CÓMO LA PRIVATIZACIÓN DE LA PRESIDENCIA POR UN BILLONARIO AFECTARÁ
NUESTROS ALIMENTOS
Ahna Kruzic, Eric Holt-Giménez
ALAI AMLATINA, 26/01/2017.- Donald
Trump es monumentalmente deplorable. Pero ese no es el asunto – el asunto
es la crisis política y económica que posibilitó su elección. Hemos tenido muchas crisis desde el 2008, pero nos debemos preguntar:
¿qué significa esta crisis? Desaprovechar una crisis sería
terrible. Estados Unidos – una de las primeras democracias liberales – fue
fundada por una élite colonial que en un principio dirigió directamente la
nueva república. Con el tiempo, traspasó la dirección del estado a
políticos profesionales. Mientras que la misión de la clase de políticos
profesionales es representar a los ciudadanos estadounidenses democráticamente,
su trabajo es mediar las contradicciones entre los intereses empresariales de
la élite y las necesidades del 99.9% del país. La presidencia de Trump es
una señal fuerte de que este arreglo ya no está funcionando.
Las últimas décadas de neoliberalismo han expuesto el lado oscuro de la
democracia liberal, destruyendo no solo economías locales, sino también la
legitimidad social de tanto el Partido Demócrata como el Republicano. Uno de los miembros de la clase gobernante con menos experiencia
política (y financieramente cuestionable), llenó el vacío de liderazgo político
a base de puras bravatas. A pesar de que los gabinetes presidenciales
típicamente han sido una puerta giratoria entre empresarios y políticos, la
riqueza del actual gabinete es mayor al de una tercera parte de todos los
estadounidenses, indicando que Trump está privatizando la presidencia bajo el
manejo directo de billonarios.
El
control directo de los billonarios refleja el quiebre general del modelo
político que ha manejado al capitalismo durante los últimos 200 años. La
captura billonaria de la Casa Blanca no es reflejo del poder de la élite, sino
de su debilidad. Esto no significa que no sean poderosos fanfarrones – Trump es
bueno en eso, pero Trump representa una ruptura entre las élites, no su
consolidación. Podemos esperar que Trump y su gabinete clientelista
continúen con el neoliberalismo y busquen ventajas competitivas ante su competencia
– otra cosa para la cual son buenos. Pero Trump y Compañía no son buenos
manejando la misión de la democracia y manteniendo a las masas calladas
mientras las élites corporativas saquean la economía. Nos esperan tiempos de
mucho enojo, nativismo, intolerancia, y ataques a chivos expiatorios mientras
que el “neoliberalismo clientelista” sigue empujando nuestros sistemas
alimentarias, ambientales, de salud, vivienda, trabajo y energía al límite
extremo. El sistema alimentario jugará un papel especial en este drama
histórico porque la manera en la que producimos y consumimos determina en gran
medida cómo está organizada nuestra sociedad. Sin embargo, la manera en la
que nos organizamos social y políticamente también puede determinar cómo
producimos y consumimos nuestros alimentos. Las implicaciones de esto son
profundas: nuestros sistemas alimentarios son puntos claves para la
transformación sistémica social, política y económica. Nuestro sistema
alimentario está en disputa porque:
· Con Trump en el poder, Monsanto y Bayer ya
están esperando que se apruebe la fusión más grande de agronegocios en la
historia. Esta fusión les daría el control de una
tercera parte del mercado global de semillas y una cuarta parte del mercado
global de pesticidas. Cuando lo hagan, Syngenta, DuPont, Dow y ChemChina
también buscarán fusiones.
· Sonny Perdue, el nuevo Ministro de
Agricultura y ex gobernador de Georgia, estará a cargo del desmantelamiento de
los programas de nutrición, asistencia alimentaria y seguridad alimentaria
comunitaria. Perdue es un mercantilista, fan de la antigua Confederación de
Sur, y el político predilecto de la industria avícola. Se espera que
protegerá los arreglos feudales entre proveedores como Perdue Farms (ninguna
relación) y Tyson Foods con los productores de cerdo y pollo que están
quebrando bajo contratos corporativos.
· Una tercera parte de los 5 millones de
trabajadores del campo en Estados Unidos son indocumentados, al igual que la mayoría de los trabajadores mal pagados de las
procesadoras y los restaurantes. Estos trabajadores se están preparando para
resistir las políticas de deportación masiva que Trump ha prometido.
· Desde la semilla hasta la mesa, el sistema
alimentario enfrentará intentos de intensificación y consolidación corporativa
bajo Trump. La nanotecnología y la biología sintética han sobrepasado las
tecnologías originales de modificación genética de semillas por años luz,
permitiendo la manipulación directa del ADN sin tener que recurrir a transferencias
genéticas caras e inexactas. Uno puede descargar un “mapa genético” del
Internet y manipular el ADN directamente, cambiando su secuencia metabólica
para expresar cualquier característica fenotípica, no solo para producir
semillas, sino para crear cualquier tipo de forma de vida.
· Las corporaciones están invirtiendo en la
“agricultura digital,” la cual genera cantidades masivas de información sobre
el ambiente, el clima, el suelo y los cultivos. Esta información es
registrada cuidadosamente vía satélite y después es analizada y vendida a los
agricultores. Todas las corporaciones grandes en la cadena alimentaria,
desde Monsanto, John Deere y Cargill, hasta Nestlé, Wal-Mart y Amazon están
usando estos sistemas de información de datos masivos.
· El control integrado de información
genética y ambiental aumenta la tendencia de consolidación corporativa y de
tierras. Amazon, quien está en guerra abierta con el
modelo de Wal-Mart, planea vender alimentos a través de centros de suministro
gigantes que distribuirán comida con taxis y drones que entregarán alimentos
desde grandes “globos dirigibles de comida.” Sus tiendas nuevas llamadas Amazon
Go serán totalmente automatizadas, permitiendo al consumidor caminar a
través de la tienda escogiendo artículos y salirse sin tener que pasar por un
cajero. Una aplicación telefónica registrará las compras y cobrará a la tarjeta
de crédito (y decían que es importante crear nuevos empleos…).
· Toda la presión financiera y estructural de
este sector multitrillonario nos lleva a aun mayores sistemas de producción.
Las semillas, insumos, maquinas, financiamiento, seguros, e información masiva
son diseñadas para producir cada vez mas productos uniformes para los
distribuidores, que son monopolios que están cada día más grandes y
concentrados. Para poder participar en las nuevas cadenas productivas de
alimentos, los productores necesitarán nuevos financiamientos. ¿De dónde
sacarán el dinero? De la tierra.
· Los bancos ahora ofrecen talleres para
asesorar a los productores sobre la venta y finaciarización de la tierra como
una medida empresarial para recapitalizar su negocio. El valor de cambio de la tierra agrícola en EEUU está sobrepasando su
valor de uso, convirtiéndose en algo como “oro con cosecha.”
Ahora es momento de que el movimiento alimentario entienda la llegada de
Trump al poder como un reflejo de lo que está mal con nuestro sistema económico
y político. Sí, Donald Trump es un
asalto atroz a los derechos humanos y a la mínima decencia – pero el problema
no es él. El problema es el sistema que permitió que llegue Donald Trump y
otros como él y que siga trabajando a favor de sus intereses. Como
movimiento alimentario debemos evaluar las formas en las que nuestras luchas por
la seguridad alimentaria, por la soberanía económica local, y por la justicia
alimentaria, racial y agrícola están conectadas estructuralmente dentro del
sistema alimentario capitalista. Este sistema no está roto – está funcionando
justamente como debe funcionar: consolida la riqueza y el poder y transfiere
los costos económicos y ambientales a la sociedad. Bajo la administración
de Trump tenemos una oportunidad profunda para reflexionar y para luchar no
solo por tener más mercados campesinos, seguridad alimentaria, igualdad racial,
y justicia agrícola – sino que debemos trabajar juntos para la transformación
alimentaria y para la construcción de un sistema completamente distinto que
sirva a los trabajadores, agricultores, mujeres, personas de Color, y demás.
Tendremos
que pelear las mismas batallas que siempre hemos peleado pero bajo
circunstancias nuevas. Las viejas formas de hacer las cosas, incluyendo
las peticiones, cartas firmadas, esfuerzos vinculando granjas y escuelas,
huertos comunitarios y otras alternativas, no funcionan si están aisladas – ni
cuando la élite corporativa está no solo representada en nuestro sistema
político sino que se está convirtiendo en nuestro sistema política y económico
en sí.
Cuarenta
y cinco por ciento de los votantes escogieron no participar en un sistema
electoral que sienten no aborda sus realidades. ¿En qué momento
estamos cuando tanto la clase política y como las élites han perdido su
legitimidad social? Es momento de unir esfuerzos para construir un sistema
nuevo.
Food
First/Institute for Food and Development Policy, 20 de enero 2017. https://foodfirst.org/beyondtrump/.
URL de
este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/183118
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