11-06-2015
“En el Perú, todavía existen quienes piensan que se puede agarrar la
luna con la mana o tomar el cielo por asalto o arrebatar el fuego a los dioses.
Todavía hay quienes creen que las cosas pueden cambiar y que la revolución es
posible”. (Alberto Flores Galindo, "Tiempo de Plagas").
A propósito
del surgimiento de diversas iniciativas políticas de cara al proceso electoral
que se avecina, donde cada cual, se reclama como espacio centro-izquierda,
compartimos nuestras preocupaciones y apreciaciones sobre el itinerario que ha
tenido en los últimos años la llamada “nueva izquierda”, surgida en nuestro
país en los años de 1958-1967, en el contexto de las luchas campesinas por la
tierra, contaron con una dirección marxista, y un liderazgo en la figura de
Hugo Blanco; que hicieron un amplio llamado a todos a juntarse en un espacio
común, proceso, en el que participaron nada menos que Juan Pablo Chang, quien
caería en combate al lado del Che Guevara; como también ocurrió con el propio
Máximo Lobatón, entre otros. Tal vez éste sea el punto de partida de una
izquierda que se reencuentra con José Carlos Mariátegui, aunque Ismael Frías
hizo una amplia defensa del Mariateguismo Socialista, en contra de las
deformaciones que hacía el PC (Unidad) del Amauta. 1960, en el contexto de este
proceso y luchas campesinas por las tomas de tierra, debemos ubicar la gesta
guerrilleras del MIR de 1965, que se entroncara con la Revolución Cubana y la
figura señera que reivindicara al hombre nuevo de Ernesto Che Guevara. Nueva
izquierda, que retomara el socialismo creador del Amauta José Carlos
Mariátegui, largamente olvidado por la ortodoxia de los viejos PCs (Unidad y
Patria Roja).
Desde
entonces han pasado poco más de medio siglo, en cuyo ínterin se encuentran, la
fundación de Vanguardia Revolucionaria (VR), el Movimiento de izquierda (MIR),
PC-Clase Obrera, y PC-Trinchera Roja, pasando por la conformación de la Unidad
Democrática Popular (UDP), siguiendo con la Unidad Mariateguista, hasta la
fundación del Partido Unificado Mariateguista (PUM) el 23 de octubre de 1983.
Cuyo Primer Congreso significó un punto de viraje de la tendencia a la
fragmentación de la izquierda, la fundación del PUM significó en su momento el
intento más serio, aunque quizás tardío, de revertir la tendencia a la
derechización de la izquierda peruana.
Asimismo, en
Junio de 1988, tras un intenso debate que polarizó al mariateguismo, tuvo lugar
el II Congreso Nacional del PUM. Congreso histórico, no solo por sus
repercusiones sobre el conjunto de la izquierda peruana, sino también por la
atención que concitó en el conjunto del país. El II Congreso aprobó una
estrategia de poder popular cuya vía principal se sintetizó en la tesis de
desarrollar la lucha democrático-revolucionaria de las masas hasta su
transformación en nuevas formas de lucha orientadas al derrocamiento del poder
burgués. Acorde con ella se propuso una táctica ofensiva cuyo eje era culminar
la construcción de una fuerza política de masas capaz de ganar hegemonía,
generar crisis y dar saltos estratégicos en la lucha por el poder.
Asumiendo
como principios la integralidad y la simultaneidad de las diversas formas de
lucha, se plantearon construir instrumentos nuevos y modificar cualitativamente
la forma de organización política. Estas tesis fueron el núcleo del debate, los
alineamientos y el zanjamiento entre “Libios” y “zorros”.
El debate en
el mariateguismo se centró en la Estrategia, no trató seriamente los temas
programáticos e ideológicos. Esto a pese a que dichos temas estaban a la orden
del día en el mundo y en la izquierda peruana (debate con los Zorros, con la
llamada Convergencia Socialista, con el dogmatismo senderista). Más aún, en el
país y en el mundo, son los años de la perestroika soviética, la reforma china
y el periodo especial de la revolución cubana; los años cumbres de Reagan,
Thatcher y la ofensiva ideológica neoliberal; de reubicación e intento de
relanzamiento de la social-democracia (Felipe González y Mitterrand, Alan
García, entre otros). Esta carencia llevó no solo a que el Mariateguismo no se
armara para entender los cambios que se produjeron en los años siguientes, sino
también a producir una peligrosa escisión entre dos características
constitutivas del proyecto mariateguista: la radicalidad y la renovación. La
ausencia de un programa socialista, coherente con la estrategia aprobada
contribuyó al abstencionismo político en el que el conjunto de la izquierda
peruana incurrió en adelante.
En este
marco el debate del Primer Congreso de IU fue, en lo fundamental, la
extrapolación del debate del Mariateguismo. Sus ejes estuvieron en la estrategia
(evolutiva o de ruptura) y el programa. En los últimos meses encontró
concreción en relación a la táctica frente a la crisis del primer gobierno
aprista. Mientras el PUM planteaba la huelga general y el adelanto de
elecciones (como salida política intermedia) las demás fuerzas de lU se
limitaron a una táctica defensista de no hacer olas en espera de las
elecciones. Sobre esta base se buscaba neutralizar las vacilaciones y
eclecticismo de las corrientes reformistas. Sin embargo, no se pudo lograr articular
una fuerza hegemónica alternativa y se terminó avalando una dirección centrista
y vacilante.
Situación
actual de la izquierda
En la
actualidad asistimos a la derechización y burocratización de vastos sectores de
la izquierda peruana, que, no solo afecta la relación dirección-bases en el
seno de los partidos, sino también la relación dirigencias-masas en el seno de
las organizaciones populares. Ciertamente éste es un fenómeno más profundo;
tiene su raíz en un creciente alejamiento entre la política y la sociedad, es
decir, una ruptura entre lo social y lo político, donde lenguajes y estilos de
hacer política, difieren largamente de las formas de vida cotidiana de millones
de ciudadanos, trabajadores, pueblos indígenas, mujeres, habitantes urbanos y rurales
pobres del país.
Esta
realidad tiene diversas causas, una de ellas es la reducción de la actividad
política partidaria a relacionarse solamente con algunos de los aspectos de la
vida del país. Durante muchos años con la dinámica reivindicativo-defensista,
económica y gremial. En los últimos años con la actividad vinculada a la
"política" entendida ésta como solo representación ante al estado.
Ambas formas de relación política se han agotado históricamente. La primera,
por el general deterioro de la actividad productiva y de las identidades que
emergen de ella. La segunda, por la crisis del sistema de representación
política que afecta toda forma de representación política y social de nuestro
país. Es decir, lo social cambió de tal manera que ya no puede ser representado
bajo las viejas formas de organización.
La pérdida
de peso social y político y el repliegue de la clase obrera, así como la
intensa diferenciación en el campo, han debilitado los pilares fundamentales de
base social de lo que fue la llamada nueva izquierda. En los llamados barrios
populares, hoy verdaderas ciudades (las varias Limas) las formas de
organización tradicional orientadas a reclamar al estado por servicios están en
crisis. Lo que se ve ahora son sectores medios emergentes que han cambiado el
mapa social, dando cuenta de nuevos escenarios políticos. Otros movimientos y
sectores que tradicionalmente se suponían de izquierda (mujeres, intelectuales,
cultura) o se han debilitado o han optado por desarrollos sectoriales y temáticos.
Por otro
lado, el enorme retraso en el estudio de los cambios estructurales que se
producen en la sociedad peruana, unido a criterios esquemáticos sobre la
definición de las clases sociales, han impedido percibir con mayor antelación
el surgimiento de los sectores de la llamada economía informal (PYMES; MYPES) y
el importante rol que juegan en las ciudades y en el escenario nacional.
Asimismo, el
surgimiento de nuevos actores sociales, como los pueblos indígenas que
reivindican derechos a la identidad, la tierra, los recursos naturales, el
medio ambiente, y que son capaces de desarrollar formas de lucha que generan
crisis al régimen neoliberal autoritario que les han permitido lograr victorias
parciales; hitos emblemáticos en esta perspectiva, son la resistencia
amazónica, el Baguazo, Congazo, Pulpinazo juvenil, El Tambo y Arequipa frente
al proyecto minero Tía María.
Los cambios
producidos en el país y el mundo desbordan largamente la coyuntura, el periodo
político. Tienen características apócales. Para referirse a esta dimensión de
los cambios se habla de "universal crisis de la política", o de
"crisis de civilización". La renovación y relanzamiento del proyecto
Mariateguista exige dar respuestas a este nivel. Estamos lejos de haberlas
alcanzado. Pero si tenemos la responsabilidad de abrir un proceso colectivo que
nos permita avanzar en esa dirección. Solo así podremos superar la falaz
disyuntiva entre el dogmatismo o el pragmatismo.
En este
marco, entre las tendencias que resaltamos del actual periodo de luchas y
resistencias sociales, es el hecho de que estamos ante el ascenso de una
creciente oposición de los movimientos sociales, cuyo signo, es cada vez más
desafiante al poder político, cada vez más amplio y organizado, y adquiere
carácter de desobediencia civil con perspectivas de adquirir carácter
insurgente. Este torrente de luchas sociales se ubican en una línea de
continuidad de las luchas que se libraron en el país desde el 2008 en adelante;
pero éstas tienen algunas particularidades, que se caracterizan porque los
actuales movimientos sociales levantan demandas que tocan los nervios centrales
del modelo neoliberal y ponen en cuestión las formas de dominación y del
ejercicio del poder. El anodino discurso dado por el Presidente Humala en estos
días, así lo confirman.
Mientras
estas luchas se desenvuelven abiertamente, las fuerzas de los diversos grupos
de izquierda adoptan el abstencionismo como práctica política, por ello, no se
logra recoger sus aspiraciones ni reconocer sus formas de vida, de pensamiento
y de representación.
Persistir en
la necesidad de forjar el sujeto revolucionario
Lo que está
sucediendo en el país, y esto es propio de coyunturas de resolución
estratégica, es que las identidades y comportamientos político-sociales se han
autonomizado de las reivindicaciones económicas inmediatas y se redefinen en
torno a temas más bien de mediano plazo: la estabilidad global, el proyecto a
futuro, la ubicación en el mundo. Que esto esté hegemonizado por el
neoliberalismo no le quita su carácter histórico.
No se han
sacado todas las conclusiones acerca de la crisis estructural. Ésta es, en lo
esencial, una crisis de la representación global del país y de nosotros mismos,
de los valores y éticas colectivas. Y es simultáneamente descomposición y recomposición.
Ha sido y es un gravísimo error atar nuestras aspiraciones socialistas
mariateguistas y su vigencia a las viejas formas de vida, de lucha y de
comunicación con las clases populares y movimientos sociales.
En las
condiciones concretas de nuestro país y del mundo en el siglo XXI debemos
recuperar de Mariátegui la voluntad de sintetizar teórica y prácticamente las
tradiciones nacionales y el Socialismo; la acción de las masas con la creación
intelectual y estética; la política con la vida cotidiana, la moral y el mito;
la lucha nacional y el internacionalismo.
La “unidad”
es la consigna del momento, pero desde nuestro punto de vista, la “unidad
frentista”, donde todo vale, incluyendo a quienes tienen sus “manos manchadas
de sangre de nuestros pueblos”, como es el caso del llamado frente “UNETE”. Y
por otro lado, el relanzamiento Frente Amplio y más recientemente la
conformación del Bloque Nacional Popular, cuyos mentores anuncian ser el puente
que permita la “unificación” de ambos bloques. Nos preguntamos cuál es el punto
en común entre estas iniciativas que todos se reclaman, “progresistas y centro
de izquierda”, cuya base de sustentación de acuerdos de sus principales
voceros, son de un lado, la marginalidad de la izquierda socialista, y por otra
parte, el desarrollo de la más “amplia unidad”, para de esta forma derrotar a
la derecha neoliberal. Dicho así, y sin ninguna otra base de fundamentación,
peor aún sin, un atisbo de autocrítica acerca de las causas y razones por las
cuales los diferentes sectores de la izquierda peruana se encuentran en una
situación de crisis terminal; nos parece absolutamente irresponsable, habida
cuenta que expresa un manifiesto pragmatismo anclado en el non santo deseo de
alcanzar asiento parlamentario. Este tipo de conductas ha significado que estos
sectores del llamado centro izquierda hayan terminado siendo comparsas a los
gobiernos de Alan García en sus dos versiones, Fujimori, Toledo y Ollanta, con
los resultados por todos conocidos, y que solo sirvieron para brindarle en el
mejor de los casos tecnocracia eficiente al régimen neoliberal. Esta política
significa una estrategia de derrota, por cuanto solo aspira dotarle de “rostro
humano” al capitalismo neoliberal. Es decir, una suerte de liberalismo social.
Esta forma
de ser de izquierda ya fue, ha perdido en estos años el "hilo conductor de
la realidad" por mantenerse en un paradigma economicista, reduccionista,
ha abandonado en la práctica el marxismo creador y sobre todo el pensamiento y
espíritu del Amauta J.C. Mariategui, quien no en vano dedicó apenas 22 páginas
de sus Siete Ensayos a la economía y más de 200 a la religión, la educación y
la literatura, es decir a las identidades, es decir, al factor subjetivo.
Pareciera que en vano se ha leído la obra cumbre de Alberto “Tito” Flores
Galindo, que comenzó explorando la historia del proletariado minero y terminó
escribiendo la historia de una idea colectiva, de una utopía a partir de mitos,
sueños, pesadillas, y novelas.
La
derechización-burocratización de este tipo de “izquierda” es más visible en los
espacios de representación pública. Tuvo expresiones dramáticas en el rechazo a
los "políticos" tras el golpe del 5 de abril de 1992. Situación que
aún continúa presente y atraviesa al conjunto de la sociedad, Se expresa en los
partidos de la izquierda actual, en el que predominan los funcionarios, sean
estos representantes ante el estado, dirigentes gremiales,
"profesionales" de la política, promotores de ONGs. Se expresa en
dirigentes sindicales que están desvinculados de la producción, en dirigentes
campesinos que no trabajan la tierra hace años, cuando no décadas, en
intelectuales que no producen más allá de evaluaciones de coyuntura. etc. Esto
se condensa en un lenguaje incomprensible para el país real, en formas de
organización y militancia no solo ajenas a los pueblos, sino hasta
contradictorias con las formas de la vida cotidiana hoy. En una palabra, lo
social cambió de tal manera que no puede ser representado bajo las viejas
formas de organización participación y movilización.
El
"roto vínculo con las cosas", que angustiaba tanto a José María
Arguedas en la medida que le impedía comprender el país y expresarlo, también
se expresa en la política y en particular en la izquierda peruana. Desde una
relación artificial con el país real es imposible gestar y conducir un proyecto
de transformación revolucionario. La relación establecida a partir de la
representación política ante el estado o a partir de la conducción
gremial-reivindicativa o, más aun, desde una ONG, son hoy relaciones bastante
artificiales. Es una ilusión pensar que se puede recomponer una relación
histórica y estratégica desde el asistencialismo. Con éste se generan
clientelas, no militancia. Es un error pensar que los problemas de los partidos
o los gremios son, en primer lugar, problemas de recursos.
Superar este
tipo de problemas y taras políticas, hay que desprenderse del espíritu de
cliché propio de quienes al no tener claros los contenidos de su identidad se
aferran de las fórmulas como talismanes salvadores. Hay que afianzar nuestra
identidad en las ideas-fuerza aurorales del socialismo y la revolución y
aprender a expresarlas en el Lenguaje de nuestro tiempo. Hay que desprendernos
definitivamente de la visión eurocéntrica que pone la ortodoxia en la fidelidad
a los textos de algunos revolucionarios europeos. La universalidad del
Socialismo no deviene de la clarividencia de algunos geniales pensadores del
siglo pasado, sino de su capacidad de emerger en cualquier parte del globo como
alternativa a partir de la vivencia de las contradicciones del capitalismo y de
las experiencias de lucha contra él. Marx, Lenin, el propio Mariátegui y muchos
otros dirigentes y teóricos del socialismo revolucionario nos ayudan a darle
coherencia a un proceso que es en primer lugar material e histórico. Nos
enseñan a pensar mejor, no nos ahorran el pensar con nuestra propia cabeza.
Las fuerzas
del cambio social se han echado andar de la mano de los pueblos amazónicos,
andinos y juveniles
Nuestra
primera tarea es actualizar la crítica socialista, marxista, del capitalismo
contemporáneo en sus diversas formas: las que han emergido como consecuencia de
la revolución científico-tecnológica en los países más desarrollados y las que
resultan de la nueva división internacional del trabajo en los países
dependientes.
Nuevas
esferas de la actividad humana han pasado a ser subordinados por el Capital
reduciéndose a ser mecanismos de su valorización. Es por ello que hoy la
contradicción Capital-Trabajo desborda largamente la contradicción
obrero-patrón. Esto a la vez que modifica el peso y la dinámica de las formas
tradicionales de la lucha de clases, genera condiciones para la ampliación
teórica y práctica de las fuerzas confrontadas con el Capitalismo. Debemos
desarrollar el análisis concreto de estas nuevas condiciones y formas de
explotación apuntando a descubrir y vincular sus reivindicaciones específicas
en un proyecto socialista renovado.
En el ámbito
nacional esto implica asumir la tarea de producir una nueva caracterización del
capitalismo peruano y en particular de la especificidad del trabajador
colectivo y sus diversas formas: el trabajo asalariado productivo e
improductivo, el trabajo en las economías mercantiles de supervivencia, las
formas comunales andinas y amazónicas. Sobre esta base debemos producir un
enriquecimiento del programa de la Revolución que el país reclama. De ahí que
como parte de nuestras reflexiones presentamos el documento “Programa para la
Transformación del Perú para el tránsito hacia el Socialismo”, cuyos basamentos
se entroncan el Socialismo Mariateguista, La Vida Plena Amazónica, el Buenvivir
Andino y el derecho a la Ciudad.
Este
esfuerzo teórico debe armarnos para una contraofensiva sistemática en relación
al proyecto neoliberal, desenmascarar sus falacias, en particular la
contradicción entre su discurso y sus resultados: mayor monopolización de las
economías y concentración de la riqueza en el mundo, restricciones a la
democracia y las conquistas sociales, intervencionismo, anulación creciente de la
libertad real de los individuos por la creciente estandarización de la opinión
pública, las necesidades, etc. En el terreno nacional hacer evidente su
contradicción con la actividad cotidiana, productiva y cultural, de las
mayorías. Sacar a la luz sus propias limitaciones económicas.
Recuperar
credibilidad para el proyecto Socialista Mariateguista, renovado requiere hacer
un balance marxista, y no liberal, de las experiencias fracasadas o truncas de
construcción del Socialismo. Este balance debe apuntar a preservar el legado de
las principales revoluciones del siglo XX y sus indudables conquistas: la
democracia directa de los soviets en sus primeros años, la anulación de
mecanismos directos de explotación capitalista, los intentos de planificación
de la producción en función de las necesidades de la sociedad, el desarrollo de
los servicios sociales... Asimismo sus aportes a la humanidad tanto como punto
de apoyo decisivo para el desarrollo de la lucha de los trabajadores en todo el
mundo, y por ende para las transformaciones que el propio capitalismo, ha
sufrido a lo largo del siglo XX. Como en lo referente a su papel en la lucha
contra el nazi-fascismo y el colonialismo.
Es
indispensable retomar el debate en torno a la transición al Socialismo en
países atrasados, problema central irresuelto de la mayoría de estas
experiencias. A él se suman, en el terreno económico, el error de contraponer
de manera absoluta planificación y mercado, la ausencia de una dinámica de
innovación y aumento de la productividad, y en el terreno político, la
identificación Clase-Partido-Estado, la anulación del pluralismo y por ende de
la contraposición y disputa entre propuestas políticas globales, la anulación
de la democracia directa en la base de la Sociedad, la ausencia de DD.HH.
universales y de legalidad Jurídica.
Nuestro
proyecto Socialista Mariateguista debe recuperar para la revolución, junto a
los valores de la justicia y la igualdad, el tema de la Libertad en sus
distintas dimensiones. En términos teóricos esto Implica tal como lo hizo
Mariátegui en su momento, valorar el aporte no solo de Marx y Lenin, sino de
las distintas filosofías de la vida y la voluntad. Afirmamos que siendo la nota
esencial de la libertad humana el derecho a la Libre determinación su principal
contradicción hoy es con un orden que condena a las mayorías a niveles
infrahumanos y estandariza la vida a escala planetaria a través de la
"mano invisible" del mercado. La igualdad no es homogenización, es el
reconocimiento mutuo de la condición humana y a la vez del derecho a la
diferencia. Nuestro socialismo debe ser la Utopía de la diversidad de los
géneros, de las etnias y culturas, de los individuos.
Es necesario
revalorar al interior de una concepción marxista de la vida y la historia el
rol de los individuos y desarrollar la tesis de Marx que pone "la libre
individualidad, fundada en el desarrollo Universal de los individuos y en la
subordinación de su productividad colectiva, social, como patrimonio social,
como el carácter distintivo de la sociedad comunistas, es decir sin clases”.
Desarrollar el trasfondo filosófico de la teoría del valor-trabajo que asigna
al trabajo humano el carácter de ser la única fuente de la riqueza. Frente al
liberalismo que trata de afirmar una identidad de propietarios en diversas
capas sociales, nosotros debemos apuntar a construir en ellos una identidad de
trabajadores, de productores. Pero asimismo hay que incorporar la moderna
reflexión sobre la naturaleza y la critica a las teorías que fundamentan una
relación meramente instrumental con ella.
En términos
programáticos, debemos revalorar la democracia política (pluralismo, libertad
de información, derechos humanos universales) como aporte al desarrollo de la
libertad humana. Así mismo incluir en el terreno económico aquellos mecanismos
que promuevan el desarrollo de la iniciativa, la innovación y el desarrollo de
la producción en función de satisfacer las ilimitadas necesidades humanas. Todo
esto manteniendo como piedra angular la afirmación que el desarrollo del conjunto
de las fuerzas humanas -y no solo las fuerzas productivas- exige resolver la
contradicción entre producción socializada y apropiación individual del
excedente que se genera. Y que esto solo es posible bajo un régimen político
que sea autogobierno de los trabajadores y de los pueblos.
El tema
ideológico y situación Internacional es el vacío que tenemos (la izquierda y el
movimiento popular) y que hay que abordarlo seriamente. La importancia de estos
temas requiere un trato distinto como es el de promover un proceso de debate en
el conjunto de la izquierda y el movimiento popular lo más amplio posible.
Convencidos
de la necesidad de retomar el hilo conductor y de vinculo de relación con la
sociedad, reconociendo que el Mariateguismo en su momento representó no solo
ser la fuerza más grande de la izquierda revolucionaria peruana, sino sobre
todo sangre y corazón de la revolución. Y considerándonos herederos del más
grande pensador marxista peruano y latinoamericano, y comprometidos en retomar
el camino del legado revolucionario socialista mariateguista, los invitamos a
reencontrarnos nuevamente y fusionarnos con las nuevas generaciones que se han
hecho presentes en la lucha de clases de nuestro y han producido hitos
victoriosos, como el Arequipazo, Moqueguazo, Aymarazo, Baguazo, Congazo,
Pulpinazo, que como dijimos al comenzar esta carta, en palabras de Tito Flores
Galindo: “En el Perú, todavía existen quienes piensan que se puede agarrar
la luna con la mana o tomar el cielo por asalto o arrebatar el fuego a Los
dioses. Todavía hay quienes creen que las cosas pueden cambiar y que la
revolución es posible”.
Los
propósitos que animan encontrarnos los podemos resumir en lo siguiente
1. Nuestro
país es escenario de procesos de renovación, existen fuerzas para encarar y
superar la crisis de la política. Pero esto solo es posible reconociendo sus
reales características y dimensiones. La lucha entre lo nuevo y lo viejo se ha
redefinido en estos años. No está en los discursos, ni en las imágenes
mediáticas. Está en el ser social peruano, los pueblos amazónicos en el Baguazo
nos dieron una enorme lección a este respecto. Se plantea entre quienes, atados
a esquemas caducos, con un discurso "izquierdista" o "de
derecha", poco importa, quieren seguir haciendo política en condiciones
que ya no existen más; y quienes estamos dispuestos a iniciar una nueva
"larga marcha" hacia el país real, hacia la vida concreta y para
desde allí, construir poder popular. Para allí encarar la crisis integral,
volver a aprender a hablar deI Socialismo y construirlo a partir de las
prácticas materiales, los sueños y representaciones del Perú Popular
Plurinacional del siglo XXI.
2. Quienes
discrepamos de esta forma de ser izquierda agotada en el país, creemos esencial
retomar la tarea de construir un proyecto estratégico de poder popular,
priorizando los espacios locales y regionales, impulsando la resistencia activa
de las masas y los pueblos, dándole concreción en las nuevas condiciones a la
integralidad y la simultaneidad de las diversas formas de lucha. La experiencia
acumulada acompañando la Cumbre de los Pueblos el 2008 y Rebelión Amazónica del
2008-2009, la Movilización Juvenil el 2014-2015, nos dan la clave a seguir y en
eso va nuestro compromiso con la historia, retomado el legado y espíritu del
Amauta José Carlos Mariategui.
3. La
imperiosa tarea de repensar la identidad de la izquierda socialista
mariateguista de hoy, y de avanzar en la tarea de construir el Programa del
Socialismo Mariateguista, recogiendo las vertientes sociales de la Vida Plena
Amazónica, el Buenvivir Andino, el Derecho a la Ciudad, así como el debate
acerca de un nuevo tipo de Estado incorporando la plurinacionalidad.
4. En este camino forjar un referente político-programática de un nuevo tipo de unidad de los socialistas, para emprender una larga Marcha hacia el país real, dentro de la perspectiva de forjar las herramientas que la Revolución Socialista Mariateguista demanda, esto es dirección revolucionaria, sujeto social, frente, comunicación, formación, entre otras.
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