Francisco Louçã
Miércoles 2 de septiembre de 2015
Portugal es el país europeo
con mayor inversión china en el último año y el cuarto en valor absoluto entre
2000 y 2014, sólo superado por Alemania, Inglaterra y Francia (gráfico 1). Si
se concreta la venta de Novo Banco a una empresa china, obtendrá el récord en
inversión por segundo año consecutivo. Puede que no suceda, porque el BCE está
presionando al Banco de Portugal para que se aleje de los competidores chinos.
En cualquier caso, todo esto
son pésimas noticias. Porque se trata de privatizaciones de bienes estratégicos
esenciales, lo que ya de por sí nos sugeriría que se evitasen estos errores
irreparables. Y más aun cuando se entrega a uno de los poderes financieros más
opacos – el Partido Comunista Chino es uno de los centros de acumulación de
capital mundial, aun cuando un dirigente político portugués afirme que nada de
eso impide una “relación” - y porque se trata de una estatización por parte de
otro país.
Y es todavía una noticia peor
porque, al contrario que en otros países europeos, en nuestro caso no se trata
de una inversión que genere empleo: se trata de compras de paquetes de acciones
para dominar empresas privatizadas. Y, finalmente, es una pésima noticia porque
aumenta la vulnerabilidad de la economía portuguesa con respecto a decisiones
políticas y financieras sobre las cuales no existe ningún instrumento de
control nacional.
El lunes, con la caída de 8,5%
de la bolsa de Shangai, las 300 mayores empresas asiáticas se desvalorizaron
230 mil millones de euros; el mercado financiero mundial habría perdido 450 mil
millones. Ayer martes, hubo una recuperación mediocre hasta el medio día, una
nueva caída al final de la sesión de las bolsas norteamericanas (gráfico 2),
pero finalmente un crecimiento en Europa (los lectores apreciarán que estos
valores son nacionales, porque sólo se concretan si hay compras y ventas y
conllevando pérdidas de los propietarios actuales). El lunes, la bolsa
portuguesa perdió 3 100 millones en valor. Las bolsas alemanas perdieron en ese
día todo lo que habían subido en 2015.
El Diario del Pueblo,
del PC Chino, declaró que se trataba de un “lunes negro”, para establecer una
comparación con la crisis de 1929. Comenzaba la montaña rusa.
No es para menos. Desde que
comenzó la desvalorización del yuan, la moneda china, los mercados financieros
mundiales perdieron 5 billones de dólares (en valor de las acciones). Con la
crisis de esta semana, el euro subió y las monedas chinas y norteamericanas
perdieron; por lo tanto, la víctima será Europa, que tendrá menos capacidad
para exportar hacia China (contracción de la demanda) y para el resto del mundo
(encarecimiento del euro).
El contexto es por lo tanto
peligroso. Estados Unidos y Europa tienen poco margen de maniobra para
responder a una crisis especulativa, porque los intereses están
excepcionalmente bajos y nada se puede hacer con la política monetaria, cuyo
mayor efecto se produce en el corto plazo.
Aunque el efecto en la
economía mundial sea reducido, el susto es grande. Una caída sorprendente del
20% en las bolsas chinas a lo largo de pocas semanas y un sobresalto de un día
pueden simplemente significar una pérdida importante para los ahorradores e
inversores chinos. Pero también puede implicar un efecto dominó que, en 2007 y
2008, fue devastador, demostrando que la economía mundial se basa en un juego financiero
ficticio y sin duda peligroso
Todo esto tiene un precio para
Portugal. El comportamiento de las empresas chinas será determinado por el
Comité Central y por las necesidades de capital. Ahora bien, como Ricardo
Cabral ya demostró aquí en el caso de Fidelidade, esas necesidades pueden
llevar a destripar las empresas, con consecuencias en el banco público, la CGD.
Las celebraciones del gobierno
sobre las inversiones chinas en las privatizaciones han dado paso a la
pesadilla. Tal vez tengamos que despertarnos con la tormenta.
30/08/2015
Traducción: VIENTO SUR
No hay comentarios:
Publicar un comentario