A 97 años
de su asesinato
La
Izquierda Diario
16-01-2016
El 15 de enero de 1919 fue asesinada Rosa Luxemburgo, Leo Jogiches y Karl Liebknecht, junto a decenas de militantes comunistas a manos de la policía del gobierno socialdemócrata Alemán. Pero, para nosotros ella no está muerta. La fuerza de sus ideas, su método -que sin dogmatismos ni elogios de ningún tipo nos transmite un sentido de crítica cabal como herramienta para la lucha revolucionaria- son parte de su legado.
En defensa del legado de Marx y Engels: ¿Reforma o
revolución?
Desde estudiante secundaria, Rosa fue perseguida.
Militó clandestina en un ambiente de efervescente discusión política al alero
de un régimen despótico y represivo.
Así, la joven Rosa Luxemburgo se arrojó a la lucha
revolucionaria de la clase obrera, con un instinto y combatividad que fue
reconocido apenas llegó a Alemania, aunque era una de las mas jóvenes de la
sala, nadie le podía contar lo que era estar en la cárcel. Ya no era una
estudiante y a pesar de una compleja bienvenida en los círculos
socialdemócratas alemanes, ella destacó de inmediato desarrollando sus ideas
sin supuestos y buscando elevar el pensamiento concreto siempre en conexión con
las tareas históricas que los marxistas revolucionarios tenían en el presente.
¿Reforma o revolución? La Segunda Internacional y
la Socialdemocracia alemana en particular forjaron su desarrollo en un período
de estabilidad y desarrollo capitalista ininterrumpido sin protagonizar ningún
proceso revolucionario que templara a la organización en una lucha directa
contra la burguesía. Ellos concentraron el conjunto de su acción política en la
acción sindical y la lucha parlamentaria, desarrollando ampliamente la táctica
en tiempos de paz, pero sin prepararse para tiempos convulsivos, adaptándose
finalmente a los tiempos de la democracia burguesa.
La separación entre teoría y práctica traería sus
consecuencias evidentes. Esta fue la base objetiva que permitió el surgimiento
de un ala revisionista que buscó tranzar las ideas fundacionales del marxismo
con las ideas del liberalismo burgués. Su precursor fue Eduard Bernstein, al
igual que los reformistas de hoy, para él, mediante reformas parciales el
capitalismo podía evolucionar pacíficamente. El objetivo del socialismo debía
ser desechado, el fin es nada, el movimiento lo es todo. La joven Rosa dio una
lucha implacable contra quienes querían limar el filo de las ideas de Marx y
Engels.
Para Rosa la legalidad y el Estado no podían
separarse de la lucha de clases:
“De hecho, en todas las épocas, la constitución
legal no es otra cosa que el producto de la revolución. Mientras que la
revolución es el acto de creación política de la historia de clase, la
legislación, bajo distintas formas, no es otra cosa que el vegetar político de
la sociedad” (1)
Contra todo rutinarismo conservador: Huelga de
masas y parlamentarismo
Pero, no solo dio una lucha ideológica y política
contra el ala reformista de Bernstein, instalando la necesidad de la revolución
y ligando las tareas cotidianas con la lucha revolucionaria por el socialismo.
Su experiencia en la revolución de 1905 en Varsovia la hizo reflexionar sobre
la táctica predominante de la segunda internacional: el parlamentarismo.
Al calor de uno de los movimientos huelguísticos
que sacudieron principios de siglo XX, coordinadoras, mítines de obreros y
tomas de fábricas, la fuerza de la clase obrera repuso los métodos
revolucionarios en la cabeza de los marxistas rusos y en Rosa Luxemburgo. Esto
trajo intensos debates, reponer los métodos históricos de lucha de la clase
obrera no sería fácil, la dirección de la socialdemocracia alemana que dirigía
cientos de sindicatos, que poseía fuerza y apoyo electoral, se oponía a la
táctica de huelga de masas por considerarla desorganizadora y que podría minar
los derechos conquistados por años de democracia burguesa y estabilidad social.
Para ella, toda acción parlamentaria debía estar
ligada a la lucha revolucionaria por el socialismo, la táctica debía estar
subordinada a la estrategia.
“El dominio de la legalidad burguesa del
parlamentarismo, es cierto, no es solo un campo de dominación de la clase
capitalista, sino también un campo de batalla. Pero, así como el orden jurídico
es para la burguesía una expresión de su violencia, la lucha parlamentaria no
puede ser, para el proletariado, más que la tendencia a llevar adelante su propia
violencia. Si no existe, detrás de nuestra actividad legal y parlamentaria, la
violencia de la clase obrera, siempre lista a entrar en acción. La acción
parlamentaria de la socialdemocracia se convierte también en un pasatiempo
espiritual, similar a aquel de sacar el agua con una espumadera. Los
aficionados del realismo, que constantemente hacen hincapié en los “sucesos
positivos” de la actividad parlamentaria, para utilizarlos como argumentos
contra la necesidad y utilidad de la violencia en la lucha de clases, no se han
dado cuenta de que estos sucesos, son tan pequeños, que no deberían
considerarse más que como los productos del efecto invisible y latente de la
violencia.” (2)
Desligar la táctica y la estrategia fue la posición
del sector oportunista del partido que años después votaría los Créditos de
Guerra el 4 de agosto de 1914, aniquilando la unidad de clase de la II
Internacional y arrojando a la socialdemocracia al campo de la burguesía.
Rosa Luxemburgo no se quedaría callada, defendió el
internacionalismo de la clase obrera frente a la primera guerra y denunció la
claudicación de la socialdemocracia alemana. Entre un mar de consignas
patrioteras marcó con firmeza los principios del marxismo revolucionario. Había
que prepararse para la revolución para esto no se podían tener medias tintas.
Rosa Luxemburgo tiene que vivir
La idea de la revolución socialista que Rosa
Luxemburgo defendió contra las corrientes reformistas necesitaba la palanca de
un partido como el que Lenin y Trotsky construyeron para la toma del poder por
el proletariado.
Mientras hoy predominan concepciones de una
izquierda que no se propone la lucha por el socialismo como una tarea actual y
ven la transformación de la sociedad en los estrechos márgenes del régimen
burgués, debemos reponer el debate de estrategias. Al calor de los nuevos
fenómenos de la lucha de clases en América Latina y en el mundo, se abre un
periodo objetivo en donde vuelven a aparecer grandes discusiones como: ¿Reforma
o revolución? Para nosotros no está muerta, Rosa tiene que vivir:
“No os dais cuenta de que vuestro orden está
levantado sobre arena. La revolución se erguirá mañana con su victoria y el
terror asomará en vuestros rostros al oírle anunciar con todas sus trompetas:
¡Yo fui, yo soy, yo seré!” (3)
Notas
(1) ¿Reforma o revolución?, Rosa Luxemburgo.
(2) “Problemas de la organización de la
socialdemocracia Rusa”. Rosa Luxemburgo.
(3) “El orden reina en Berlin”. Rosa Luxemburgo.
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