Por Gustavo Gorriti.-(*)
En las últimas semanas hemos revelado,
en IDL-Reporteros y Caretas, varias informaciones importantes sobre el
caso Lava Jato. Ahora sabemos que Marcelo Odebrecht ordenó que se entregaran 3
millones de dólares a Ollanta Humala para la campaña presidencial de 2011; y
sabemos también que le indicó a Jorge Barata “dale más” a Keiko Fujimori para
esa elección; que escribió una anotación electrónica para “Aumentar Keiko para
500 e eu fazer visita”; que “probablemente” también contribuyó con la campaña
del Apra, y quizá con alguna más (la identidad de la cual se conocerá pronto,
espero).
Sabemos también que casi todas estas
informaciones (con excepción, claro está, de la de Ollanta Humala), fueron
ocultadas por la fiscalía peruana que, de esta manera, perpetró un
encubrimiento.
Los datos revelados son muy
importantes, aunque resulten apenas una fracción de todo lo que los ciudadanos
(y los estudiantes precoces) deben conocer sobre este megacaso de corrupción empresarial
y política. Sabemos ya, empero, que si dejáramos la información en manos de la
Fiscalía, sería cubierta por un manto turbio de secreto. Se sabría lo que ellos
quieren que se sepa y se ocultaría lo que no.
Como los superintendentes dependían de él, Mameri
tuvo y tiene el conocimiento de quiénes fueron sobornados, por cuánto, para qué
y cuándo, desde México hasta Argentina. Y, por supuesto, en el Perú.
Eso no sucedió en Brasil donde –como ha
explicado repetidamente, con invariable claridad, el juez Sergio Moro– abrir la
información del caso a los ciudadanos hizo que una nación entera participara de
la investigación y la defendiera con fuerza y entusiasmo. Gracias a eso Lava
Jato no fue hundido por las fuerzas poderosas que hicieron naufragar casi todas
las investigaciones precedentes.
Lo que sirve para Brasil sirve igual
para nosotros. Si bien nuestros jueces y fiscales no se parecen a los de ellos,
debemos tener en común un pueblo bien informado.
De manera que empezamos ahora una nueva
etapa, mayor y muchos más intensa que las precedentes en la que, mediante IDL-Reporteros
y Caretas, revelaremos una serie de hechos hasta ahora secretos. Les daremos
los detalles, las fechas, las personas, los números de cuentas cuando se pueda,
dentro de la narrativa de varios casos de corrupción en el caso Lava Jato.
Como muchos de ustedes saben, IDL-Reporteros
organizó la Red de Investigaciones Periodísticas Estructuradas, integrada por
notables periodistas de Armando.Info (Venezuela), La Nación (Argentina), La
Prensa (Panamá), Sudestada (Uruguay) y Quinto Elemento Lab (México). Hemos
colaborado con ellos en publicar varias notas que han tenido un fuerte impacto
en sus naciones y también en Ecuador. Ahora nos toca aquí.
Hubo que decidir si arrancar con los
casos o precederlos con una descripción básica de personajes y métodos. Escogí
lo segundo, porque resultará importante para entender mejor los casos. Seré en
esta parte lo más somero posible, aunque luego aparecerán otros personajes
relevantes cuya descripción acompañará el relato del caso.
En la confesión corporativa de Odebrecht a fines
del año pasado, la de los principales hechos de corrupción en el Perú fue
protagonizada principalmente por cuatro altos funcionarios de la firma.
Ellos fueron: Luiz Mameri, Jorge Barata, Luis
Alberto de Meneses Weyll y Ricardo Boleira.
Barata es el más conocido, pero el más importante
(no solo para Perú sino para casi toda América Latina) es Mameri. Nacido en
agosto de 1955 en Minas Gerais, ingeniero civil de expresión involuntariamente
ascética, cabello cortado al cepillo, Mameri habla en forma calma y precisa,
con el tono de un general que acepta la derrota con resignación pero sin miedo.
El precio de la derrota es confesar, y Mameri lo hace sin explayarse pero sin
dar la apariencia de guardarse información importante.
En sus inicios profesionales en Odebrecht, Mameri
trabajó en Brasil y Ecuador. Regresó luego a ese país donde ascendió
eventualmente a Superintendente (lo que fue Barata en Perú). Pasó, con el mismo
cargo, a Angola de donde, años después retornó a Brasil como vicepresidente
para América Latina y Angola. El título cambió luego a Líder Empresarial, a
cargo de la supervisión de los Superintendentes de América Latina, menos
Venezuela.
¿Cuándo cometió su primer acto ilícito (es decir,
el pago de coimas)? En 2004, responde Mameri, cuando era superintendente de
Angola, tuvo “la necesidad de hacer un pago ilícito”, unos “ocho meses después”
de haber llegado al país. Dice que entre 1989 y 2003 “no precisó hacer pagos
indebidos”. En la ocasión de ese primer pago, su entonces superior directo,
Marcelo Odebrecht le indicó que se pusiera en contacto con Hilberto Silva (un
personaje que tendrá importancia central en casi todos los casos) para arreglar
el asunto. Tuvo claro que para pagar las coimas, se “generaban recursos no
contabilizados” en las diversas operaciones de Odebrecht.
¿Cómo se pasó a las “operaciones estructuradas” de
la corrupción? Antes, dijo Mameri, el pago de coimas se hacía “en forma
desordenada” con los superintendentes “generando” recursos de su propios
proyectos para los sobornos. Añade que “entre 2010 y 2012 fue necesario
instituir un proceso de aprobación para esos pagos”. Ahí recibió un “pen drive”
con el que tuvo acceso al sistema criptografiado Drousys. En él recibía las
solicitudes para aprobar las cutras.
Cada vez que aprobaba el pago, debía copiarlo, por
orden de Marcelo Odebrecht, a una persona llamada “Ubiraci Santos”, que
“procesaba e implementaba esas solicitudes [de coimas]”. Pero la aprobación de
cada coima en América Latina (menos Venezuela), era hecha por Mameri. Como los
superintendentes nacionales dependían directamente de él, Mameri tuvo y tiene
un conocimiento preciso de quiénes fueron sobornados, cuándo, para qué y por
cuánto, desde México hasta Argentina. Y, por supuesto, en el Perú.
¿Y Ubiraci? El veterano Isaias Ubiraci Chaves
Santos ingresó a Odebrecht en 1977 y trabajó, sobre todo, en el área
financiera. En 2004, indica, Marcelo Odebrecht lo llamó, le dijo que, dado que
tenía que efectuar “pagos no contabilizados” [es decir, coimas] necesitaba a
Ubiraci para “verificar algunos parámetros” antes de proceder al pago.
Los parámetros para las coimas que estableció
Odebrecht eran: la obra de la que procedía el soborno debería tener un saldo
positivo; y el valor de la coima debía ser aprobado por el Líder Empresarial,
que entonces era el propio Marcelo Odebrecht (y después, Mameri).
Ubiraci no se sorprendió puesto que, dice, el tema
de los sobornos “no era completamente nuevo para mí, porque durante determinado
período en la década de 1970 fui subordinado de Antonio Ferreira quien, entre
otras cosas, era responsable de pagos indebidos en la CNO [Constructora
Norberto Odebrecht]”. Y, añade Ubiraci, “creo que Marcelo me confió esa
actividad pues […] he convivido con tres generaciones en la empresa, (con su
abuelo, su padre y con él)”. Así que, según recuerda, la cutra empresarial
tenía tres generaciones también.
Aunque Ubiraci procesaba pseudónimos, códigos antes
que nombres, en el primer paso del pago de los sobornos por el sector de
operaciones estructuradas, Luiz Mameri sí tenía que saber a quién se estaba
coimeando y por qué. Pese a que Mameri mencionó que algunos pagos de coimas
pueden haberse hecho sin su conocimiento, él era un líder lo suficientemente
detallista, observador y astuto como para que ese contrabando de coimas fuera
la excepción.
Entonces, sabiendo eso: ¿La confesión de Barata fue
ratificada o validada por Mameri? ¿Coinciden las confesiones de Barata con las
de Boleira y, especialmente, con la de Meneses Weyll? Lo veremos esta semana en
IDL-Reporteros, aunque puedo adelantar en cuanto a las confesiones que
si mucho se ha dicho, mucho se ha callado.
(*) Reproducción de la columna ‘Las
palabras’ publicada en la edición la 2501 de la revista ‘Caretas’.
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