Insurgence
Intelligence
28-01-2017
Una nueva investigación científica plantea que el
mundo se enfrenta a una inminente escasez de petróleo que disparará otra crisis
financiera.
Un informe de HSBC muestra que, contrariamente a la
narrativa convencional en la industria, incluso con la superabundancia
de petróleo y gas no convencionales, la mayor parte de la producción mundial de
petróleo ya ha llegado a su cénit y empieza a descender; mientras científicos
oficiales europeos muestran que el valor de la energía producida por el
petróleo ha disminuido a la mitad en apenas los primeros 15 años del siglo XXI.
¿El resultado? Bienvenidos a una nueva era de
recesión económica permanente dirigida por la dependencia actual de petróleo
sucio, caro, difícil… a no ser que escojamos un camino completamente diferente.
El pasado septiembre algunos
medios informaron de los descubrimientos contraintuitivos de un nuevo
informe de investigación de HSBC sobre la oferta mundial de petróleo. Desgraciadamente,
las verdaderas implicaciones del informe de HSBC fueron básicamente
incomprendidas.
La nota de investigación de HSBC —preparada para
clientes del banco internacional— descubrieron que, contrariamente a las
preocupaciones sobre una oferta excesiva de petróleo y una demanda
insuficiente, la situación era la opuesta: el suministro mundial de petróleo en
los próximos años será insuficiente para mantener una demanda creciente.
Sin embargo, la plena e impresionante trascendencia
del informe sobre la entrada permanente del mundo en una nueva era de declive
petrolero mundial realmente nunca se llegó a explicar. El informe no solo iba
contracorriente respecto a que la principal preocupación es el cénit de la
demanda: reivindicaba lo que es rutinariamente vapuleado por las grandes
petroleras como un mito, esto es, el cénit del petróleo (el pico máximo
y posterior declive irreversible de la producción mundial de petróleo).
El
informe de HSBC que usted debe leer (¡ahora!)
INSURGE intelligence obtuvo una copia del informe en diciembre de 2016 y por primera vez publicamos en exclusiva el informe completo por su interés público: Informe de HSBC sobre el pico del petróleo.
INSURGE intelligence obtuvo una copia del informe en diciembre de 2016 y por primera vez publicamos en exclusiva el informe completo por su interés público: Informe de HSBC sobre el pico del petróleo.
Radicado en Londres, HSBC es el sexto mayor banco
mundial, con unos activos por valor de 2,67 billones de dólares. Así que cuando
elabora un informe de investigación para sus clientes sería sensato prestarle
atención y ver qué podemos aprender.
Entre los descubrimientos más impactantes se
encuentra que “el 81% de la producción total de líquidos está ya en declive.”
Entre 2016 y 2020 la producción de los países que
no son miembros de la OPEP será plana debido a la disminución en la producción
de petróleo convencional, aunque la OPEP continuará aumentando la producción
modestamente. Esto significa que en 2017 la capacidad ociosa disponible podría
ser tan escasa como un 1% de la demanda global de petróleo.
Esto aumenta el riesgo de un gran shock en
el suministro de petróleo mundial alrededor de 2018 que podría “afectar
significativamente a los precios”.
El informe afirma llanamente que el cénit de
demanda (la idea que la demanda dejará de crecer dejando al mundo inundado
por un suministro demasiado grande), aunque ciertamente es un problema
relevante dados los acuerdos sobre el cambio climático y las tendencias
rompedoras en tecnologías alternativas, no es el reto más inminente:
“Aun en un mundo de crecimiento más lento de la
demanda de petróleo, creemos que el mayor reto a largo plazo es compensar el
declive en la producción de los campos maduros. La escala de este problema es
tal que desde nuestro punto de vista ciertamente bien se podría dar una
reducción del suministro global algún tiempo antes de que, siendo realistas,
veamos un cénit de la demanda global”.
En la actual sobreabundancia del suministro gracias
a la producción no convencional creciente, la caída de los precios del petróleo
ha dañado la rentabilidad de la industria y ha llevado a importantes recortes
en nuevas inversiones en la producción. Esto, dice HSBC, agravará la
probabilidad de una reducción de la oferta global de petróleo desde 2018 en
adelante.
¿Alguien
tiene por ahí cuatro Arabias Saudíes?
El informe de HSBC examina dos principales
conjuntos de datos, el de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y el
Programa de Sistemas de Energía Global de la Universidad de Uppsala en Suecia.
Este último, conviene destacar, ha defendido
consistentemente durante muchos años un escenario de cénit global del petróleo.
El informe de HSBC confirma la exactitud de este escenario, y muestra que los
datos de la AIE lo respaldan.
El ritmo y la naturaleza de los nuevos
descubrimientos de petróleo ha disminuido dramáticamente en las últimas
décadas, alcanzando niveles casi insignificantes a escala mundial, dice el
informe. Compárese esto con la advertencia del informe de que solo para
mantener la producción plana frente a un aumento del ritmo de disminución, el
mundo necesitará añadir la producción equivalente de cuatro Arabías Saudíes
para 2040. La producción norteamericana, a pesar de seguir siendo la más
prometedora desde el punto de vista de su potencial, simplemente no será capaz
de llenar este vacío.
Business Insider, el Telegraph y otros medios que cubrieron
el informe el pasado año reconocieron la brecha en la oferta, pero no
clarificaron adecuadamente que los devastadores hallazgos de HSBC básicamente
pronostican una escasez a largo plazo de petróleo barato debido al pico del
petróleo global, de 2018 a 2040.
El informe revisa la manera en que se enfoca el
concepto de cénit del petróleo. Más que preverlo como un suceso global único,
el informe usa un enfoque desagregado centrándose en regiones y productores
específicos. Según este análisis, el 81% del suministro mundial de petróleo ha
llegado al cénit en la producción así que ahora está en el “post-cénit”.
Si se usa una definición más estricta, la cantidad
de petróleo global que ha llegado a su pico es un 64%. Pero en cualquier caso,
bastante más de la mitad del suministro global de petróleo procede de campos
maduros y en declive cuya producción está inexorable e irreversiblemente
disminuyendo:
“si suponemos una tasa de disminución del 5% anual
en una oferta global post-cénit de 74 mbd (millones de barriles diarios) —lo
que no es en absoluto algo exagerado desde nuestro punto de vista— esto
supondría una caída del suministro post-cénit de cerca de 38 mbd para 2030 y de
cerca de 52 mbd en 2040. En otras palabras, el mundo necesitaría encontrar más
de cuatro veces el tamaño de Arabia Saudí solo para mantener el suministro
plano, antes de que el crecimiento de la demanda se tenga en cuenta.”
Lo que es peor es que cuando se tiene en cuenta el
crecimiento de la demanda —y el informe indica que hasta las proyecciones más
conservadoras prevén un crecimiento de la demanda mundial de petróleo para 2040
de más de 8 mbd por encima de la de 2015— entonces se necesitaría más petróleo
para llenar la brecha de suministro que viene. Pero con los nuevos
descubrimientos en su punto más bajo y disminuyendo, la conclusión es que el
petróleo simplemente nunca llenará esta brecha.
La
innovación tecnológica acentúa el problema
Las muy cacareadas mejoras en los ritmos de
perforación y la eficiencia no mejorarán las cosas porque solo acelerarán la
producción a corto plazo, agotando por tanto las reservas existentes. En este
caso, concluye el informe:
“…las técnicas que retrasan el declive solo están
enmascarando lo que podrían ser tasas más altas de disminución en el futuro”.
Esto no significa que el pico de la demanda deba
ser desestimado como una preocupación importante. Como me dijo para mi anterior artículo en VICE Michael
Bradshaw, profesor de energía global en la Escuela de negocios Sloan de la
Universidad de Warwick,cualquier regreso a precios más altos de petróleo tendrá
grandes consecuencias económicas.
El informe de HSBC defiende la posición de que los
precios tendrán que subir en última instancia, porque la caída en la inversión
debido a la disminución de la rentabilidad en la actual superabundancia hará
que la contracción del suministro sea inevitable. Una perforación mejor y más
eficiente crea superabundancia ahora, pero también acelera el agotamiento, lo
que significa que precios más bajos y superabundancia de petróleo hoy son
precursores de precios más altos y contracción de la oferta mañana.
Hay otra posibilidad que podría suponer que los
precios no suban como pronostica HSBC. En este escenario, la economía sigue
siendo demasiado débil para permitirse una subida del precio del petróleo. La
demanda de petróleo sigue baja porque la actividad económica sigue tibia,
mientras consumidores e inversores siguen buscando fuentes de energía
alternativas a los combustibles fósiles. En ese caso, la misma inercia del
debilitamiento de la economía anticiparía el escenario de HSBC, y la industria
seguiría expulsándose del mercado ella sola lentamente debido a la rentabilidad
menguante.
Puntas de
precios, recesión económica
Pero, ¿qué sucede si el pronóstico de HSBC sobre la oferta es correcto?
Pero, ¿qué sucede si el pronóstico de HSBC sobre la oferta es correcto?
En primer lugar, las puntas de precios del petróleo
tendrían un efecto recesivo inmediato sobre la economía mundial al amplificar
la inflación, y llevarían a costes más altos de la actividad social en todos
los niveles, conducidos por unos costes energéticos subyacentes más altos.
En segundo lugar, aunque las puntas puedan devolver
a algunas compañías petroleras a una potencial rentabilidad, esos precios más
altos llevarán a los incentivos en el consumo a una transición a tecnologías de
energías renovables más baratas, como la solar y la eólica, que ya
se están convirtiendo en competitivas en costes respecto a los combustibles
fósiles. [Ver nota del editor]
Esto significa que una retracción petrolera global
podría terminar teniendo un gran impacto sobre la demanda continuada de
petróleo, a medida que las crisis gemelas del cénit del petróleo y del cénit
de la demanda terminen intensificándose e interactuando de maneras
desconocidas.
La
desaparición de los combustibles fósiles
Las predicciones específicas del informe de HSBC
sobre la oferta y la demanda global de petróleo, que pueden o no resultar
precisas, son parte una historia más amplia de declive de la energía neta
global.
Una nueva investigación científica realizada por un
equipo de científicos oficiales europeos, publicada por el web Arxiv de la Universidad de
Cornell en octubre de 2016 advierte de que la economía mundial ha entrado en
una nueva era de crecimiento lento y en declive. Esto es así porque el valor de
la energía que se puede producir a partir de los recursos de combustibles
fósiles mundiales se reduce inexorablemente.
El estudio —actualmente bajo revisión en una
revista académica— fue escrito por Francesco Meneguzzo, Rosaria Ciriminna,
Lorenzo Albanese y Mario Pagliaro, quienes llevaron a cabo colectivamente una
investigación sobre cambio climático, energía, física y ciencia de los
materiales en el Consejo Nacional de Investigación italiano (CNR) —la agencia
gubernamental para la investigación científica de Italia más importante.
Según HSBC, los precios del petróleo es probable
que suban y se estabilicen durante algún tiempo en torno a los 75 dólares por
barril debido al declive a largo plazo en la producción en relación a una
demanda persistente. Pero los científicos italianos han descubierto que sigue
siendo demasiado alto para evitar desestabilizar los efectos recesivos sobre la
economía.
El estudio italiano ofrece un nuevo modelo que
combina “la dinámica de competencia entre la población y el crecimiento
económico y la oferta de petróleo y el precio”, con una visión para evaluar las
consecuencias a corto plazo para el crecimiento económico global. [Nota
del editor]
Los datos de los últimos 40 años muestran que
durante las recesiones económicas el precio del petróleo llega a un tope de 60
dólares por barril, pero durante el crecimiento económico sigue por debajo de
los 40 dólares el barril. Esto significa que los precios por encima de 60
dólares inevitablemente inducirán una recesión.
Los científicos concluyen, por tanto, que para
evitar la recesión “el precio del petróleo no debería exceder un umbral situado
en algún punto entre los 40 dólares por barril y los 50 dólares, o posiblemente
aún más bajo”.
En un sentido más amplio, los científicos muestran
que hay una correlación directa entre el crecimiento global de la población, el
crecimiento económico y el consumo total de energía. A medida que este último
ha crecido ininterrumpidamente ha dado energía literalmente al crecimiento de
la riqueza global.
Pero incluso así, el estudio descubre que el mundo
está experimentando…
“…unas TREs [Tasas de Retorno Energético] promedio
en disminución para todos los combustibles fósiles; con la TRE del petróleo
habiéndose reducido a la mitad en el breve curso de los primeros 15 años del
siglo XXI”.
La TRE es el valor total de energía que un recurso
puede generar, calculada comparando la cantidad de energía extraída con la
cantidad de energía utilizada para conseguir su extracción.
Esto significa que, en conjunto, a pesar de que la
producción total de líquidos aumente, como el valor de la energía que esta
genera está disminuyendo, simultáneamente los costes totales de extracción
están aumentando.
Esto está actuando como un freno geofísico al el
crecimiento económico global. Y significa que cuanto más siga la economía
siendo dependiente de los combustibles fósiles, más atada estará la economía al
impacto recesivo del declive global de la energía neta:
“La oportunidad de un crecimiento económico futuro
que se acompase con la actual trayectoria de la población humana está
intrínsecamente ligada a la amplia y creciente disponibilidad de fuentes de
energía muy concentradas que disfruten de una amplia aplicabilidad en usos
finales de energía”.
El problema es que desde los 80 la parte proporcional
del petróleo en el mix global de energía ha disminuido. Para compensar
esto, el crecimiento económico ha tenido que depender cada vez más de
inteligentes instrumentos financieros basados en deuda: en efecto, el mundo
está pidiendo prestado al futuro para mantener nuestros actuales niveles de
consumo.
En una entrevista, el autor principal Dr. Francesco
Meneguzzo explicaba que:
“El petróleo convencional mundial llegó a su cénit
alrededor del año 2005. Todo el aumento de la oferta siguiente se debió a la
explotación de petróleo no convencional y, desde 2009, básicamente al petróleo
ligero de rocas compactas de los EEUU, que a su vez llegó a su cénit alrededor
de marzo de 2015”.
Lo que parece ser aún más importante, en cualquier
caso, es el hecho de que la oferta global de petróleo no ha conseguido mantener
el ritmo del aumento del consumo total de energía, cuyo crecimiento natural
requiere que sea aproximadamente proporcional al aumento de la población,
llevando a una disminución de la parte proporcional del petróleo en el mix
energético. Mientras los gobiernos luchaban por alimentar sus economías con un
suministro de energía creciente, otras fuentes han reemplazado progresivamente
al petróleo en el mix energético, como el carbón en China. Pero ninguna
otra fuente convencional ha demostrado ser un sustituto válido para el petróleo
y de ahí la necesidad de la deuda para reemplazar la parte del petróleo que se
desvanece”.
En una trayectoria BAU (Business As Usual,
que las cosas sigan como siempre), la economía puede que literalmente no se
recupere nunca —a no ser que efectúe una transición a una nueva fuente de
energía verdaderamente viable que pueda sustituir al petróleo.
“Para evitar que el precio [del petróleo] que se
puede permitir la economía global caiga por debajo del coste de extracción, que
la deuda se esté apilando (pidiendo prestado al futuro) se convierte en una
necesidad, pero es un simple truco para ganar algún tiempo mientras confiamos
en que algo positivo ocurra”, dijo Meneguzzo. “La realidad es que la deuda,
básicamente un sustituto del petróleo, no sirve para producir riqueza real,
como muestra por ejemplo el declive del valor de la industria sumado como
porcentaje del PIB”.
¿Dónde terminará esto?
“Recientemente, la deuda ha empezado a disminuir,
básicamente porque no ha conseguido generar riqueza real. Suponiendo que no
haya una transición significativa (y rápida) a una energía renovable, el
crecimiento económico solo puede deteriorarse más y más”.
Básicamente esto significa, añade Meneguzzo,
“deslocalizar industrias a economías que usen fuentes de energía locales, más
baratas y más sucias (como el carbón en China) así como salarios más bajos, una
demanda agregada doméstica cada vez más baja y alimentar una espiral
descendente de deflación y/o deuda”. ¿Hay alguna salida? No con la actual
trayectoria: “A menos que se use inmediatamente la deuda para explotar fuentes
renovables de energía a escala masiva, junto con accesorios como un
almacenamiento que las haga tan capaces como el petróleo, parecen inevitables
los desarreglos sociales y políticos, incluso antes de un crash
económico”.
Convergencia
de crisis
Visto en este contexto científico más amplio, el
informe sobre la oferta global de petróleo del HSBC proporciona una
confirmación realmente impresionante de que, en su mayor parte, la producción
global de petróleo está ya en el post-cénit. Esto es claramente
incontrovertible y derivado de datos validados por la industria.
HSBC cree que tras 2018 esto se va a manifestar no
simplemente en un shock global de la oferta, sino en un mundo en el que
los combustibles fósiles baratos y de alta calidad serán cada vez más difíciles
de encontrar.
No tenemos que aceptar este pronóstico
dogmáticamente: el mercado de petróleo post-cénit, que HSBC confirma que ya
existe, puede funcionar de forma diferente a lo que nadie puede fácilmente
pronosticar.
Pero si el pronóstico de HSBC es exacto, esto es lo
que puede significar. Un posible escenario es que para 2018 o poco después, el
mundo se enfrentará a una convergencia similar de crisis globales a las que
sucedieron una década antes.
En este escenario, las subidas del precio del
petróleo tienen un efecto recesivo que desestabiliza la burbuja
de deuda global que durante algunos años ha sido más alta que los niveles
pre-crash de 2008, ahora en una cifra récord de 152 billones.
En 2008, los shocks en el precio del
petróleo jugaron un papel clave en la creación de condiciones económicas
pre-crisis para el consumo en las que los aumentos de los costes de la vida
ayudaron a disparar incumplimientos de deuda en los mercados de la vivienda,
que rápidamente entraron en una espiral descontrolada.
En 2008, o poco después, la convergencia de las
crisis económica y energética llevaron a una subida de los alimentos,
regenerando los contornos de la triple
crisis que vimos asolar al mundo de 2008 a 2011, de cuyos debilitantes
impactos todavía tenemos que recuperarnos.
2018 será probablemente el año de la crisis por
otra razón. El 1
de enero de 2018 es la fecha en la que toda una nueva cohorte de
regulaciones van a ser aplicadas, lo que “limitará la capacidad de los bancos
para prestar y dará pie para que solo avancen dinero a los mejores solicitantes
de préstamos, lo que podría acelerar las bancarrotas en todo el mundo”, según
Bloomberg. Otras normas que se pondrán en marcha obligarán a los bancos a usar
sus propias medidas internacionales de evaluación de riesgos para el comercio
de derivados.
Irónicamente, la introducción de una regulación
igual de bien intencionada en enero de 2008 (mediante Basilea II) creó
las condiciones de base para la ruptura de la arquitectura financiera mundial,
haciéndola vulnerable al colapso bancario de ese año.
De hecho, dos años antes, en julio de 2006, el Dr.
David Martin, un experto en finanzas globales, proféticamente
pronosticó que Basilea II interactuaría con la burbuja de la deuda
para convertir un colapso de la burbuja inmobiliaria en una conflagración
financiera global.
Justo un mes después del aviso profético, un
antiguo alto oficial del Pentágono con acceso de alto nivel y amplio rango al establishment
militar, de inteligencia y financiero me dijo que era
inminente un colapso bancario global, y ocurriría probablemente en 2008.
Mi fuente insistió en que el suceso estaba
vinculado con el cénit de la producción convencional de petróleo dos años antes
(lo que según el
antiguo científico jefe del gobierno inglés Sir David King de hecho se
produjo alrededor de 2005, aunque la producción de petróleo y gas no
convencional ha compensado el declive hasta ahora).
Habiendo esbozado
por primera mi aviso de un colapso bancario global en 2008 en agosto de 2006,
rearticulé el aviso en noviembre de 2007, citando la previsión del Dr. Martin y
mi propio sistema de análisis más amplio en una conferencia en el Imperial
College de Londres. En esa conferencia predije específicamente que una crisis
bancaria desencadenada por la vivienda se desataría en el contexto de la nueva
era de combustibles fósiles caros.
Lo dije entonces y lo digo ahora.
En algún momento después de enero de 2018 vemos la
probabilidad de una nueva convergencia de crisis en los sistemas energético,
económico y alimentario similar a lo que ocurrió en 2008.
A la postre, podría estar equivocado. El crash
podría no producirse exactamente en 2018. Podría ser más tarde. O podría
dispararse por alguna otra cosa, algo inesperado, que el modelo esbozado aquí
no capta.
El objetivo de un pronóstico no es tener razón,
sino imaginar un escenario potencial basado en los datos disponibles al que uno
se pueda razonablemente preparar; y ajustar el modelo a la luz de nuevos datos.
Tenga lugar o no un crash en la forma
precisa expuesta aquí, lo que está claro a partir de las nuevas investigaciones
es que la economía es muy vulnerable a las crisis financieras por razones de
las que los economistas convencionales no hablan: razones relacionadas con el
sistema energético del que la economía es básicamente dependiente.
Hoy, se supone que debemos creer tranquilamente que
la economía está en recuperación, cuando de hecho está simplemente en un
periodo de transición en un cambio de fase sistémico global fundamental en el
que se está desvelando progresivamente la insostenibilidad de las estructuras
industriales dominantes.
La verdad es que los ciclos de crisis económica
extendida son sintomáticos de un proceso sistémico global más profundo.
Una forma en la que podemos prepararnos para el
siguiente crash es reconocerlo abiertamente como lo que es: un síntoma
de un fallo de sistema global, y por tanto de la inevitable transición a un
futuro postcarbono postcapitalista.
El futuro en el que estamos entrando simplemente no
funciona de la manera a la que estamos acostumbrados.
Las normas de la vieja era industrial para la
agonizante era de superabundancia energética y tecnológica deben ser reescritas
para una nueva era más allá de los combustibles fósiles, más allá del
crecimiento ilimitado a cualquier coste medioambiental, más allá de las
finanzas dirigidas por la deuda.
Este año nos podemos preparar para el resurgimiento
tras ese 2018 de convergencia de crisis plantando semillas —por pequeñas que
sean— para ese futuro en nuestras propias vidas, y con aquellos a nuestro
alrededor, desde nuestras familias a nuestras comunidades y sociedades más
amplias.
Nota de
los editores
Al respecto de uno de los estudios citados por el
autor, algunos miembros de nuestro Consejo de
Redacción han expresado importantes reservas. Concretamente nos referimos a
la validez del estudio italiano y su cálculo de pérdida de TRE.
En cuanto al paper de Francesco Meneguzzo et
al., advierte Pedro
Prieto contra “los cantos de sirena de calcular las rentabilidades y costes
de las modernas renovables en euros o dólares por kWh” y añade lo siguiente:
1. En primer lugar, me temo que no son precisamente
pioneros en identificar las dinámicas del precio del petróleo con el
crecimiento económico y los aumentos de los costes de extracción, ni siquiera
en relación con la población. Otros como Arthur Bermann, Tadeusz Patzek, David
Hughes, Gail Tverberg, etc. así como muchos miembros de ASPO han investigado
antes sobre el asunto.
2. Sus análisis y referencias sobre la situación
del mercado mundial del petróleo están bien traídas, pero de una primera
lectura hasta ese punto no deduzco cómo han podido deducir en sus conclusiones
finales que la TRE (EROI) del petróleo ha caído a la mitad en los últimos 15
años, aunque es natural que vaya decayendo y seguramente con cierta rapidez a
medida que el shale ha aumentado su cuota, al menos hasta el año pasado.
3. Admiten que el gas tendrá difícil compensar el
declive del petróleo y el carbón. También admiten el próximo declive del
uranio, obviamente basándose en fuentes alternativas, pronósticos que son
relativamente fáciles de compartir, aunque muchos científicos franceses siguen
negando el cenit del uranio en tan corto plazo como la segunda mitad de esta
década.
4. Pero luego, entran en una sorprendente y fácil
aceptación de que las modernas renovables ya muestran índices económicos
(supongo se refieren al precio teórico en $/kWh resultantes de ciertos
análisis) que las hacen comparables al petróleo, gas natural y al carbón. En
concreto citan a las centrales termosolares (CSP, por sus siglas más conocidas
en inglés, aunque ellos las llaman High Temperature Solar Thermal o ST),
a la eólica en tierra (curiosamente no a la eólica marina), a la solar
fotovoltaica y a la pequeña hidroeléctrica.
Y añade:
Sus conclusiones a mi juicio, poco o nada fundamentadas
en algo que no sean citas ajenas poco sólidas, son muy erróneas. La TRE (EROI)
del petróleo cayendo a la mitad sin especificar el cálculo. La solar FV nada
menos que duplicando la TRE/EROI desde 2010 […] con una simple cita de Görig et
al. Para, después de anunciar el descenso a los infiernos de la TRE del
petróleo en 15 años y la subida a los cielos de la TRE solar FV en 6 años y
concluir que si Alemania e Italia han realizado una transición tan rápida, esto
seguirá generalizándose hasta que lleguen a la vuelta de la esquina el CO2
enzimático y los polímeros carbohidratados de alta densidad. Loas a la
bendición solar y punto final.
Artículo
publicado previamente en Insurgence
Intelligence, traducido con permiso del autor por Carlos Valmaseda
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