con todos esos aspectos que le he
mencionado. La diferencia es abrumadora. Le doy un dato que siempre me
impresionó: una señora pensionista residente en un barrio de Las Palmas me dijo
una vez que había estado como turista en EEUU cuatro veces; pero es que además
había estado bajo la misma condición en las principales capitales europeas. Sorprendente.
Eduardo: si me atengo a
sus palabras pareciera que las trabajadoras de hoy día viven en el paraíso y
que ya no existe la explotación. Umpiérrez: no desfigure mis palabras. Hablo en
términos absolutos. Comparo la vida material de las trabajadoras y trabajadores
de hace 160 años con la de hoy día. Y es una evidencia que la diferencia es
abismal. ¿Esto implica que en términos relativos la cuota de explotación de hoy
día sea inferior a la de hace 160 años? Pues no. De todos modos la explotación
de la fuerza de trabajo en tanto concepto de Marx ha sido tradicionalmente
interpretada por la derecha como un concepto moral. También hace una
interpretación equivalente una buena parte de la izquierda radical. La cuota de
explotación expresa la relación entre el trabajo necesario y el plustrabajo,
entre el salario y el plusvalor, y la propiedad sobre este último. A este
respecto hay que tener en cuenta varias cosas. Hay empresas que con una cuota
de explotación relativamente baja, esto sucede con las grandes corporaciones,
se apropian de una gran masa de plusvalor; y hay empresas que con una cuota de
explotación más alta, esto sucede con las pequeñas empresas, se apropian de una
masa de plusvalor muy baja. La masa de plusvalor de las que se apropian las
empresas, dada una determinada cuota de explotación, depende del número de empleados que tenga y
del volumen de sus ventas. Así que no solo hay que fijarse en la cuota de
explotación.
También hay que tener en
cuenta que en todos los regímenes económicos es necesario que los trabajadores
produzcan más valor de lo que cuestan. Una parte del plusvalor creado por los
trabajadores va a parar a manos del Estado para que este pueda cubrir todos los
gastos sociales y obras de infraestructura. Y puede suceder, como así ocurría
en el régimen económico soviético, que en un régimen socialista la cuota de
explotación sea más alta que en un régimen capitalista. Aquí, como en todo, hay
que indagar más.
Eduardo: Aclárame ahora
desde la filosofía o teoría del conocimiento toda esta reflexión suya sobre el
concepto de valor de uso. Umpiérrez: El concepto de valor de uso queda definido
en El Capital de dos modos: cosa que
por sus propiedades puede satisfacer necesidades humanas y cosa que por sus
propiedades puede ser útil en diversos aspectos. El concepto de valor de uso
puedo aplicarlo a una máquina quitanieves moderna como a un zapato, un vestido
o un teléfono móvil. El concepto de valor de uso borra las diferencias entre
esos objetos. Pero no solo es eso, sino que puedo aplicarlo a todos los medios
de consumo que empleaba una trabajadora de hace un siglo como a una trabajadora
del año 2020. Como dije antes, los conceptos expresan esencias y tienen cierto
carácter intemporal. Pero los conceptos
deben estar unidos y alimentarse de percepciones y representaciones, esto es,
la universalidad del concepto necesita de la particularidad. Es más: el punto
de partida en el conocimiento debe ser la particularidad. Y hay un problema
ideológico relacionado con esta contradicción: la existente entre la
particularidad y la universalidad del concepto. Eduardo: Eso me interesa.
Explíquese. Umpiérrez: Cuando muchos teóricos marxistas hablan de las
trabajadores y de los trabajadores lo hacen solo desde la universalidad de los
conceptos y se hacen con una representación errónea de sus vidas. Por eso les
resulta tan difícil llegar a sus conciencias. Como señalé antes, hay muchos
marxistas que hablan de la explotación de los trabajadores en términos morales
y presentan la contradicción entre capital y trabajado como si viviéramos en el
siglo XIX. Ese es el problema ideológico del que le hablo: La universalidad del
concepto borra por completo la particularidad, que es tanto como decir, que el
concepto, bajo el predominio absoluto de su universalidad, rompe sus lazos con
la particularidad. Creo que sobre estos aspectos deberían reflexionar más los
líderes teóricos marxistas. Y por el contrario, lo que observo en el desarrollo
ideológico de los marxistas chinos es que la particularidad de su desarrollo
económico, el llamado socialismo con características chinas, hace que el peso
de la universalidad de los conceptos de El
Capital no desempeñe un papel decisivo en sus conciencias. Por eso insisto
tanto en que la recuperación del pensamiento de Marx en toda su envergadura
solo puede producirse en el marco de la cultura de Europa occidental. Todo esto
por supuesto necesita más desarrollo teórico y más indagación analítica.
Eduardo: Hablemos ahora
del valor. Recientemente un teórico marxista decía que el capitalismo actual se
acomodaba más a los conceptos expuestos por Marx. Umpiérrez: No creo que eso
sea así. Lo que expresaba Marx es que los conceptos deben ser expuestos en su
pureza sin que los aspectos accidentales afecten a la representación
científica. Eduardo: De acuerdo. Pues siga con su exposición. Umpiérrez: en lo
que afecta al valor debemos plantear varias cuestiones: una, cómo se genera el
valor; dos, las diferencias cualitativas y cuantitativas entre valor y precio;
y tres, la división de la jornada laboral en trabajo necesario y plustrabajo.
Todos estos aspectos han experimentado grandes modificaciones respecto a la
situación económica en el siglo XIX. Lenin tenía razón cuando decía que el
capitalismo sobrevenido a principios del siglo XX tenía carácter monopolista.
Por monopolio entiendo el predominio en el mercado de grandes empresas que les
permite hacer dos cosas: una, apropiarse de una parte del valor de las pequeñas empresas debido a su enorme poder de
compra, y dos, establecer precios muy alejados del valor. La era monopolista
del capital, y repito que todas las empresas que dominan el mercado global son
monopolistas, significa la infracción continua de la ley del valor.
También tenía razón Lenin
cuando hablaba del poder gigantesco de los bancos o del poder financiero en
general. El poder financiero se ha hecho dueño de todo. Se ha hecho dueño del
consumo. Una grande parte de las compras realizadas por los trabajadores y
trabajadoras está mediada por los créditos. Esto implica que el interés pagado
por los trabajadores y trabajadoras no es una parte del plusvalor obtenido por
los capitalistas en funciones, sino que es una parte de los salarios. Otro
cambio importante es el predominio de los grandes fondos de inversión que
permiten que los dueños del capital monetario compren empresas y enormes
parques de vivienda, de manera que en el corto plazo pueden ganar en concepto
de interés cifras colosales. Eduardo: Ilustre esto último que dice. Umpiérrez:
Durante el boom inmobiliario muchas personas compraron viviendas y después de
haber pagado el 20 o el 30 por ciento de su valor, por dificultades de pago los
bancos se quedaron con ella. Sucedió después estas viviendas bajaron de precio
y los bancos entraron en crisis por la disminución del valor de sus activos, y
el Estado tuvo que ir en su socorro. Después llegaron los fondos de inversión y
compraron estas viviendas a bajos precios apropiándose así de decenas de miles
de viviendas. Dicho en forma resumida: los fondos de inversión se apropiaron
con la compra de viviendas de dos cosas: de la parte del salario pagado por los
trabajadores y trabajadoras en la compra de sus viviendas y de la pérdida del
valor de los activos bancarios que asumió el Estado. Después vuelve a subir el
precio de las viviendas y los fondos de inversión sin apenas actividad
industrial se apropian de enormes cantidades de plusvalor.
Eduardo: espero que haya
más cosas que comentar. Le ruego que siga. Umpiérrez: En tiempos de Marx el
sector industrial era el centro sobre el que gravitaba la economía. Hoy día no
es así. El sector comercial y el consumo de masas se han vuelto muy poderosos.
Los medios de comunicación con la televisión e internet a la cabeza han ganado
un enorme poderío, donde hay que incluir el comercio electrónico. Las
actividades deportivas se han transformado en un inmenso negocio desempeñando
un papel ideológico de primera línea en la conformación de la conciencia de las
grandes masas sociales, y con ellas la publicidad que nos invade por todas
partes. No hay que olvidarse tampoco del sector cinematográfico y del sector
musical. Y, por último, el papel tan nocivo que desempeña la publicidad en el
reparto de la riqueza. De manera que la apropiación de trabajo ajeno se produce
por todos los medios, incluso por medio de los precios. Solo hay que observar
el enriquecimiento desproporcionado de “las estrellas” del deporte, del cine y
de la música comercial. Si bien Marx decía que los precios gravitaban en torno
al valor, hoy día la distancia que hay entre los valores y los precios ha
llegado a niveles de manifiesta irracionalidad.
Eduardo: Parece entonces
que Marx ha quedado ya desfasado, que los hechos lo contradicen. Umpiérrez: Se
equivoca. La contradicción entre trabajo necesario y plustrabajo sigue en pie.
La clave consiste en intervenir el mercado para ponerle límites a la
apropiación de trabajo ajeno. También se trata de intervenir el mercado para
reducir las diferencias entre los valores y los precios. Piense que todavía el
liberalismo ve en el Estado en el principal interventor en el mercado y lo
presenta como desnaturalizador de sus leyes inmanentes, pero lo cierto es que
todas las grandes corporaciones, y el mercado global está en manos de ellas,
son las que más desnaturalizan las leyes
de un mercado libre. También sigue en pie la contradicción entre el carácter
cada más social de todas las actividades económicas y el carácter privado de la
apropiación de sus beneficios. Los deportistas de élite, las grandes figuras
del cine y de la comunicación es una expresión clara de esa contradicción.
También queda en pie el problema de la enajenación: la falta de control
consciente sobre las relaciones sociales que contraen las personas. Y, como
dije antes, siguen en pie las formas del valor que como Marx nadie las analizó
ni las conceptualizó.
Eduardo: Creo que podemos
dar por terminada la entrevista. Ha sido un placer. Hasta la próxima y gracias.
Umpiérrez: Hasta la próxima.
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