Contralínea
12-01-2016
El Sistema de la Reserva Federal (Fed, por su
acrónimo en inglés) de Estados Unidos finalmente lo hizo, jaló el gatillo :
el miércoles 16 de diciembre de 2015, en punto de las 14 horas (hora en
Washington, Distrito de Columbia), se anunció la decisión de elevar el precio
del dinero en 25 puntos base. De esta manera, la tasa de interés de los fondos
federales ( federal funds rate ), la que se cobran los bancos entre sí
por préstamos de 1 día, aumentó desde un nivel mínimo entre cero y 0.25 por
ciento en el que se encontraba desde finales de 2008, a otro que oscila entre
0.25 por ciento y medio punto porcentual.
Se trata de la primera vez que se lleva a cabo un
alza de tipos de interés en casi 1 década, la última subida tuvo lugar en 2006,
cuando comenzaban a emerger las primeras señales de la crisis hipotecaria (
subprime ) en Estados Unidos. Cierto es que hace ya un buen tiempo que la
presidenta del Fed, Janet Yellen, venía advirtiendo a propios y extraños que,
más temprano que tarde, iba a elevar la tasa de interés de los fondos
federales, un referente clave que determina el costo del crédito en el ámbito
internacional.
De acuerdo con la mayoría de los integrantes del
Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por su sigla en inglés) del Fed, el
aspecto más preocupante de la economía estadounidense tenía que ver con la
evolución del mercado de trabajo. Según se puede leer en sus estatutos, el Fed
tiene la obligación de cumplir con tres objetivos fundamentales: la estabilidad
financiera, la baja inflación y el pleno empleo.
Si se los compara con los puntajes alcanzados en
2008, hoy en día los principales índices de la bolsa de valores de Nueva York
(el Dow Jones, el Nasdaq y el índice Standard & Poor’s 500) parecen haberse
recuperado, con todo y que la economía estadounidense aún no consigue registrar
los niveles de inversión productiva ni de empleo alcanzados hace 7 años. Pero
para el Fed todo se encuentra bajo control, pues la volatilidad observada
durante el último año en el mercado bursátil no es tanto un reflejo de los
problemas “estructurales” de la economía de Estados Unidos, sino que
obedece a pequeñas “correcciones” en los precios de los títulos
financieros.
Por lo tanto, si bien existen ciertas amenazas
sobre la estabilidad financiera, no son tan grandes como para poner en cuestión
la recuperación económica, a juicio de varios funcionarios del Fed. En cambio,
sí hay bastante angustia en torno a la inflación. Pues el nivel de precios en
Estados Unidos se ha mantenido por debajo de 2 por ciento, el objetivo del Fed,
desde hace más de 3 años. Es que si bien la meta del Fed es mantener baja la
inflación, si el nivel de precios se mantiene en un nivel demasiado bajo por un
largo tiempo, es una señal inequívoca de que algo anda realmente mal en la
economía.
Los estímulos monetarios y fiscales implementados
por el Fed y el Departamento del Tesoro, respectivamente, no lograron apuntalar
la inflación en Estados Unidos; el peligro mayor está en que en algún momento
la baja inflación termine por convertirse en deflación (caída de precios), la
peor pesadilla de los capitalistas. Según los datos del Departamento del
Trabajo, en octubre pasado el índice de precios al consumidor (IPC) creció
apenas 0.2 por ciento con respecto al mismo periodo de 2014, mientras que si se
excluyen los precios de los alimentos y la energía, el incremento fue de 1.9
por ciento. En noviembre los datos mostraron una leve mejoría, el IPC creció
0.5 por ciento en términos anuales, y los precios subyacentes al consumidor
aumentaron 2 por ciento.
Janet Yellen confía en que en el mediano plazo, a
medida que la recuperación siga cobrando fuerza, la inflación va a terminar por
acercarse cada vez más al objetivo de 2 puntos porcentuales. Y por último, el
Fed debe velar por un mercado laboral boyante. Pleno empleo en la jerga
económica significa estar en una situación en la que el país en cuestión
utiliza la mayor parte de sus capacidades productivas. Cuando la tasa de
desempleo se ubica en alrededor de 5 por ciento, el gobierno de Estados Unidos
considera que hay pleno empleo.
Y según las cifras más recientes, la nómina no
agrícola consiguió incrementos importantes durante el último tramo de 2015, en
especial en noviembre, cuando aumentó en 211 mil. Así, la tasa de de desempleo
oficial cayó de 10 por ciento en 2009, a cerca de 5 por ciento. Sin embargo, se
deja de lado que si se tomara en cuenta una definición mucho más amplia de
desempleo, la metodología U-6, que considera a las personas que han abandonado
la búsqueda de empleo, así como a los trabajadores dispuestos a cumplir con una
jornada de tiempo completo, la tasa de desempleo se ubica en casi 10 por
ciento.
“En general, la información económica y financiera
recibida desde nuestra reunión de octubre ha sido consistente con nuestras
expectativas de una mejora continuada del mercado laboral […] si [el Fed]
retrasa el inicio de una normalización de la política demasiado, probablemente
acabemos teniendo un endurecimiento político relativamente abrupto que evitará
que la economía supere nuestros objetivos”, sentenció Yellen a principios de diciembre de
2015.
El Fed elevó sus expectativas de crecimiento para
el próximo año hasta 2.4 por ciento, la estimación previa era de 2.3 por
ciento. También disminuyó su proyección para el desempleo en 2016 a 4.7 por
ciento, por debajo de la anterior de 4.8 por ciento. No obstante, ese optimismo
desbordado soslaya por completo que los empleos ganados son, sobre todo, a
tiempo parcial en el sector de los servicios; en contraste, tanto las empresas
de la manufactura y el sector de la energía (en especial las vinculadas con los
hidrocarburos) han realizado despidos masivos en los últimos meses. Por otro
parte, los salarios, si bien han aumentado poco a poco, el incremento es
todavía insuficiente para conseguir aumentos significativos en el nivel de
consumo, y sobre todo, en la inflación.
¿Cómo nos afectará la decisión que tomó el Fed?
¿Qué pasará con la economía mundial? El dólar se revaluó apenas unas horas
después de que el Fed subió la tasa de interés de los fondos federales. Luego
los precios de los hidrocarburos tocaron el piso : el precio del barril
de petróleo Brent se situó en 37.44 dólares, una caída de 3.44; mientras que el
precio del crudo en su variedad West Texas Intermediate (WTI) cayó 4.81 por
ciento, hasta 35.56 dólares por barril.
Es que los precios de las materias primas (
commodities ) se comportan de manera inversamente proporcional a las
cotizaciones del dólar. El cobre, el oro, el petróleo, la plata, así como la
mayor parte de los commodities se encuentran financiarizados ,
esto es, su valor monetario depende en gran medida de las fluctuaciones de
precios en los mercados de derivados (denominados en dólares). De modo
inevitable, las empresas exportadoras de Estados Unidos tendrán mayores
dificultades para colocar sus mercancías en el mercado mundial (ante el
encarecimiento del dólar).
Visto desde el otro lado , las monedas de
los países emergentes tendrán una depreciación más pronunciada. Sus
exportaciones deberían ganar competitividad (ante el abaratamiento de sus
monedas) si no fuera porque en estos momentos el comercio internacional
registra sus niveles más bajos de las últimas 3 décadas.
Por ejemplo, las exportaciones latinoamericanas
entre 2013 y 2015 registraron el peor nivel de los últimos 80 años, según las
estimaciones de Alicia Bárcena, la secretaria ejecutiva de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Es que no hay tantos países
a los cuales vender, incluso la región de Asia-Pacífico se encuentra en franca
desaceleración.
Por lo tanto, el efecto negativo se observará sobre
todo por la vía de las finanzas, cientos de miles de dólares de capitales de
cartera se fugarán de los países emergentes hacia Estados Unidos, con lo cual
los mercados bursátiles (de los países emergentes) sufrirán graves pérdidas,
sus monedas se depreciarán aún más y el monto de la deuda externa aumentará
(denominada en dólares).
“2016 será un reto para los mercados emergentes
conforme la caída de precios de las materias primas, y el débil crecimiento del
comercio mundial extiende la experiencia reciente de las presiones
presupuestarias y de balanza de pagos” , declaró a The Wall Street Journal el
economista jefe de Deutsche Bank, David Folkerts-Landau.
Ante ese complicado escenario, lamentablemente no
cabe más que esperar fuertes recortes de gasto público en las naciones
emergentes. De acuerdo con las proyecciones actualizadas a diciembre de 2015,
publicadas por la Cepal, nuestra región cerró 2015 con una contracción de -0.4
por ciento del producto interno bruto (PIB), y solamente crecerá 0.2 por ciento
el próximo año, uno de los desempeños más mediocres desde 2009. No obstante,
una vez que se realicen los ajustes de corte neoliberal exigidos por las burguesías
locales (lo mismo en Colombia y México, que en los países que ostentan tener
gobiernos progresistas como Brasil y Venezuela), la recesión será de mayor
calado, y por lo tanto, la expansión económica en la región será mucho menor a
lo estimado por la Cepal. Larga vida aún tiene esta crisis…
Ariel Noyola Rodríguez es economista, egresado de
la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Twitter: @noyola_ariel.
Fuente: Contralínea
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