Comandante Nicolás Rodríguez Bautista
Camilo Torres Restrepo, el sacerdote, sociólogo y dirigente popular, desapareció de la escena pública nacional a finales de 1965, luego de plantearle a la oligarquía colombiana, que era ella quien definía si entregaría el poder al pueblo por la vía pacífica o por la violenta.
En sus últimos discursos, mientras recorría el país, le dijo al público que lo aclamaba, que era necesario que el pueblo alistara víveres y medicinas y se preparara para una guerra larga; dentro de ese mismo contexto pronunció su memorable llamado: “la lucha es larga, comencemos ya”.
Para ese momento, Camilo tuvo claro que ante la inminencia de su asesinato, no podía dilatar más su clandestinización, porque como él lo expresó después, “no le voy a permitir a la oligarquía, repetir conmigo lo que hizo con Gaitán”.
Camilo subió a las montañas de Colombia para alzarse en armas, con el afán y el propósito de convertirse en un buen guerrillero, para ir luego a los Llanos a insurreccionar el oriente del país, y ese fue uno de los planteamientos que hizo al Estado Mayor del naciente Ejército de Liberación Nacional.
Estaba convencido que existían sectores de las Fuerzas Armadas colombianas, que lo respaldarían en el proceso de lucha armada revolucionaria.
Por todo ello su afán de ir al combate, previa capacitación básica, se mezclaba con el afán de decirle a Colombia, que “había decidido unirse al ELN, porque en él había encontrado los mismos ideales del Frente Unido”.
Es verdad que Camilo era un hombre humilde, un sacerdote y un sociólogo humanista; pero de la misma manera él era un ser apasionado en la política y de férreas convicciones y principios.
Ir al combate, era parte esencial de su ser de guerrillero, de su ser revolucionario y así entendió el papel de los dirigentes de entonces.
Por ello les dijo a los militantes del Frente Unido, que “el pueblo espera que los jefes con su ejemplo den la voz de combate”.
Camilo produjo la Proclama a los colombianos, en momentos que iniciaba un operativo militar en contra nuestra y la naciente fuerza guerrillera se alistaba para el combate.
No hay dudas en cuanto a la desbalanceada correlación de fuerzas de ese momento; del lado del gobierno había un Ejército que enfrentaba a sangre y fuego la rebeldía popular, fogueado en el combate contra las guerrillas liberales seguidoras de Gaitán; y del otro lado estábamos dos fuerzas guerrilleras nacientes, las FARC y el ELN.
En las filas del ELN nadie tenía más de dos experiencias de combate y las dos terceras partes de quienes fueron al combate de Patio Cemento, nunca antes habían participado en un combate; entre ellos Manuel Vásquez Castaño, Camilo Torres, Hermidas Ruiz, Julio Cesar Cortez, Manuel Bernardo Osorio y otros; aun así todos ellos estaban henchidos de ánimo para aprender a combatir y anhelaban ese momento, como parte esencial del aprendizaje guerrillero.
Han pasado 50 años desde aquellos momentos históricos y la presencia de Camilo nos sigue iluminando, con su ejemplo y sus certeros análisis respecto de la urgencia de la lucha popular y revolucionaria, ante la conducta mezquina de la oligarquía para entender, que sólo la justicia y la equidad social, la soberanía y la auto determinación pueden ser la base para un futuro de paz y fraternidad para Colombia; lo que se aparta de la retórica y la demagogia oligárquica, como prácticas politiqueras que se siguen afianzando y refinando en Colombia.
En tal sentido la Proclama de Camilo a los colombianos, 50 años después de haber sido lanzada al público, el 7 de enero de 1965, sigue teniendo vigencia, por su claro ejemplo y testimonio.
Nota de la Redacción: La presente Proclama la conoció Colombia el 7 de enero de 1966, a través de El Espacio, el diario vespertino de Bogotá; con ella, Camilo Torres Restrepo, el cura guerrillero, anunció su incorporación al Ejército de Liberación Nacional. Con esta aparición pública se conmemoró el primer aniversario de la toma de la población de Simacota por parte del ELN y se dio conocer el paradero de Camilo, de quien el país no tenía noticias desde octubre de 1965.
Colombianos:
Durante muchos años los pobres de nuestra patria han esperado la voz de combate para lanzarse a la lucha final contra la oligarquía. En aquellos momentos en que la desesperación del pueblo ha llegado al extremo, la clase dirigente siempre ha encontrado una forma de engañar al pueblo, distraerlo, apaciguarlo con nuevas formas que siempre paran en lo mismo: el sufrimiento para el pueblo y el bienestar para la clase privilegiada.
Cuando el pueblo pedía un jefe y lo encontró en Jorge Eliécer Gaitán, la oligarquía lo mató; cuando el pueblo pedía paz, la oligarquía sembró el país de violencia. Cuando el pueblo ya no resistía más violencia y organizó guerrillas para tomarse el poder, la oligarquía inventó el golpe militar para que las guerrillas engañadas se entregaran. Cuando el pueblo pedía democracia, se le volvió a engañar con un plebiscito y un Frente nacional que le imponía la dictadura de la oligarquía.
Ahora el pueblo no creerá nunca más, el pueblo no cree en las elecciones, el pueblo sabe que las vías legales están agotadas. El pueblo sabe que no queda más que la vía armada. El pueblo está desesperado y resuelto a jugarse la vida, para que la próxima generación de colombianos no sea de esclavos, para que los hijos de los que ahora quieran dar su vida tengan educación, techo, comida, vestido y, sobre todo, dignidad. Para que los futuros colombianos puedan tener una patria propia, independiente del poderío norteamericano.
Todo revolucionario sincero tiene que reconocer la vía armada como la única vía que queda... Sin embargo, el pueblo espera que los jefes con su ejemplo y con su presencia den la voz de combate.
Yo quiero decirle al pueblo colombiano que este es el momento. Que no le he traicionado... Que he recorrido las plazas de los pueblos y ciudades clamando por la unidad y la organización de la clase popular para la toma del poder. Que he pedido que nos entreguemos por estos objetivos hasta la muerte. Ya todo está preparado. La oligarquía quiere organizar otra comedia de las elecciones, con candidatos que renuncian y vuelven a aceptar, con comités bipartidistas; con movimiento de renovación a base de ideas y de personas, que no solo son viejas sino que han traicionado al pueblo:
¿Qué más esperamos colombianos?
Yo me he incorporado a la lucha armada. Desde las montañas colombianas pienso seguir la lucha con las armas en la mano, hasta conquistar el poder para el pueblo. Me he incorporado al Ejército de Liberación Nacional porque en él encontré los mismos ideales del Frente Unido.
Encontré el deseo y la realización de una unidad por la base, de base campesina, sin diferencias religiosas ni de partidos tradicionales. Sin ningún ánimo de combatir a los elementos revolucionarios de cualquier sector, movimiento o partido... Sin caudillismos... Que busca liberar al pueblo. Que en sus objetivos acepta la plataforma del Frente Unido.
Todos los colombianos patriotas debemos ponernos en pie de guerra.
Poco a poco irán surgiendo jefes guerrilleros experimentados en todos los rincones del país. Mientras tanto debemos estar alerta. Debemos recoger armas y municiones, buscar entrenamiento guerrillero, conversar con los más íntimos, reunir ropa, drogas y provisiones y prepararnos para una lucha prolongada.
Hagamos pequeños trabajos contra el enemigo en los que la victoria sea segura.
Probemos a los que dicen ser revolucionarios, descartemos a los traidores, no dejemos de actuar pero no nos impacientemos. En una guerra prolongada todos deberán actuar en algún momento; lo que importa es que en ese preciso momento la revolución nos encuentre listos y prevenidos. No se necesita que todos hagamos todo; debemos repartir el trabajo. Los militantes del Frente Unido deben estar a la vanguardia de la iniciativa y de la acción. Tengamos paciencia en la espera y confianza en la victoria final. La lucha se debe volver una lucha nacional, ya hemos comenzado porque la lucha es larga.
Colombianos: no dejemos de responder al llamado del pueblo y de la revolución.
Militantes del Frente Unido: Hagamos realidad nuestras consignas:
Por la unidad de la clase popular, ¡Hasta la muerte!
Por la organización de la clase popular, ¡Hasta la muerte!
Por la toma del poder para la clase popular, ¡Hasta la muerte!
¡Hasta la muerte porque estamos decididos a ir hasta el final. Hasta la victoria porque un pueblo que se entrega hasta la muerte siempre logra la victoria!
Hasta la victoria final con las consignas del Ejército de Liberación Nacional:
¡Ni un paso atrás liberación o muerte!
Desde las montañas de Colombia
Enero 7 de 1966
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