25/01/2017
Cada vez es más evidente que el mito de la
democracia “representativa” o “democracia delegativa” como la llaman algunos,
se encuentra en estado de descomposición avanzada.
Dicha democracia consiste en que periódicamente los
ciudadanos son convocados a elegir entre distintos nombres que figuran en las
boletas electorales y optan por quienes creen –previo lavado de cerebro sufrido
durante la campaña electoral– que serán las personas que representarán mejor
sus intereses y opiniones, delegando en ellos –sin limitación ni control
posterior algunos– el poder de decidir sobre todo lo que puede afectar de una
manera u otra su propia existencia.
El voto ciudadano sufre el condicionamiento de la
propaganda electoral vehiculizada por los oligopolios mediáticos gubernamentales
o al servicio de los sectores de la burguesía opositores al gobierno de turno,
medios donde las propuestas alternativas de algunos movimientos de izquierda
prácticamente no aparecen.
Y el resultado electoral está también con
frecuencia contaminado por la compra de votos y/u otras formas de fraude. No
pocos ciudadanos pobres no se sienten en absoluto motivados para votar y
tienden a abstenerse.
Hasta que aparece una motivación cuando se les
propone que voten por determinado candidato a cambio de dinero o de un bono
para hacer compras en un supermercado. Votando saben que no incidirán en
absoluto sobre las políticas del futuro gobierno, pero por lo menos monetizando
su voto podrán llenar una vez, aunque sea parcialmente, el carrito del
supermercado.
Por regla general, los elegidos harán lo
contrario de lo que prometieron. Porque –como piensan los políticos
profesionales y algunos lo dicen de viva voz– una cosa es hacer campaña
electoral y otra muy distinta es gobernar.
Hace ya unos cuantos años que muchos
ciudadanos han dejado de creer en este sistema y lo manifiestan absteniéndose
de votar (las cifras de abstencionistas son cada vez más altas en todo el
mundo) o declarando muy mayoritariamente en distintas encuestas su total
desconfianza en los políticos y en los partidos políticos en general.
Esto último se refleja también en la caída vertical del número de afiliados a
los partidos de todas las tendencias.
Como sustituto a la partidocracia surgen
movimientos heteróclitos de “indignados” que terminan extinguiéndose o se
organizan más o menos “horizontalmente” sin reglas o con reglas más o menos
informales. Y pueden desembocar en un partido, como es el caso de Podemos en
España. La “horizontalidad” y la falta de reglas formales de funcionamiento
claramente establecidas conduce a que el liderazgo lo asuman, con un consenso
implícito mayoritario o unánime, los que se expresan y comunican mejor. Es el
caso de Pablo Iglesias, diplomado en ciencias Políticas y en Derecho, con
estudios realizados en España y en otros países europeos, profesor en España y
animador de emisiones de TV. El resultado es que el “horizontalismo” inicial se
ha convertido en verticalismo de hecho. Y los disconformes con tal giro y con
sus consecuencias políticas no tienen otra alternativa que buscar la puerta de
salida. Como ocurre en la partidocracia tradicional.
La conclusión se impone: hacen falta reglas claras
formalmente establecidas que incluyan mandatos cortos, rotación de los
dirigentes, revocación en cualquier momento, etc.
Otro elemento que muestra la progresiva degradación
de la democracia representativa es el análisis de la composición social de los
parlamentos –la supuesta “representación popular”– donde nunca estuvieron
representadas las clases populares, y en particular los trabajadores, en
proporción a su peso demográfico. Y en los últimos decenios la curva de dicha
representación es descendente hasta ser actualmente, en lo que se refiere a los
trabajadores, casi nula. Las tasas más altas correspondieron, en algunos
países, a los períodos en que los Partidos Comunistas tenían una bancada
parlamentaria numerosa que incluía a muchos trabajadores y en que los partidos
socialdemócratas tenían en sus filas una proporción relativamente alta de
trabajadores, lo que se reflejaba parcialmente en su representación
parlamentaria.
Ahora los Partidos Comunistas están reducidos a la
mínima expresión y ha culminado el divorcio entre los partidos socialdemócratas
y las clases trabajadoras.
Por ejemplo en Francia, en la primera Asamblea
Nacional de la posguerra, donde el partido Comunista tenía 150 diputados sobre
522, los obreros y empleados representaban el 18,8% de los diputados, la tasa
más alta desde la creación de la Asamblea Nacional en 1871. Ya en 1958 esa tasa
había disminuido al 4%, en 1967 subió al 9% y en 2012 era del 2%.
Mientras que en la sociedad francesa los obreros y
empleados constituyen casi el 50% de la población activa [1].
Alrededor del 80% de los diputados franceses
que entraron al Parlamento en 2007 y 2012 venían de las categorías superiores
de la población (industriales, jefes de empresas, profesiones liberales,
cuadros superiores, etc.) categorías que constituyen entre el 13 y el 14% de la
población [2].
En el Parlamento Europeo sobre 766 diputados el
0,4% son obreros y el 1,4% empleados (http: //geopolis.francetvinfo.
fr/qui-sont-les-766-deputes- europeens-26227).
En Argentina, el pico más alto de presencia obrera
en la Cámara de Diputados se alcanzó en 1973 con el 6,7% y en 2010 era del 1
por ciento ( http://www.icso.cl/images/Paperss/decimo.pdf ).
Un cuadro estadístico, tomado de encuestas
realizadas por el Instituto de Investigación de las elites parlamentarias de la
Universidad de Salamanca, proporciona los siguientes datos del porcentaje de
diputados de origen obrero o artesano en algunos países de América Latina:
Argentina 2,2%; Bolivia 11,2; Chile 4,6; Uruguay 8,3 y Brasil 0,8% [3].
En España, el 95% de los diputados electos en los
comicios del 20 de diciembre de 2015 tienen nivel universitario (Partido
Popular 99%, PSOE 96%, Podemos 88%, Ciudadanos 93% y otros llegan al 100%).
Información publicada en El País (España), pág. 19, el 27/12/2015.
Se puede decir entonces que la tasa de
representación de las capas socio-económicas en los parlamentos está invertida
con relación a la realidad social.
Dicho de otra manera, las capas sociales más ricas
y menos numerosas están sobrerrepresentadas y las más modestas y numerosas
están subrrepresentadas.
Hay pues, para el ejercicio de la función
parlamentaria, un proceso de reclutamiento selectivo y de clase que pasa por
las instancias políticas (tanto de derecha como de izquierda) y por los grupos
corporativos económicamente más fuertes.
Cuando a mediados de enero de 2016 se inauguraron
las sesiones del Parlamento español, los diputados de Podemos que, como los de
los otros partidos, son muy mayoritariamente de extracción burguesa, se
presentaron con vestimentas marcadamente “negligés”, lo que suscitó
muchos comentarios en los medios de comunicación. Este episodio dio
lugar a que Iñigo Errejón, alto dirigente de Podemos declarara que "el
parlamento que vimos ayer se parece más a España y esto es una buena noticia
para la democracia española". Típica interpretación populista de la
democracia.
Cada vez aparece más claro que en las condiciones
del capitalismo contemporáneo, monopolista e imperialista y en estado de crisis
permanente, no ha quedado espacio alguno para la participación popular en las
decisiones, pues las instituciones estatales e interestatales son totalmente
funcionales a la reproducción y preservación del sistema.
George Monbiot, en una nota publicada en The
Guardian el 15 de abril de 2016, (El neoliberalismo, la ideología en la raíz de
todos nuestros problemas), escribe:
« Quizás el efecto más peligroso del neoliberalismo
no es la crisis económica que ha causado, sino la crisis política. A medida que
se reduce el dominio del Estado, nuestra capacidad de cambiar el curso de
nuestras vidas a través del voto también se reduce. En cambio, la teoría
neoliberal afirma que la gente puede ejercer su derecho a elegir a través del
gasto. Pero algunos tienen más dinero para gastar que otros: en el mundo del
consumo o democracia de los accionistas, los votos no están distribuidos de
manera equitativa. El resultado es una pérdida de poder de los pobres y de las
clases medias. A medida que los partidos de la vieja izquierda y los de derecha
adoptan políticas neoliberales similares, la pérdida de poder se convierte en
privación de derechos. Un gran número de personas han sido excluidos de la
política ».
La capitulación del gobierno Tsipras, que
violó el mandato popular recibido en las elecciones, mandato confirmado en el
referéndum por una amplia mayoría [4], es la prueba más flagrante de que la
llamada “democracia representativa o delegativa” e incluso una supuesta forma
de democracia directa como es el referéndum, se encuentran en estado de
descomposición avanzada.
En cuanto al referéndum, decimos “supuesta forma de
democracia directa” porque en los referendos el pueblo vota pero no decide.
Algo similar a lo ocurrido en Grecia aconteció en Francia en 2005: la mayoría
rechazó por referéndum la adhesión al Tratado estableciendo una Constitución
europea pero el Gobierno hizo aprobar el Tratado de Lisboa por vía
parlamentaria en 2008.
El Gobierno griego capituló ante un chantaje del
más puro estilo mafioso [5] ejercido por la Eurozona en el interés exclusivo
del capital financiero internacional. El Gobierno griego y las instituciones
europeas con poder decisorio ignoraron totalmente la voluntad expresada por la
mayoría del pueblo griego en las elecciones y en el referéndum y están en
camino de convertir a Grecia en una colonia del capital financiero y de las
grandes potencias.
Quedó claramente demostrado quién tiene el poder
real en las tomas de decisiones: el gran capital y las instituciones políticas
a su servicio y no la ciudadanía.
Esta forma tan brutal de enterrar el mito de
la democracia representativa despertó múltiples reacciones adversas y
diferentes interpretaciones.
Una de dichas interpretaciones es que este episodio
puso crudamente de manifiesto que la Unión Europea, los Gobiernos que la
componen y las instituciones que, dentro de ella, tienen el poder de decisión,
no representan a los pueblos de Europa sino al gran capital. Lo que algunos
llaman púdicamente “déficit democrático” de la Unión Europea [6].
Notas
[1] De quel milieu social viennent les
députés? Observatoire des inegalités, 2013.
Cabe agregar que hace decenios buena parte de los
principales dirigentes del PC francés eran de origen obrero. Actualmente
no hay trabajadores entre sus cuadros dirigentes ni ocupando cargos
electivos en representación del PC. Véase en Le Monde Diplomatique de
enero de 2015, Comment un appareil s’éloigne de sa base.
[2] Daniel Gaxie, Questionner la
répresentation politique. Université de Paris I, Centre Européen de Sociologie
et Science, en Savoir/Agir. Nº 31, mars 2015.
[3] Constanza Moreira, Entre la
protesta y el compromiso. La izquierda en el gobierno. Editorial Trilce,
Uruguay. 2009. pág. 117.
[4] Tsipras interpretó abusivamente que la mayoría
del pueblo griego se había pronunciado a favor del permanecer en la Eurozona.
[5] La actuación de las potencias europeas no
es sólo mafiosa sino criminal. Además de explotar desde hace siglos sin
consideración alguna por sus habitantes y por el ecosistema los recursos
naturales de África, han emprendido guerras de agresión junto con Estados
Unidos
contra países de dicho continente y de Cercano
Oriente y promovido luchas interétnicas que han llevado a la desintegración de
algunos de dichos países, con el resultado del surgimiento de DAESH, una
fuerza poderosamente armada que se ha sumado a otros grupos terroristas en la
región que controlan un enorme territorio. Y que cuentan con la virtual
pasividad de las potencias occidentales, cuando no con su amplio apoyo
logístico como supuestos “rebeldes moderados”. El resultado es un caos
generalizado en la región con centenares de miles de muertos y millones de
desplazados, muchos de los cuales tratan de llegar a Europa, pereciendo
ahogados miles de ellos en el Mediterráneo, ante la indiferencia de la Unión
Europea, cuya preocupación principal es tratar de impedirles hacer pie en
Europa. Y los que logran entrar en Europa son tratados la mayoría de las veces
peor que el ganado.
[6] El Parlamento Europeo, que tiene alguna
representatividad pero muy poco poder, está bajo la estrecha vigilancia de la
Comisión Europea. Escribe un periodista español:
Se ha conocido una arbitrariedad fascistoide de la
Comisión Europea con los diputados del Europarlamento y el tratado libre
comercio e inversión (TTIP) que negocian muy en secreto la Unión Europea y
Estados Unidos. ¡La UE sólo permite a los eurodiputados leer dos horas el texto
negociado del tratado! Para mayor desgracia, prohíbe a los europarlamentarios
hablar con nadie del mismo. El corto tiempo de lectura del oscuro tratado ha de
ser en una sala segura, sin grabadoras, magnetófonos ni otros dispositivos
electrónicos. Ni siquiera papel y bolígrafo y bajo vigilancia. No sabemos si
los vigilantes van armados, pero sí que los legítimos representantes de
ciudadanos y ciudadanas europeos reciben el trato de sospechosos de un delito.
(Xavier Caño Tamayo, Impedir el tratado entre Estados Unidos y Europa, CCS –
Centro de Colaboraciones Solidarias, 20/03/15).
Esta situación, realmente grotesca, la hemos podido
confirmar con un miembro del Parlamento Europeo.
http://www.alainet.org/es/articulo/183091
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