Análisis
26/02/2020
El cambio en
la matriz energética juega un papel fundamental en el desarrollo de la guerra
comercial, como hemos mencionado antes (http://obela.org/analisis/el-papel-del-litio-en-la-guerra-comercial).
Las celdas fotovoltaicas y paneles solares han sido objeto de diversas
sanciones estadounidenses como herramienta en contra de la expansión china en
este sector y en general para la búsqueda de energías alternativas.
China
reconoce en su XII plan quinquenal, el gran deterioro ambiental por su rápida
expansión industrial, y que sus fuentes de energía han sido altamente
contaminantes. Por el momento seguirán generando energía a través del carbón,
pero la apuesta creciente es a la generación de energías renovables con mayor
escala. El gobierno chino ha puesto en marcha un plan para generar energías
renovables en forma masiva, a partir del mismo plan en 2011. Considera a la
innovación y a la búsqueda de fuentes de energía alternativa como “Industrias
Emergentes Estratégicas, […] vitales para la evolución de la industria china, y
que se pretende desarrollar con rapidez”1.
EEUU ha
atacado a los paneles solares a partir de su estrategia de seguridad nacional y
particularmente con acusaciones de prácticas desleales de comercio
internacional (dumping) hacia las celdas y paneles chinos. De esa forma
se ha desligado de casi cualquier forma de energía alternativa.
La
estrategia de seguridad nacional de la administración de Trump pretende que
EEUU sea “[…] una nación dominante energéticamente por primera vez en
generaciones. […] Estados Unidos trabajará con sus aliados y socios para
proteger la infraestructura global energética de amenazas físicas y de otra
índole” 2.
Enfatiza que “Las políticas climáticas continuarán dando forma al sistema
energético global. El liderazgo estadounidense es indispensable para
contrarrestar una agenda energética anti-crecimiento que perjudica los
intereses económicos y de seguridad energética estadounidenses”3
Es clara la
apuesta de la administración Trump a favor de las energías fósiles y en contra
las limpias, particularmente en contra de China. Muestra de esto es la
acusación de dumping desde noviembre de 2012, cuando el departamento de
comercio estadounidense, con base en una investigación de la Comisión de
Comercio Internacional estadounidense (USITC), acusó a China de vender en su
mercado celdas fotovoltaicas a un precio menor al justo, a partir de subsidios
del gobierno chino.
La comisión
interpretó este precio bajo como dumping, y lo responsabilizó de la
destrucción del sector estadounidense de paneles solares4.
La conclusión unilateral en enero de 2018 fue imponer un arancel compensatorio
de 30% en el primer año5
aplicada a ramas de paneles y celdas solares de China y Taiwán, adicional al
arancel que ya existe de 30% aplicado a cualquier país, en 2019 se redujo a
25%, es decir, 55% en términos netos6.
La acusación
va de la mano de la expansión del comercio de paneles solares en los años
recientes. No obstante, las exportaciones de China hacia EEUU en estos
productos, se incrementaron aproximadamente 500%, mientras que el precio cayó
un 60%. Mientras tanto, en Alemania los costos de producción bajaron y se
convirtió en el segundo productor y principal exportador dentro de Europa de
paneles entre esos mismos años.
La demanda
por dumping hacia los paneles solares chinos fue compartida por la Unión
Europea, sin embargo, fue retirada al considerar la relación comercial con
China como “muy grande para caer”7.
De esta manera, se evitó una guerra comercial. Alemania, como uno de los
principales productores de equipos de energía solar, importa dispositivos
fotovoltáicos de Asia en un 80%8.
La producción de energía solar a partir de paneles solares es muy significativa
y depende de seguir importando de Asia.
El comercio
de paneles y celdas solares no cayó estrepitosamente en China con la guerra
comercial. Los proyectos renovables a partir de energía fotovoltáica son cada
vez más significativos en el mundo, con parques solares en diversos países que
aprovechan a China y algunos otros países asiáticos como proveedores. En
América Latina existen grandes proyectos como el de Cauchari en Jujuy,
Argentina, en Chihuahua, México, así como en Chile y otros países. Incluso en
EEUU, principalmente en California, Florida y otros estados, se han aprovechado
los bajos costos de los paneles y baterías para la construcción de proyectos de
este tipo, con todo y aranceles9.
- Oscar
Ugarteche, Investigador titular, Instituto de
Investigaciones Económicas UNAM, coordinador proyecto www.obela.org
- Arturo
Martínez Paredes, Facultad de economía UNAM, miembro del proyecto www.obela.org
Fuente:
OBELA, Observatorio Económico Latinoamericano, UNAM.
Num.03, Año
2020
24 de
febrero
1 http://www.proglocode.unam.mx/sites/proglocode.unam.mx/files/%C3%BAltimo%20plan%20quinquenal%20China.pdf
4 Lamentablemente el reporte de la USITC presentó cifras censuradas sobre
la propia industria solar estadounidense, por lo que es difícil comprender su
veredicto.
6 https://www.solarpowerworldonline.com/2018/08/its-official-chinese-solar-cells-and-modules-hit-with-additional-25-tariff/
7 https://www.eias.org/wp-content/uploads/2016/02/EU-Asia-at-a-glance-EU-China-Solar-Panels-Dispute-Yu-Chen.pdf
https://www.alainet.org/es/articulo/204910
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