December 8, 2015 por Daniel Eskibel
En las campañas
políticas, la clave estratégica opositora consiste siempre en posicionarse en
la mente del votante como la única alternativa posible frente al oficialismo.
Fácil de decir, claro. Pero difícil de hacer.
Porque además implica un doble movimiento:
1.
plebiscitar
negativamente al gobierno
2.
y también
diferenciarse del resto de la oposición
Todo gobierno se plebiscita
Es así en todas
las campañas políticas. Y ocurre más allá de la voluntad de oficialistas y
opositores. Porque es la propia mente del votante la que tiende a una lógica
binaria: sí o no. Aceptación o rechazo.
A favor o en contra del gobierno.
Que siga o que asuma uno nuevo.
Debe tenerse
presente que el plebiscito acerca del gobierno es la primera operación mental
en el camino hacia el voto. La primera.
¿Cuándo ocurre?
En algunas personas se produce años antes de la elección. En otras meses antes de tener que decidir. Y en otras es en plena campaña electoral.
¿Por qué ocurre?
Porque el cerebro humano tiene un listado interminable de tareas a cumplir, y por lo tanto necesita simplificar al máximo.
¿Debe continuar
este gobierno?
Esa es la pregunta del plebiscito mental que cada uno hace. Esa es la pregunta para la cual la oposición necesita un NO como respuesta. Un NO que involucre a la mayoría del electorado.
Los caminos del NO
La tarea básica,
esencial y primera que debe cumplir la oposición en sus campañas políticas es
instalar y fortalecer el NO en la mente de la mayoría.
Este gobierno NO debe continuar.
Esa es la idea-fuerza.
La gente puede
llegar a ese NO por caminos distintos. Desde los más rápidos, los que rechazan
al gobierno desde los primeros tiempos, hasta los más lentos que lo rechazan
solo al final.
Y el movimiento opositor debe involucrarlos a todos, no solo a los más radicales adversarios del gobierno.
Con ésto quiero
decir que construir ese NO es un proceso gradual que lleva su tiempo. No es un
café instantáneo. No es una explosión. Es un proceso. Y deben respetarse los
tiempos de la gente.
La instalación de
ese NO, además, no será a través de una infinidad de temas sino a través de muy
pocos temas.
La gente no se va a decidir porque hayan miles de argumentos o de razones, sino por 2 o 3 argumentos o razones fuertes. 2 o 3 temas simples, fáciles de comprender, ligados a la experiencia de la gente y sentidos como importantes.
Así se llega a la idea de que “este gobierno NO debe continuar”.
Diferenciarse dentro del campo del NO
Pero queda la otra
parte de la tarea: diferenciarse del resto de la oposición. Porque si todos los
opositores son más o menos iguales y se reparten de modo similar los
votos…entonces el oficialismo tendrá la chance de ganar a pesar de todo.
Diferenciarse, por
lo tanto, es la segunda operación opositora en sus campañas políticas.
Y donde dice diferenciarse no debe leerse “atacar al resto de la oposición”. Debe leerse, simplemente, diferenciarse.
Y donde dice diferenciarse no debe leerse “atacar al resto de la oposición”. Debe leerse, simplemente, diferenciarse.
Mostrarse como distinto. No en todo. Tal vez en un gran tema, en un elemento fuerte, en una característica. Un solo aspecto que divida las aguas entre ese candidato opositor, por un lado, y todo el resto por otro lado.
Recordemos aquel
opositor llamado Barack Obama
. Recordemos su primera campaña. Pero no por sus enormes recursos sino
por su fina y simple estrategia opositora.
Hay que cambiar,
decía Obama. El gobierno de Bush y los republicanos no debe continuar. Pero la
operación opositora no terminaba allí sino que agregaba que Obama es un hombre
nuevo, mientras Hillary (su rival dentro del campo de la oposición) es más de
lo mismo, de las familias como los Bush o los Clinton que siempre están al
frente en Washington.
Plebiscito y
diferenciación. Simplicidad. Contundencia. Hasta quedar parado frente a frente
al oficialismo como la única alternativa posible.
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