15/01/2016
Las
bolsas chinas han conmocionado los mercados bursátiles del mundo. Otra vez. Con
pérdidas muy superiores a lo ganado en 2015. Se desató un temor generalizado y
la inestabilidad campa en los mercados financieros del mundo. Wall Street
sufrió uno de los peores inicios de año de su historia y en España, el Ibex 35
tuvo la peor semana financiera de un año nuevo y sigue.
En las
bolsas, el pronóstico es que mayoritariamente tendrán pérdidas durante meses.
En España, la inseguridad bursátil puede perjudicar a grandes empresas, como
Repsol o entidades bancarias como La Caixa y Bankia. Mientras los llamados
países emergentes y algunas economías sólidas (Alemania, Australia…) ven
reducidos sus buenos resultados hasta llegar a situaciones preocupantes en
algunos casos. Caen el precio del petróleo y de las materias primas… ¿Habrá una
nueva crisis que se cuece a marchas forzadas?
En
Europa, Stiglitz ya denunció que la eurozona “tenía que unir a la gente, pero
divide a los países. Tenía que aportar prosperidad y unión, pero hay recesión y
desastre económico”. La persistente y nociva austeridad mantiene el continente
en crisis, sin olvidar que el pueblo trabajador, los asalariados precarios, los
pensionistas empobrecidos, los desempleados que no cesan… lo pasan mal. Y cada
vez son más quienes se incorporan a la legión precaria de incertidumbre y
sufrimiento. La obscena obsesión por preservar los intereses del sector
financiero, motivo real de la austeridad impuesta en Europa, crea una situación
tan demencial como la de alguien que tuviera una gallina que pusiera huevos de
oro y se la comiera. Además, el Banco Mundial rebaja las previsiones de
crecimiento mundial y el FMI hace tiempo solo expresa vaticinios pesimistas.
Este sistema no tira.
Marx
tenía razón. El capitalismo puede destruirse a sí mismo, pues no puede haber
constante absorción de rentas del trabajo por el capital sin crear rebaja de
demanda. Cabe empezar a pensar, como cuentan algunos thriller, que el
capitalismo es como un poderoso ingenio en cuyo interior hay un mecanismo de
auto destrucción. Los últimos días de 2015 y primeros de 2016 ¿son anticipo de
lo que puede pasar de seguir el caótico rumbo del neoliberalismo?
Habrá que
concluir entonces que el capitalismo no tiene remedio. Hay que sustituirlo. El
capitalismo tiene un grave conflicto y solo se le ocurre ahondarlo. Porque ha
perdido el control. No renuncia al crecimiento como fórmula ‘mágica’ (que no es
tal) porque no puede. Es el motor de sus beneficios. Pero el crecimiento
tampoco llega, además de no ser buena salida porque se carga la única Tierra
que tenemos. Como demuestra la ausencia de acuerdos del COP21 para frenar el
cambio climático.
Como
explica David Harvey, el capital quizás funcione indefinidamente, pero degrada
y degradará más el planeta, empobrece y empobrecerá aún más a la gente con un
aumento espectacular de desigualdades sociales que ya sufrimos, mientras una
pseudodemocracia totalitaria, que empieza, controlará a la ciudadanía. En la
Unión Europea, por ejemplo, con mandatarios que se conducen como capos de la
mafia. Recuerden el trato dado a Grecia.
Pedro
Angosto expresa claramente que “el objetivo del capitalismo, por mucho que sus
turiferarios lo digan, no es el bienestar de los individuos en una sociedad
equilibrada, sino obtener el máximo beneficio para unos pocos a costa de
explotar a la mayoría y destrozar la Naturaleza”.
¿Aceptamos
que el sistema se destruya y con él nuestro mundo? No es lamentación estéril,
sino alarmada llamada de atención. Reconocer el problema es condición
imprescindible para resolverlo. Solo sabiendo qué ocurre y por qué, podremos
afrontar la inacabable crisis del sistema y sus consecuencias.
Sustituir
el capitalismo no es tarea fácil, pero tampoco imposible. Una clave es
reemplazar los principios y valores que lo sostienen: individualismo,
competitividad, beneficio, ostentación, lujo… Y cambiarlos por solidaridad,
colaboración, cooperación, atender necesidades y respetar derechos. Con
principios capitalistas, no lo eliminaremos. Si conservamos su modelo de
consumo, por ejemplo, exponencial, ostentoso, competitivo e innecesario, hay
capitalismo para rato. Es necesario ponerse a la tarea, porque lo que no
resuelva la gente, nadie lo resolverá.
Xavier
Caño Tamayo
Periodista
y escritor
Twitter:
@xcanotamayo
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