"Red Atlas": conozca la actividad implacable de la
internacional capitalista
Canarias
Semanal
21-08-2017
La Internacional
Capitalista existe, está muy bien organizada y, obviamente, muy bien
financiada. Funciona subrepticia y eficazmente a través de una inmensa red de fundaciones,
institutos, centros, sociedades..., unidas entre sí por hilos casi
invisibles. No es teoría de la conspiración, sino hechos constatables.
Uno de los nodos de esta red es la llamada ATLAS NETWORK (Atlas
Economic Research Foundation), de la que después nos ocuparemos. Pero el
núcleo generador de todo el entramado hay que buscarlo en 1947, finalizada la II
Guerra Mundial, cuando un grupo de académicos economistas ultraliberales -
o neoliberales, como se autodenominaron -, entre los cuales se hallaban Friedrich
von Hayek y Milton Friedman, se reunieron en la localidad austriaca de Mont
Pelerin y decidieron formar una Sociedad. Su objetivo: luchar por todos los
medios contra los obstáculos al libre mercado puestos tanto por el sistema de
planificación soviético, como por el intervencionismo económico de los Estados
más ricos de Occidente, o lo que pronto se llamaría el Welfare State
(Estado del Bienestar) [1].
Este grupo fundador se diseminó por los
departamentos de economía de las universidades más importantes del mundo,
especialmente en EE.UU y el Reino Unido; y bien dotados de fondos
provenientes de empresas, organizaron fundaciones, institutos y centros de
producción de pensamiento -lo que se conoce como think tanks-, que,
además, pronto funcionarían también como centros de formación de líderes
políticos. La Mont Pelerin Society se unió a otras ya existentes del
mismo jaez, como el británico Institute of Economic Affairs, y le
seguirían otras que hoy se cuentan entre las más influyentes, como la
estadounidense Heritage Foundation o el Cato Institute. De este
modo, fueron abriendo espacios para poner en contacto a académicos, políticos y
periodistas afines y comprometidos con los objetivos de la Internacional
ultraliberal, entre los cuales uno primordial era influir en la opinión
pública, es decir, el control ideológico.
Cuando una de las crisis estructurales del
capitalismo se hizo sentir a mediados de la década de los 70, la
operación de esta red de think tanks se hallaba ya muy avanzada. Uno de
sus campos de experimentación estaba siendo el Chile de Pinochet, aupado
al poder por el golpe de estado promovido por EE.UU en 1973. Proliferaron los
artículos, libros, entrevistas radiofónicas, etc., criticando el Estado
del Bienestar. Enseguida, con los gobiernos de Margaret Thatcher en
Reino Unido y poco después de Ronald Reagan en EE.UU, llegaron
los procesos de privatización, des-industrialización, desregulación,
externalización y demolición del Estado del Bienestar, lo que
significaba sobre todo desregular el mercado de trabajo. Pero su mayor éxito
fue, como expresó la propia Thatcher, que incluso los partidos
social-demócratas se estaban convirtiendo al credo neoliberal .[2]
Aparte de Tony Blair, Felipe González fue también un alumno aventajado.
En este contexto se fraguó, en 1981, la ATLAS
NETWORK, think tank creado por un tal Antony Fisher en
San Francisco. Pronto le crecieron filiales -con distintos nombres- en
otros países, especialmente de Latinoamérica, y en Europa del Este
tras la desintegración de la URSS. Fisher, cifraba el éxito de
esta red de fundaciones en que el público las percibía como instituciones
académicas e imparciales. De eso se trataba. En 1991 tomó el relevo de la
dirección de Atlas el argentino con nacionalidad estadounidense Alejandro
Chafuen, que había apoyado el golpe militar de Videla en Argentina y
desde entonces dedica su vida a la destrucción de los movimientos y gobiernos
de izquierda en América del Sur y Centroamérica. Entre sus donantes
regulares se cuentan Phillip Morris, Exxon-Mobil y MasterCard; pero Atlas
también atrae a inversores millonarios como los hermanos Charles y David
Koch, la segunda fortuna de los EEUU. Este dinero lo emplea Atlas en
financiar a sus fundaciones satélites. Otra vía de financiación proviene del
mismo gobierno norteamericano a través del National Endowment for Democracy
(Fondo Nacional para la Democracia) y el Center for International
Private Enterprise (Centro de la Empresa Privada Internacional).
Los cables filtrados por la soldado Manning y
los informes obtenidos por la investigadora norteamericana Eva Golinger,
confirman que los políticos de este país orquestaron, con métodos muy
refinados, la campaña para desestabilizar al gobierno de Hugo Chávez en Venezuela.
En 1998, el think tank satélite de Atlas en Caracas, CEDICE LIBERTAD,
recibió financiación regular del Center for International Private Enterprise
para provocar un cambio de gobierno. El director de Cedice fue uno
de los signatarios del Decreto Carmona, que apoyó el intento de golpe
de Estado contra Chávez en 2002. Actualmente Cedice Libertad, promotora
de la violenta escalada de protestas contra Maduro, está estrechamente
asociada a la figura de María Corina Machado, que, en 2014, a través de
vídeo-conferencia, daba públicamente las gracias a la Red Atlas y sus “luchadores
de la libertad” por los servicios prestados. [3]
La Red Atlas ha estado involucrada asimismo
en el golpe de Estado contra Celaya en Honduras en 2009, y
recientemente en la caída de Dilma Russeff en Brasil y Cristina
Fernández en Argentina. Su filial en este último país, la
Fundación Pensar, se ha fusionado con el partido de Mauricio Macri. También
financia a la Fundación Eléutera en Honduras y la campaña de
Sebastián Piñera, candidato de derechas a las próximas elecciones en Chile.
Según declaraciones de Fernando Schüler, académico y columnista asociado
al Instituto Millenium, un think tank de Atlas en Brasil,
la única manera de acabar con la influencia de los sindicatos y del Partido de
los Trabajadores en ese país era manipular la protesta social a través de un
medio de bajo coste: las nuevas tecnologías (WhatsApp, Facebook, YouTube...).
La Red Atlas produce vídeos virales en YouTube que difunden la
propaganda ultra-liberal, y por este y otros medios está contribuyendo a
reconfigurar el mapa político de América Latina y, por tanto, funcionando de
hecho como un brazo de la política imperialista norteamericana.
Todos los años se organiza el Foro de la
Libertad en América Latina, el último de los cuales se celebró el pasado
mes de mayo en el Brick Hotel de Buenos Aires, con el presidente
Macri y Vargas Llosa de invitados especiales. Allí se debatió sobre cómo
combatir a los líderes de izquierdas en todos los frentes, desde los campus
universitarios a las movilizaciones masivas en la calle para provocar su
derrocamiento. Otra sesión se dedicó a elaborar los argumentos que los “amantes
de la libertad” deben emplear para dar respuesta a lo que llaman “surgimiento
global del populismo” y de este modo “redireccionar el sentimiento de
injusticia que muchos sienten” hacia los objetivos del mercado libre. [4]
La Red Atlas cuenta hoy con 450 filiales
en el mundo, 10 de ellas en España. Entre estas últimas está el think
tank INSTITUTO JUAN DE MARIANA, cuyo director es también rector de una
universidad guatemalteca que ha otorgado honoris causa a personajes como José
María Aznar y Pedro Schwartz, catedrático de economía de la Universidad
CEU San Pablo y antiguo colaborador de El País. Esta filial
de Atlas fue fundada en Madrid en 2005, a su acto de presentación acudió
Esperanza Aguirre, entre otros políticos, periodistas y académicos
ultra-liberales; y algunos de sus miembros tienen notable presencia en medios
como Libertad Digital. Precisamente, el citado Pedro Schwartz ha
sido hasta 2016 el presidente de la Mont Pelerin Society, que sigue viva
y coleando. Su última reunión se celebró este año pasado en Miami, con
la presencia del director del Instituto Juan de Mariana, entre otros
españoles. El siguiente encuentro está previsto en las Islas Canarias,
organizado por la universidad privada online OMMA Manuel Ayau Cordón,
con la colaboración de la Universidad Francisco Marroquín y el mismo
Instituto Juan de Mariana. [5]
No debemos llamarnos a engaño. Las fundaciones y
otras entidades “sin ánimo de lucro” que llevan la palabra LIBERTAD en
su nombre, en la mayoría de los casos libertad significa su libertad, la de la
clase capitalista para explotarnos, para succionar toda la riqueza que los
trabajadores del mundo producimos, para privatizar (robar) los servicios
públicos que sostenemos con nuestros impuestos (no los suyos), para minar
nuestra resistencia, desestabilizar y derrocar gobiernos que no se plieguen a
sus intereses, por los medios que sean, incluso organizando a “luchadores
por la libertad” en grupos paramilitares que asesinan y torturan, en
manifestantes incendiarios, y golpes militares con su secuela de represión
brutal. Su libertad es nuestra esclavitud. Por eso es necesario y urgente
revitalizar nuestra Internacional.
Notas y referencias bibliográficas:
[1] Dejando aparte las causas reales que impulsaron a
la social-democracia, tras la II Guerra Mundial, a instaurar el Estado del
Bienestar en los países del centro capitalista, especialmente en Europa occidental,
lo que estorbaba a la clase capitalista era la regulación de las relaciones
capital-trabajo, la política redistributiva que garantizaba las prestaciones
sociales, es decir el salario diferido que contribuía a la reproducción de la
fuerza de trabajo, así como la enseñanza y la sanidad gratuitas, y, sobre todo,
la fortaleza de los sindicatos y las organizaciones populares.
[2] En los EE.UU, a los adeptos a esta doctrina se les
llama libertarians (libertarios); pero como en nuestro idioma libertario tiene
un significado muy distinto, optamos por ultra-liberales. Lo preferimos a
neo-liberales por entender que este término (que significa nuevo liberalismo)
es redundante, ya que el liberalismo económico ha sido siempre la doctrina del
capitalismo, incluso en su versión Keynesiana, inspiradora de los Estados del
Bienestar. Ultra-liberales denota un grado extremo de liberalismo que aboga por
la nula intervención del Estado en las relaciones capital-trabajo y en las
transacciones comerciales y financieras, o lo que ellos llaman el “mercado
libre” en estado puro.
[3] Véase el artículo de Lee Fang, “Sphere of
influence: How American libertarians are remaking Latin American politics”, en
The Intercept, 9 agosto 2017.
[4] Véase artículo citado en nota anterior.
[5] Véase el artículo de Andrés Villena, “Quién paga la
ofensiva española de los austriacos?”, en Público, 29 marzo 2017.
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