LAS 2 EMOCIONES QUE CONSPIRAN CONTRA
LOS OPOSITORES
Daniel Eskibel
danieleskibel@maquiaveloyfreud.com
29 setiembre 2015
El
cerebro del votante no funciona como una máquina cartesiana completamente
lógica y consciente.
Esa es,
apenas, la parte visible del iceberg.
Pero por
debajo funciona una poderosa maquinaria hecha de emociones y de procesos
cognitivos no conscientes.
Esa
maquinaria inconsciente es la que intento describir en el curso gratuito de
introducción a la psicología política que incluí en la Biblioteca gratuita.
Un
elemento importante en esa maquinaria es
la resistencia al cambio, concepto que ayuda a comprender mejor una de las
dinámicas emocionales que se ponen en juego en cada campaña electoral.
Sí: me
refiero al dilema continuidad o cambio.
Ya
sabes: siempre hay un candidato que busca la continuidad mientras los demás
proponen cambios.
Y esa
confrontación suele desatar emociones, por
cierto.
La mente
humana se resiste al cambio.
No lo
acepta de buen grado ni de inmediato ni por completo.
Esa
resistencia es la que hace que el cambio sea más un proceso que un acto. Y al
decir proceso tenemos que considerar tiempo y esfuerzo.
Cambiar al
partido que está en el gobierno y sustituirlo por otro partido no es nada
simple.
Es
complejo.
Y lo es
porque no es un asunto solamente político.
Cambiar
va más allá de la razón e involucra fuertes emociones. Por eso el cambio debe
procesarse, trabajarse, pulirse.
La
resistencia al cambio incluye dos factores que se interrelacionan: el miedo a
lo nuevo por ser desconocido y la tristeza por tener que desprenderse de lo que
ya es conocido y está integrado de una forma u otra a la vida de las personas.
Miedo y
tristeza.
Ahí
están.
Esas son
las 2 emociones que acompañan y solidifican la resistencia al cambio.
Miedo y
tristeza conspiran contra el cambio, trabajan contra él, luchan contra las
novedades, se resisten a cambiar.
Acá
tenemos una de las claves de la psicología política de gobernantes
y opositores.
Y es que
la oposición será tanto más efectiva cuanto más logre minimizar o neutralizar
las emociones de miedo y tristeza en el electorado.
La
tristeza y el miedo estarán presentes en mayor o menor medida entre los
sectores sociales que podrían llegar a ser agentes de cambio.
Serán un
ancla en el pasado.
Un ancla
que habrá que limar con paciencia.
Y con
emociones, claro.
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