ALAI
AMLATINA, 18/01/2016.- América Latina tiene depositados $1,034,005
millones líquidos en el resto del mundo. Es decir, más de un millón de millones
de dólares estadounidenses.
Y por
otro lado, la Región está sedienta de dólares, sea como préstamos de organismos
multilaterales (de los países hegemónicos) o como inversión extranjera directa
de las transnacionales de los mismos países hegemónicos. Estas cifras
representan la más grande paradoja de la vieja arquitectura financiera.
Estamos
ante una coyuntura que hace cada vez más necesaria la nueva arquitectura
financiera. Si los países miembros del Banco del Sur lo hubiesen implementado
hace años, incluso hace un año, no tuvieran que enfrentar las complicadas
coyunturas macroeconómicas con implicaciones geopolíticas que enfrentan hoy.
Los
países de la región han tenido que ceder ante presiones del Banco Mundial (y de
quien está detrás del Banco Mundial) para pagar indemnizaciones ilegítimas por
arbitrajes de inversión, temen sentencias judiciales de EEUU respecto a más
arbitrajes de inversión y a fondos buitre. La voz del FMI empieza a soñar con
arcaica altisonancia nuevamente en la Región.
Nuestros
países, que impulsaron fuertes políticas de inversión pública y desarrollo
endógeno, ahora enfrentan presiones a sus reservas internacionales y han tenido
que acudir a políticas de restricción de importaciones y al movimiento de
capitales. Es previsible el impacto en la economía real de nuestros pueblos.
El resto
de los países de la Región se ha escudado en la triste carrera devaluatoria por
el fin del ciclo de los precios altos de los commodities. Con el aumento
en el nivel de poder adquisitivo y propensión al consumo importado de la
población suramericana, la salida de divisas aumentará, ejerciendo presión
sobre las reservas de los países de la Región. Esta presión no será aliviada
dada la reprimarización de la exportación (soya, hidrocarburos, minerales) de
nuestros países y la disminución de precios.
Estas
coyunturas y la crítica situación global en los próximos días, hace cada vez
más urgente que los países sudamericanos retomen la agenda de la Nueva
Arquitectura Financiera Regional. En lo inmediato, no es necesaria la
construcción jurídica de todos los pilares, pues con acciones específicas y
pragmáticas, se pueden lograr avances absolutamente tangibles.
Mientras
el mundo abandonó posiciones ortodoxas y está viviendo transformaciones
radicales, en Suramérica todavía nos creemos el cuento de la vieja arquitectura
financiera a pesar de que llevamos nueve años desde el acta fundacional del
Banco del Sur. El FMI promueve el control de capitales, el perdón de la deuda,
la inclusión del Renmibi en la canasta del DEG. La Unión Europea formalmente
declara al CIADI y sus árbitros como ilegítimos y propone transformar los
arbitrajes de inversión a una corte designada por Estados. Los BRICS lanzaron
la nueva arquitectura financiera global y comenzarán a prestarse en monedas
nacionales. El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura está en pie y se
plantea proyectos magníficos que cambiarán el mundo. Los swaps bilaterales de
monedas son la práctica común entre bancos centrales por fuera de su obsesión
AAA. Todas estas transformaciones se han dado además en el marco de
revoluciones como bitcoin, disruptores como fintech, revelaciones como los
offshore leaks, manipulaciones groseras como la tasa Libor, auditorías a la Reserva
Federal como la impulsada por Sanders, sanciones económicas como la exclusión
de Irán del Swift, estafas como las de las agencias calificadoras de riesgo y
el rescate al mainstream de teorías económicas minskyanas.
Los
países miembros del Banco del Sur deben estar a la altura de la historia,
inmediatamente superar posiciones erráticas de mandos medios y resolver la
operativización del Banco con el nombramiento de las respectivas autoridades y
con los aportes de capital (apenas $200 millones colectivamente en el primer
año). Esto puede resolverse en días. Inmediatamente, deben transitoriamente
subcontratar el proceso de colocación a un banco de desarrollo regional o a un
banco de desarrollo nacional. Esto puede ejecutarse en dos meses.
Este
alivio fiscal/externo debe ser absolutamente consciente en términos
geopolíticos y brindar mayor margen de acción a los gobiernos de nuestros
países. Los créditos intra-regionales dinamizarán el comercio y la inversión,
como bien lo conocen las empresas brasileñas y argentinas. Proyectos regionales
hay suficientes y hay muchos estudios aún por contratarse que parten del
portafolio del COSIPLAN de Unasur.
El Fondo
del Sur es otra urgencia y se puede establecer ágilmente mediante un
fideicomiso internacional administrado por el Banco del Sur, como lo establece
su Convenio Constitutivo
(artículo 3.1.6). El fideicomiso internacional no requiere un esquema jurídico
complicado y puede tener reglas hechas a la medida según las necesidades y
políticas de los bancos centrales de los países (calificación de riesgo, etc.).
El Banco del Sur deberá poder debitar automáticamente los pagos de los
préstamos, de las cuentas en el fideicomiso. Considerando que apenas 5% de
los recursos que América Latina tiene invertido en el resto del mundo se
depositen en el Fondo del Sur, estamos hablando de un activo de 50 mil millones
de dólares.
Estos
fideicomisos no son nada raros para organismos financieros supra-nacionales. El
Banco Europeo de Inversiones (banco público de desarrollo regional) administra
una variedad de fideicomisos (Nota Z de su informe), por mandato de la
Unión Europea, incluyendo a la Facilidad de Estabilidad Financiera
Europea. También el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR)
administra fideicomisos con mandatos
específicos (artículo 8 del Convenio Constitutivo).
Este fideicomiso puede establecerse en dos meses luego de la designación de las
autoridades del Banco del Sur.
Parte
(20% por ejemplo) de los recursos del fideicomiso internacional "Fondo del
Sur" debe ser invertida a plazo en el propio Banco del Sur. Otra parte de
los recursos (20% adicional) puede, y debe, depositarse en instituciones
supra-nacionales (FLAR, BCIE, CAF,
FONPLATA,
Banco
del ALBA) o en instituciones nacionales de la Región (bancos
centrales, bancos públicos, bancos comerciales de propiedad estatal y
certificados de tesorería de los fiscos). Todas estas inversiones serán sin
condicionalidad alguna, son de libre disponibilidad pues se manejan como
tesorería del fondo, no como colocación crediticia. Con estos recursos, se
puede potenciar el reciclaje de la liquidez de la región en la misma región. Serían
$10 mil millones frescos para el Banco del Sur y otros $10 mil millones para la
Región. Los $30 mil millones restantes podrían todavía seguir criterios
"ortodoxos, conservadores y prudentes", mientras se desarrollen los
mercados secundarios regionales. Esto demoraría cuatro meses desde la creación
del Fondo.
Inmediatamente
después de la apertura de las cuentas de los bancos centrales en el Fondo del
Sur, se debe reducir la salida de divisas para transacciones comerciales
intra-regionales. Actualmente, ya existe un mecanismo similar al SUCRE que
permite ahorrar divisas entre bancos centrales. Dicho sistema se denomina
Convenio de Pagos y Créditos Recíprocos de la Asociación Latinoamericana de
Integración. El banco central peruano lleva la contabilidad de este sistema y,
actualmente, la Reserva Federal de Nueva York liquida los pagos. Los países
miembros del Banco del Sur deben solicitar al Banco Central de Reserva del Perú
("banco agente") que la liquidación cuatrimestral de los pagos se
ejecute en el Fondo del Sur como corresponsal común (de conformidad con el
artículo 7 del Reglamento).
Finalmente,
el Fondo del Sur puede ser actualizado para definir una nueva unidad de cuenta
(no física): que puede ser existente como el sucre, el peso andino, el derecho especial de giro o uno nuevo, como el peso del sur.
Los
elementos técnicos están resueltos. Lo que necesitamos es la voluntad política
de los gobiernos de los países miembros del Banco del Sur, que,
afortunadamente, la van a tener que encontrar en un periodo crítico de la
economía global cuando los Jefes de Estado compartan experiencias comunes el 27
y 28 de enero en la Cumbre de CELAC, en Quito, que será una vez más Luz de
América.
- Andrés
Arauz, economista ecuatoriano, es Ministro Coordinador de Conocimiento
y Talento Humano.
URL de
este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/174807
1 comentario:
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