25/01/2017
| Eric Toussaint
[Inauguramos con este artículo una sección sobre el
Centenario de la Revolución Rusa que se mantendrá a lo largo de 2017.]
La construcción de una sociedad de transición al
socialismo se plantea de forma cuadrangular
En primer lugar, los marxistas y el problema de la
sociedad de transición entre el capitalismo y el socialismo: cuando los
bolcheviques se vieron confrontados a la construcción de un Estado obrero a
partir de la insurrección de octubre de 1917, tenían muy pocas bases teóricas
sobre las que apoyarse en esta materia. Era efectivamente la primera
experiencia histórica, práctica, a gran escala, de tentativa de construcción de
una sociedad socialista.
Había escritos marxistas que abordaban los
problemas de la transición, escritos de antes de 1917. Son los escritos de K.
Marx y F. Engels, en particular la crítica del programa de Gotha y de Erfurt, y
las lecciones sacadas por Marx, Engels y más tarde por Lenin, de la experiencia
de la Comuna de París. Ésta representa la primera experiencia histórica de la
“dictadura del proletariado”, aunque de corta duración y a una escala
geográfica muy reducida, no especialmente comparable a la Rusia zarista. En fin
, hay un libro extremadamente importante escrito por el propio Lenin durante el
año 1917, “El Estado y la Revolución”. Dicho texto prolonga los análisis de
Marx y propone un método de dirección política de la sociedad de transición
pero no plantea el problema bajo el ángulo económico.
Segunda observación. ¿Cómo se veía hasta 1917 el
problema de la transición entre el capitalismo y el socialismo, el problema de
la dictadura del proletariado?
Éste estaba planteado de forma triangular por los
marxistas de la época y en particular por Lenin. Triangular, en la medida en
que ponía en presencia tres clases sociales esenciales: la burguesía, el
proletariado industrial y el campesinado. Se trataba de realizar la alianza del
proletariado y del campesinado para derrocar la dictadura burguesa. Esta
alianza debía hacerse bajo la dirección del proletariado y debía ser mantenida
tras la toma del poder si se quería a la vez combatir los vestigios del antiguo
régimen, hacer frente a los ataques de la burguesía imperialista, realizar las
tareas de la revolución democrática y emprender transformaciones socialistas.
Lenin reflexionó mucho sobre el problema de la
alianza obrera y campesina. El escollo en ese esquema es que, en realidad, la
construcción de una sociedad de transición no se plantea de forma triangular
sino cuadrangular. A la burguesía, al proletariado y al campesinado se añade un
cuarto actor: la burocracia. Ni Marx, ni Engels, ni Lenin, ni los demás
dirigentes bolcheviques en el período inmediatamente posterior a la
insurrección de 1917 se plantearon el problema de la burocracia como capa
social que iba a jugar un papel específico autónomo en relación a las otras
tres grandes fuerzas sociales.
Sin embargo, el problema de toda la sociedad de
transición, es que la clase obrera aliada al campesinado no deberá simplemente
combatir a la burguesía en el plano internacional y nacional, deberá igualmente
combatir las deformaciones burocráticas. Y si éstas toman amplitud, deberá
luchar contra la capa burocrática que se haya cristalizado. Para el período que
va del año 1919 a 1923, se pueden encontrar una serie de textos de dirigentes
bolcheviques que denuncian el burocratismo y la burocracia. Pero no se
encuentra ningún análisis de la burocracia como capa, que cristalizándose,
puede jugar un papel autónomo. En el seno de la “oposición trotskysta”, habrá
que esperar a 1928 para que se escriba un texto que analice la burocracia bajo
este ángulo. Se trata del famoso texto de Christian Rakovsky titulado “Los
peligros profesionales del poder”.
LOS CINCO PRIMEROS AÑOS DEL ESTADO OBRERO SOVIÉTICO
Cinco años después de la revolución, en 1922-1923,
hubo una gran reflexión a propósito de los problemas del burocratismo y de la
forma de combatirlo. Fue sobre todo el principal dirigente del partido, Lenin,
quien planteó la cuestión de las deformaciones burocráticas de forma
sistemática e intentó aportar una serie de soluciones precisas. El burocratismo
es también denunciado por tendencias minoritarias en el partido bolchevique, en
particular por la Oposición Obrera (desde 1920-1921) y por la Tendencia del
Centralismo Democrático.
¿Qué ocurrió en los cinco primeros años del Estado
obrero soviético? El nuevo Estado se encuentra a la cabeza de un país que
cuenta con una mayoría aplastante de campesinos. En el momento de la
revolución, no hay más que 3 millones de obreros industriales y 5 años después,
ya solo son 1,2 millones aproximadamente.
Lo que aporta la revolución a la mayoría campesina,
es el acceso a la tierra; la daban a quienes la trabajaban. El campesinado no
se organizó por tanto en las granjas de Estado o en cooperativas. Está
esencialmente compuesto de 25 millones de familias campesinas, cada una de las
cuales cultiva su parcela de tierra. Los asalariados agrícolas son poco
numerosos; las granjas del Estado y las cooperativas solo representan un poco
menos del 2% de las tierras cultivadas.
Entre 1917 y 1922, la política económica soviética
pasa por tres fases:
La primera fase permite iniciar las transformaciones
socialistas mediante incursiones “despóticas” en el terreno de la propiedad
privada, por parafrasear a Marx. En la situación de Rusia, esto implica la
transferencia de la tierra a la nación y su atribución en usufructo a quienes
la trabajan, la nacionalización del crédito y de los bancos, la instauración
del monopolio del Estado sobre el comercio exterior, la generalización del
control obrero, el repudio de la deuda externa... Lenin, en un discurso al
congreso extraordinario de los soviets del 4 de diciembre de 1918, enumera
algunas de las medidas citadas más arriba afirmando explícitamente su carácter
socialista: “Esta revolución es socialista. La abolición de la propiedad
privada de la tierra, la introducción del control obrero, la nacionalización de
los bancos son otras tantas medidas que llevan al socialismo. No es aún el
socialismo, pero son medidas que nos llevan a él a pasos de gigante. No
prometemos a los campesinos y a los obreros un país de jauja de un día para
otro, pero decimos: la alianza estrecha de los obreros y de los campesinos
explotados, la lucha firme, sin desfallecimiento, por el poder de los Soviets
nos conducen al socialismo” (Lenin, Obras Elegidas, tomo 2, p. 508-509).
El carácter radical de las medidas tomadas desde el
día siguiente de la toma del poder no implica de forma alguna en el espíritu de
los bolcheviques ilusión alguna sobre la posibilidad de instaurar rápidamente
el socialismo en Rusia. Consideran, al contrario, que Rusia no puede alcanzar
el socialismo más que con la ayuda de los proletariados de las principales
potencias imperialistas de la época, comenzando por el proletariado alemán. Por
otra parte, los bolcheviques consideran que, durante una fase transitoria, es
necesario mantener un importante sector privado, incluso capitalista, a nivel
industrial y comercial. Pero este esquema de partida será rápidamente
abandonado, en menos de un año, porque el imperialismo y la contrarrevolución
interior desarrollan a un ritmo acelerado una política de agresión exterior y
de guerra civil. Por ejemplo, las condiciones puestas por Alemania para la
conclusión de la paz de Brest-Litovsk debilitan terriblemente la economía
soviética/1.
El tratado de Brest-Litovsk es ratificado entre
Alemania y la Rusia soviética en marzo de 1918. Se trata de una paz separada
entre estos dos países mientras la guerra continúa en el resto de Europa hasta
noviembre de 1918. El precio pagado por la revolución para obtener la paz es la
pérdida de un tercio de la población, de un tercio de las tierras cultivadas,
de la mitad de la industria y del 90% de las minas de carbón en actividad.
Ucrania es sustraída a la Rusia soviética cuando representa el 75% de la
producción de carbón, los 2/3 de los minerales de hierro, el 80% del azúcar, el
75% del manganeso, el 90% del grano exportable, los 2/3 de la sal.
En el plano interior, se asiste a un sabotaje
sistemático por parte de la burguesía industrial. Los patronos decretan “lock
out” en las fábricas, en particular en las que los obreros aplican el control
obrero. Hay que saber que uno de los primeros decretos del poder soviético
prevé la generalización de la posibilidad del control obrero. El “lock out”
patronal y la voluntad de los trabajadores de ver expropiar a los patronos
llevan a la dirección soviética a nacionalizar la mayor parte de las fábricas
en julio de 1918.
Bajo la presión de la agresión imperialista y de la
contrarrevolución interior, la dirección bolchevique decide entonces pasar al
comunismo de guerra, invirtiendo todo el esfuerzo económico en el apoyo a la
guerra y esto, con una economía que está ya en una situación desastrosa a causa
de las pérdidas debidas al tratado de Brest-Litovsk. Para dar un ejemplo de lo
que esto implicaba, en 1920, el Ejército Rojo absorbía el 50% de la producción
industrial, el 60% del azúcar, el 40% de los suministros de grasa, el 90% de
los calzados para hombre, el 40% del jabón y el 100% del tabaco.
La política llamada del comunismo de guerra crea
ciertas ilusiones en una parte de la dirección bolchevique. Como el poder
soviético está obligado a dirigir con una mano de hierro toda la economía, es
llevado a suprimir los intercambios monetarios entre la industria y el campo.
En el campo se procede a requisiciones de trigo para alimentar a las ciudades y
el ejército. En las ciudades se retribuye a la clase obrera directamente en
especies. Esto produce en una parte de la dirección bolchevique (Bujarin,
Preobrazensky) la idea según la cual ya se está pasando a formas de intercambio
de tipo socialista pues la moneda está casi suprimida.
Pero es naturalmente una forma de socialismo de la
miseria en el que se reparten raciones de hambre. No es en absoluto vivible a
largo plazo. Y en cuanto, en el plano militar, el Ejército Rojo logra vencer a
la contrarrevolución (finales del año 1920-comienzos de 1921), se abre
inmediatamente un debate en la dirección bolchevique a fin de adoptar otro
esquema de desarrollo económico. No se tiene ya necesidad de dirigir todo el
esfuerzo hacia la guerra, se pueden plantear las cuestiones del desarrollo
económico, más exactamente, de la recuperación económica. En efecto, tomando
como índice 100, la producción de la gran industria en 1913, ésta ha caído en
1920 ¡al nivel 18! Se trata pues de recuperar suavemente la pendiente de la
producción.
Lenin, siguiendo a Trotsky, propone la nueva
política económica (NEP) que dice en sustancia: “Ahora hay que realizar una
retirada. La presión bajo la que hemos puesto al campesinado con las
requisiciones, etc. no puede continuar más. Es preciso convencer al campesinado
de que aumente la producción de forma voluntaria. Nosotros suprimimos las
requisiciones y las reemplazamos por un impuesto en especies. Permitimos al
campesino que venda el excedente de su producción agrícola y relanzamos un
comercio privado”. Es una retirada en relación a los primeros años de la
revolución porque el poder soviético hace concesiones a los campesinos privados
medios y al comercio privado. El propio Lenin dice que esto va a introducir una
dinámica muy peligrosa.
Una dinámica de economía privada, una dinámica de
renacimiento de la acumulación privada que podría transformarse en acumulación
capitalista en el interior de la sociedad de transición. Pero este retroceso
continúa, es absolutamente necesario por un período temporal. El tiempo de
consolidar la alianza entre la clase obrera y el campesinado.
Estos son, resumidos de forma simplificada, los
tres estadios de política económica que se sucedieron a partir de 1917.
En 1921-22 se conoce una situación muy particular
para una sociedad que quiere construir el socialismo bajo la dirección de la
clase obrera. En efecto, ésta no cuenta más que con 1,5 millones de
trabajadores industriales, mientras que el ejército cuenta con 5,5 millones de
miembros (que acaban de ser desmovilizados).
El aparato de los funcionarios cuenta con casi 6
millones de miembros y recordemos que el campesinado está compuesto
esencialmente por 25 millones de familias.
El cuadro siguiente presenta la evolución numérica
de las familias campesinas y de los asalariados agrícolas, de los obreros
industriales, del ejército y el aparato de los funcionarios entre 1917 y 1922:
Obreros industriales
|
Ejército
|
Funcionarios de las instituciones soviéticass
|
Familias campesinas
|
Obreros agrícolas
|
|
1917
|
3.024.000
|
50.000 (guardias rojos)
|
-
|
—
|
2.000.000
|
1918
|
2.486.000
|
800.000
|
114.539
|
18.000.000
|
—
|
1919
|
2.035.000
|
3.000.000
|
529.841
|
—
|
34.000
|
1920-21
|
1.480.000
|
5.500.000
|
5.880.000
|
24.000.000
|
—
|
1922
|
1.243.000
|
—
|
—
|
—
|
—
|
La muy fuerte caída del número de obreros en las
fábricas se explica por la contribución enorme aportada por éstos al esfuerzo
de defensa del Estado obrero, al haberse alistado masivamente en el Ejército
Rojo.
Por otra parte, una parte importante de los obreros
entró en el nuevo aparato del Estado soviético. Esta debilidad del proletariado
industrial no constituye una base de partida favorable al desarrollo de una
sociedad socialista. Tanto más en la medida en que las consecuencias de la
guerra civil añadidas a las de la Primera Guerra Mundial han marcado
terriblemente a la población del Estado soviético. Cerca de 8 millones de
personas murieron durante la guerra civil, de ellas más de 7,5 millones a causa
del hambre, el frío y las epidemias, contra 350 000 muertos en combate. El
número de muertos durante la guerra civil es superior al de los muertos durante
la guerra de 1914 a 1918 en Rusia (alrededor de 7 millones).
EL DEBATE SINDICAL (1920-1921)
De diciembre de 1920 a la primavera de 1921 se
desarrolla en el partido bolchevique el debate sindical. Es con ocasión de este
debate cuando Lenin es llevado a poner en evidencia la deformación burocrática
que marca el Estado obrero soviético y a deducir de ello que los sindicatos
debían constituir un órgano de defensa de los trabajadores en relación a dicho
Estado. Trotsky fue uno de los principales protagonistas de este debate y
adoptó una posición diferente de la de Lenin que le lastró en su lucha
antiburocrática posterior.
¿En qué condiciones comenzó el debate? A comienzos
de 1920, la guerra civil no ha terminado pero el Ejército Rojo ha recuperado el
control de una gran parte del territorio. Al disminuir el peso de la guerra, se
plantea la cuestión de la reorganización de la producción. El ejecutivo de los
soviets (febrero 1920) y luego el 9º Congreso del Partido (abril de 1920) deciden
organizar un servicio de trabajo y constituir “ejércitos de trabajo”. Se trata
de movilizar, organizar y desplazar la mano de obra necesaria para el trabajo
de reconstrucción. Es Trotsky el encargado por el Buró Político de la dirección
de las discusiones así como de una parte de la ejecución de las decisiones. Se
da la prioridad a la reorganización de los transportes y Trotsky recibe en
marzo de 1920 el cargo de un nuevo ministerio, se convierte en Comisario de
Transporte, conservando su puesto de Comisario de la Guerra.
Demostrará una vez más sus capacidades de
organizador reorganizando completamente los ferrocarriles y utilizando para
hacerlo a una parte del ejército desmovilizado. Pero para obtener ese
resultado, puso de lado la dirección sindical tradicional creando una nueva. Se
enemistó con las direcciones sindicales y a ciertos trabajadores.
Frente al agotamiento de la clase obrera, a la
desastrosa situación económica, Trotsky proponía la militarización de la clase
obrera y de los sindicatos. Consideraba que era necesaria la disciplina militar
en la producción, la ausencia en el puesto de trabajo siendo igual a una
ausencia en el puesto de combate. Proponía el reemplazo de las direcciones
sindicales por direcciones más obreras, y más competentes (lo que implicaba
poder recurrir a cuadros provenientes del exterior de la empresa), jugando un
papel de correa de transmisión entre el partido, el Estado y la clase obrera.
Criticaba los reflejos sindicalistas de defensa de los intereses inmediatos de
la clase obrera.
Al comienzo Lenin apoya con firmeza la posición de
Trotsky. Luego frente a las protestas de las direcciones sindicales y de
ciertos cuadros obreros del partido (a los que hay que añadir la Oposición
Obrera), Lenin toma la medida de los peligros que derivaban de la posición de
Trotsky y la criticó cada vez más vigorosamente a partir de diciembre de 1920.
Pero tuvo cuidado de circunscribir sus críticas a
Trotsky (apoyado por Bujarin y Preobrajenski). No rompió de ninguna forma sus
relaciones con Trotsky al contrario de lo que hizo dos años más tarde respecto
a Stalin. Lenin sabía medir la amplitud real de las divergencias en el seno de
la dirección bolchevique. Lenin dirá en repetidas ocasiones que Trotsky, a
partir de que se hizo bolchevique, se convirtió en uno de los mejores! En
efecto, Trotsky dirigió la insurrección de octubre de 1917. Fue él quien
dirigió a la victoria al Ejército Rojo que contribuyó en gran medida a
construir, fue también él quien jugó un papel de primer plano a la cabeza de la
Internacional Comunista creada en 1919.
Pero volvamos al debate sobre los sindicatos. Según
las posiciones de Trotsky de aquella época, el poder de protesta de los
sindicatos respecto al Estado no tiene ya razón de ser en la medida en que ese
Estado pertenece a los trabajadores. A esto Lenin replica que el Estado obrero
es un Estado con deformaciones burocráticas. Los obreros deben por tanto
conservar una herramienta para defenderse contra las deformaciones y los
posibles errores de éste. Considera que los sindicatos deben ser escuelas del
comunismo para empujar a la clase obrera a trabajar mejor, pero también para
defenderla sin recurrir no obstante a las huelgas dado que la situación
económica es peligrosa.
Lenin tenía razón contra Trotsky. Tenía también
razón contra la Oposición Obrera. Trotsky y la Oposición Obrera se
reivindicaban del programa del partido que implicaba que los sindicatos debían
ejercer la gestión de la economía. Pero, lo que les diferenciaba, es que la
Oposición Obrera manifestaba una profunda desconfianza hacia el Estado
burocratizado y partiendo de ahí, se negaba a la fusión entre los órganos
estatales y los sindicatos, lo que Trotsky proponía.
Según la Oposición Obrera, los sindicatos debían
estar en el poder, debían dirigir las fábricas porque representaban
verdaderamente a los obreros a diferencia del Estado alcanzado por las
deformaciones burocráticas.
Pero hacer de forma que los sindicatos se
conviertan en la dirección de las fábricas no constituye una salvaguardia
contra la burocracia; es, al contrario, a medio plazo, catalizar la
burocratización de los sindicatos y del Estado obrero.
En efecto, si los sindicalistas se convierten en
gestores, pierden la posibilidad de controlar la gestión pues la ejercen directamente
y corren gravemente el riesgo de convertirse en una rueda de la burocracia. Dar
la gestión de las fábricas a los sindicatos es catalizar la burocratización de
los sindicatos y del Estado obrero. Hay que mantener, en efecto, una relación
dialéctica entre gestión estatal o pública de una parte y control obrero de
otra. Las posiciones de Trotsky, Bujarin, Preobrajensky, Rakovsky, Piatakov, de
una parte y las de la Oposición Obrera de otra no permitían mantener una
dinámica de control obrero.
Sin embargo, sería erróneo presentar la política
defendida por Trotsky como una política de naturaleza burocrática. Quería
mediante esta propuesta permitir una ampliación de la democracia obrera.
Consideraba que las masas debían jugar el papel esencial en la reconstrucción
del aparato económico devastado durante la guerra civil. El problema está en
que no veía la necesidad de asegurar la autonomía de los sindicatos en relación
al aparato de gestión económica y más en general en relación al Estado. Otro
elemento que muestra que la motivación de Trotsky no era burocrática es que
estaba apoyado por dirigentes bolcheviques como Preobrajensky, Rakovsky, I.N.
Smirnov que a lo largo de los años 20 llevaron a cabo de forma constante una
lucha contra la burocracia. Pero si Trotsky no partía de un punto de vista
burocrático, las posiciones que defendió en el debate sobre los sindicatos
podían alimentar, acelerar la burocratización.
EL ÚLTIMO COMBATE DE LENIN (fin 1922-comienzos
1923)
En octubre de 1921, Lenin declaraba: “El proletariado
industrial debido a la guerra, la ruina o las terribles destrucciones, está
desclasado... y ha dejado de existir en tanto que proletariado” (Obras, tomo
33, p. 59). Hablaba también de un Estado obrero con deformaciones burocráticas
pronunciadas y declara en particular en el XI Congreso del Partido bolchevique
(1922): “Si consideramos la máquina burocrática, ¿quién dirige y quién es
dirigido? Pongo muy en duda que se pueda decir que los comunistas dirigen. A
decir verdad, no son ellos quienes dirigen. Son ellos quienes son dirigidos”
(Obras tomo 33, p. 293).
¿Quién dirige pues esta máquina burocrática? Es la
masa de funcionarios que en gran parte proviene del antiguo aparato de Estado
zarista destruido. El poder soviético ha debido guardar toda una serie de
especialistas e incluso de oficinistas del zarismo. Hay cifras alucinantes a
nivel de la proporción de los funcionarios zaristas en partes del nuevo aparato
del Estado.
Lenin encarga a Stalin un estudio sobre esta
situación. Éste da los resultados siguientes: para la región de Viatka, de 4766
funcionarios permanentes, hay 4430 que lo eran ya bajo el zarismo. Es
naturalmente una masa de funcionarios difíciles de guiar desde un punto de
vista comunista.
A finales de 1922, comienzos de 1923, Lenin se lanza
a una batalla terrible sobre esta cuestión. En una serie de textos destinados
al Comité Central y a todo el partido, en artículos publicados en Pravda,
propone soluciones radicales para salir del “marasmo burocrático en el que se
ha atascado la revolución”.
El partido: salvaguarda antiburocrático
En primer lugar considera que el salvaguarda contra
las deformaciones burocráticas es el partido bolchevique. Es preciso por tanto
proteger al partido contra las deformaciones y menciona en una parte de su “testamento”
escrito a finales de 1922-comienzos de 1923, que es absolutamente necesario
ampliar el Comité Central. Éste debería duplicarse haciendo entrar en él a unas
decenas de obreros de la producción.
Lenin precisa que éstos no deben pasar por el
aparato de los soviets (burocratizado) ni haber abandonado la producción desde
un cierto tiempo.
Un cierto número de campesinos “sencillos” deben
también ser incluidos.
Son precisos obreros de la producción, comunistas
de la producción.
La inspección obrera: hay que reformarla pues está
burocratizada
En segundo lugar, Lenin observa que el gobierno y
el partido han comenzado a tener doble empleo: considera que éstos funcionan a
menudo de forma poco eficaz y quiere una reforma profunda del sistema de
dirección del país que permita precisar mejor la frontera entre partido y
gobierno mediante el establecimiento de responsabilidades precisas y la puesta
en pie de mejores órganos de control de los aparatos. Lenin declara que hay que
reformar completamente la Inspección Obrera y Campesina así como la comisión
central de Control. Dos años antes, en 1920, se había creado esta institución
soviética a fin de investigar sobre todas las deformaciones burocráticas. Todo
ciudadano soviético debía poder denunciar ante esta institución, incluso contra
cualquier responsable soviético, hasta el más alto rango. Lenin constata, a
finales de 1922, que esta institución de 12.000 funcionarios dirigida por
Stalin, se ha convertido en un órgano perfectamente burocrático; es una rueda
que se añade al aparato burocrático, es preciso por tanto de forma absoluta
reformar la Inspección pues ésta no sirve en absoluto para los finales para los
que está destinada.
Lenin ataca a Stalin por su funesto papel en la
cuestión nacional
El tercer punto de la reflexión de Lenin se refiere
a la cuestión de las nacionalidades, al haber “integrado” el imperio zarista
por la fuerza a toda una serie de nacionalidades oprimidas. Sin entrar en los
detalles sobre este punto, hay que señalar que Lenin pone el acento no solo en
la obtención de la igualdad de derechos para las naciones oprimidas, como los
ucranianos, georgianos, tadjicos, uzbekos, turkmenos, armenios, etc, sino
también sobre la garantía de una situación que les permita ponerse al mismo
nivel que la nación rusa tradicionalmente dominante. Considera indispensable
que las diferentes naciones oprimidas puedan desarrollar su propia cultura y
comunicarse en su lengua con la autoridad central de Moscú. En este marco,
había que poner en pie una Federación de Repúblicas Soviéticas, y no una única
república multinacional. El responsable de la cuestión nacional en el seno del
partido y del Estado es Joseph Stalin. Lenin se enfrenta con él a partir de la
cuestión georgiana. Stalin había entrado en conflicto con la dirección
bolchevique georgiana que reclamaba una autonomía relativa para llevar a buen
puerto la política comunista en Georgia. Stalin, georgiano él mismo, envió a
uno de sus “representantes”, Ordjonikidze, para controlar a la dirección
georgiana. El método empleado fue particularmente brutal puesto que
Ordjonikidze llegó a golpear a un dirigente comunista georgiano durante una
reunión de la dirección. Al enterarse Lenin de esto, envía una carta a la
dirección comunista georgiana en la que se declara totalmente solidario con
ésta y decide ocuparse a fondo de la cuestión. Redacta un texto que es una
verdadera denuncia de los métodos de Stalin al que designa con el término de
“Gran ruso chauvinista”.
Los días 30 y 31 de diciembre de 1922, Lenin dicta
el texto siguiente: “Un papel fatal ha sido jugado por la prisa de Stalin en su
celo de administrador... el internacionalismo del lado de la nación llamada
grande (aunque solo sea grande igual que lo es el carcelero), debe consistir no
solo en el respeto de la igualdad formal de las naciones, sino también en el
esfuerzo hacia una igualdad (real) compensando... la desigualdad que se
manifiesta prácticamente en la vida.... El georgiano (Stalin, ndlr) que
considera con desdén este lado del asunto, que lanza desdeñosamente acusaciones
de “socialnacionalismo” (cuando él mismo no solo es un verdadero, un auténtico
social-nacionalista, sino también un brutal carcelero gran ruso), ese georgiano
ataca en realidad a la solidaridad proletaria de clase...” (Lenin, Obras, tomo
36, p. 621 y 622. Edición de Moscú).
La composición de la dirección
Cuarto punto, Lenin decide pronunciarse sobre la
composición del Buró Político. Parece a primera vista un poco raro que el
dirigente principal del partido se dirija al Comité Central y a todo el
congreso del partido para decir lo que piensa de otros miembros de la dirección
y para repartir lo que parece ser buenos y malos puntos. Naturalmente lo que
está en juego es en parte el futuro del partido tras la desaparición de Lenin.
Este está extremadamente enfermo desde hace varios meses; en cama, escribe lo
que se llamará pronto su “testamento”. Teme una escisión en el partido en caso
de desaparecer. Considerando que el partido es el último salvaguarda contra los
peligros de deformaciones burocráticas del Estado, que la dirección del partido
es un punto vital, Lenin desea por tanto pronunciarse sobre la cuestión de la
composición del Buró Político. Es la razón de que haga un juicio sobre las
personas que lo componen y diga en particular que Stalin debe ser apartado del
puesto de Secretario General del Partido. Justifica su posición fustigando su
comportamiento brutal, aún tolerable en el plano personal, pero intolerable
cuando se trata de alguien que ocupa tales funciones. Por otra parte, valora a
Trotsky, “Es indudablemente el hombre más capaz del actual Comité Central”
(Lenin, t.36, p. 345, traducido del ruso por Moshé Lewin, El último combate de
Lenin, p.88), aunque éste, diga, peca de una visión administrativa de las
cosas. Este tipo de defecto de Trotsky añade, ha sido demostrado en debates
anteriores sobre los sindicatos y la militarización del trabajo.
Desarrollo de las cooperativas y revolución
cultural en el campo
Quinto punto, Lenin se pronuncia por la puesta en
pie y el desarrollo de un sistema de cooperativas agrícolas en las que los
campesinos entrarían voluntariamente y harían la experiencia de un sistema de
relaciones sociales, que les pusieran en el camino del socialismo. (“Hablando
con propiedad, nos queda solo hacer que nuestra población sea lo bastante
“civilizada” como para comprender todas las ventajas que ofrece una adhesión
generalizada a las cooperativas que precisamos ahora para pasar al socialismo”
t. 45. p370).
Para Lenin, el sistema cooperativo a generalizar es
el que permite a los campesinos comercializar su producción en común. No se
trata por tanto aún de pasar a cooperativas de producción colectiva. Lenin
engloba en este planteamiento el lanzamiento de una “revolución cultural” en
los campos atrasados de forma que aumente su nivel cultural evitando
cuidadosamente hacer allí una propaganda esquemática y dogmática para el
comunismo. Esta no era la tarea del momento pues las condiciones materiales y
culturales mínimas no estaban reunidas (“Esto no debe en forma alguna ser
tomado en el sentido de que deberíamos inmediatamente llevar al campo ideas
comunistas puras y simples. Mientras no tengamos base material para el
comunismo en la aldea, sería, se puede decir, un trabajo nocivo, nefasto para
el comunismo” (Lenin, t 45, p. 387). Lenin se pronuncia por la combinación de
una parte, de la propagación de las ideas soviéticas en el campo vía grupos de
obreros voluntarios, vacunados contra un comportamiento paternalista y
burocrático y, de otra parte, por la revalorización de las condiciones de
existencia y de trabajo de los maestros de pueblo.
LIMITES DE LA POSICIÓN DE LENIN
En el seno de la dirección bolchevique, Lenin
percibe por tanto con una gran agudeza los peligros de deformaciones
burocráticas y decide combatirlas. Sin embargo, su reflexión tiene algunos
límites. Para él, la burocracia es la herencia del pasado zarista (en parte
físicamente es cierto). Añade que si se hubiera pasado por el capitalismo
desarrollado, este problema no existiría.
Lenin concibe la burocracia sobre todo como el
legado de la herencia zarista cuando es también el producto de la sociedad de
transición tal cual es tras la destrucción del aparato zarista. La burocracia
ocupa una función en el Estado obrero. Para ilustrarlo, retomemos una imagen
utilizada más tarde por Trotsky: si durante una penuria, hay una gran cola
delante de una tienda, habrá necesidad de un policía para ordenarla y éste, muy
a menudo, se sirve el primero....
El segundo límite de la posición de Lenin concierne
al partido. Siempre fue favorable a un debate extremadamente vivo y democrático
en el interior y el exterior del partido. Las batallas políticas entre los
militantes del partido se desarrollan incluso a través de la prensa. Esto es
cierto también en 1918. No solo hay debate en la prensa oficial del partido, el
Pravda, sino que incluso se permite a Bujarin, dirigente bolchevique, crear con
otros responsables (Preobrajensky, etc.) su propio órgano de prensa fraccional.
Constituía una tradición en el partido bolchevique considerar que había que
debatir a fondo, pero que una vez tomada la decisión, debía ser aplicada
unánimemente.
El problema es que en 1921, Lenin “da un giro”
sobre el modo de discusión en el partido. Precisamente en el X Congreso del
partido, hay un debate muy duro entre la dirección del partido y la tendencia
“Oposición obrera”. Esta última es minoritaria, compuesta de 60 delegados de
los 690 en total.
Antes del X congreso, la Oposición Obrera pudo
difundir 250 000 ejemplares de su plataforma en el Pravda y en otro folleto, lo
que muestra claramente que el carácter democrático del debate sigue siendo
importante.
Pero en el último día, cuando varias centenas de
delegados han tomado ya el camino de vuelta a su provincia, Lenin plantea la
siguiente moción: “Desde hoy, supresión del derecho de tendencia y de fracción
en el partido; dado que la Oposición Obrera es minoritaria y que sus posiciones
representan un peligro para el Estado obrero, toda propagación de sus
posiciones, en el interior del partido, conllevará la exclusión de sus
miembros”. Añade que dos dirigentes de la Oposición Obrera deben ser miembros
del comité central.
Este texto de Lenin, adoptado con solo 30 votos de
oposición, no menciona que la supresión del derecho de fracción y de tendencia
es temporal. Este texto comprende además una disposición secreta que prohibe
igualmente los grupos. Será utilizado posteriormente por la fracción Stalin por
un plazo indefinido.
¿CÓMO EXPLICAR LA ACTITUD DE LENIN?
Lenin considera que la tensión extrema que se
desarrolla en el país -durante el congreso se desarrolla el levantamiento de
Kronstad- necesita una limitación de la democracia interna del partido a fin de
que éste haga bloque. Sin duda Lenin concibe este cambio como limitado en el
tiempo, pero no tiene la prudencia de precisarlo negro sobre blanco. Este error
tendrá consecuencias terribles dos años más tarde cuando la fracción
estalinista se sirva del texto del X congreso para condenar a la Oposición de
1923 y consolidar así su poder sobre el partido.
Trotsky volverá más tarde sobre esta cuestión con
el comentario siguiente:
“El Partido bolchevique, es cierto, prohibió las
fracciones en el X congreso (marzo de 1921), en un momento de peligro mortal.
Se puede discutir sobre la cuestión de saber si esto fue justo o no. El curso
ulterior de la evolución ha mostrado en cualquier caso que esta prohibición ha
sido uno de los puntos de partida de la degeneración del partido. La burocracia
se ha apresurado a hacer de esta idea de “fracción” un espantajo para no
permitir al partido pensar o respirar. Es así como se ha formado el régimen
totalitario que ha matado al bolchevismo” (in Le Trotskysme et le PSOP,
25/07/1939. Œuvres, tome 21, page 272).
El tercer límite de Lenin, es la respuesta que da
al problema del pluripartidismo en la transición al socialismo. Mientras que
los primeros meses que siguen a la toma del poder Lenin y la dirección
bolchevique ponen en práctica una política y desarrollan concepciones que
implican el respeto del pluripartidismo (los bolcheviques han formado una
alianza gubernamental con los Socialistas Revolucionarios de izquierda a
finales de 1917-comienzos de 1918), su actitud se modifica progresivamente a lo
largo del año 1918 y, en los años que siguen, todos los partidos de oposición
son progresivamente prohibidos, incluso reprimidos. La prohibición de los
partidos de oposición provocó una limitación muy fuerte de la vida democrática
en la URSS.
¿UN BLOQUE LENIN-TROTSKY CONTRA STALIN?
A finales de 1922, comienzos de 1923, Lenin propone
un bloque a Trotsky en la batalla sobre los acontecimientos de Georgia y sobre
la cuestión nacional en general.
Esta proposición de bloque es consecuencia del
acercamiento manifiesto que se ha operado en esa época entre Lenin y Trotsky.
En efecto, a finales de 1922, Lenin había manifestado en numerosas ocasiones en
el seno del BP y por cartas al CC su acuerdo con Trotsky sobre las cuestiones
clave en discusión.
Es así como llevó la batalla con Trotsky contra los
dirigentes bolcheviques -entre ellos Stalin- que querían poner fin al monopolio
del Estado obrero soviético sobre el comercio exterior. En la misma época, se
declaró de acuerdo con las posiciones de Trotsky sobre la táctica que la
Internacional Comunista debía adoptar para ganar la mayoría en la clase obrera.
Esto se articula con otros elementos, puesto que Lenin quiere proponer, en el
mismo congreso, la ampliación del comité central /2,
la reforma de la Inspección Obrera y Campesina y la destitución de Stalin.
En diciembre de 1922, cuando Lenin propone a
Trotsky un bloque contra la burocracia, éste responde que el combate contra la
burocracia debería comenzar por la eliminación de este mal en el seno del
partido y en particular en sus instancias supremas. Lenin iba luego a aceptar
esta propuesta encargando a Trotsky llevar la batalla por él en el 12º Congreso
y declarando en su Testamento que había que destituir a Stalin de su función de
secretario general.
Esta última proposición no era conocida más que por
los miembros del BP y algunos cercanos colaboradores de Lenin y de Trotsky.
Algunos meses más tarde, Lenin, paralizado, no puede estar presente en el 12º
Congreso. Trotsky no lleva a cabo la batalla que Lenin le ha propuesto.
Son otros dirigentes bolcheviques, Rakovsky y
Bujarin, quienes llevan a cabo la batalla sobre la cuestión de las
nacionalidades. Y la lucha contra las deformaciones burocráticas es asumida por
Preobrajenski, dirigente que fue uno de los tres secretarios del partido
bolchevique.
Con ocasión de la preparación del 12º Congreso se
constituye en el seno del Buró Político una alianza fraccional entre Stalin,
Zinoviev y Kamenev, la famosa Troika. Ésta se reúne en secreto de forma regular
antes de las sesiones del BP a fin de poner en minoría a Trotsky cada vez más a
menudo.
Preobrajensky es el primer dirigente bolchevique en
denunciar públicamente al Congreso la existencia de la Troika.
Durante la preparación del 12 Congreso de la
primavera de 1923, Stalin quería ganarse a Trotsky. Sintiéndose amenazado por
el bloque propuesto por Lenin a Trotsky, había propuesto al BP que Trotsky
hiciera el informe central en lugar de Lenin ausente. Trotsky se niega.
Considerando que Lenin no puede ser reemplazado, propone que no haya informe
central. Trotsky se encarga del informe sobre la industria.
Trotsky piensa que es posible vía una política
económica adecuada recrear las condiciones materiales que permitan, de una
parte, al proletariado industrial recuperar toda su vitalidad y, de otra parte,
asegurar la “soldadura” entre las ciudades y el campo. En el 12ª Congreso,
Trotsky pone por tanto el acento en las transformaciones económicas, mientras
que Lenin, si hubiera estado presente, habría puesto ciertamente con toda razón
toda su atención en una serie de medidas políticas -entre ellas la dimisión de
Stalin del puesto de secretario general- que permitieran al partido comenzar a
enfrentarse a la deformación burocrática.
A posteriori, Trotsky dará el siguiente juicio sobre
lo que habría podido dar de si el bloque con Lenin o, en ausencia de éste, una
batalla realizada en su nombre:
“Nuestra acción común contra el Comité Central, si
hubiera tenido lugar al comienzo del año 1923, nos habría asegurado ciertamente
la victoria. Más aún. Si hubiera actuado en vísperas del 12º Congreso en el
espíritu del “bloque” Lenin-Trotsky contra la burocracia estalinista, no dudo
que habría logrado la victoria, incluso sin la asistencia directa de Lenin en
la lucha. En qué medida habría sido duradera, es otra cuestión”.
Prosigue declarando en particular que si hubiera
llevado a cabo el combate deseado por Lenin: “Mi acción podía ser comprendida,
o más exactamente, representada como una lucha personal para tomar el lugar de
Lenin en el partido y en el Estado. No podía soñar con esto sin estremecerme.
Estimaba que esto podría causar en nuestras filas una desmoralización que
habría habido luego que pagar cara, incluso en caso de victoria” (Mi vida , p.
554-555).
En el Congreso de marzo de 1923, Trotsky declara en
su discurso que se encuentra en la línea del BP, con ello se desmarca de las
intervenciones de la oposición. Trotsky emplea fórmulas fuertes sobre la
dictadura del proletariado y sobre el papel del partido bolchevique: “Hemos
luchado unánimemente en 1917 por la dictadura del partido, lucharemos hoy
contra toda tentativa que tenga por objetivo retirar el monopoliio de la
dirección a todos los niveles” (en Trotsky La Lutte antibureaucratique en
URSS, t.1, p.77, 10/18).
Esta fórmula había sido adoptada por el propio
Lenin en 1922. aunque para Trotsky y Lenin no tenga la misma significación que
para Stalin (que retomará este análisis en su beneficio con el apoyo de
Zinoviev en 1924-1925), esta fórmula da una mala educación al partido y es peligrosa
en la medida en que, si es cierto que el partido constituye la vanguardia del
proletariado aliado al campesinado, no deja de ser cierto que el poder puesto
en pie a partir de Octubre de 1917 era ejercido por los consejos obreros y
campesinos en cuyo seno el partido bolchevique se había convertido en
mayoritario. Uno de los efectos terribles de la guerra civil que siguió a
octubre de 1917, es la bajada de la actividad de los soviets (no querida por
los bolcheviques) y la transferencia del poder al partido. La fórmula empleada
por Trotsky (y Lenin un poco antes) no ponía suficientemente el acento en el
hecho de que el ejercicio del poder por el partido era un avatar de la guerra
civil y no de Octubre de 1917.
TROTSKY PASA A LA OFENSIVA CONTRA LA
BUROCRATIZACIÓN DEL PARTIDO (otoño de 1923)
Tras el Congreso de marzo de 1923, la oposición en
el partido bolchevique recupera fuerza, siempre en ausencia de Lenin, que está
enfermo.
En julio-agosto-septiembre de 1923, hay huelgas y
la agitación aumenta en el interior del Partido Bolchevique. Está impulsada
principalmente por miembros de las antiguas Oposición Obrera y Centralismo
Democrático (los llamados decistas), por el Grupo Obrero y la Verdad Obrera.
Esto lleva a Djerzinsky -jefe de la GPU (luego convertida en KGB)-, al que
Lenin había propuesto en vano sancionar por su funesto papel en el asunto
georgiano, a proponer al CC, en septiembre, poder intervenir en contra de los
miembros del partido que se hicieran culpables de luchar en el partido contra
la línea de la dirección. Trotsky decide emprender la batalla y dirige el 8 de
octubre de 1923 una larga carta al CC en la que declara que la proposición de
Djerzinsky refleja hasta qué punto la situación se ha deteriorado en el partido
y precisa: “Muchos, muchos miembros del partido, si no la mayor parte, han sido
alarmados por los métodos y los procedimientos utilizados en la preparación del
12º Congreso”. Continúa declarando que no se han aplicado las proposiciones económicas
que había planteada o en ese congreso y que habían sido adoptadas. Explica sus
consecuencias: un profundo descontento de los campesinos que ha afectado luego
a los obreros, lo que alimenta el desarrollo de los grupos de oposición.
Trotsky pone luego en cuestión el funcionamiento
del partido denunciado al Buró de Organización dirigido por Stalin: “Cuando se
toman las decisiones sobre las designaciones, las dimisiones y los traslados,
los miembros del partido son evaluados ante todo desde el punto de vista del
apoyo que pueden aportar o no al mantenimiento del régimen interno del partido
que es realizado, secretamente y no oficialmente pero muy eficazmente, por el
Buró de Organización y el secretariado del Comité Central” (…). “La
burocratización del aparato del partido ha alcanzado proporciones inauditas por
la aplicación de la selección de los secretarios” (…) “Se ha creado una muy
amplia capa de funcionarios del partido, que pertenecen al aparato del Estado o
del partido, que han renunciado totalmente a la idea de tener opiniones
personales o al menos expresarlas, como si creyeran que la jerarquía del
secretariado es la herramienta adecuada para definir las opiniones del partido
y tomar las decisiones. Por debajo de esta capa que se abstiene de tener opiniones
personales, está la gran capa de la masa del partido a la que cada decisión
llega bajo la forma de llamamiento o de orden. En el interior de esta base del
partido, hay un extraordinario grado de descontento, en ciertos casos legítimo,
en otros, provocado por factores accidentales. Este descontento no es
apaciguado a través de un intercambio abierto de opiniones en las reuniones del
partido (en la elección de los comités de partes, de los secretarios, etc.) al
contrario, continúa desarrollándose en secreto y a veces, conduce a abscesos
internos”.
Trotsky propone lo que se llamará un poco más tarde
un “Nuevo Curso” para el partido: “La democracia en el partido debe gozar del
lugar que le corresponde a fin de prevenir al partido de la amenaza de osificación
y de degeneración. El militante de base del partido debe expresar sus
insatisfacciones en el marco de los principios del partido y en tanto que
miembro responsable del partido”.
Llega entonces a anunciar que expresará en adelante
sus divergencias en el exterior del Comité Central: “Los miembros del CC y de
la Comisión Central de Control saben que, a la vez que combatiendo
resueltamente y sin equívocos la política errónea, he evitado deliberadamente
someter la lucha en el interior del Comité Central al juicio de una capa
incluso pequeña de camaradas. (…) Me veo forzado a constatar que mis esfuerzos
de estos 18 últimos meses no han producido ningún resultado (…) Pienso que no
es solo mi derecho sino mi deber dar a conocer la situación real a todo miembro
del partido que yo considere suficientemente preparado, maduro, y que de
pruebas de contención, en consecuencia capaz de ayudar al partido a encontrar
una vía para salir de este callejón sin salida sin convulsiones fraccionales y
sin levantamientos” (Trotsky 8.10.1923).
Trotsky toma así la iniciativa de lanzar una
batalla ofensiva contra la burocracia en el interior del partido y decide
llevarla a cabo con otros cuadros del partido. Simultáneamente, opera una
autocrítica que no era táctica y a la que bastantes de sus biógrafos no han
concedido la importancia que debía ciertamente tener en el espíritu de su
autor: declara que la actitud que ha adoptado durante 18 meses en el seno del
partido no ha producido ningún resultado (ver cita más arriba).
¿QUÉ FACTORES LLEVAN A TROTSKY A CAMBIAR DE
ACTITUD?
En primer lugar, la amplitud del descontento obrero
(numerosas huelgas) y la gravedad de las medidas represivas que se han
traducido en el encarcelamiento de centenares de militantes, algunos de ellos
expulsados del partido bolchevique unos meses antes.
En segundo lugar, la esperanza de ver triunfar la
tan esperada revolución alemana. Está planificada para fines de octubre de 1923
una insurrección en Alemania. Si el bloque Stalin-Kamenev-Zinoviev se ha
opuesto con vigor a la demanda de la dirección comunista alemana de enviar a
Trotsky sobre el terreno, no deja de ser verdad que los dos enviados soviéticos
Radek y Piatakov le son muy cercanos. Trotsky espera que una victoria alemana
permita un relanzamiento sólido del entusiasmo revolucionario de la juventud y
de la clase obrera soviéticas, condiciones necesarias para un profundo cambio
de curso del régimen del partido bolchevique.
Una semana después de la carta de Trotsky, un texto
confidencial firmado por 46 de los más importantes cuadros bolcheviques, entre
los cuales están Preobrajenski, ex-secretario del partido, Piatakov, uno de los
elementos más prometedores según el Testamento de Lenin, Antonov, Ovseenko, uno
de los organizadores de la insurrección de 1917, … es enviado al BP. Muchos de
sus firmantes han estado, en el pasado, estrechamente asociados a Trotsky,
otros han formado parte de la antigua oposición decista. Los 46, a los que se
puede añadir 3 dirigentes soviéticos en misión en el extranjero, Rakovsky, viejo
bolchevique, dirigente de la república de Ucrania, Radek, dirigente de la
Internacional Comunista y Krestinsky, ex-secretario del partido, piden la
convocatoria de una conferencia extraordinaria del Comité Central ampliado a
los “obreros más importantes y más activos del partido”. Los 46 ponen en
cuestión a la mayoría del BP por su política económica desastrosa y por el
régimen burocrático impuesto al partido.
EL DEBATE SOBRE EL NUEVO CURSO (diciembre
1923-enero 1924)
La respuesta común de la Troika Stalin-Kamenev-Zinoviev
toma dos formas: una condena violenta de la carta de Trotsky y de la de los
“46” combinada a una apertura. Esta se expresa por el lanzamiento de un debate
público vía el Pravda con el objetivo de permitir la aplicación de la democracia
obrera en el partido.
Del lado del palo: en el interior de las instancias
del partido, Trotsky es acusado de “querer ejercer una dictadura personal en el
plano militar y económico” y sus pasadas divergencias con Lenin son mencionadas
de forma falsificada.
Los 46 son condenados por el CC ampliado el 25 de
octubre de 1923 como constituyentes de una fracción (prohibida desde el 10º
Congreso).
En una nueva carta al CC, Trotsky replica duramente
a las críticas que le son dirigidas mostrando el acercamiento ha realizado
entre Lenin y él desde finales de 1922 a comienzos de 1923.
Del lado de la zanahoria: como se ha mencionado
anteriormente, apertura de un debate público como válvula de seguridad al
descontento en el partido. Este debate provoca un aumento del interés de la
base del partido por las discusiones. Las expectativas son grandes: lo
demuestra el hecho de que en noviembre-diciembre de 1923 la difusión del
Pravda, en la que aparece una amplia columna de discusión, se duplica. En
público no se hace mención ni a la carta de Trotsky al CC ni a la de los 46.
Esto da la falsa impresión de que el BP ha tomado la iniciativa del debate
sobre la democracia obrera en el seno del partido sin haber sido presionado. De
hecho la Troika abre el debate para canalizarlo.
A finales de noviembre el debate se radicaliza:
Preobrajensky en el Pravda del 28 de noviembre de 1923 expresa las críticas de
los 46. De otra parte, en las asambleas de base del partido en Moscú, la
oposición gana una amplia audiencia.
La discusión de noviembre-diciembre de 1923
encuentra un amplio eco en la prensa del partido (será la última vez antes de
la noche estalinista). Hasta mediados de diciembre de 1923, el lector soviético
puede tomar conocimiento en el Pravda del contenido exacto de las discusiones
que se desarrollan en las asambleas moscovitas del partido. Las intervenciones
de los portavoces de la oposición y los artículos de Trotsky son reproducidos
in extenso igual que las posiciones de la Troika y de sus partidarios. Las
cosas cambian a partir del 11 de diciembre de 1923: en el acta de una asamblea
desarrollada en Petrogrado, solo se reproducen las intervenciones de la Troika.
Ésta ha obtenido el control del Pravda/3,
y los dos jóvenes responsables de la rúbrica de discusión dimiten como señal de
protesta. A continuación otros artículos de Trotsky, que vienen a completar su
serie Nuevo Curso, son publicados pero flanqueados de artículos que le son
virulentamente opuestos y que representan el punto de vista de la Troika sin
aparecer necesariamente con firma. A comienzos de enero de 1924, Trotsky, Radek
y Piatakov protestan vigorosamente contra este cambio que traduce la
radicalización de la Troika. Ésta ha comprendido por una parte la importante
audiencia adquirida por la oposición incluso si ésta no tiene los medios para
intervenir con fuerza más que en Moscú y, de otra parte, se da cuenta del
peligro que representa para ella la actitud de Trotsky, peligro que podría
aumentar si éste realizara públicamente su unión con los 46.
Es la razón por la que hasta el 11 de diciembre de
1923, la Troika ha hecho todo lo posible para evitar esta confluencia. Se puede
con bastante facilidad, basándose en Pravda, trazar la evolución de la actitud
de los protagonistas del debate. El 3 de diciembre de 1923, Stalin, tomando la
palabra en un barrio obrero moscovita, declara que hay que llevar a cabo la
lucha contra la burocracia en el seno del partido. Para cortar la yerba bajo
los pies de Trotsky y de los 46 insiste especialmente en la necesidad de poner
fin a las nominaciones por arriba y volver al principio electivo. Hablando así,
rompe con la posición que tomó en el 12º Congreso de la primavera de 1923 en el
que decía que al lado del aparato del Estado deformado burocráticamente, el
partido seguía sano. Por otra parte, afirma que hay identidad de puntos de
vista entre Trotsky y el resto del BP; dirige su tiro contra los 46.
El 5 de diciembre de 1923, el BP adopta un texto
redactado por Trotsky (con Bujarin, según parece) y enmendado por Stalin y
Kamenev, en el que la dirección anuncia la necesidad de un nuevo curso a fin de
cambiar el régimen interno del partido. Stalin ha insistido en particular en
que tal texto fuera adoptado y estuvo de acuerdo en asumir una serie de puntos
que Trotsky desarrollaba desde octubre de 1923. Stalin considera que con la
adopción de este documento publicado a los dos días en el Pravda, ha logrado
disociar a Trotsky de los 46 y aparecer como cabalgando el movimiento por el
Nuevo Curso.
Trotsky, por su parte, ve en ello una victoria de
los partidarios del cambio. Sin embargo, para verificar la fiabilidad del
acuerdo realizado con la Troika, dirige el 8 de diciembre a una asamblea del
partido en Moscú una carta en la que expresa su visión del texto del BP. Esta
carta publicada el 11 de diciembre hace el efecto de una bomba pues pone en
evidencia el peligro de ver a los burócratas poner cara de aceptar el cambio
para mejor impedirlo: “Y ahora los burócratas están dispuestos formalmente a
“tomar acta” del “Nuevo curso”, es decir a prácticamente enterrarlo”.
Ataca así implícitamente a Stalin que declaraba el
3 de diciembre que el Nuevo Curso tiene que ver en gran medida con una cuestión
de nueva pedagogía. Trotsky considera al contrario que “es necesario abordar la
cuestión, no desde el punto de vista pedagógico, sino desde el punto de vista
político. No hay que hacer depender la aplicación de la democracia obrera del
grado de “preparación” de los miembros del partido para esta democracia.
Nuestro Partido es un partido. Podemos presentar exigencias rigurosas a quienes
quieren entrar en él y permanecer en él; pero una vez que se es miembro, se
participa por ello mismo en toda su acción”. Añade: “Es necesario regenerar y
renovar el aparato del partido y hacerle sentir que no es más que el ejecutor
de la voluntad de la colectividad”. Presenta la resolución del 5 de diciembre
como una ruptura con el pasado reciente mientras que la Troika tiende a
presentarla como la consecuencia lógica de las decisiones del CC de octubre de
1923. Lo que va a constituir el objeto de una polémica muy dura, es que Trotsky
declara en su carta que hay un peligro de degeneración de la vieja guardia
bolchevique que podría conocer una evolución comparable a la de la dirección de
la II Internacional en vísperas de la Primera Guerra Mundial.
En los días que siguen a la adopción por el BP de
la resolución del 5 de diciembre se celebran en Moscú varias asambleas
generales de barrio. Trotsky no puede estar presente en ellas pues está muy
enfermo desde fines de octubre (las reuniones del BP tienen que celebrarse en
su apartamento del Kremlin). Los portavoces de los 46 que asisten a esas
asambleas apoyan la resolución del 5 de diciembre así como los puntos clave de
la carta de Trotsky. La oposición logra ganar una muy amplia mayoría en una
serie de asambleas amplias celebradas en Moscú. En una de ellas, Kamenev
hablando por el CC no obtiene más que seis votos frente a una aplastante
mayoría favorable a Preobrajensky. Los dos tercios de las células bolcheviques
en el Ejército Rojo en Moscú votan por la oposición. Una gran parte de los
dirigentes de las Juventudes Comunistas así como las células de las Escuelas
superiores constituidas esencialmente de jóvenes obreros con beca, apoyan
igualmente a la oposición. En las células de fábrica moscovitas, la oposición
fue por el contrario minoritaria. 67 células la apoyaron de un total de 346 (no
se conoce el porcentaje que obtuvo la oposición en las células en que fue
minoritaria). Como subraya el historiador E.H.Carr: “El fracaso de la oposición
en el proletariado revelaba la debilidad no solo de la oposición sino también
la del propio proletariado” (En “Interregno” p. 327). De hecho, en 1923, el
proletariado soviético no es ya más que la sombra de lo que había sido cuando
la toma del poder en 1917.
En total, la oposición obtuvo el 36% de los votos
en los órganos de base del partido en Moscú. Es una cifra impresionante si se
tiene en cuenta que la Troika se declaraba ella misma favorable al Nuevo Curso
a la vez que atacaba virulentamente a la oposición por su carácter fraccional y
cuando se sabe que los partidarios de ésta se sabían amenazados de medidas de
marginación cuando no de expulsión. Por otra parte, la Troika no se contentó
durante mucho tiempo con amenazas: Antonov-Ovseenkko, responsable político el
Ejército Rojo y opositor será destituido y 15 dirigentes de las Juventudes
Comunistas conocerán la misma suerte o serán enviados a provincias. Algunos
meses más tarde, una ola de exclusiones golpeará a otros miembros y partidarios
de la oposición.
Cuando la 13ª Conferencia del partido se celebró a
mediados de enero, la Troika se encontró asegurada de una mayoría aplastante.
Había conseguido controlar las organizaciones provinciales salvo en Riazan,
Penza, Kaluga, Simbirsk y Cheliabinsk donde la oposición logró la mayoría
gracias a la presencia de cuadros opositores que, apartados de Moscú, habían
sido relegados allí algunos meses antes.
¿QUÉ BALANCE DE LA DISCUSIÓN SOBRE EL “NUEVO
CURSO”?
En primer lugar, el sistema de control del partido
por la burocracia se reveló muy eficaz, fue sacudido durante la discusión, pero
aguantó.
En segundo lugar, la ola de reflujo en el seno del
partido, durante un momento contrarrestada por la perspectiva de una victoria
en Alemania -y en menor medida por la apertura del debate en noviembre de 1923-
seguía siendo muy fuerte.
Tercero, las posiciones de Trotsky y de los 46
convergían en gran medida tanto en el plano del cambio que había que dar al
régimen interno del partido como en el plano económico. El carácter limitado de
este estudio no permite presentar de forma detallada las proposiciones
económicas de la oposición. Sin embargo, hay que considerar que tanto Trotsky
como Preobrajensky y Piatakov ponían el acento en la necesidad de desarrollar
de forma planificada la industria estatalizada en el marco de la NEP. Esto
correspondía a una preocupación de Trotsky expresada desde el año 1922 y con la
que Lenin había finalmente expresado muy claramente su acuerdo (ver tomo 45 de
sus obras a propósito del Gosplan). Trotsky, Preobrajensky y Piatakov
subrayaban que en ausencia de tal desarrollo planificado, la NEP iba a producir
efectos cada vez más perversos, lo que negaban la Troika y Bujarin. Está claro
que si la línea de la oposición hubiera sido adoptada por el partido, ello
habría permitido evitar la catástrofe económica de finales de los años 1920.
La batalla llevada a cabo por Trotsky y los 46
constituye la primer ofensiva pública concertada de un miembro del Buró
Político y de una serie impresionante de cuadros del partido contra la fracción
estalinista y sus aliados. El hecho de que hubiera unión entre Trotsky y los 46
ha sido puesto en cuestión por Isaac Deutscher de forma equivocada en su
cautivadora biografía de Trotsky. Otro historiador que constituye una autoridad
en el tema como E.H.Carr afirma con razón que la carta del 8 de octubre de
1923, de Trotsky no había podido no ser objeto de una concertación con los
dirigentes de los 46. Pero no pone suficientemente el acento el hecho de que
los 46 se apoyaban sin reserva en las tomas de posición de Trotsky de octubre
de 1923 a enero de 1924. La lectura de sus propias intervenciones públicas no
deja sin embargo ninguna duda al respecto (ver Preobrajensky, Sapronov,
Piatakov, o.cit.) Pierre Broué en su libro Trotsky da una visión
correcta de los hechos.
Sobre una cuestión, Preobrajensky y Trotsky adoptan
sin embargo una táctica diferente (que no señala Broué). El primero propone la
supresión de la prohibición de la fracciones y grupos decidida por el X
Congreso. Declara que el ejercicio por los militantes del derecho a
constituirse en grupo que defiende el mismo tipo de proposición, permitiría poner
fin a la existencia de agrupamientos secretos que impiden progresar en el
debate y que constituyen abscesos fijados. Declara que esos grupos, si fueran
permitidos, no tendrían más que un carácter temporal -el tiempo durante el que
se desarrolla la discusión preparatoria a tal o cual conferencia o congreso- y
que su composición podría variar en función de los temas en debate…
Trotsky compartía en el fondo la posición de
Preobrajensky, pero no deja de ser cierto que no hace la propuesta de poner fin
a la prohibición de los grupos y tendencias. Por el contrario, Stalin estaba
por que se reafirmara su prohibición, lo que le lleva a enredar a Trotsky en la
redacción del texto del BP del 5 de diciembre. Stalin mismo lo relatará más
tarde: “El camarada Kamenev y yo mismo poníamos por delante de forma
determinante la cuestión de los grupos. El camarada Trotsky protestó bajo forma
de ultimátum, declarando que, en tales circunstancias, no votaría en favor de
la resolución. A partir de ahí, nos hemos limitado a hacer referencia a una
parte de la resolución del X Congreso que, sin duda alguna, Trotsky no leyó en
aquella ocasión y en la que se mencionaba que no solo las fracciones eran
prohibidas, sino también los grupos” (Stalin, citado por Carr, op.cit. p. 304).
Engañado o no, Trotsky había decidido de todas
formas no llevar a cabo explícitamente la batalla para poner fin a la decisión
del X Congreso.
Ciertamente, pensaba que sería imposible ganar una
mayoría sobre esta cuestión tan sensible. En particular porque esto habría sido
presentado por la Troika como la puesta en cuestión de una medida querida por
Lenin. Sin embargo, el hecho de que la oposición no pudiera organizarse
oficialmente como grupo disminuía sus posibilidades de ganar más partidarios.
Otra cuestión táctica ha sido objeto de un juicio
controvertido.
Se trata de la oportunidad para Trotsky de firmar
con la Troika el texto del BP del 5 de diciembre. Carr, por ejemplo, ve ahí la
prueba de que Trotsky se contenta con una victoria sobre papel cuando Stalin y
sus aliados no están dispuestos a mantener sus compromisos. Esta crítica no
parece oportuna pues ¿cómo explicar que, si se contentaba con el texto, Trotsky
haya decidido redactar casi inmediatamente una carta pública sobre su versión
del acuerdo realizado? De hecho, creo que en esta ocasión, Trotsky sacando una
lección clave del debate sobre la cuestión georgiana, no se contenta con un
compromiso, aunque sea bueno al 90% y continúa la ofensiva públicamente para
lograr un verdadero cambio de régimen. Haciendo esto, evita el aislamiento de
los 46 buscado por la Troika. Por su parte, los portavoces de los 46 se apoyan
enérgicamente en este texto, consideran que éste refuerza su posición (ver las
intervenciones de Preobrajensky, Sapronov, Piatakov de diciembre 23-enero 24
reproducidas por New Park Publications).
Sin embargo, esta táctica de Trotsky tiene su
reverso: el texto del 5 de diciembre, da la impresión que hay ahora un acuerdo
en el seno del BP, que la Troika desea aplicar claramente el Curso Nuevo. Stalin
decide aprovechar al máximo la situación. Disgustado por un momento por la toma
de posición de Trotsky el 8 de diciembre, Stalin decide cambiar de táctica: en
un artículo de Pravda del 15 de diciembre, denuncia públicamente por primera
vez a Trotsky reprochándole su duplicidad. Tras haberle acusado de intentar
enfrentar a los jóvenes con los viejos, Stalin termina su artículo con el “¿a
quien beneficia el crimen?”
“¿Porqué esta tentativa de desprestigiar a la vieja
guardia y de halagar demagógicamente a la juventud a fin de abrir y luego
ampliar una fisura entre estos dos destacamentos principales de nuestro
Partido? ¿A quién puede servir esto, si no se quiere ver más que el interés del
Partido, su unidad, su cohesión, sin intentar romper esta unidad en beneficio
de la oposición? ¿Es así como se defiende al Comité Central y su resolución
sobre la democracia en el interior del Partido, resolución adoptada además por
unanimidad? Por lo demás es bien evidente que Trotsky no se ha propuesto este
objetivo cuando ha dirigido su carta a las conferencias del Partido.
Manifiestamente, su intención era otra: proporcionar un apoyo diplomático a la
oposición en su lucha contra el Comité Central del Partido, a la vez que
pretendía defender la resolución del Comité Central. Es lo que explica,
propiamente hablando, la duplicidad de la que está marcada la carta de Trotsky.
Trotsky hace bloque con los centralistas democráticos y una parte de los
comunistas “de izquierda”: tal es el sentido político de su carta” (Pravda, 285,
15/12/1923. Firmado: J. Stalin).
Se puede plantear hasta el infinito la cuestión de
saber si otra táctica de Trotsky habría sido posible a finales de 1923. Puede
imaginarse otro escenario. Primeramente, Trotsky habría podido pública y
explícitamente tomar la cabeza de la oposición de los 46 y proponer la
supresión de la prohibición de los grupos.
Habría podido negarse a firmar un texto con la
Troika. La opción entre dos líneas y dos grupos de dirigentes habría resultado
más clara. Pero, no es evidente que tal táctica habría sido más eficaz, y por
varias razones. La primera, es que la creación de tal reagrupamiento formal de
la oposición habría sido condenado y sancionado como fraccional por el CC… La
segunda, es que ni Trotsky ni los 46 consideraban oportuno proponer una
dirección alternativa; declaraban incluso no querer un cambio de composición de
la dirección. La tercera razón es que, de todas formas, la mayoría del BP, la
Troika secreta, se habría presentado como la garantía de la unidad del partido,
como la mejor representante de la vieja guardia y habría declarado que quería
también la democracia interna… salvo los grupos, fracciones, en definitiva,
todo lo que podía representar un peligro de escisión del partido. Para hacerse
un juicio sobre la actitud de Trotsky también hay que tener en cuenta el que
ningún dirigente de los 46 le criticó por su actitud. Al contrario.
LA MUERTE DE LENIN
La última intervención de Lenin en dirección al
partido remonta al primer trimestre de 1923. Su ausencia afectará duramente al
partido. Su muerte, el 21 de enero de 1924, sobreviene una semana después de la
derrota de la oposición. La ceremonia de despedida de los restos mortales será
altamente simbólica. Stalin se las arregla para impedir que Trotsky participe.
Mientras que Trotsky, por consejo de los médicos del Kremlin y del BP, estaba
en camino hacia el Sur, Stalin le comunica la noticia de la muerte de Lenin
transmitiéndole una fecha falsa de los funerales para convencerle de la
imposibilidad de dar marcha atrás en el camino para llegar a tiempo a Moscú.
Ausente Trotsky, es la ocasión para los miembros de la Troika de presentarse
como los únicos continuadores de Lenin. La forma de la ceremonia está
totalmente en contradicción con la voluntad de Lenin. La Troika, en efecto,
decide embalsamarle.
Es el comienzo de un culto del difunto que, con el
pretexto de proseguir su combate, lo desnaturaliza completamente e intenta
justificar todas las decisiones tácticas de la Troika (el discurso de Stalin en
el II congreso de los Soviets es totalmente edificante sobre esto, citado por
Deutscher en su “Stalin” p. 333).
Muerto Lenin, corresponde a su compañera a quien ha
remitido su texto sobre la composición de la dirección (redactado en dos
tiempos: diciembre 1922/enero 1923) y conocido como su “Testamento”, demandar
su publicación para el próximo congreso. En ausencia de Trotsky, el BP decide
no comunicar el texto, pero decide sin embargo hacerse respaldar por el CC que
precede al congreso de mayo de 1924. El texto es por tanto comunicado al CC.
Significa una bomba para sus miembros, que sin embargo están en gran medida
situados tras la Troika. Según un testigo de la escena, Zinoviev declaró
“Camaradas, cada palabra de Ilitch (Lenin) es ley para nosotros. Hemos jurado
hacer todo lo que Lenin moribundo nos ha ordenado hacer (…) Pero nos sentimos
felices al decir que, sobre un punto, los temores de Lenin se han revelado
infundados. Puedo apostar por nuestro secretario general” (Bajanov, citado por
Deutscher op.cit. p. 335). Se decidió a continuación, a pesar de una minoría
significativa (entre ellos la viuda de Lenin, Krupskaia), no comunicar el texto
al congreso. Habrá que esperar 60 años para que el público soviético pudiera
conocer por vías oficiales el contenido de dicho Testamento. Trotsky se calló
durante la discusión, no cree que la divulgación del texto podría cambiar la
situación.
CONCLUSIONES
LA ACTITUD DE LENIN Y TROTSKY FRENTE A LA
BUROCRATIZACIÓN
Antes de llegar a un análisis crítico de la actitud
de Trotsky en 1923, creo necesario recapitular sobre la actitud de Lenin en su
último combate. Éste decidió a finales de 1922-comienzos de 1923, como hemos
visto, montar una verdadera máquina de guerra para provocar la derrota de la
fracción estalinista y de sus aliados, sancionada por la expulsión de Stalin
del puesto de secretario general. Tiene previstas, por otra parte, una serie de
reformas de las instancias de dirección del partido y del Estado. En fin,
considera que Trotsky debe ocupar un lugar clave en la dirección del Estado obrero
(le propone convertirse en el vicepresidente del Consejo de Comisarios del
Pueblo, lo que llevaría normalmente a la presidencia en caso de desaparición de
Lenin).
En consecuencia, declara a la dirección del partido
que forma un bloque con Trotsky. Lenin hace esto tras haber revisado su actitud
en relación al reparto de tareas en el seno del Buró Político (papel
predominante de Stalin en ausencia de Lenin, gracias a su control sobre el buró
de organización) y de la dirección del Estado.
No deja de ser cierto sin embargo que fue Lenin
quien llevó a Stalin a los puestos que éste ocupa, lo que le ha permitido
constituir su fracción poniéndola en una serie de puestos clave. Hay que
recordar igualmente que Lenin obtuvo la prohibición de las fracciones y de las
tendencias en el X Congreso sin precisar su duración. Lenin no debe
naturalmente ser tenido a pesar de todo por responsable de la constitución y de
la consolidación de la fracción estalinista. En su último combate, Lenin puso
toda su energía en la lucha antiburocrática.
Stalin y el estalinismo constituyen la antítesis
del pensamiento y de la acción de Lenin. Trotsky, en varios textos muy fuertes,
vuelve de forma autocrítica sobre su pasado conciliador de antes de 1917 (ver
en particular Cahiers Léon Trotsky de junio de 1988) pero no añade su
actitud del primer semestre de 1923. Sin embargo creo que, en la primavera de
1923 también, dio equivocadamente, pruebas de conciliación hacia la fracción
estalinista y de sus aliados coyunturales (Kaménev-Zinoviev hasta 1925).
¿Habría permitido una actitud diferente cambiar el curso de la historia? Es muy
difícil responder afirmativamente a esta pregunta pero, no obstante, tengo la
convicción de que el combate de la oposición de 1923 habría sido indudablemente
más fuerte si Trotsky hubiera llevado a cabo una batalla abierta desde el
congreso de la primavera de 1923.
Lo que no vio durante el debate sobre la cuestión
georgiana de la primavera de 1923 (lo comprendió por el contrario en diciembre
de 1923), es que la Troika no retrocedía más que momentáneamente para mejor
reforzar su posición a continuación. En la primavera de 1923, Lenin era
partidario de un combate diferente, Trotsky lo sabía, pero no medía todo su
alcance. Lenin se negaba a un acuerdo con Stalin sobre la cuestión georgiana y
sobre otras cuestiones. Quería infligirle una derrota política completa
sancionada por una decisión organizativa: su destitución. Lenin había sabido,
en numerosos momentos decisivos de la historia del partido, zanjar organizativamente
problemas políticos. Trotsky no comprendió en ese momento este aspecto vital
del combate político.
¿Era posible la destitución de Stalin en ausencia
de Lenin? Difícil responder. Pero la batalla merecía que se llevara a cabo. Si
Stalin hubiera podido ser obligado a dimitir del puesto de secretario general,
la lucha antiburocrática se habría facilitado. No habría sido ganada sin
embargo pues Stalin (como puso en evidencia Trotsky más tarde) no era más que
la emanación y el portavoz de la capa burocrática que comenzaba a
estabilizarse, a cristalizarse en los poros de la sociedad soviética, del
Estado y del partido bolchevique desde el comienzos de los años 1920.
La lucha para extirpar el cáncer burocrático
implicaba cambios de conjunto comprendiendo una recuperación de la
autoactividad de las masas, un relanzamiento concomitante de los soviets (que
será propuesto por la Oposición Unificada en 1926-1927), la restauración del
derecho de tendencia en el Partido y el pluripartidismo. La destitución de
Stalin no habría constituido por tanto la salida de la lucha antiburocrática
pero habría representado un punto de inflexión favorable a ésta.
A partir de octubre de 1923, Trotsky rompe con la
actitud que adoptó anteriormente y se lanza con los 46 en la primera ofensiva
pública y concertada de cuadros clave del bolchevismo contra la burocracia en
el interior del partido, lo que Lenin no había podido hacer anteriormente. Los
artículos de Trotsky (ver Nuevo Curso) constituyen para el año 1923 la
mejor explicación de la burocratización y de lo que había que oponerle. Es
apoyándose sobre el Nuevo Curso de Trotsky como los 46 combaten y ganan una
influencia significativa en el partido. Tras la derrota de la Oposición en
enero de 1924, habrá que esperar dos preciosos años para que Trotsky recupere
la iniciativa de la lucha. Trotsky estuvo paralizado políticamente entre enero
de 1924 y finales de 1925 en un momento completamente crucial para el partido,
el momento en que progresan de forma importante las deformaciones burocráticas.
Estuvo paralizado políticamente en el sentido en que no toma la cabeza de una
batalla a la vez política y organizativa con el objetivo de intentar poner a
Stalin y sus aliados en minoría.
Políticamente paralizado, lo que no quiere decir que
ha dejado de reflexionar y de debatir con otros cuadros claves del partido que
comparten su oposición a la burocratización: al contrario, analiza paso a paso
ésta y manifiesta su oposición abiertamente en el BP (donde está completamente
aislado) y por cartas confidenciales a sus aliados. Por el contrario, considera
que no es posible recurrir a una batalla abierta en el partido y la
Internacional.
Es a partir de 1926 cuando Trotsky retoma el
combate de forma decisiva contra la burocracia termidoriana. Antes de que ésta
se lanzara a la colectivización forzosa y a una represión de masas que destruyó
físicamente al partido bolchevique, crea la oposición unificada.
Para concluir este estudio, me queda volver sobre
una de las lagunas de la comprensión que tenían los dirigentes bolcheviques de
los problemas de la transición en los primeros años de la revolución. He
evocado esta laguna ya en la introducción.
En los artículos de Trotsky, en las intervenciones
de los 46, igual que en los últimos textos de Lenin, la burocracia no es aún
percibida como un actor social y político independiente, a la vez secuela del
pasado zarista y producto de las condiciones particulares del desarrollo del
Estado obrero soviético. Era por supuesto, muy difícil a los protagonistas
predecir la función que iba a ocupar la burocracia. En 1923-1924, en los años
que siguieron, los opositores de izquierdas (Trotsky, Rakovsky, Preobrajensky,
Piatakov…) consideraban que la burocracia planteaba el riesgo, por la política
errónea que imponía al partido, de reforzar las fuerzas sociales que querían la
restauración del capitalismo, es decir los nepman, los kulaks, etc.
No comprendían que la burocracia tenía un objetivo
específico de monopolización del poder y de cristalización de sus privilegios
sin que esto implicara la restauración del capitalismo. Este error de
perspectiva (fácil de evidenciar retrospectivamente) explica en parte la
adhesión de Preobrajensky a Stalin en 1929 cuando éste, rompiendo con la NEP, dará
la impresión de volver a una política proletaria socialista.
Corresponde a Rakovsky y luego a Trotsky haber
comprendido progresivamente a partir de 1928 el lugar específico ocupado por la
burocratización en el Estado soviético. Corresponde a Trotsky y a los
militantes que compartieron ese combate hasta el final haber sabido llevar a
cabo una lucha indefectible contra la burocracia estalinista y haber producido
un análisis acabado de la degeneración del Estado obrero soviético (ver La
Revolución Traicionada). En el momento del balance, es completamente
fundamental subrayarlo.
El combate de León Trotsky, Rosa Luxemburg y la IV
internacional por la democracia socialista
El combate de L. Trotsky y de la Oposición de
Izquierdas constituye un aporte fundamental a la lucha por la democracia en la
transición al socialismo tanto desde el punto de vista práctico como desde el
punto de vista del análisis de los procesos de deriva dictatorial tras la toma
del poder. Sin una comprensión del proceso de degeneración, no se puede definir
una política para hacerle frente. Desde este punto de vista, el libro “La
revolución traicionada”, redactado por León Trotsky a mediados de los años 1930
constituye una herramienta indispensable.
Trotsky y la IV Internacional lucharon por una
verdadera revolución política en la URSS, una revolución que debía permitir a
las masas derrocar el poder de la burocracia y reconstituir órganos de poder
democráticos. Veamos a continuación extractos de uno de los textos esenciales
adoptados por la IV Internacional en su congreso de fundación (1938):
“La Unión Soviética ha salido de la revolución de
Octubre como un Estado obrero. La propiedad estatal de los medios de
producción, condición necesaria del desarrollo socialista, ha abierto la
posibilidad de un crecimiento rápido de las fuerzas productivas. El aparato del
Estado obrero, aislado, sufrió mientras tanto una completa degeneración,
transformándose de instrumento de la clase obrera, en instrumento de violencia
burocrática contra la clase obrera y en forma creciente, en instrumento de
sabotaje de la economía” (Programa de Transición, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1938/prog-trans.htm)
El texto contenía una serie de tareas y de
reivindicaciones para llevar a buen puerto la restauración de la democracia
socialista:
“El nuevo auge de la revolución en la U.R.S.S.
comenzará sin ninguna duda, bajo la bandera de la lucha contra la desigualdad
social y la opresión política.
¡ Abajo los privilegios de la burocracia!
¡ Abajo el stajanovismo!
¡ Abajo la aristocracia soviética con sus grados y
decoraciones!
¡Más igualdad en el salario de todas las formas de
trabajo!
(…)
La lucha por la libertad de los sindicatos y los
comités de fábrica, por la libertad de reunión y de prensa, se desarrollará en
lucha por el renacimiento y regeneración de la democracia soviética (…).
Es necesario devolver a los soviets no solamente su
libre forma, democrática, sino también su contenido de clase (…).
La democratización de los soviets es inconcebible
sin la legalización de los partidos soviéticos. Los obreros y los campesinos,
por sí mismos y por su libre sufragio decidirán qué partidos serán considerados
como partidos soviéticos”. (Programa de Transición, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1938/prog-trans.htm).
Para comprender este texto de 1938, hay que
recordar la destrucción de las conquistas de la revolución de octubre que
acababan de cometer Stalin y sus comparsas: colectivización forzada, agravación
de las condiciones de trabajo en las fábricas con el movimiento estajanovista,
aumento de las desigualdades, represión del derecho de expresión, represión y
control de los artistas, creación del gulag, condena y ejecución de los
dirigentes del Partido bolchevique de 1917, de los dirigentes de la
insurrección de octubre. De 1936 a 1938 se sucedieron 4 oleadas de procesos,
llamados “Procesos de Moscú”. Tres procesos concluyeron, bajo la orden de
Stalin y de su clan, con la condena de los principales dirigentes del partido.
Todos los nombres que figuran en este texto están concernidos: Zinoviev,
Kamenev, Smirnov, Piatakov, Radek, Bujarin, Rakovski, Preobrajenski, Antonov-Ovseenko,
Krestinski… La mayor parte fueron ejecutados. Y solo tuvieron derecho a un
proceso quienes, en algunos casos bajo la tortura, confesaron sus “traiciones”.
Centenas de miles de militantes o de personas consideradas como opositores
fueron ejecutadas con una bala en la cabeza sin otra forma de proceso.
El proceso de mayo-junio de 1937 apuntó a los
responsables militares soviéticos, entre ellos dirigentes del Ejército Rojo de
la guerra civil (Mijail Tujachevski, mariscal y vicecomisario de Defensa, Iona
Yakir, Comandante de la región militar de Kiev, por ejemplo). Como consecuencia
de este proceso, el Ejército Rojo quedó decapitado justo antes de la Segunda
Guerra Mundial.
Trotsky fue asesinado por un agente de Stalin en
agosto de 1940 en México.
El combate por la democracia y la cultura en el
arte
El Manifiesto por un Arte Revolucionario
Independiente (redactado en julio del 1938 por André Breton y León Trotsky, firmado para
su publicación por André Breton y el pintor mexicano Diego Rivera) constituye
igualmente una referencia de una gran actualidad:
“El verdadero arte, es decir aquel que no se
satisface con las variaciones sobre modelos establecidos, sino que se esfuerza
por expresar las necesidades íntimas del hombre y de la humanidad actuales, no
puede dejar de ser revolucionario, es decir, no puede sino aspirar a una
reconstrucción completa y radical de la sociedad, aunque sólo sea para liberar
la creación intelectual de las cadenas que la atan y permitir a la humanidad
entera elevarse a las alturas que sólo genios solitarios habían alcanzado en el
pasado. Al mismo tiempo, reconocemos que únicamente una revolución social puede
abrir el camino a una nueva cultura
(…)
Reconocemos, naturalmente, al Estado revolucionario
el derecho de defenderse de la reacción burguesa, incluso cuando se cubre con
el manto de la ciencia o del arte. Pero entre esas medidas impuestas y
transitorias de autodefensa revolucionaria y la pretensión de ejercer una
dirección sobre la creación intelectual de la sociedad, media un abismo. Si
para desarrollar las fuerzas productivas materiales, la revolución tiene que
erigir un régimen socialista de plan centralizado, en lo que respecta a la
creación intelectual debe desde el mismo comienzo establecer y garantizar un
régimen anarquista de libertad individual. ¡Ninguna autoridad, ninguna
coacción, ni el menor rastro de mando! Las diversas asociaciones de hombres de
ciencia y los grupos colectivos de artistas se dedicarán a resolver tareas que
nunca habrán sido tan grandiosas, pueden surgir y desplegar un trabajo fecundo
fundado únicamente en una libre amistad creadora, sin la menor coacción
exterior.
De cuanto se ha dicho, se deduce claramente que, al
defender la libertad de la creación, no pretendemos en manera alguna justificar
la indiferencia política y que está lejos de nuestro ánimo querer resucitar un
pretendido arte "puro" que ordinariamente está al servicio de los más
impuros fines de la reacción”. (http://www.aporrea.org/ideologia/a214701.html)
Efectivamente, es necesario afirmar la libertad del
artista para evitar toda pretensión del Estado revolucionario o de una
vanguardia revolucionaria de regentar la creación cultural antes o después de
la ruptura con el capitalismo.
La democracia socialista, pluralista y viva
El Manifiesto adoptado por el 13º Congreso Mundial
de la IV Internacional (febrero 1991) contiene una presentación sintética de la
cuestión de la democracia en la fase que sigue a la revolución: “La democracia
socialista, pluralista y viva, la libre confrontación de las diferentes
alternativas entre diferentes prioridades, la independencia de las
organizaciones políticas y sociales respecto al aparato del Estado, no son un
lujo reservado a los países más ricos, que los países más pobres deberían
remitir a tiempos mejores. Constituyen, para toda revolución socialista, una
exigencia funcional, a fin de controlar las contradicciones de la economía,
reducir las desproporciones, dominar las injusticias, sacar de la conciencia
colectiva los medios para vencer las dificultades. Derechos civiles y sociales
del hombre y de la mujer, Estado de derecho, democracia política sin
restricciones, democracia de los productores asociados, planificación
democráticamente centralizada, recursos necesarios pero limitados a los
mecanismos del mercado, y autogestión se completan necesariamente en la
construcción de una sociedad socialista. Un solo eslabón que falte basta para
la perversión del conjunto” (Folleto de la IV Internacional, París 1993).
Este texto de la IV Internacional de 1991 así como
las posiciones de León Trotsky a partir de finales de los años 1920 son un eco
de las posiciones adoptadas desde 1918 por la revolucionaria polaca Rosa
Luxemburg, que había advertido a los bolcheviques contra ciertas medidas de
restricción de la libertad de expresión: “es un hecho evidente e
incontrovertible que sin una prensa libre y sin obstáculos, sin una libertad
ilimitada de asociación y de reunión, resulta impensable el dominio de las
amplias masas populares”.
“La libertad solo para los partidarios del
gobierno, solo para los miembros de un partido -por numerosos que sean- no es
la libertad. La libertad es siempre al menos la libertad de quien piensa
diferente. No en virtud del fanatismo de la “justicia” sino porque todo lo que
libertad implica de instructivo, de saludable y de purificador depende de este
principio y deja de ser eficaz cuando la “libertad” se convierte en un
privilegio”
“Si se ahoga la vida política en todo el país, la
parálisis gana obligatoriamente la vida en los soviets. Sin elecciones
generales, sin una libertad de prensa y de reunión ilimitada, sin una lucha de
opinión libre, la vida se apaga en todas las instituciones públicas, vegeta, y
la burocracia se convierte en el único elemento activo”. (Rosa Luxemburg: La
revolución rusa 1918. https://www.marxists.org/espanol/luxem/11Larevolucionrusa_0.pdf)
Trotsky llevó a cabo una lucha sin tregua contra la
degeneración de la Unión Soviética. Puso en ella todas sus fuerzas y lo pagó
con su vida en agosto de 1940. Trotsky impulsó un combate de un valor
inestimable. Las propuestas y las reivindicaciones que planteó para regenerar
la transición al socialismo constituyen una fuente de inspiración irremplazable
para todas las personas que no bajan los brazos y están dispuestas a proseguir
el combate por la revolución eco-socialista.
Traducción: Alberto Nadal
Publicado en la revista Lutte de Classe
editada por la Fundación Léon Lesoil en Bélgica. Revista nº2 de febrero de
1990. Este texto se publica por primera vez en castellano. Este estudio fue
realizado para un curso de formación de militantes presentado en el verano de
1989. Ha sido publicado en francés el 21 de enero de 2016 con ocasión del 92
aniversario de la muerte de Lenin (véase: http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article37007
). La última parte del texto, titulada “El combate de León Trotsky, de Rosa
Luxemburg y de la IV Internacional por la democracia socialista” ha sido
añadido en 2017.
Notas
1/ Para una presentación del tratado de Brets-Litovsk:
https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Brest-Litovsk
2/ Según Isaac Deutscher (t.3 p. 131) en enero de
1923, Trotsky propone un proyecto de reorganización del CC y de sus diversos
órganos.
3/ A partir de esta fecha -diciembre de 1923- es
cuando se puede considerar que Bujarin (responsable del Pravda y pronto miembro
titular del BP reemplazando a Lenin), abandonó sus posiciones críticas y se
situó en el campo de Stalin, donde permanecerá hasta finales de los años 1920.
A finales de 1925, contactará con Trotsky para sumarle al bloque que acaba de
realizar con Stalin tras la ruptura de la Troika y primer envío de Zinoviev y
Kamenev a la oposición. En su carta a Trotsky, dirá que no se puede impedir
temblar cuando piensa en los métodos burocráticos y arbitrarios que prevalecen
en el partido. Trotsky le responderá con un rechazo absoluto, tras haberle
recordado que él, Bujarin, es corresponsable del régimen interior consolidado
en la ofensiva contra la oposición de 1923. Bujarin mantuvo sin embargo su
alianza con Stalin (ver carta de Trotsky en Cahier L. Trotsky - juin 1988).
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Boukharine (9.1.1926), in Cahiers Léon Trotsky
- See
more at: http://vientosur.info/spip.php?article12143#sthash.Nt7tJoWX.dpuf
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