- Polémica
De Echave – Jaime de Althaus sobre el fundamentalismo pro-minero y anti-minero.
Servindi, 3
de junio, 2015.- Una contundente respuesta recibió el periodista Jaime de
Althaus de parte del economista José de Echave, quién observó que el
fundamentalismo no está en los que se oponen a la minería con diversos
argumentos que emanan de la realidad sino en aquellos que respaldan su
imposición a rajatabla sobre la base de una lectura plana del país.
El debate lo
inició Althaus, columnista del diario El Comercio y conductor del Programa La
Hora N, quién en su provocador artículo: Izquierda edípica, publicado el viernes 29 de mayo, afirma:
“Hay una ideología ambientalista-antiminera, casi fundamentalista, que está
calando en sectores amplios.”
“Es una
religión que propugna, sin decirlo por supuesto, el suicidio nacional: que el
Perú renuncie a su riqueza más notoria, aquella que, a máxima inversión
manejada con rigor ambiental, nos permitiría salir de la pobreza y convertirnos
en país desarrollado en poco tiempo”.
“Se trata de
un fundamentalismo de una frivolidad indignante, porque quienes lo enarbolan
son aquellos que declaran defender los derechos de los débiles y de los menos
favorecidos” remata Althaus, quién además de periodista suele presentarse
tanbién como “antropólogo”.
José de
Echave, ex viceministro de Gestión ambiental y miembro de la asociación
CooperAcción, respondió con un artículo en el que propone analizar ¿De qué lado
están las posiciones fundamentalistas?, más aún considerando que Althaus, más
que basarse en los datos de la realidad, tiene una “lectura tremendamente plana
del país”.
Si
consideramos que el fundamentalismo es la actitud “que defiende los fundamentos
de una determinada doctrina en su integridad o pureza más rigurosa” De Echave
demuestra que el fundamentalismo no está en la población en los opositores a la
minería sino en posiciones como la de Althaus, que sostiene la tesis de la
conspiración “antiminera”.
Para
Althaus, la oposición a la minería es obra de la manipulación de pequeños
grupos de izquierda y de organizaciones no gubernamnentales que se logran
imponer “sobre la base de una conquista previa: la de la mente de muchos
peruanos que ahora creen sinceramente que la minería es mala.”
El
dogmatismo neoliberal de Jaime de Althaus llega al extremo de expresar su
sorpresa por que la minería también es “atacada” desde el flanco económico.
Esto debido a que el diario “Gestión” publicó el artículo titulado:
“Diversificación productiva o seguiremos exportando piedras”.
Para
Althaus, la propuesta de diversificar la producción es “otra frivolidad de
moda, como si la diversificación fuese una alternativa a la minería y no más
bien su consecuencia.” Para Althaus, debemos imitar a Australia o Canadá bajo
el lema: “a más minería, más diversificación.”
Pero olvida
decir -como lo recuerda De Echave- que esos países “planifican, regulan,
fiscalizan, sus instituciones se fortalecen y sus pueblos indígenas son
consultados y participan en los procesos de toma de decisión.” algo que ni por
asomo ocurre en el Perú y mucho menos advierten los fundamentalistas
neoliberales de la derecha peruana.
Acceda al
artículo de Althaus en el siguiente enlace:
- Izquierda edípica, por Jaime de Althaus, diario El
Comercio, 29 de mayo, 2015
A
continuación el artículo de José de Echave:
Periodista y
antropólogo
Por José De
Echave C.
Jaime De
Althaus firma sus artículos en el diario El Comercio como periodista y antropólogo.
Cuesta creer que en sus columnas haya algo de análisis antropológico. Lo que sí
hay es ideología pura y dura y por supuesto tiene todo el derecho de
expresarla. El problema es que muchos de los argumentos que escribe y también
repite en su programa diario en televisión de cable, no toma ni por asomo la
data dura de la realidad y es una lectura tremendamente plana del país para
alguien que se presenta como antropólogo.
Pese a que
los datos de la realidad le demuestran lo contrario, De Althaus viene
sosteniendo tercamente que en las zonas de influencia de la minería hay una
mayoría silenciosa que casi siempre termina siendo secuestrada por una minoría
bulliciosa, movilizada, que en base al temor termina imponiéndose: lo dijo en
Conga, hasta que una contundente encuesta de Ipsos Apoyo, a mediados de 2012,
lo desmintió categóricamente. Ahora, nuevamente en el caso de Tía María ha
insistido con esta “teoría”.
No sabemos
cómo De Althaus habrá reaccionado a la encuesta publicada por la empresa GFK el
pasado domingo 31 de mayo en el diario La República(1): según la mencionada
encuesta, las personas que piensan que el proyecto Tía María debe suspenderse o
cancelarse definitivamente, suman 68% de los consultados. Frente a otra
interrogante, que apunta a identificar con cuál posición se sienten más
identificados los encuestados, el 59% responde que los pobladores tienen razón, el proyecto va a
contaminar y las acciones que plantea la minera para evitar eso no son
suficientes. La otra opción, la minera
tiene razón, recibe el respaldo del 29% de los encuestados.
El artículo
de De Althaus también alude a una extraordinaria capacidad de diferentes grupos
(de izquierda, ong, etc.) que se logra imponer “sobre
la base de una conquista previa: la de la mente de muchos peruanos que ahora
creen sinceramente que la minería es mala”. Tremendo argumento,
porque ojo, ya no son solamente pequeñas poblaciones manipuladas por estos
grupos; ahora es la gran mayoría de la opinión pública, incluso de las grandes
ciudades. No cabe más que preguntar ¿cómo lo hacen? ¿Cómo grupos con
estructuras tan pequeñas, precarias y que tienen escasísimos recursos -sobre
todo si se los compara con los presupuestos de empresas poderosísimas-, pueden
lograr tamaños resultados? Ni una sola explicación consistente sobre el tema.
¿Alguien se anima?
El otro gran
problema de este tipo de análisis es que al armar el fantasma de la gran
conspiración se impide, consciente o inconscientemente, que se identifiquen los
graves problemas irresueltos en el país y las bases objetivas que explican los
conflictos vinculados a actividades como la minería. Estos mismos sectores y
esta corriente de opinión no quieren, por ejemplo, institucionalidad ambiental
fuerte; ni consulta previa, libre e informada; tampoco fiscalización ambiental;
apoyan a las empresas mineras que pretenden traerse abajo el aporte por
regulación y varias otras perlas. Rechazan la posibilidad de hacer minería de
otra forma y pretenden mantener las mismas políticas desgastadas cuando el reto
para el país es cómo nos imaginamos la minería para el futuro.
Nadie
pretende que el Perú renuncie a su
riqueza más notoria. Es un
argumento falso que busca caricaturizar posiciones y propiciar un falso debate.
La propuesta es revisar y corregir el camino recorrido por el país en los
últimos 25 años. Se trata también de aprender de las mejores experiencias y de
lo que se está haciendo hoy en día en países que también tienen una alta
dotación de recursos naturales.
Al terminar,
De Althaus menciona a Australia y Canadá, cuyas
exportaciones mineras son 4 veces o más que las peruanas y tienen una economía
más diversificada. Concluye señalando triunfalmente: a más minería, más diversificación.
Lo que su dogma liberal le impide decir es que precisamente en esos países los
Estados planifican, regulan, fiscalizan, sus instituciones se fortalecen y sus
pueblos indígenas son consultados y participan en los procesos de toma de
decisión. También olvidó decir que, por ejemplo Australia, en plena negociación
del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés) se opone
a incluir cláusulas de arbitraje, precisamente por las experiencias previas y
la necesidad que tienen de seguir ajustando y mejorando regulaciones sociales y
ambientales. ¿De qué lado están las posiciones fundamentalistas?
Nota:
(1) Encuesta
realizada a población urbana de hombres y mujeres de 18 años a más de
todos los datos socio- económicos del Perú. Mayo 2015.
Fuente: http://servindi.org/?p=132284
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