January
26, 2016 por Daniel Eskibel
TIP: La
campaña electoral no debe sintonizar estéticamente con el candidato y su equipo
sino con el público objetivo.
Es humano. Muy humano.
Hacer una campaña electoral a imagen y semejanza de uno mismo. Con el estilo propio. Los gustos, las preferencias, la estética.
Demasiado humano.
Narciso se mira al espejo
El mito lo cuenta así. Narciso descubre su propia
imagen sobre la superficie espejada del río. Se mira en las aguas del río como
si se viera al espejo. En tiempos sin espejos, claro.
Se mira y lo que ve le gusta.
Se enamora de su propia imagen.
Embelesado por sí mismo, cae al río y se ahoga.
Se ahoga en su propia imagen.
Después vino la psicología
La psicología descubrió que ver por primera vez la
imagen propia ante el espejo es un evento de gran trascendencia en el
desarrollo de cada ser humano. Un evento que ayuda a estructurar la vida
psíquica. Pero que también puede tener sus patologías.
Narciso. Narcisismo. Patologías narcisistas.
Hoy más que nunca, en este mundo plagado de espejos.
Campaña electoral narcisista
Olvidemos, a los efectos de este artículo, las ideas de
una campaña electoral. Olvidemos los conceptos, los programas, los
discursos, el mensaje. Pongamos todo entre paréntesis.
Pensemos en la estética de la campaña.
El estilo. El diseño. El color. La música. El ritmo.
Pensemos en eso porque muchas campañas caen en la
trampa del espejo. O sea: construyen su estética a imagen y semejanza de la
campaña misma. O de quienes la orientan (candidato, jefe de campaña,
publicista, consultor…).
Resultado: una campaña que deja satisfechos a los integrantes
del equipo de campaña porque se parece a ellos. Una campaña electoral que
se embelesa ante su propia imagen. Que mira sus spots y escucha su jingle y ve
sus carteles y sonríe con placer porque se ve allí. Se refleja en su producto.
Se ama a sí misma.
Pero con un riesgo.
Un gran riesgo.
Que ese estilo sea demasiado ajeno al público objetivo.
Que esa estética sea una barrera para ese público.
La campaña narcisista puede ser muy buena, muy
fresca, muy creativa. Pero si levanta una barrera estética con el público cuyo
voto busca…entonces el peligro de ahogarse en su propia imagen pasa a ser
relevante.
La conspiración de los espejos
En este siglo 21 superpoblado de espejos, la
tentación de planificar una campaña electoral ante el espejo es bastante
frecuente. Decir que me gusta la música de mi campaña, o que me gusta el color
o el estilo o la estética…puede ser bueno y tranquilizador.
Pero la pregunta principal es menos
tranquilizadora.
¿Eso que me gusta tanto también le gusta al público al cual le hablo?
Cuidado, porque a veces Narciso se inclina demasiado sobre el imposible espejo del río. Y si se cae se ahoga. Se ahoga en votos que van para otro candidato y que nadie atina a decir de dónde salieron.
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