Investig'Acton
08-07-2015
Traducido del francés para Rebelión por Beatriz
Morales Bastos
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La población griega ha cometido algunas faltas
capitales que la UE no puede tolerar. Llevó al poder a un gobierno de
izquierda, quiere romper con la política neoliberal de demolición y tiene el
descaro de querer organizar una consulta popular.
«Lo que se
está produciendo con estas medidas de austeridad es verdaderamente la lucha de
clases». (Noam Chomsky)
Tanto va el
cántaro al agua que al final…
Después de
cinco años de medidas draconianas de austeridad impuestas por la Troika [1], el
pueblo de Grecia estaba en una situación sin salida. Desde la Segunda Guerra
Mundial nunca se habían visto semejantes cifras en un país occidental. El PIB
había bajado un 27 %. La deuda pública, acerca de la cual giraba todo, había pasado del 100 % a casi un 180 %,
lo que era impagable. Los gastos públicos se habían reducido una tercera parte y actualmente la administración pública está completamente desorganizada. La debacle económica se acompaña de
un baño de sangre social. El paro asciende al 28 % y el paro juvenil a más del 50 %. Los ingresos de los hogares han disminuido un 35 %. Aproximadamente el 30 % de la población vive
actualmente bajo el umbral de pobreza. Por todas partes se ven personas rebuscando en las basuras y la tasa de suicidios se ha duplicado.
Pero todavía no era suficiente. Por una cuestión de reputación, Alemania llevó al FMI a actuar de modo que las medidas en contra del pueblo de Grecia fueran suficientemente severas. El FMI, que en las décadas de 1980 y de 1990 hizo una matanza en decenas de países del tercer mundo, ejecutó perfectamente lo que se esperaba de él: seguir cortando en vivo.
Muchos jubilados griegos habían visto cómo sus pensiones se reducían un 45 % . Pero todavía no era suficiente. En las últimas negociaciones el FMI exigió un nuevo recorte de las pensiones de 1.800 millones de euros. Y hay que saber que en el 49 % de los hogares el ingreso principal es una pensión.
Pecados
imperdonables
Para Thomas Piketty resulta irónico que los recortes vengan impuestos por dos países,
Alemania y Francia, que se habían beneficiado de rebajas de sus deudas después
de la Segunda Guerra Mundial, una medida que permitió el crecimiento económico
en Europa. Martin Wolf, principal economista de Financial Time, añade que ninguna
democracia saldría indemne de una depresión de semejante magnitud. La última
vez que Alemania tuvo que afrontar semejante depresión, Hitler llegó al poder.
Economistas serios como los premios «Nobel» Stiglitz y Krugman consideran que las deudas de Grecia no son reembolsables (incluso que son ilegítimas) y que es necesaria una condonación parcial. Es algo perfectamente posible. El PIB de Grecia representa menos del 1 % de la Unión Europea. Lo que falta por devolver al FMI equivale aproximadamente al 0,01 % del PIB de la UE. Por consiguiente, económicamente el impacto es nulo. Hay que dar una lección al pueblo de Grecia y a quienes simpatizan con él.
Si el pueblo de Grecia no se pliega a los dictados de la elite europea y del FMI, tiene que sangrar porque ha cometido tres pecados imperdonables.
Votar a la
izquierda
La primera
gran falta del pueblo de Grecia es que votó a favor de un gobierno de
izquierda, que quiere romper con la política de demolición de la UE. Es
intolerable y hay que cortarlo de raíz a toda costa porque otros países podrían
seguir este ejemplo. En América del Sur la elección de Chávez en 1998
representó una tendencia para todo el continente, fue el principio de una oleada
de izquierda.
Dentro de nueve meses hay elecciones en Portugal, España e Irlanda. Si Syriza marcara unas pautas, las cosas podrían ir muy mal a la derecha. Por eso el pueblo de Grecia no puede ser un ejemplo, hay que hacerlo sangrar. En todo caso, el actual primer ministro español Rajoy se alegra de que los bancos griegos estén actualmente en dique seco y de la amenaza del caos. Cuanto peor vaya Grecia, mejores son las perspectivas electorales. Y entonces quizá consiga instalar su política asocial: «Cuando veo lo que les ocurre a otros en estos momentos, puedo decir que esto (las medidas de austeridad) merecía la pena».
Decidir de
forma soberana
Una segunda
gran falta cometida por el pueblo de Grecia es pensar que tiene el derecho y la
capacidad de actuar de forma soberana. La Comisión Europea se aprovechó
hábilmente de la crisis financiera de 2008 para quitar sus principales
competencias económicas a las autoridades nacionales.
Se trata del denominado «six-pack». Este paquete de cinco reglamentos y una directiva impone a los Estados nacionales un lastre macroeconómico aderezado con multas. Tiene unas consecuencias importantes para la fijación de las condiciones de trabajo, de los salarios, de la edad de jubilación, etc. Así es como se ha cercenado la soberanía de los Estados nacionales en el plano socioeconómico. Los Parlamentos todavía pueden discutir los puntos y comas, pero las líneas de fuerza se fijan en otra parte. El primer ministro Tsipras osó poner en tela de juicio este lastre y exigir el derecho a decidir de forma soberana acerca de la economía de su país. Sobre todo, tenía la intención de imponer una tasa única del 12% a los beneficios de las empresas que superaran los 500.000€. ¡Se dan cuenta! Aquello fue la gota que colmó el vaso y fue entonces cuando la Troika le planteó un ultimátum. Si el pueblo de Grecia podía seguir su propio camino, rápidamente tendría émulos y la elite europea perdería gran parte de su control sobre el curso social de la Unión Europea, lo cual es inadmisible. Si el pueblo de Grecia debe sufrir por ello y su sangre debe correr, así será.
Consultar a
la población
Tercer pecado capital: la organización de un referéndum. Eso no se hace.
La UE no surgió de la voluntad de los pueblos que la habitan. Era y sigue siendo un proyecto de las grandes
multinacionales. A pesar de los enormes esfuerzos de la elite política y a
pesar de las masivas campañas mediáticas, la ciudadanía nunca ha apoyado
demasiado este proyecto, que se ha expuesto lo menos posible a los electores, y
cuando a pesar de todo ha habido referéndums, los electores casi siempre han
rechazado el proyecto.
Se excluye completamente que las decisiones importantes se dejen a la buena voluntad de la población. ¿Dónde acabarían esto? Imaginen que se organiza en casa un referéndum sobre una tasa a los millonarios (más del 80 % está a favor) o sobre el aumento de la edad de jubilación, o sobre el aumento del índice de los precios. Si se empezara a autorizar todo eso, sería el fin de la política destructiva de la UE.
También aquí había que castigar al pueblo griego. El Banco Central Europeo (BCE) ha sido el encargado de este trabajo sucio. Justo después del anuncio del referéndum el BCE cerró parcialmente la bomba de dinero. Dio a los griegos justo lo necesario para evitar el caos en los mercados financieros y evitar así que Grecia fuera excluida de inmediato de la zona euro. Pero, por supuesto, el débito de dinero es insuficiente para que los bancos puedan funcionar normalmente, con unas consecuencias bien conocidas. Stratfor, un laboratorio de ideas convencional de Estados Unidos, lo expresa de la siguiente manera: «Si esto no hubiera llevado a una catástrofe económica y social, otros países europeos podrían considerar el aplicar la opción griega».
No
doblegarse
Grosso modo, el referéndum del 5 de julio opuso dos bloques. El bloque del no, es decir, las capas inferiores de la población
(parados, pensionistas, pequeños ingresos) que ya no tienen nada que perder, y
el del sí: los ingresos altos, a los que no les gusta Syriza y temen por su
posición de privilegiados. Se ejerció una presión increíble sobre la población
para hacerla doblegar. Un miembro de Syriza en el Parlamento Europeo comparó la
situación con la de principios de la década de 1970 en Chile justo antes del golpe de Estado contra Allende. También ahí se trataba de sangrar a la población.
El pueblo griego no se ha doblegado. Merecen todo nuestro reconocimiento y toda nuestra solidaridad.
Nota:
[1] Comisión Europea, Banco Central Europeo Central y Fondo Monetario Internacional.
Traducción del neerlandés al francés: Anne Meert para Investig’Action.
[1] Comisión Europea, Banco Central Europeo Central y Fondo Monetario Internacional.
Traducción del neerlandés al francés: Anne Meert para Investig’Action.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=200824
II
GRECIA DICE NO A LA TROIKA. ¿HACIA DÓNDE VAMOS A
PARTIR DE AQUÍ?
POR QUÉ "NO" SIGNIFICA "SÍ"
michael-hudson.com
08-07-2015
Traducido del inglés para Rebelión por Sara
Plaza.
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Inmediatamente
después de las 7:00 pm (hora griega) del pasado domingo [5 de julio de 2015] me
comunicaron que el voto del "No" (Οχι en griego) iba ganando
aproximadamente 60/40. Evidentemente, las "encuestas de opinión" que
mostraban un empate técnico se habían equivocado. Se dice que los corredores de
apuestas de toda Europa han perdido hasta la camisa apostando a que la derecha
financiera podría engañar a la mayoría de los griegos para que votaran contra
sus propios intereses. El margen de victoria indica que los votantes griegos
han sido inmunes a la información tergiversada difundida por los medios durante
la larga semana previa a decidir si aceptaban las medidas de austeridad
anti-trabajadores que exigía la troika [1].
Esto no
debería haber sido una sorpresa. La edad mínima para poder votar en el
referéndum fue rebajada a 18 años y se incluyó a los miembros de las fuerzas
armadas. Con una tasa de desempleo superior al 50%, es entendible que los
jóvenes griegos no quisieran más euro-austeridad.
La troika
exigía profundizar las políticas de austeridad gravando el trabajo y reduciendo
las pensiones únicamente. Sus responsables habían vetado las propuestas de
Syriza de aumentar los impuestos a la riqueza y adoptar medidas para detener la
evasión fiscal. El FMI, por su parte, vetó los recortes en el gasto militar
griego (muy por encima del 2% del PIB que exige la OTAN), a pesar de que tanto
el Banco Central Europeo (BCE) como la canciller alemana, Angela Merkel,
estaban de acuerdo.
El
presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, amenazó con expulsar a
Grecia del euro a pesar de que no existen mecanismos legales para hacerlo. Veremos
si intenta seguir adelante con su farol, del cual se han hecho eco los líderes
de derecha de toda Europa.
Sus medidas
de represalia desde un cargo aparentemente no elegido ni político, no son algo
aislado. La guerra de clases en la zona euro, a favor del sistema financiero y
en contra del trabajo y la industria, está abierta y va en serio. En lugar de
hacer lo que se supone que debe hacer un banco central –inyectar liquidez (y
papel moneda) a los bancos–, el presidente del BCE, Mario "todo lo que sea
necesario" Draghi, los obligó a cerrar incluso los cajeros automáticos por
falta de efectivo. Evidentemente, con ello se intentaba atemorizar a los
griegos para que creyeran que eso era lo que esperaba a su país si votaban
"No".
Se trata de
una vieja estrategia. Andrew Jackson puso de manifiesto su afán de venganza
hacia el Segundo Banco de Estados Unidos cerrándolo. Cuando aquel se negó a
designar a sus amigotes políticos corruptos, él depositó el dinero del Tesoro
estadounidense en sus "bancos mascota". La fuga de dinero sumió la
economía en la depresión. Los estados esclavistas del Sur saludaron la
deflación porque querían mantener bajos los precios del algodón que exportaban,
y porque además se oponían a la industria del Norte, con sus medidas proteccionistas
y su política antiesclavista.
Lo que
Grecia necesita es un banco central nacional –o en su defecto, un Tesoro
nacional– facultado para crear el dinero necesario para monetizar el gasto
público destinado a la recuperación económica. El Sr. Draghi ha demostrado que
el BCE no es "tecnocrático" sino un conciliábulo de agentes de la
derecha trabajando para derrocar al Gobierno de Syriza, y en cierto modo
dispuesto a otorgar poderes al partido de extrema derecha Amanecer Dorado en su
lugar. Ante su negativa a cumplir las funciones de un banco central y actuar
como prestamista de último recurso a medida que los bancos griegos se queden
sin liquidez, el Sr. Varoufakis señaló: "Si fuera necesario emitiremos una
liquidez paralela y
pagarés al estilo de California de forma electrónica . Tendríamos que haberlo hecho hace una semana".
Los medios
populares estadounidenses se hicieron eco de la derecha europea amedrentando a
los griegos y a sus simpatizantes para que creyeran que estaban votando si
querían o no seguir siendo parte de Europa; como si Gran Bretaña, que forma
parte de la Unión Europea, no tuviera su propia moneda. Sin embargo, el voto
pone en duda lo que significa estar "comprometido con el proyecto
europeo", que es la fórmula que emplean los defensores de la austeridad.
Las autoridades de la zona euro son unánimes en afirmar que significa un
compromiso con la guerra financiera contra los trabajadores, un compromiso con
la austeridad y una mayor contracción económica; significa acelerar las
privatizaciones a la baja (pero no con los rusos si ofrecen pagar precios más
elevados, como hizo Gazprom) y por lo tanto aumentar el precio de los hasta
ahora servicios públicos; significa que no se van a revocar anteriores
operaciones de privatización llevadas a cabo con información privilegiada;
significa subir el impuesto del valor añadido que grava a los consumidores; y
significa rebajar las pensiones de los trabajadores.
Esta
perspectiva estuvo en el centro de una reunión en el Parlamento Europeo en
Bruselas el 2 de julio [3]. Hubo, por supuesto, un voto unánime contrario a las
medidas anti-trabajadores y pro-acreedores que exigían el FMI, el BCE y el
Consejo Europeo. Pero también se dejó sentir la preocupación de que los líderes
de Syriza, inmediatamente después de su victoria en enero, no se hubieran
puesto a hacer pedagogía sobre lo que está realmente en juego: porqué seguir
sometidos a los dictados de la economía-basura del FMI y el BCE arrojará a la
economía a una deflación crónica por endeudamiento. En lugar de haber pasado
los últimos seis meses explicando a la opinión pública lo que se está
discutiendo con la troika, Syriza entró en un juego político de "marear
contra las cuerdas" para demostrar lo firmemente comprometidos que estaban
el BCE y el Consejo Europeo con la austeridad.
Los miembros
del ala izquierda de Syriza con quienes me reuní durante las dos últimas
semanas en Atenas, Delfos y Bruselas tenían la sensación de que se debía haber
hecho más para concienciar al pueblo griego sobre lo imposible que resulta para
Grecia saldar la deuda con la que la troika ha cargado al país gracias a la
abyecta rendición de la coalición pro-banca Pasok/Nueva Democracia que gobernó
durante una generación. (El líder de Nueva Democracia, [Antonis] Samaras,
presentó su dimisión tras darse a conocer el resultado del referéndum).
Un factor
que puede haber indignado a los griegos para votar "No" fue la
publicación del borrador preliminar del Análisis de Sustentabilidad de la Deuda
realizado por el FMI –que [Christine] Lagarde intentó bloquear–, el cual venía
a confirmar lo que el líder de Syriza, Alexis Tsipras, había estado diciendo
durante todo este tiempo: Grecia necesita una reestructuración de la deuda. Su
deuda oficial es impagable y nunca debió obligarse al país a emitirla en primer
lugar, con la troika sacando del Gobierno al primer ministro electo para
colocar a un tecnócrata de los suyos (Lucas Papademos, quien había trabajado
con Goldman Sachs falsificando el balance del Gobierno de 2001 de manera que
cumpliese los requisitos para que Grecia fuera admitida en la zona euro).
La semana
pasada se descubrió que la presidenta del FMI, Christine Lagarde, había
invalidado la decisión del personal y del consejo para defender los intereses
específicamente franceses. Como en 2010-2011 bajo la presidencia de Dominique
Strauss-Kahn, los bancos franceses son los mayores tenedores de bonos griegos
(y algunos poseen bancos griegos). Se sabe que Strauss-Kahn ignoró la
valoración de su personal cuando este instó al FMI a no ceder ante la exigencia
del BCE de pagar a los tenedores de bonos, franceses, alemanes y otros de
carácter privado, con los préstamos del rescate de la troika, trasladando el
riesgo a los contribuyentes griegos.
Hace dos
semanas el Parlamento griego publicó el informe del Comité para la Verdad sobre
la Deuda Pública Griega explicando porqué la deuda griega con el FMI, el BCE y
el Consejo Europeo era "odiosa". Por exigencias de la Sra. Merkel y
otros líderes pro-banca se obligó a Grecia a no celebrar el referéndum
que el primer ministro del PASOK, [Yorgos] Papandreu, había propuesto sobre el
rescate a los bancos franceses y alemanes en detrimento de Grecia.
Esa fue la
raíz de los problemas actuales. También fue el momento en el que las finanzas y
la democracia europeas se volvieron incompatibles, lo que impulsó al fallecido
editor del Frankfurt Allgemeine Zeitung, Frank Schirrmacher, a escribir
su famoso editorial " Democracy is
Junk " ["La democracia es basura"].
La troika se
ha negado a rebajar un solo euro la elevada e impagable deuda. Pretendía que el
alivio de la deuda fuera una cuestión para más adelante. Eso es lo que le ha permitido a Tsipras presentar a su país como
víctima de la despiadada guerra de clases en la zona euro. La posición de
Syriza ha sido: "Nos gustaría pagar. Pero sencillamente no hay dinero, tal
y como los cálculos del FMI han demostrado clara y explícitamente".
El pasado
martes [30 de junio de 2015] Tsipras explicó a los votantes griegos que la
troika no había puesto por escrito nada sobre la reestructuración de la
deuda. Esto levantó el velo de pánico inducido por los medios. Su aparente
disposición a ceder animó a la troika a fijar sus promesas por escrito.
Ciertamente Tsipras no iba a cometer el trágico error que cometió el líder
ruso, [Mijaíl] Gorbachov, cuando creyó las promesas verbales de la OTAN de que
no avanzaría hacia los Estados postsoviéticos de Europa Central y los Estados
Bálticos.
La posición
de la troika era y es: "Imponed la austeridad ahora. Más adelante
hablaremos de la reestructuración de la deuda. Pero primero debéis liquidar lo
que queda del sector público. Debéis rebajar los salarios otro 20% y forzar a
otro 20% de vuestra población a emigrar. Solo entonces, cuando estemos seguros
de que ya no podemos sacaros ni un euro más, entonces tal vez estemos
dispuestos a hablar sobre reestructurar algo de vuestra deuda.
Pero en cualquier caso, nunca antes de que os hayamos quitado todo lo que os
quedaba para pagar".
Tsipras y el
[entonces todavía] ministro [de Finanzas] Varoufakis han sido muy criticados en
los medios estadounidenses por aparentar claudicar ante las exigencias de la
troika. Lo cierto es que ambos se han comportado de manera cortés y educada, e
incluso han asumido una posición conciliadora, aunque solo sea para demostrar
lo totalitaria e inflexible que ha sido la troika.
Ese
contraste entre la razón y la austeridad totalitaria del "libre
mercado" es lo que convenció a los griegos para votar "No".
Notas
[1] James K.
Galbraith resume esa información tergiversada en "9 Myths About the Greek Crisis", Politico , julio de 2015 . La versión española, "9
mitos sobre la crisis griega", puede leerse aquí.
[2]
"Peripheral debts: Causes, consequences and solutions", patrocinado
por la European United Left/Nordic Green Left, GUE/NGL (www.guengl.eu). El video puede encontrarse aquí: http://www.guengl.eu/news/article/press-conferences/peripheral-debts-causes-consequences-and-solutions.-2-july. (Mi alocución comienza aproximadamente en el minuto 27).
Michael
Hudson es profesor e investigador de Economía en la Universidad de Missouri,
Kansas City, e investigador asociado del Instituto de Economía Levy. Su último
libro es Finance Capitalism and Its Discontents, y ha colaborado en Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion, publicado por AK Press.
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