jul 22nd, 2015 | By Boltxe kolektiboa | Category: Albiste
garrantzitsuenak, Iritzia
Por estos días desde varios sectores
del llamado progresismo izquierdista se ha criticado la postura del FIT y
Zamora de haber recomendado el voto en blanco en el balotaje entre Rodríguez
Larreta (o sea, Macri) y Lousteau. Se afirma que de esa forma la izquierda fue
«funcional a Macri» (expresión utilizada por el periodista Maxi Montenegro,
criticando a Jorge Altamira). Es la línea tradicional de los liberales
burgueses, los socialistas burgueses y pequeño burgueses de todos los matices,
y también, por supuesto, del partido Comunista. Por eso Aníbal Ibarra, que se
formó políticamente en el stalinismo criollo, por estos días se dedicó a «dar
cátedra» de cómo y por qué había que distinguir, aunque fuera muy sutilmente,
entre Macri y Lousteu. «No son lo mismo», repetía incansablemente, para
recomendar el «voto táctico útil» por el segundo, en pos de la derrota del
«proyecto neoliberal de los 90» del primero.
Dada la frecuencia con que se repite
este argumento, en esta nota presento una respuesta a esta crítica a la izquierda,
desde una perspectiva marxista. La respuesta reconoce dos niveles: el primero,
el más fundamental, dice que aun en el caso de que haya diferencias, los
marxistas deben mantener su posición independiente y no ceder al voto útil. En
un segundo nivel, la respuesta dice que, en el caso concreto que nos ocupa, ni
siquiera hay diferencias de alguna significación entre Macri y Lousteau (como
tampoco las hay entre Lousteau y Recalde, o entre Macri, Scioli y Massa).
Empecemos, sin embargo, con el primer aspecto de la cuestión.
La tradición del marxismo
La idea que establece lo fundamental
de la táctica ante los casos en que se exige de los partidos revolucionarios el
«voto útil contra la derecha», fue presentada por Marx y Engels en la famosa
Circular de la Liga de los Comunistas, de marzo de 1850, a la que ya hice
referencia en una nota anterior1.
Es que previendo el triunfo de una revolución democrática, la Circular aconseja
sobre la táctica que debería adoptar la clase obrera, y dice que en caso de
elecciones esta debería presentar sus candidatos independientes, aun cuando
esto pudiera debilitar a los liberales demócratas frente a los candidatos más
reaccionarios. Textualmente:
«Aun donde no haya posibilidad de
conseguir su elección, los trabajadores deben presentar sus candidatos para
preservar su independencia, para medir sus fuerzas y presentar a la atención
pública su posición revolucionaria y su partido. No deben extraviarse por las
frases vacías de los demócratas, que dirán que los candidatos obreros van a
dividir al partido democrático y dar a las fuerzas de la reacción la chance de
victoria. Todo ese discurso significa, en último análisis, que el proletariado
será estafado».
A partir de aquí Marx y Engels
presentaban el criterio clave: son mayores las ventajas que obtiene el
proletariado al actuar de forma independiente, que las desventajas que resultan
de la presencia de algunos reaccionarios en un cuerpo legislativo. Un
criterio que años después orientaría la acción de la socialdemocracia alemana
bajo dirección de Wilhem Liebknecht, quien insistía en que aun cuando pudiera
haber alguna diferencia entre los candidatos, lo que perdería la clase
obrera en independencia de clase superaría cualquier ventaja que pudiera
obtener por el triunfo del ala liberal de la burguesía. Una idea que
también rescataba Lenin, citando a Liebknecht. Esto es, mantenía el consejo de
la Circular. Pero esta táctica fue abandonada con la derechización de la
socialdemocracia primero, y luego con el giro de los partidos Comunistas hacia
el colaboracionismo burgués.
El fundamento último
El fundamento último de la táctica de
la Circular es muy simple: el socialismo se basa en la lucha de clases, y como
tal está en contra del sistema capitalista. Por eso, la posición de los
marxistas es cualitativamente distinta de la que pueden adoptar los partidos
burgueses, o pequeño burgueses, y sus ideólogos. Estos últimos están de
acuerdo con el capitalismo, y sus diferencias se dan al interior de un sistema
de explotación que aceptan y defienden. El marxismo, por el contrario, está en
contra del sistema de explotación. Su postura es del tipo de la que sintetizaba
Liebknecht en la frase «Diesem System keinen Mann un keinen Groschen», o sea,
«a este sistema ni un hombre, ni un centavo». El mensaje aquí es no consentir
nada que por alguna razón incremente el poder del gobierno frente al pueblo,
otorgue algún tipo de aval. Por eso también, era tradición de los bloques
socialistas no votar siquiera los presupuestos burgueses.
Todo esto se inscribía en la idea de
que los socialistas participaban en las elecciones para organizarse, para
explicar y propagandizar sus críticas del capitalismo y del Estado
capitalista. Si no se da este mensaje, no tiene sentido entrar
en el juego electoral. Por eso también, el rechazo del cretinismo
parlamentario, esto es, de la idea –de Bernstein y de los liberales burgueses
de siempre- de que las cámaras legislativas pudieran ser la vía para el cambio
real de las condiciones de vida de la clase obrera. De ahí que no participar
con el «voto útil» es inherente a esta postura radical. Significa decir de
la manera más práctica y palpable, como para que lo entienda cualquier mortal:
«no tenemos ninguna ilusión en ninguna variante liberal izquierdista burguesa,
por más liberal e izquierdista que se presente». Un mensaje cuyo contenido, de
alguna manera, intuyen y leen los conciliacionistas. Por eso estos tratan de
enredar a la izquierda en el cretinismo parlamentario. Y la mejor forma de
hacerlo es con el cuento del «voto útil», porque «todos somos hermanos frente
al neoliberalismo» y «no sean funcionales a Macri». Frente a esto, el mensaje del
marxismo es: «no somos hermanos, ni primos ni cuñados ni siquiera amigos
lejanos. No tenemos nada que ver con ustedes, ni con los neoliberales, ni con
los burgueses estatistas, porque estamos en la vereda de enfrente». El
fundamento último de esta postura, como dijimos, es la lucha de clases. Es un
fundamento irrenunciable.
Intermedio para dos aclaraciones anti
«chicana barata»
Siempre que planteamos estas
cuestiones, los «especialistas tácticos del voto útil» sacan a relucir dos
objeciones. La primera dice que es necesario defender conquistas; la segunda
dice que no todos los regímenes son iguales.
Pero no son consistentes, y los
marxistas las respondieron hace mucho. En primer lugar, para defender una
reivindicación puntual, no hace falta ningún acuerdo especial. Se coincide en
el punto de lucha con los que confluyan, en tanto se mantienen las banderas
ideológicas y programáticas separadas (la misma Circular de 1850 contenía esta
recomendación). En segundo término, los marxistas siempre hemos distinguido entre
regímenes burgueses: no es lo mismo una dictadura militar que la democracia
burguesa; no es lo mismo esta que el fascismo. Toda la experiencia histórica
demuestra que los marxistas han enfrentado las dictaduras o los fascismos.
Jamás se defendió una postura abstencionista en este respecto, sin que hiciera
falta el «consejo» de ningún liberal burgués. Por eso, ninguna de estas
«chicanas» alcanza siquiera a rozar una respuesta articulada al argumento
presentado.
Segundo nivel de respuesta: ni
siquiera hay diferencias
El segundo nivel de respuesta es
menos importante, pero de todas formas vale la pena señalarlo: no hay ninguna
diferencia apreciable entre Lousteau y Rodríguez Larreta, como tampoco la hay
entre los candidatos a presidente que se están presentando por el oficialismo y
las fuerzas de la oposición. Los argumentos los he dado a través de muchos
artículos del blog, y no voy a repetirlos ahora. Esto lo saben también los que
predican el «voto útil», y por eso andan a la búsqueda desesperada de diferencias.
Por ejemplo, entre Scioli y Macri. Muchas de estas operaciones traen el
recuerdo de cuando el PC trataba de «demostrar» que Videla era el ala
progresista de la dictadura frente a los milicos «fascistas de ultraderecha».
De ahí también lo útiles que resultan para estas tareas los ex militantes del
PC, educados en estas mañas.
Por eso hoy nos quieren convencer de
que un Alperovich, un Insfrán, un Scioli, un Aníbal Fernández, una Alicia
Kirchner (¿se acuerdan de los tiempos en que era funcionaria de la dictadura?),
y similares, son caracterizados luchadores contra «la derecha concentrada, los
neoliberales y los golpistas». Es la manera de confundir, embaucar, tirar
cortinas de humo, para asegurar que siga todo más o menos como está. Ante esto,
cobra más fuerza el argumento que presentamos más arriba: todo lo que debilite
el mensaje ideológico – político de la izquierda de separación y ruptura con el
discurso dominante, es objetivamente reaccionario.
En conclusión,
el rechazo a toda forma de voto útil es clave para mantener el mensaje crítico
del marxismo. La acumulación de fuerzas por parte de la izquierda se disolvería
si acepta jugar en la lógica del sistema, esto es, del enemigo. Y sostener este
mensaje radical frente a las presiones de los «tácticos del voto útil» –de esa
gente siempre razonable y «lógica», que infatigablemente anda contando votos
por el mundo- es clave para luchar contra las ilusiones del conciliacionista
«progre izquierdista». Es que como decía también el viejo Liebknecht «así como
el camino del infierno está sembrado de buenas intenciones, el camino de la
derrota está sembrado de ilusiones». Nunca debería olvidarse.
Rolando Astarita
21 de julio de 2015
Fuente: https://rolandoastarita.wordpress.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario