Balances y Desbalances
Si esta colectividad quiere mantener una vocación de poder,
tendrá que renovar sus ideas y sus liderazgos
La derecha se anticipa a darnos línea.
¿Debemos cambiar los líderes y las ideas para ser opción de gobierno?
¿Y nosotros qué decimos?
Angelino
Garzón, Gustavo Petro, Aída Avella, Clara López, Antonio Navarro y Jorge
Enrique Robledo. Foto: Daniel Reina Romero / León Darío Peláez / Guillermo
Torres
El domingo pasado se cerró un ciclo para la izquierda colombiana. Hace
12 años, cuando Lucho Garzón ganó la Alcaldía de Bogotá, el Polo Democrático
emergía como una alternativa real de poder en el país. Hoy, sin embargo, ese
capital político se ha ido diluyendo entre las malas gestiones, el estilo
arrogante de algunos de sus dirigentes, y las divisiones internas. A pesar de
que Garzón, Samuel Moreno y Gustavo Petro hicieron una apuesta fuerte en lo
social, Clara López -que aspiraba a ser continuadora de esa corriente política-
quedó de tercera en las elecciones. Apenas obtuvo 498.000 votos, el 18 por
ciento del total. En el Concejo la izquierda en su conjunto sacó 13 escaños, si
se suman los cinco del Polo, seis de la Alianza Verde, uno del movimiento
Progresistas de Petro, y uno de la Alianza Social Indígena. La UP, que apoyaba
a López y sacó 35.000 votos, no alcanzó a clasificar al Cabildo de la capital
pero está en la pelea por un reconteo de votos.
La primera reacción de los dirigentes más destacados de la izquierda fue
buscar la fiebre en las sábanas. “Fue una campaña cochina de los medios y las
encuestas”, dijo López la misma noche de su derrota. Otras voces dentro de su
partido consideran que el apoyo del alcalde Gustavo Petro fue un “abrazo del
oso” pues con un escaso 25 por ciento de aprobación, más que sumarle votos, lo
que hizo fue transferirle el desgaste de su imagen. Pero el golpe a la
mandíbula de Petro provino de su hijo, Nicolás, quien escribió en Twitter “¿Por
qué perdimos? Sencillo, la Bogotá Humana gobernó de espaldas a sus bases y
encerrados del pueblo que los eligió” (sic).
Sin embargo, la derrota de la izquierda no tiene una sola explicación y
tampoco es un hecho sorpresivo. Hace cuatro años Petro había ganado con apenas
un tercio de los votos y eso porque se desmarcó del Polo Democrático de Samuel
Moreno, que había cometido el mayor desfalco del que tenga memoria en la
ciudad: el llamado carrusel de la contratación. Un hecho sobre el que el Polo y
la propia Clara no han hecho nunca un acto de contrición. De hecho, durante su
campaña, López dijo que no se enteró de lo que estaba ocurriendo, a pesar de
que fue ella quien tuvo que recibir el barco de la Alcaldía cuando se estaba
hundiendo. Clara hizo una campaña seria y creíble, pero no tomó distancia de
este oscuro pasado.
A eso se sumó el desgaste de Petro. Si el arte de la política consiste
en sumar fuerzas y ganar amigos, el alcalde de Bogotá logró exactamente lo
contrario en estos cuatro años. Casó todas las peleas que pudo y no todas por
buenas razones. Su relación con el Concejo fue difícil, con el gobierno
nacional, distante, con la Policía, agria, con los privados de confrontación, y
lo peor, perdió a muchos de sus propios funcionarios y aliados, que se fueron
dando un portazo.
Petro resultó ser un líder de poco carisma, que alentó la polarización
ideológica a tal punto que ni el buen desempeño de su gobierno en muchas áreas
-educación, medioambiente, cultura y salud- ha podido ser valorado. Se impuso
la idea de que el suyo era un gobierno ineficaz y caótico por la manera como
manejó la crisis de las basuras y por la movilidad, que se ha convertido en una
pesadilla para los ciudadanos. La falta de liderazgo del alcalde afectó su
gestión y comprometió el futuro mismo de una izquierda que el domingo pasado
quedó tendida en la lona.
Ahora, si la derrota en la Alcaldía fue contundente, como partido
político al Polo Democrático no le fue mal. En Bogotá sacó una votación a
Concejo similar a la de hace cuatro años. Y en el panorama nacional aunque no
obtuvo ni alcaldías ni gobernaciones significativas mantuvo su votación. A los
Progresistas de Petro y a la Unión Patriótica sí les fue mal.
Los verdes se consolidan
En contravía con los malos resultados que obtuvo la izquierda más
ideológica, el Partido Alianza Verde, que es de centro-izquierda y cuyo origen
fue una división del Polo, se consolidó como una fuerza política importante.
Los verdes ganaron tres gobernaciones –Nariño, Putumayo y Boyacá- y en votos
locales a Concejo, que son más significativos, obtuvieron 1.300.000. Más
incluso que el Centro Democrático de Álvaro Uribe. Ahora este es un movimiento
donde hay demasiados matices y no se puede sumar a rajatabla a la izquierda
pues su espectro es mucho más amplio. En otras ciudades ganaron candidatos
independientes que sin embargo pueden considerarse de izquierda, como Guillermo
Alfonso Jaramillo en Ibagué y Rafael Alejandro Martínez en Santa Marta.
De estos resultados se puede inferir que a la izquierda le va mejor en
Colombia cuando gobierna desde posiciones más socialdemócratas que marxistas y
más pragmáticas que doctrinarias. Eso quedó claro en Nariño donde el triunfo de
Camilo Romero para la Gobernación le da solidez al proyecto político regional
que emprendió hace más de una década Antonio Navarro.
También, que es hora de un recambio de liderazgos. Romero es un rostro
nuevo en los verdes así como los nuevos gobernadores de Boyacá, Carlos Amaya,
fuertemente ligado al movimiento agrario del país, y de Putumayo, Sorrel Aroca.
Sus excelentes votaciones contrastan con la paliza que recibió en Cali Angelino
Garzón, quien fue uno de los líderes más importantes de la izquierda hace
algunos años.
Lo más paradójico es que esta crisis de identidad le llega en el momento
que se suponía su cuarto de hora: el proceso de paz. Siempre se ha dicho que
uno de los obstáculos para que se consolide la izquierda legal y democrática en
Colombia es la guerra. Que la violencia y el exterminio contra sus militantes y
dirigentes, y la mezcla de urnas y votos, han sido una talanquera para que
crezca.
Hoy esa talanquera está a punto de desaparecer y la izquierda no está
preparada para el momento. De hecho, hay quienes dicen que se ha dedicado a
cuidar curules y no a jugar un papel activo en el proceso de paz, cuyo
liderazgo ha sido asumido por los partidos de la Unidad Nacional. Desde la
izquierda, el compromiso con la paz ha sobresalido, solamente, en liderazgos
individuales y no colectivos.
¿Qué sigue?
El futuro no es claro. Luciano Sanín, analista de la Escuela Nacional
Sindical, cree que el principal problema es que “la izquierda está atrapada en sus
estructuras políticas, cuidando sus curules y se le olvidó que lo suyo era un
proyecto de transformación”. En otras palabras, que no está sintonizada con la
premisa de que “un mundo mejor es posible”.
Los Progresistas quedan reducidos a una lánguida representación en
Bogotá y que resurjan de las cenizas depende del balance final que en el
mediano plazo quede de la Alcaldía de Petro. El Polo tiene la ventaja de ser un
partido serio y orgánico y la desventaja de tener pugnas internas muy fuertes.
Es un partido con liderazgos desgastados, que apuesta muy poco por la
renovación. Para 2018 quedan en el partido Clara López y Jorge Enrique Robledo.
Pero también la figura de Iván Cepeda que ha tenido un papel más protagónico en
el proceso de paz. Y este no es un dato menor.
Tal como van las cosas en La Habana, las Farc se podrían convertir en
partido político en 2016. La implementación de los acuerdos de paz puede
generar un clima político completamente diferente al actual. Seguramente se
tendrán que abrir paso coaliciones para la defensa de los acuerdos, de cara a
2018.
Pero más allá de eso, el sentido profundo de la negociación política es
abrir la democracia para que quienes hoy están en armas luchen por el cambio
social desde las urnas. Y a eso llegan las Farc al escenario político. La
izquierda por tanto tendrá que prepararse para ese tsunami.
Si los tiempos de guerra son, por naturaleza, los de las derechas, los
tiempos de paz son, por antonomasia, favorables a la izquierda. Pero que esta
pueda aprovecharlos depende mucho de su capacidad de autocrítica. Algo que
hasta ahora no ha sido su fuerte.
de: Laureano Monroy <laureano77@gmail.com>
para: Gabriel Becerra <gabocolombia@gmail.com>,
(…)
fecha: 4 de noviembre de 2015, 6:20
asunto: ¿ QUE PASO CAMARADAS ?
enviado por: gmail.com
firmado por: gmail.com
-.o0o.-
COLECTIVO PERÚ INTEGRAL
11 de noviembre de 2015
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