La visión de Paul Mason constituye una manera
distinta de aproximarse a lo que, desgraciadamente, está por venir. Su
diagnóstico es certero.
El autor es Paul Mason. El artículo es el extracto de su obra Poscapitalismo, que verá la luz el próximo 30 de julio. Había sido compartido a la hora de colgar esta entrada 225.000 veces y contaba con cerca de 3.200 comentarios en apenas 48 horas. Una curiosidad: es eternamente largo. Mientras hay inteligencia viva, hay esperanza. Menos mal.
Su tesis: durante años la izquierda se ha
empeñado en desmontar el sistema capitalista fracasando sistemáticamente
en su empeño. Entre otras cosas, porque la alternativa por ella propuesta
sí se ha probado ruinosa… para todos. El proletariado como tal, organizado y
reivindicativo, ya no existe. Descanse en paz.
Al contrario, será la tecnología la que dé la
puntilla al capitalismo. Y ocurrirá, simple y llanamente, porque impondrá un
mayor dinamismo; valores y comportamientos distintos. Esta nueva etapa ya
ha comenzado y su implantación se acelerará gracias a las propias deficiencias
del modelo actual y a una nueva forma de operar del ser humano en relación con
el entorno.
Como todo cambio de paradigma, sus
consecuencias serán inimaginables.
¿En que se basa Mason para realizar tales
afirmaciones?
En tres fenómenos de los que apenas hemos
visto las primeras manifestaciones: la automatización –sustitución de mano
de obra por robots– libera mano de obra y permite una mayor conciliación
entre trabajo y ocio; la transparencia conduce a la uniformidad de precios y,
por ende, invalida la necesidad de un mercado para su formación; sin embargo,
como la generación de ideas es innata al hombre, se multiplican las
alternativas en todas las industrias a las concepciones de negocio –operación,
producto, canal– comúnmente aceptadas, muchas de ellas de carácter
cooperativo.
Será la tecnología la que dé la puntilla al
capitalismo. Ocurrirá, simple y llanamente, porque impondrá dinamismo, valores
y comportamientos distintos.
Algo que, por cierto, sólo un economista fue
capaz de anticipar ya en el siglo XIX.
¿Su nombre?
Karl Marx, sorprendente precursor del Big
Data.
Una economía social, colaborativa, fundada
sobre los pilares de dos bienes abundantes: la información y el tiempo de la
antigua clase trabajadora, cuya frontera respecto a la directiva cada vez está
más difuminada gracias al poder de redes de gente conectada “imposibles de
silenciar”. Habrá una liberación, cierto, pero muy distinta a la soñada por
socialistas y comunistas durante años en la que capital y beneficio
pasarán a un segundo plano. Su conquista no llegará por oposición, ni siquiera
por imposición, sino por el uso de la fuerza más poderosa de la que dispone el
ser humano: la imaginación.
Para Mason este “Proyecto Cero”, aunque
convivirá durante años, muchos, con el 'sistema neoliberal' (sic) actual
–su aterrizaje no será, por tanto, tan disruptivo e inmediato como la causa que
lo origina, la movilidad e internet, “a la vez barco y océano de este nuevo
mundo”-, terminará empero imponiéndose a él gracias a una suerte de creación
Open Source a nivel global, donde la suma de los pequeños esfuerzos
individuales terminará configurando un modo de relación entre personas, o de
estas con los bienes y con la naturaleza, sustancialmente distinta.
Su aterrizaje no será disruptivo e inmediato,
pero terminará imponiéndose al sistema neoliberal gracias a una suerte de
creación Open Source a nivel global.
Trasladada su visión de la jugada, se antoja
una concepción excesivamente utópica y buenista del futuro.
Por varios motivos.
Presupone que todo el mundo está preparado
para ‘dar’ en una sociedad en la que se educa desde arriba en ‘recibir’ a fin
de apesebrar al pueblo, un mundo en el que todo son derechos y escasean las
obligaciones; ignora los efectos de una transición como la que describe en el
Estado del bienestar y la cohesión social por la falta de empleo; desmantela de
manera inmediata un mercado que actúa, para el común de los mortales, como
incentivo para su actividad; elude catalogar a una buena parte de la población
como borrega, que es lo que es, encantada de que el uso por terceros de sus
datos, caso de Facebook y Google, sirva para dirigir su vida y evitarle
complicaciones; renuncia al hecho de que los privilegiados se anclarán en su
estatus y pelearán con uñas y dientes por defenderlo; y extrapola lo que
puede ser una solución de nicho a una alteración estructural de las bases
sobre las que se sustenta nuestro mundo actual.
Dicho esto, constituye una manera distinta de
aproximarse a lo que, desgraciadamente, está por venir. Porque, no nos
equivoquemos, su diagnóstico es certero.
Lo que falla es el tratamiento.
ECONOMÍA DEL
COMPARTIR: ¿LA ERA DEL POSCAPITALISMO?
[25.07.2015]- Actualización 4:30 pm de Cuba
Una de las tácticas más aguzadas del capitalismo ha sido la de convencernos de su conveniencia como el mejor de los sistemas económicos disponibles, así como convencernos de que un mundo sin él sería simplemente impensable. Sin embargo, el capitalismo y las doctrinas económicas y políticas derivadas no dependen de la fe, sino de su capacidad de resiliencia frente a nuevos modelos. Hablamos de jardines comunitarios, de escuelas gratuitas, de Creative Commons y de la cultura del compartir: hablamos de la utopía desde lo concreto.
Una de las tácticas más aguzadas del capitalismo ha sido la de convencernos de su conveniencia como el mejor de los sistemas económicos disponibles, así como convencernos de que un mundo sin él sería simplemente impensable. Sin embargo, el capitalismo y las doctrinas económicas y políticas derivadas no dependen de la fe, sino de su capacidad de resiliencia frente a nuevos modelos. Hablamos de jardines comunitarios, de escuelas gratuitas, de Creative Commons y de la cultura del compartir: hablamos de la utopía desde lo concreto.
El economista Paul Mason ha escrito una
provocadora pieza en The Guardian titulada triunfalmente “The end of capitalism has begun” (“El fin del capitalismo
ha comenzado”); el texto es interesante no solo desde una perspectiva
económica, sino también histórica: el rol de la máquina en la era moderna había
sido el de aumentar la producción y reducir la cantidad de trabajo humano en
esta, pero en la actual era de la información, el papel de la máquina ha sido
el de reducir la frontera entre ocio y trabajo; la automatización en grandes
sectores de la industria, por ejemplo, no es viable todavía porque millones de
empleos se perderían, pero los jóvenes aceptan salarios ínfimos sin prestación
social alguna solamente para pagar el costo de su smartphone. Las
contradicciones del actual sistema nunca fueron más claras que después de la crisis
financiera de 2008, cuando la brecha entre ricos y pobres se agrandó una vez
más: los rescates financieros que hacen colapsar la economía y la “unidad”
europea son testigos de ello también. Pero no todo en este panorama es
desolador.
Para Mason, los últimos 25 años han sido
cruciales para marcar los cambios que permiten identificar “sectores pos
capitalistas” de producción que superan las barreras nacionales de la geografía
política. La sobredisponibilidad de la información hace difícil que el mercado
pueda procesarla; desde el punto de vista económico, Mason nos recuerda que
cualquier mercado está basado en la escasez, y la información es abundante. El
sistema se defiende formando monopolios a escala global que buscan seguir
tratando a la información como propiedad privada, ya sea en la academia o en
las industrias privadas. La privatización es la desesperación de un sistema que
piensa en “mío” en lugar de “nuestro” frente “a la necesidad más básica de la
humanidad, la cual es usar las ideas gratuitamente”.
Un gran ejemplo de esto es Wikipedia: “el
mayor producto de información en el mundo”, una plataforma hecha por
voluntarios (aunque cada tanto te bombardeen con banners recordándote que los
voluntarios también comen), que volvió irrelevante el negocio de las
enciclopedias en pocos años, y que le cuesta 3 mil millones de dólares al año a
la industria de la publicidad en pérdidas. “Nuevas formas de propiedad, nuevas
formas de préstamo, nuevos contratos legales: toda una nueva subcultura de
negocios ha emergido en los últimos 10 años, que los medios han etiquetado como
‘la economía del compartir’ (sharing economy)”.
La economía del compartir es una economía de
la generosidad: se trata de un cambio en el paradigma corporativo y de negocios
que busca repartir más que acaparar y, según Mason, puede convertirse en un
verdadero contrapeso al capitalismo salvaje de la pura ganancia “si estos
proyectos de micronivel son nutridos, promovidos y protegidos en lo que hacen
los gobiernos”.
Pero copiar y pegar un modelo económico no
hará que el anterior palidezca y muera tan fácilmente. El mundo sigue
funcionando de la misma forma: si necesitas un préstamo probablemente acudas a
un banco y no a una cooperativa regional; si quieres estudiar a Shakespeare
entrarás en una universidad que certificará tu conocimiento, pero tanto los
bancos como las universidades son sistemas de administración de deudas
económicas y simbólicas que se saldan únicamente a través del trabajo
semiesclavizado. Lo que la era de la información puede enseñarnos en un sentido
económico es que las ideas sobre el mundo en serio tienen impacto en las
relaciones de la gente: una economía basada en la generosidad en lugar de la
precariedad funcionaría como un contrapeso, primero, y luego como una
alternativa viable y democrática al capitalismo actual. Como nos recuerda
Mason:
La información es abundante. Los bienes de la
información son reproducibles gratuitamente. Una vez que algo existe, puede ser
copiado / pegado infinitamente. Un track de música o una base de datos
gigantesca utilizada para construir un avión tienen costos de producción; pero
sus costos de reproducción tienden a cero. Por lo tanto, si el mecanismo normal
de precio del capitalismo perdura en el tiempo, su precio tenderá a cero
también.
Tomado de Cubadebate
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