02-03-2017
La
declaración de Pedro Pablo Kuczynski luego de su entrevista con el nuevo
inquilino de la Casa Blanca, -“América Latina es como un perro simpático para
EE.UU- resiste dos interpretaciones. Ninguna de ellas es buena, ni se ajusta a
la verdad. Veamos.
La primera manera de leer este breve texto, nos
lleva a suponer que para PPK, el sub continente es una animal amaestrado, dócil
y fiel a los Estados Unidos, que juega el papel de amo en esta historia.
Esta visión, es insolente y, además, inaceptable no
sólo por su carácter, sino porque, adicionalmente, provendría del Jefe de
Estado de un país latinoamericano formalmente independiente y soberano, que
tiene historia, cultura, tradición de lucha, hombres notables e insobornable
futuro.
La otra versión es menos agresiva, aunque también
indigna. Supone que para ese país -Gringolandia- sus autoridades y su
gobierno, América Latina asoma como un perro simpático. Nos ven como un animal
casero, domestico, inofensivo y bonachón, siempre fiel; que nunca se alzara,
porque está convencido que ellos, son “el amo”.
Tampoco se justifica esta infeliz manera de ver la
cosa, atribuible, quizá, al “humor inglés” que suele usar el mandatario
peruano, y que muy pocos aseguran comprender.
Y tal vez ocurra eso porque la declaración deriva
de una conversación con Donald Trump, un Presidente que se vanagloria de su
ignorancia y que no conoce de la misa a la media acerca de lo que ocurre al sur
de Río Bravo, el límite no sólo geográfico, sino también intelectual de sus
conocimientos.
Este Presidente yanqui, por lo pronto, sí parece
dispuesto a “soltarle los perros” no los “simpáticos” precisamente, sino
los más agresivos, al gobierno bolivariano de Venezuela. Y en eso, sí que
coincide con Kuczynski, ¡cuidado!
Estados Unidos es una gran potencia situada al
norte de nuestro continente y que juega el papel de “fuerza dominante”, hasta
hoy, en buena parte de nuestro suelo, y del mundo.
Compró Alaska, al antiguo Imperio de los Zares, se
anexó a sangre y fuego importantes territorios de México hasta cercenar el
país, invadió -con su infantería de marina casi todo Centro América y el
Caribe, e impuso en varios países gobiernos abyectos, como Batista, Somoza,
Duvalier, o Rafael Leonidas Trujillo.
Incluso más al sur, en Colombia, Venezuela,
Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Brasil y otros; favoreció regímenes -y los
mantuvo- que observaron una práctica servil y obsecuente, con la sola condición
que fueran -ellos sí– perros cancerberos de sus intereses: Rojas Pinilla, Pérez
Jiménez o Alfredo Strossner, las más “brillantes” estrellas de ese firmamento.
Pero en todos los casos, esa es una historia del
pasado, que hay que recordarla, no para negarla; sino para que no se repita
nunca.
Hasta los años 50 del siglo pasado, América Latina
fue apenas, una enorme despensa -un simple granero- en las que se hallaban las
grandes reservas de los monopolios yanquis. Allí tenían una fuente segura para
el manejo de sus recursos.
En ese periodo, hubo luchas heroicas libradas por
hombres valerosos que tejieron leyenda. Se puede contar, entre ellos, a Doroteo
Arango – más conocido como Pancho Villa- y a Emiliano Zapata; pero también a
José Martí, el Apóstol de la Independencia de Cuba y faro cimero del
pensamiento continental; y Augusto C. Sandino, el primero que derrotó a los
yanquis al frente de su “Pequeño Ejército Loco”.
Y a muchos pensadores de nuestro continente, como
José Antonio Mella, Aníbal Ponce o José Carlos Mariátegui.
Desde el pensamiento y la pluma de estos hombres,
América comenzó a actuar de modo independiente. Y a percibir que era cierto el
sueño de Bolívar: construir la Patria Grande a partir de la unidad de los
pueblos de todo el continente.
A partir de la Revolución Cubana, el sub continente
pasó a ser un verdadero campo de batalla en el que los pueblos libraron duras
luchas para recuperar sus riquezas materiales, y su dignidad.
Y es que la experiencia de la Sierra Maestra sirvió
para demostrar que también en esta parte del mundo, era posible acabar con el
dominio del Imperio y forjar un nuevo orden, más humano y más justo.
A partir de Cuba en este inmenso escenario
continental marcharon dos procesos en sentido contrario.
Uno liberador, encabezado inicialmente por Juan
Velasco Alvarado, Salvador Allende y Juan José Torres; que se complementaria
luego con la gesta emancipadora bolivariana liderada por Hugo Rafael Chávez, y
que vive hoy -y lucha- en la conciencia de millones de hombres y mujeres de
todo el continente..
Y el otro, reaccionario, urdido a espaldas de los
pueblos, y orientado a exterminarlos. A la cabeza de él, Augusto Pinochet,
Jorge Videla y Alberto Fujimori, ocuparon los sitiales más prominentes, para
concluir sus administraciones en trágicos baños de crueldad y de muerte.
La liberación de los pueblos de nuestro continente,
está hoy en juego. Puede sufrir –y de hecho, ha sufrido ya- contrastes y
pérdidas, pero su ascenso a la victoria resulta inexorable. La historia no se
detiene, ni retrocede jamás.
En todos los casos, asciende “en espiral”
–como decía el viejo Marx-, pero avanza siempre, del mismo modo que avanza la
ciencia, la tecnología, el conocimiento humano.
Por eso es infeliz, la expresión de Kuczynski,
quien ha dedicado también una parte de su vida, al cuidado de perros. Él sabe
que ellos son fieles; pero también, son nobles.
Es posible que el señor Trump -que quizá ni se
enteró de lo dicho por el señor Kuczynski- ignore esto último, porque
finalmente los perros no dedican sus vidas a acumular inmensas fortunas
explotando a sus semejantes.
En todo caso, es mejor poner cada cosa en su lugar:
los perros son los perros y los países son los países. En inglés, o en
castellano, es igual.
Gustavo
Espinoza M, miembro del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe
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