por Alfredo
Jalife-Rahme
En este artículo, que ha provocado una verdadera
conmoción en Latinoamérica, Alfredo Jalife-Rahme asegura que el alza de
las tasas de interés de la Fed en un cuarto de punto no tiene nada
que ver con la economía estadounidense sino que es resultado de una
estrategia internacional de Estados Unidos. Y anticipa, entre otras
consecuencias, graves problemas económicos en América Latina y los países
del grupo BRICS. Ningún país latinoamericano parece capaz de tomar medidas
al respecto, pero Moscú sí podría tomar una iniciativa en los
próximos días.
Red
Voltaire | Ciudad de México (México) | 27 de enero de 2016
El histórico fin de la era del dinero barato que
operó la Fed (Reserva Federal de Estados Unidos) en forma unilateral mediante
el alza de un cuarto de punto de las tasas de interés repercute con
cataclísmicos daños colaterales e implicaciones geopolíticas profundas al
restante del catatónico planeta, en particular a América Latina.
La Fed es de hecho el único banco central global,
conglomerado de bancos privados (sic) de Wall Street que aplican políticas
monetarias estatales/federales que resultan globales debido a la perniciosa
hegemonía del dolarcentrismo: el máximo poder de Estados Unidos, al
unísono de su panoplia multifacial conformada por el Pentágono, Hollywood,
los multimedia y el grupo cibernético Gafat
(Google/Apple/Facebook/Amazon/Twitter).
Ambrose Evans-Pritchard, feroz palafrenero de la
Casa Real británica, pondera los altos riesgos de la aventura del alza por
la Fed cuando «los cementerios de la política global están sembrados
con los centralbanquistas, quienes han elevado las tasas a prisa, para
solamente retractarse después de haber empujado a sus economías a la recesión o
después de haber realizado un mal juicio sobre las poderosas fuerzas
deflacionarias en el mundo post-Lehman» [1].
Se refiere a la quiebra de Lehman Brothers en 2008, que sumió
a Estados Unidos y, por ende, al mundo en una grave crisis que
aún no ha sido resuelta.
Los ejemplos de Evans-Pritchard son ilustrativos
desde las dos fallidas alzas del Banco Central Europeo de 2011 que
casi llevó al colapso a la unión monetaria hasta el curso reverso de
Suecia, Dinamarca, Corea del Sur, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Israel
y Chile.
El alza no es solamente un vulgar incremento, sino
que comporta también un singular ritmo cuando la Fed tiene contemplado elevar
las tasas en forma gradual a lo largo de 2016 para alcanzar 1,375% [2].
¿Aguantarán el mundo y el México neoliberal itamita
otras cuatro alzas consecutivas de un cuarto de punto cuando
la primera llevó a la quiebra a ICA, una de las principales constructoras
de América Latina ?
Fue lastimoso que el Financial Times –que
teledirige sin desparpajo la política petrolera y monetaria del México
neoliberal itamita– haya anunciado dos días antes (¡supersic!) el alza
local de las tasas a 3.25%.
El Financial Times sentencia que la economía
del México neoliberal itamita está esclavizada (¡supersic!) a la política
monetarista de Estados Unidos cuando en lugar de apretar las tuercas
necesita relajarlas [3].
El New York Times se lamenta de que la
atadura de México a la política monetaria de Estados Unidos «haya
devaluado el peso cerca de 30% en menos de una semana» [4].
Hasta Stratfor [5]
–la CIA empresarial tras bambalinas– admite que la Fed maneja las tasas en
forma egoísta y unilateral, sin miramientos por el estado cataléptico del
resto del planeta, lo cual afecta(rá), a mi juicio, primordialmente a la
Unión Europea y a China: dos de los principales motores del crecimiento global.
Según Peter Spence, de The Telegraph, los
países más expuestos son Brasil, Chile y Sudáfrica y los mercados
emergentes pudieran ser particularmente vulnerables cuando muchos de ellos han
amasado enormes cantidades de deuda que pudieran ser inmanejables. (Nota: como
es el caso del parasitario Grupo Monterrey: desde Cemex hasta Alfa.)
Brasil y Sudáfrica pertenecen a los vapuleados
BRICS, lo cual abona a la teoría de que el alza decretada por la Fed tiene la
intención colateral de golpearles de lleno ya que también Rusia es
apaleada por la abrupta disminución de los ingresos petroleros a los límites de
35 dólares el barril, mientras la divisa china yuan/renmimbi será
aporreada hasta una devaluación proyectada de 30% [6].
Así funciona la guerra multidimensional que
Estados Unidos ha decretado para arrinconar al resto del planeta.
Zhang Yi, de la agencia noticiosa Xinhua,
comenta que China puede muy bien lidiar con el alza, ya que el dinero será
necesario para invertir en los «trenes de alta velocidad, satélites y
supercomputadoras que ahora fabrica China» [7]
y no solamente en juguetes.
En forma hipócrita, la israelí-estadunidense Janet
Yellen, quien dirige la Fed –cuyo vicegobernador es extrañamente Stanley
Fisher, ex mandamás del Banco central de Israel– se dice sorprendida
por el desplome del petróleo que acompañó el alza de las tasas de interés
y predijo que existen límites (sic) por debajo de los cuales
es improbable que caigan los precios del petróleo.
Ya había señalado que los yihadistas habían
colocado en 15 dólares el límite al que rematan el barril robado que
venden a Israel [8].
Evans-Pritchard considera que el momento del alza
es propicio debido a 4 años de recortes presupuestales y de
una tasa de desempleo que ha caído en un 5%.
Más allá de las triviales y aburridas medidas
monetaristas, existe un panorama turbio, ya que la manufactura de
Estados Unidos no es nada boyante y el crecimiento de su PIB nominal
no pasa de un mediocre 3% anual.
Tampoco el mercado laboral es tan apretado como
parece y no faltan analistas que creen posible que la Fed eche reversa.
Otros analistas aducen que el verdadero apretón
sucedió hace 2 años cuando la Fed cesó de comprar 85 000 millones de
dólares al mes bajo el esquema de la facilitación monetaria (quantitative
easing: QE).
Más allá de las piruetas y alquimias de los casi
siempre equivocados monetaristas, el verdadero problema radica en los
9 billones de dólares (trillones en anglosajón) de deuda foránea que
incurrieron en la demencia de endeudarse en dólares y que desde julio de 2014
ha llevado a una revaluación inédita de casi 20% del superdólar que ha
perpetrado una carnicería en los mercados emergentes supeditados a las
aplastadas materias primas, con los consecuentes cambios de regímenes que
operan desde Venezuela hasta Argentina.
A ocho días de ascender a la presidencia, el
Macri-neoliberalismo hundió la riqueza de Argentina a niveles de Guinea
Ecuatorial después de su superdevaluación de más de 30%, según el Financial
Times, mientras en Brasil, el ministro de Finanzas, el israelí-brasileño
Joaquim Levy, renunció después de haber conseguido la degradación de los bonos
a niveles chatarra de la máxima economía de América Latina, por la descalificada
calificadora Fitch. ¿Nos encontramos ante una guerra global
de divisas operada por la Fed contra el resto del mundo catatónico y
atónito? La única divisa respetable que se ha revaluado ha sido
el superdólar, que ha propinado severas palizas a todos sus competidores.
La divergencia es atroz, ya que Estados Unidos
efectúa su apretón (léase: sequía crediticia que encarece el valor del dinero),
mientras China y Europa luchan por mantener un relajamiento monetario que, de
paso, devalúa sus divisas respectivas. ¿Conviene a Estados Unidos un
superdólar que comprará a precio de remate los activos, más que nada, de
los mercados emergentes, como México, que rematará sus principales activos
petroleros en las aguas profundas del Golfo de México en beneficio de las
cuatro petroleras anglosajonas Exxon, Chevron, Shell y BP?
Nada está predeterminado y el alza de la Fed metió
en forma riesgosa al mundo en un incierto mapa aún por navegar.
Fuente
La Jornada (México)
La Jornada (México)
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