- "La inmigración que llega a Cataluña acaba imponiendo su virulencia"
CARLES
GELI Barcelona 10 SEP 2011
EL PAÍS, realizada el pasado 23 de julio, el
historiador Josep Termes, fallecido ayer, pasa revista a uno de sus temas
favoritos, el anarquismo. "Que canciones como Mi jaca o Soy
minero hayan sido escritas por un anarquista, Ramon Perelló, rompe todos
los marcos teóricos sobre el tema", afirma sobre el movimiento rojinegro
al que dedicó 52 años de estudio. El último libro de Termes, Historia del
movimiento anarquista en España (RBA; L'Avenç, en catalán), es una summa
de 700 páginas sobre el asunto.
Pregunta. ¿Por qué se da en España, y en particular más en
Cataluña, un movimiento anarquista tan fuerte cuando en Europa, excepto en los
países escandinavos, se impone el comunismo?
Respuesta. Es un gran enigma de la historia. En cualquier
caso, Cataluña vive una de las revoluciones industriales más importantes de
Europa y eso genera un frente obrero fortísimo, con un contraste brutal ente
ricos y pobres, lo que da a luz un movimiento duro, radical, violento, que
busca el enfrentamiento directo tu y yo con el poder establecido. Ese
contraste también se da en Andalucía: en buena parte gracias a la maldita
desamortización, una hijaputada: vendieron la tierra a los nuevos ricos y así
el campo andaluz pasó de la pobreza del XVIII a la miseria absoluta del XIX. En
esos contrastes tan salvajes estaría la clave.
P. Sorprende que en seguida el anarquismo genera un
modelo de vida, una cultura determinada que, por ejemplo, no alimentarán otras
ideologías...
R. Sí, pronto entrarán con temas como el
esperantismo, el naturismo, la práctica de lo vegetariano, la educación
sexual...
P. Pero sin elementos intelectuales: no se les unen
como sí harán con el marxismo.
R. Sí, es curioso: proponen la revolución para todo
el mundo, desde médicos a obreros, pero se tiene al anarquismo solo por obrero;
los máximos dirigentes del marxismo serán intelectuales; los del anarquismo,
nunca, siempre obreros. El anarquismo no encontró nunca a sus intelectuales y
eso que los buscaron. A los intelectuales les dio miedo el radicalismo
anarquista. Eso se vio claro en uno de los pocos momentos de contacto, durante
el Modernismo... Antes decía lo de los núcleos escandinavos; no, lo que se da
allí, como en EE UU, es un intelectual liberal radical en la teoría,
individualista y aislado, muy idealista, con nieblas mentales sobre el tema, un
perfil que acaba dando memos ilustres, todavía hoy, como Noam Chomsky. Es una
imagen boba del anarquismo ofrecida por gente que vive en un mundo ideal y que
no sabe lo que es un obrero.
P. Recrimina la incapacidad del anarquismo de bajar a
los problemas concretos...
R. Es que no tienen metodología, esa visión por
etapas para alcanzar el objetivo final, eso tan típico del socialismo de ir
logrando diputados, minorías, pactos y pensar que por ese camino la revolución
ya llegará... No, ese planteamiento los anarquistas son incapaces de hacerlo:
es el aquí, el hoy y la revolución ya. Eso les hizo fallar. También es cierto
que quien debía proponer esos pasos intermedios era más el anarcosindicalismo
que los anarquistas, pero fue un gran fracaso, como demostraron nombres como
Ángel Pestaña y Salvador Seguí, el Noi del Sucre, que fue asesinado.
P. Nunca se había manifestado tan claramente sobre
que el extremismo anarquista creciente que se da en Barcelona en las décadas de
1920 y 1930 viniera provocado por la emigración, con una cultura más violenta.
R. Hace muchos años que sabía que era así pero no lo
tenía documentado. Ahora, ya sí. En buena parte esa es la razón: la inmigración
que llega a Cataluña es inevitablemente poco preparada y radical; es gente,
además, muy joven y acabará imponiendo su virulencia, que desborda a los
sindicalistas de mayor tradición.
P. Paul Preston, sobre el episodio de Paracuellos en
la Guerra Civil, aseguraba hace unos días que la matanza no fue tanto culpa de
Santiago Carrillo como de los servicios secretos soviéticos y de los
anarquistas.
R. La orden de liquidar a toda esa gente es
soviética, viene desde Moscú, del bolchevismo extremo; Carrillo es culpable de
controlar mal, de dejar hacer, y los anarquistas ahí no pintaron nada de nada;
a pesar de que Preston es un buen historiador, este es el típico caso de echar
las culpas a los pequeños, que no tienen detrás a sectores intelectuales
potentes para defenderse.
P. Pero es un ejemplo de la mala imagen que tiene el
anarquismo, especialmente durante la Guerra Civil.
R. En parte la culpa fue del mismo anarquismo, que
dejó que le entrara de lo peor de la sociedad.
P. ¿Qué grandes errores ha cometido el anarquismo a
lo largo de su siglo y medio de historia?
R. El primero ese, no saber distanciarse de la
violencia, que acabaron apadrinando y justificando en muchos momentos; después,
un exceso de ingenuidad, de idealismo y una tendencia a la radicalidad interna,
que les fue minando hasta desmontar el movimiento, algo que le pasó a toda la
izquierda obrera, por otro lado.
P. ¿Y aciertos?
R. Que eran valientes como pocos, que quisieron hacer
de la cultura el eje de la vida y que mostraron una ortodoxia moral y una
dignidad por el trabajo que no atesoró ningún otro colectivo.
P. ¿Qué lleva, durante la Transición, a la práctica
disolución del anarquismo en España?
R. En realidad, el anarquismo acaba en 1939; es un
movimiento que casi pasa de padres a hijos; entre gente del barrio... y el
franquismo rompe esa continuidad; a ello se unió que el fenómeno no ha tenido
la ayuda internacional que permite dar cobertura a sus miembros o publicidad a
sus actos, circunstancia que sí se dio en los socialistas y comunistas.
P. ¿Cómo ha cambiado su visión del anarquismo desde
que empezó a estudiarlo a principios de los sesenta?
R. No mucho, pero sí en un par de aspectos: he visto
que su violencia era una tendencia interna del anarquismo mayor de lo que
creía; que entre 1931 y 1939 hubo quien dentro del anarquismo lo hizo mal
adrede, como García Oliver, al considerar que la República era una dormidera, y
que en la guerra se hincharon de violentos que no eran anarquistas y
destruyeron el proyecto. Una pena.
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