domingo, 24 de enero de 2016

UN PENSAMIENTO EN MOVIMIENTO





Sobre la obra de Thomas Twis, Trotsky and the Problem of Soviet Bureaucracy*

Michel Lowy
Viernes 22 de enero de 2016

Este es un impresionante ejemplo de investigación comprometida; es, ciertamente, el relato más documentado, profundo y sistemático de la tentativa de León D. Trotsky de comprender la naturaleza de la burocracia postrevolucionaria soviética. Simpatizando con las ideas y las luchas de Trotsky, pero no acrítico, Thomas Twis ha realizado una contribución importante a la historia de la teoría marxista revolucionaria.

El autor no trata las concepciones de Trotsky como si se tratase de un sistema abstracto de afirmaciones dogmáticas, sino como un pensamiento en movimiento, ligado a las circunstancias históricas y a los conflictos políticos. Pone así en evidencia las fuerzas y las debilidades de las diversas tentativas del fundador del Ejército Rojo para comprender la naturaleza de la burocracia soviética. En el orden cronológico, el autor discute la evolución de las ideas de Trotsky, siempre en relación directa con sus compromisos revolucionarios. No se basa solamente en los materiales traducidos al inglés, sino igualmente sobre los documentos originales rusos, lo que le permite ser mucho más preciso que la mayor parte de la literatura existente sobre el tema.

El relato comienza lógicamente en 1917. Se puede, sin embargo, lamentar que no sean mencionadas, al menos brevemente, las visiones proféticas del joven Trotsky de 1905 (Nuestras tareas políticas) sobre los peligros de un centralismo burocrático. En el curso de los primeros años posteriores a la revolución de octubre, el que era entonces uno de los principales dirigentes del nuevo Estado revolucionario tenía una visión muy estrecha de la burocracia, considerada como un problema de “falta de eficacia”. Ello suponía, comenta Twis, no solo dejar de lado cuestiones políticas esenciales, sino que estaba en oposición con los puntos de vista críticos de numerosos bolcheviques. A mi entender, el autor habría podido mencionar a este respecto los perspicaces comentarios críticos de Rosa Luxemburgo sobre la falta de democracia del nuevo poder revolucionario (que sin embargo ella apoyaba) y sobre la burocratización de los soviets. Otra cuestión crucial es la liquidación de la rebelión de Kronstadt (1921), mencionada en el libro, pero que en tanto que una especie de giro dramático debiera haber sido analizada más a fondo.

Después de 1923, con Curso Nuevo, Trotsky comienza a tratar la cuestión política de la burocratización, pero ve el peligro como producto de la presión de las fuerzas del mercado que empuja a la dirección del partido hacia la derecha. En 1926-27, con la formación de la Oposición de Izquierda unificada (con Kamenev y Zinoviev), se puede encontrar una primera teoría completa de la burocracia soviética, aunque el análisis se centra en el papel de la presión de las clases enemigas (no proletarias). La identificación estrecha de la burocracia soviética con la política económica derechista dificultará a los opositores de izquierda explicar el giro a la “izquierda” de la dirección estalinista después de 1929. Según Thomas Twis, los escritos de Trotsky sobre esta cuestión, durante los años 1929-1933, son cada vez más incoherentes y desconectados de la realidad.

La toma del poder por Hitler en 1933, sin resistencia seria del Partido Comunista Alemán, desencadena un nuevo desarrollo de la reflexión de Trotsky, conduciéndole en 1936 a la publicación de La Revolución Traicionada, un análisis teórico original y notable de la burocratización. La burocracia soviética estalinista se concibe desde entonces como una formación social muy autónoma, comparable al Estado bonapartista, una “casta” –pero no una clase- parasitaria que domina a la sociedad entera y a todas las clases sociales. Si una revolución política no conseguía derrocar a la dictadura burocrática, Trotsky anunciaba que el Estado obrero soviético no sobreviría y que el capitalismo sería restaurado en Rusia. El auge de la casta burocrática era explicada por el atraso y el aislamiento de la revolución rusa, pero Trotsky reconocía que algunas decisiones políticas de los bolcheviques –la prohibición de los partidos de oposición y de las fracciones en el interior del partido dirigente- han desempeñado un papel importante en este proceso.

Twis detiene su análisis histórico en las consecuencias inmediatas de los procesos de Moscú (1938). No hace más que mencionar el importante escrito de León Davidovitch sobre la URSS y la guerra (1939), en el que menciona la posibilidad de que la URSS se convierta en un nuevo sistema de explotación, si no era derrocado el estalinismo por la guerra. Disidentes trotskistas, tales como Max Shachtman, han deducido tempranamente que Trotsky admitía que las formas de propiedad existentes podían ser el fundamento de una nueva clase… Yo creo que ese debate habría merecido una evaluación más desarrollada.

Según T. Twis, la principal debilidad de la reflexión de Trotsky –desde los años 1920 hasta los años 1930- era su convicción de que la burocracia soviética iba a producir rápidamente la restauración del capitalismo. Es cierto que la historia ha justificado su predicción después de 1991, pero ello ha llegado más tarde de lo que él nunca se hubiera imaginado.

Tengo igualmente algunas reservas sobre la explicación del auge de la burocracia en la URSS por su atraso económico, por la penuria –“una fila de espera para el pan exige un policía” diría Trotsky. Por supuesto, se trata este de un factor importante, pero poniendo el acento sobre su aspecto central, como Trotsky ha hecho a menudo, se corre el riesgo de sub-estimar los factores específicamente políticos. Además, la historia de las diversas experiencias post-capitalistas después de 1945 no confirman ese argumento económico. Mientras que un país altamente industrializado como Checoslovaquia ha sido rápidamente controlado por una dictadura burocrática siniestra y asesina, países agrarios más atrasados –como Yugoeslavia, Vietnam y Cuba- han sido mucho menos Estados policías y, a aunque hayan sido regímenes autoritarios de partido único, admitían un cierto grado de democracia local.

Sin embargo, no se puede más que estar de acuerdo con la conclusión de este libro excepcional de Thomas Twis: la teoría de la burocracia soviética de Trotsky era una verdadera hazaña política e intelectual, a la vez como elemento útil para comprender la realidad y como arma de lucha.

*Thomas Twis, Trotsky and the Problem of Soviet Bureaucracy, Haymarket Books, Chicago, 2014, 502 páginas.

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