Hegel
menciona en alguna parte que todos los grandes acontecimientos y personajes
de la historia universal aparecen, para decirlo así, dos veces. Pero se
olvidó agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa.
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Marx, Le 18 Brumaire de Louis Bonaparte
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De alguna
manera es aquí, entre la democracia “real” de los movimientos de plazas y la
comedia de la “democracia” institucional... que la emancipación, en tanto que
procedimiento subjetivo, puede inventar una nueva duración.
María
Kakogianni
Miércoles, 15 Julio 2015.
Durante 2011, los movimientos
de ocupación de plazas han opuesto una violencia simbólica a la impostura de
la democracia liberal en el momento que, en nombre de “programas de
salvamento”, los mercados anónimos y sus instituciones acrónimas (FMI, BCE,
etc.) dictan a los parlamentos nacionales sus elecciones obligatorias con un
conjunto de medidas anticonstitucionales, suspendiendo las convenciones
colectivas, etc. En noviembre de 2011, el primer ministro griego, G.
Papandreu, anunció un referéndum como un gesto que buscó hacer aceptar un
nuevo memorándum. Dicho de otra manera, su llamada a la democracia no fue
sino una maniobra al servicio de la imposición: “No hay alternativa” (la
famosa fórmula de Thatcher TINA [There Is No Alternative]). Conocemos
lo que sigue después, el referéndum no se organizó y el gobierno de Papandreu
dejó su puesto a un gobierno de unión nacional con un banquero como primer
ministro.
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El primer referéndum parece
entonces corresponder al momento de la farsa, la cuestión es saber en qué
medida la repetición de la historia hoy, con el referéndum reciente del 5 de
julio corresponderá, de manera retrospectiva, a un momento de tragedia: la
desilusión trágica, de nuevo, de una “nueva izquierda”, la misma que hoy parece
surgir en el espacio europeo (Podemos es otro ejemplo). De pronto, más allá
de la tragedia, solo la vía de la comedia puede dar cuerpo a un osmosis
fecundo, capaz de inscribirse en la duración, entre la lógica autónoma de
movimientos populares recientes y el juego institucional de poderes.
El horizonte político dentro
del cual naveguamos desde los años 80 es el dogma neoliberal de “TINA” y ese
famoso “fin de la historia”. Decir que naveguamos es una expresión mal
elegida, hay de pronto que hablar de naufragio. Como lo sugiere una canción
popular griega, ir a lo desconocido necesita un barco que se llama esperanza.
Ahora bien, el panorama que hemos heredado es el de la desintegración de la
hipótesis comunista, de las pesadillas del totalitarismo, del fracaso
ideológico de las vanguardias y aún más radicalmente de toda esperanza de
“cambiar el mundo”. Los gobiernos socialistas del tipo Mitterrand o A.
Papandreu (el padre de G. Papandreu), a comienzos de los años 80, han
contribuido a la liquidación final de los sueños de cambio y al insomnio
político de los tiempos presentes. Así, el pensamiento y la acción política
radical han desarrollado reflejos de una extrema desconfianza hacia la
izquierda institucional percibiendo en su cara una impostura estructural del
capitalo-parlamentarismo.
Aparentemente, el fin de la
Historia anunciado en 1989 no ha durado mucho tiempo1. A partir de
2008, en varios lugares del mundo, revientan protestas masivas y movimientos
insurreccionales. Después de un periodo atonal de más o menos 40 años, una
nueva secuencia parece abrirse para los movimientos populares de
emancipación. Y es en este marco que viene a formarse la hipótesis de una
“nueva izquierda”, soportada por los partidos políticos de un tipo nuevo2.
De alguna manera, es aquí donde
el escándalo empieza. Y es aquí donde se jugará lo trágico o la fuerza cómica
del momento presente. Una nueva izquierda se forma “después” de los
movimientos –como un tipo de retaguardia a la inversa de la vieja concepción
del partido como vanguardia organizada– que desde las cenizas de la rebelión
intenta organizar el “día después” reivindicando el poder del Estado. ¿En qué
medida la historia no repetirá una nueva traición con respecto a los
movimientos populares, haciendo triunfar la representación contra la
inmanencia de la emancipación? El caso parece en efecto escandaloso, en la
medida sobre todo en que se inscribe a contracorriente con respecto a los dos
motivos fundamentales del pensamiento subversivo de nuestro presente:
1) La desconfianza, aún el
odio, de estructuras verticales (partido, sindicato), las reservas frente a
todo tipo de dirección de masas, y el imperativo categórico estipulando la
horizontalidad a todo precio;
2) La aceptación de que el
poder no pertenece al Estado, que dejó de estar en las manos de los que
gobiernan.
La combinación de los dos nos
da las coordenados del escándalo. ¿Cómo una izquierda puede articular una
fidelidad a los movimientos populares de democracia directa con la
reivindicación del poder de Estado para cambiar las cosas? ¿Para al menos
tratar de hacer una negociación con aquellos que no aparecen pero gobiernan?
En 1972, Foucault formuló esta
cuestión del poder como íntimamente ligada a la búsqueda de nuevas formas de
lucha:
“Esta dificultad, nuestra
dificultad para encontrar las formas de lucha adecuadas, ¿no proviene de que
ignoramos todavía en qué consiste el poder?... La teoría del Estado, el
análisis tradicional de los aparatos de Estado sin duda no agotan el campo
del ejercicio y del funcionamiento del poder. La gran incógnita actualmente
es : ¿quién ejerce el poder? y ¿dónde lo ejerce? Actualmente sabemos más o
menos quién explota, a dónde va el provecho, entre qué manos pasa y dónde se
invierte, mientras que el poder... Sabemos bien que no son los gobernantes
quienes detentan el poder”3.
Antes del anuncio del
referéndum, el ministro de economía Y. Varoufakis no ha dudado, en un
artículo publicado en Irish Times, poner en palabras, en tanto que
representante de un gobierno elegido, lo que los anónimos murmuran a menudo
en las calles: la parodia de “negociación”, en la medida en que es
unilateral, entre los representantes elegidos y los expertos no elegidos de
las instituciones.
“De pronto el comentario más
elocuente de un ministro de finanzas en esta reunión fue el de Michael
Noonan. Protestó que los ministros no habían estado al tanto de la propuesta
de las instituciones a mi gobierno antes de participar en las discusiones. A
su protesta, quiero agregar la mía: No se me permitió compartir con el Señor
Noonan, o con cualquier ministro de finanzas, nuestras propuestas escritas.
[...] La zona euro se mueve de una forma misteriosa. Decisiones
trascendentales son selladas por ministros de finanzas que permanecen en la
oscuridad de los detalles, mientras que los funcionarios no electos de las
instituciones poderosas están encerrados en negociaciones unilaterales con un
gobierno solitario en apuros”4.
Las palabras de Varoufakis
parecen una improvisación de otro Brighella, uno de los personajes típicos de
la commedia dell’arte. Su nombre significa pelea, es un servidor
infiel. En condiciones “normales”, estas no son cosas que se dicen “por
arriba”.
Sabemos ahora que, bajo
presión, el gobierno de Syriza ha aceptado un nuevo memorándum, y el día siguiente
uno aún peor, y después otro de nuevo. La “negociación” ha estallado a causa
de los acreedores, a pesar de los compromisos del gobierno griego más allá de
sus promesas electorales. Los acreedores están buscando ante todo la
humillación política de la “nueva izquierda”.
Con su referéndum, G. Papandreu
quería coronar la vía única y la ausencia de alternativas. Tsipras parece
haber querido defender la posibilidad de otra vía. Ahora bien, el deber de la
izquierda no es tomar el relevo de los movimientos populares y proponerse
como una nueva excavadora, se trata más bien de no sacrificar una nueva
esperanza que surge tímidamente en el altar de su deseo narcisista de
mantenerse en el poder. O para decirlo de otra manera, con otra canción
popular griega, el camino siempre ha tenido su historia. La “nueva izquierda”
puede participar en esto y jugar su papel si, en caso de elegir entre una
ruptura con los movimientos populares o una caída del gobierno, preferirá
siempre la segunda opción.
La concepción tradicional de
izquierda fue respaldada por una metafísica del poder del Estado: cierto,
existen varias formas y relaciones de poder pero el poder del Estado no es
sólo una forma entre otras5. Por eso era importante para la
izquierda no solamente que pudiera acceder al poder sino permanecer con él el
mayor tiempo posible (hasta cambiar o destruir el aparato del Estado). En la
medida en que la “nueva izquierda” sea fiel a la metafísica del poder del
Estado con la promesa de que se las arreglarán para cambiar las cosas,
cambiando las luchas populares por negociaciones institucionales exitosas...
se expondrá sin cesar a una nueva desilusión. Tarde o temprano, la gente
nuevamente va a retirar su confianza y entonces volveremos masivamente a la
melancolía, a las explosiones de rabia y a la política minoritaria de los
pequeños espacios alternativos. El reciente referéndum no era el fruto de una
planificación en el marco de la negociación, era una improvisación que las
circunstancias han impuesto para que la commedia dell’arte pueda
continuar con sus instituciones y su “democracia”, prosiguiendo el combate de
lo simbólico que los movimientos de plazas han abierto.
Quizá la elección más radical
es la que rechaza las coordenadas de la elección forzada entre
auto-organización “por abajo” o política del Estado. El artículo de
Varoufakis hace visible el poder de los expertos no elegidos para dirigir
negociaciones unilaterales. Si el poder es esta cosa enigmática, a la vez
visible e invisible, en todas partes y en ninguna, el Estado es uno de los
lugares a ocupar entre otros, en una estrategia para prolongar no la
ocupación misma sino lo que hace posible. La gran secuencia precedente de
luchas populares cerró su círculo con una crítica radical de las estructuras
organizativas verticales, que habían llegado al punto de ahogar, a menudo en
sangre, cada fenómeno horizontal que no tenía la “buena forma” prevista por
la lección emancipadora. Tal vez el nuevo periodo se abrirá sólo en la medida
en que escapemos a este imperativo categórico de horizontalidad a cualquier
precio. Sin que esto signifique la restauración de la metafísica del Estado.
De alguna manera es aquí, entre
la democracia “real” de los movimientos de plazas y la comedia de la
“democracia” institucional... que la emancipación, en tanto que procedimiento
subjetivo, puede inventar una nueva duración. La tragedia es que esperábamos
de la “nueva izquierda” que nos salvara de nuestros salvadores. La otra vía
no es una carrera de velocidad sino un combate de larga distancia.
1En 2008, mientras que las
rebeliones de Atenas se propagaron en todas las ciudades griegas, en las calles
de Tesalónica los manifestantes retomaron en coral: “Fukuyama escucha bien, la
historia se escribe ahora, aquí, de nuevo”.
2Ver por ejemplo C.
Douzinas, “La résistance, la philosophie et la gauche”, Le symptôma grec,
Lignes, 2014.
3M. Foucault, Les
intellectuels et le pouvoir (entrevista con G. Deleuze), Dits et Ecrits I
(1954-1975), Gallimard, 2001, pp. 1180-1181.
4http://www.irishtimes.com/opinion/yanis-varoufakis-a-pressing-question-for-ireland-before-monday-s-meeting-on-greece-1.2256339
(subrayo yo). En inglés: “Perhaps the most telling remark by any finance
minister in that meeting came from Michael Noonan. He protested that ministers
had not been made privy to the institutions’ proposal to my government before
being asked to participate in the discussion. To his protest, I wish to add my
own: I was not allowed to share with Mr Noonan, or indeed with any other
finance minister, our written proposals. (…) The euro zone moves in a
mysterious way. Momentous decisions are rubber- stamped by finance ministers
who remain in the dark on the details, while unelected officials of mighty
institutions are locked into one-sided negotiations with a solitary
government-in-distress.”
5Su lógica recuerda las
categorías de Aristóteles que podríamos traducir de esta manera: el ser se dice
de varias maneras pero la esencia o la sustancia no es solamente una categoría
entre otras. Sobre la concepción tradicional de izquierda, citamos como ejemplo
D. Bensaïd: “Cierto, hay una pluralidad de relaciones de poder, pero el poder
político concentrado en el Estado no es uno cualquiera entre otros.” (D.
Bensaïd, Penser Agir, Paris, Nouvelles Editions Lignes, 2008, p. 313).
Fuente: http://palabrasalmargen.com/index.php/articulos/internacional/item/la-historia-que-se-repite-la-commedia-dell-arte
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