Publicado por Daniel Eskibel en Aug 1,
2017
La Cámara de los
Comunes se pobló de sonrisas incrédulas aquella tarde de 1826. El liberal John
Cam Hobhouse mencionaba por primera vez el concepto de ‘leal oposición a Su
Majestad’. La idea, poco comprendida entonces, derivaría en una de las
principales tradiciones políticas británicas: el Gabinete
en la Sombra.
Originado en Gran
Bretaña, extendido luego a muchas ex colonias británicas y adoptado también por
otros países del mundo, el Gabinete en la Sombra es un gabinete alternativo al
gobernante que tiene la obligación legal de ser opositor. Está dirigido por el
líder de la oposición e integrado por parlamentarios opositores. Cada uno de
ellos ejerce un ministerio paralelo, da seguimiento a los temas de la cartera y
al respectivo ministro gobernante y se enfrenta a él para demostrar que la
oposición es una mejor alternativa que el oficialismo.
¿Qué ventajas tiene ese Gabinete en la Sombra?
La especialización de cada uno de sus miembros en un área precisa y bien delimitada de gobierno, sin distracciones, sin dispersar sus esfuerzos, sin perder el tiempo.
Lo que cada uno logra es concentración, foco, dominio del tema, precisión, conocimiento profundo no solo del ministerio del que cada cual se ocupa sino además del rival que ejerce oficialmente el cargo.
Cada ministro del
gobierno, entonces, tiene su sombra, su espejo, su otro alternativo.
Y funciona.
Pero el concepto
de sombra no solo es útil cuando estás en la oposición y decides una marca
individual sobre cada miembro y cada área del gobierno.
También funciona cuando estás en campaña electoral.
Especialmente al organizar tu equipo de campaña electoral.
Cómo derrotar al rival más poderoso con la más británica puntualidad
Mi abuelo Jacinto
no era británico pero tomaba el té todos los días a las cinco en punto de la
tarde.
Era uruguayo y descendiente de vascos, pero allí estaba, con su puntualidad británica para la ceremonia del té.
Su vida era dura,
pienso ahora a la distancia. Casado y ya con un hijo desde muy joven, huyendo
de la pobreza del campo para vivir en la pobreza de una pequeña ciudad, con
varios hijos más que seguían llegando y a los cuales no podía alimentar,
sobreviviendo apenas como obrero y viendo a sus hijos trabajar a la edad que
tendrían que estar en la escuela primaria.
Pero cada día
tomaba su té a las cinco en punto de la tarde.
Rigurosamente.
Como si aquella
pequeña ceremonia fuera su manera de enfrentar el tsunami de problemas que la
vida le traía. Un pequeño espacio delimitado y claro donde su voluntad podía
operar. Un área libre de conflictos. Un espacio de reflexión. Una recarga de
energía para poder seguir adelante.
Mi abuelo Jacinto
estaba demasiado agobiado por la vida como para prestarle atención a las
campañas electorales que pasaban, también puntualmente, por la vereda de su
casa y por los márgenes de su
vieja radio Spica.
Aquellas campañas
electorales de los tiempos de mi abuelo eran más simples que las actuales,
claro. Pero también estaban llenas de ansiedad y problemas.
Hoy la vida es más
compleja. La comunicación política también. Y las campañas electorales ni
hablar. Lo vives en carne propia.
Cada vez que trabajamos en una campaña electoral nos enfrentamos a un conjunto creciente de problemas.
Un verdadero tsunami de problemas.
Y uno de esos problemas es el desborde de los roles que cumple cada uno.
Ya sabes a lo que
me refiero: personas que deben encargarse de más asuntos de los que les resulta
posible. Y al mismo tiempo otros asuntos importantes de los cuales nadie se
ocupa.
Es una tormenta perfecta: personas desbordadas y asuntos desatendidos.
Entonces la
campaña comienza a hacer agua.
Algunas personas altamente capacitadas se sienten desbordadas en sus responsabilidades y tareas. Intentan resolverlo todo y no pueden. Y es lógico que no puedan: los tiempos, las energías y las capacidades de cada ser humano son limitadas.
Especialmente
importante es el hecho de que la atención humana es limitada. Implacablemente
limitada. Mucho más limitada aún que las inexorables 24 horas que acotan cada
día.
El mismo desborde,
por lo menos en campañas relativamente grandes, sufre el consultor político.
Cuando escribo “el consultor político” ya estoy dando cuenta del problema.
¿Un solo consultor político para una campaña importante?
¿De verdad?
Una sola campaña electoral no equivale a un solo consultor político
Un estratega
general, sí. Un único consultor estratega en jefe, claro que sí.
Pero además un equipo.
Equipo de consultores.
La consultoría
política es cada vez más el escenario de trabajos fuertemente especializados.
Unos consultores se especializan en campañas territoriales, otros en campañas
digitales, otros en investigación de la opinión pública, otros en comunicación,
otros son estrategas generales.
La clave está en
el trabajo en equipo, en la distribución adecuada de los roles y en la
existencia de mecanismos claros para la toma de decisiones. El estratega en
jefe marca el rumbo y tiene la última palabra, pero más allá de su figura todo
un equipo trabaja. Porque la inteligencia colectiva es más amplia y más
profunda que la inteligencia individual.
En un contexto de
tales características uno de los consultores miembros del equipo de campaña
electoral puede especializarse en el seguimiento del principal rival.
Ese consultor será su sombra durante toda la campaña.
La sombra que sorprende a la campaña rival
El significado
original de la palabra asombrarse se refería a las caballerías que se
espantaban ante la aparición de una sombra. Luego la palabra fue abarcando
otros sentidos referidos en general a espantarse y sorprenderse.
Esa es la
finalidad de un consultor-sombra: sorprender al rival y, llegado el caso,
ayudar a espantar su caballería.
Se trata de un
consultor que se ocupa en exclusiva del principal adversario, auditando de modo
permanente y sistemático su campaña política. Esto implica un seguimiento
diario de las noticias sobre ese rival, interpretando sus movimientos,
deconstruyendo su estrategia, su táctica y su mensaje desde un ángulo fríamente
profesional.
¿Por qué razones
tiene que dedicarse en exclusividad al seguimiento del rival como única tarea?
- Para no estar sesgado por la visión estratégica general de la campaña propia y corregir de ese modo las eventuales zonas ciegas de la misma.
- Para lograr una profunda especialización en ese adversario, un conocimiento de fondo que solo se puede lograr con una intensa localización y concentración sobre sus movimientos.
Durante la campaña
electoral el consultor-sombra se despreocupa de su propia campaña, la cual
sigue su curso corriente. Y se dedica estrictamente a analizar cada declaración
pública, cada decisión, cada spot de televisión, cada tweet, cada entrevista,
cada actividad del rival, de su partido, sus voceros principales y sus medios
de comunicación aliados y cercanos. Y estudia cada evento táctico en el marco
general de la comprensión de su estrategia.
Claro que esta
tarea supone cero filtraciones respecto a su propia existencia. La “invisibilidad
mediática” del consultor-sombra es una pieza vital del trabajo.
¿Qué busca una
campaña colocando a un consultor-sombra sobre el rival?
Busca comprender la campaña rival casi mejor que lo que esa propia campaña se comprende a sí misma. Y si es posible anticipar sus movimientos y respuestas.
Lo que el
consultor-sombra le brinda a la campaña general es un reporte periódico que
incluye una síntesis de lo ocurrido en la campaña rival, una explicación de la
lógica estratégica de lo ocurrido así como sugerencias para la lucha
político-electoral contra ese adversario.
En definitiva se
trata de una auditoría de campaña con dos diferencias respecto a las
tradicionales. La primera diferencia es que se realiza sobre la campaña del
adversario y no sobre la propia, y la segunda es que se realiza no después de
la campaña sino durante la misma, en tiempo real.
El
consultor-sombra contribuye a
la campaña general desde un ámbito ultra-especializado. Absorto en su
objetivo, que es únicamente el candidato rival. Sin distracciones. Concentrado.
Sin perder el tiempo. Sin perder el foco. Firme como una roca en medio del
tsunami de la campaña electoral.
Como cada ministro
de un gobierno-sombra, solo concentrado en su ministro-espejo.
Como mi abuelo Jacinto, absorto frente a su taza de té a las cinco de la tarde pase lo que pase.
Como mi abuelo Jacinto, absorto frente a su taza de té a las cinco de la tarde pase lo que pase.
PD: ¿A tu
equipo de campaña electoral le haría falta un Consultor Sombra? Entonces
comparte este artículo con quien corresponda…(antes que lo haga ese adversario
en el que estás pensando).
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