Les 7 du
Québec
09-12-2015
Traducido
del francés para Rebelión por Caty R.
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La problemática de los conflictos
internacionales
Para entender la política nacional e internacional
–ambas están enlazadas- es necesario estudiar la economía y después aplicar
esos conocimientos a la política. Hay que plantear la cuestión ¿Cuáles son los
intereses en un conflicto regional o mundial?, lo que debería llevar a
preguntarse ¿Qué clases sociales actúan en el conflicto y qué intereses
económicos defienden? Estas son las preguntas a las que intentaremos responder
(1).
La hipótesis que preferimos es que la alianza de
los trust financieros internacionales –asociados con varios gobiernos
imperialistas dominantes- actúa entre bambalinas para preservar la forma de
producción capitalista. Para ello cada una de las alianzas imperialistas maneja
su política regional e internacional enfrentándose a las otras alianzas e
intentando enfeudar a las fuerzas nacionalistas de las clases burguesas y
proletarias de los países sometidos a esos conflictos. Veremos que la clase
trabajadora tiene muy poco papel en esas intrigas a pesar de ser el sujeto
fundamental.
Dos axiomas complementarios
Las claves para comprender los recientes
acontecimientos económicos y políticos internacionales son, por una parte,
admitir que la economía gobierna la política y raras veces lo contrario. De
este primer axioma deriva el segundo, que estipula que los poderes financieros
mundiales dirigen las potencias de la política internacional, las cuales deben
garantizar que las clases sociales vayan derechas por los caminos que les
asignen. Dichos caminos de austeridad pueden conducir hasta resignarse al
sacrificio final dictado por los generales y llegar incluso a la muerte para
mantener este sistema económico depravado.
Una vez admitidos estos axiomas es fácil desenredar
la complicada madeja de intereses entrecruzados, así como la mezcolanza de
teorías «del complot» que se disputan el escenario en el teatro político
internacional.
Histórico del nacionalismo chovinista «islamista»
Desde 1979, desde la revolución iraní dirigida por
el ayatolá Jomeini, la religión musulmana se convirtió en un factor de
identidad muy poderoso enlos estados-nación donde causan estragos dicha
religión y la explotación neocolonial. En la mayoría de esos países las
burguesías nacionalistas locales consiguieron amalgamar sus múltiples intereses
sirviéndose de ese denominador común, que permite apaciguar las relaciones de
clases y a veces incluso movilizar a los populachos locales que viven en
condiciones de producción arcaicas (semifeudales) para librar guerras
fratricidas que afectan al reparto de las prebendas tras la liquidación de los
recursos nacionales.
De esta forma se movilizó a Irak (suní) contra Irán
(chií) a una guerra de ocho años que costó un millón de muertos en cada bando.
Carne de cañón trabajadora para forzar un realineamiento político y económico
por parte de la burguesía iraní disidente (2). Se entiende que las potencias
imperialistas occidentales manejaban los hilos entre bambalinas animando a
Sadam Hussein a destruir Irán, que se atrevió a utilizar el nacionalismo chií
para alejarse de sus antiguos amos occidentales. Irán impulsó el enfrentamiento
hasta el punto de sugerir que se podría sustituir el petrodólaren el mercado
del oro negro (3). Desde la firma del acuerdo sobre el expediente nuclear iraní
se entiende que si Irán sabe desembarazarse de esas enemistades podrá unirse a
la comunidad de estados autorizados por el imperialismo globalizado (4).
El integrismo en Afganistán
Fue lo mismo cuando la burguesía izquierdista
afgana intentó tomar el control de sus recursos para venderlos al mejor postor,
llegando incluso a firmar acuerdos de defensa con el bloque imperialista
soviético. Inmediatamente los feudales nacionalistas musulmanes afganos, entre
ellos los talibanes, fueron reclutados por Al-Qaida, financiada por la CIA,
para erradicar a esa banda de nacionalistas –laicos- sometidos a los intereses
del otro bando imperialista. Desde entonces los estadounidenses resultaron
cazados. Los talibanes recuperaron el control de su país y la población afgana
regresó al yogo de sus amos nacionalistas islamistas tras 30 años de una guerra
terrorista sanguinaria perpetrada por los aviones y los drones de la OTAN.
La guerra civil en Líbano y en la Palestina
ocupada
La guerra civil libanesa fue otra demostración de
la utilización del nacionalismo islamista para descalificar a un clan y
promover a otro bajo múltiples escudos de armas religiosos-nacionalistas (Chií,
suní, cristiano, druso). Hizbulá, la mayor organización nacionalista chií,
salió ganadora del enfrentamiento. Pasó lo mismo en guerra de los clanes
religiosos en Palestina, donde la burguesía suní acabó desacreditando a las
facciones burguesas laicistas miembros de la OLP. La burguesía nacionalista de
Hamás, suní, se impuso como portavoz de la burguesía palestina ansiosa por
acordar un reparto de las tierras disputadas con las facciones religiosas
judías en el poder en Tel Aviv. Es interesante señalar, de paso, que el poder
imperialista israelí, industrializado y occidentalizado, no supo escapar del
imperativo del nacionalismo religioso chovinista, atrapado en medio de ese
océano nacionalista-religioso en la confluencia del norte de África y Oriente
Próximo (5).
Argelia bajo los golpes del FIS y el FLN
También Argelia ha conocido las crispaciones
islamistas por parte de las facciones burguesas reaccionarias que fueron
excluidas del reparto del poder político –de adorno- tras la guerra «de
independencia» que dirigió la burguesía nacionalista laica (pseudosocialista).
Hay que señalar que los grupos religiosos no contribuyeron gran cosa durante la
«guerra nacional de independencia» (sic). En cualquier caso la población
argelina, en la miseria y muy frustrada por los resultados del Gobierno
«independiente», escuchó con agrado los llamamientos a la revolución de las
oportunistas facciones islámicas nacionalistas. Lo que la pequeña burguesía
argelina exiliada en París y Montreal no le perdona. Sin embargo fue la clase
trabajadora argelina, la que siempre está bajo el yugo de los potentados
nacionales –laicos o islamistas- la primera que sufrió la guerra civil de 15
años entre las facciones nacionalistas islamistas (FIS) y las facciones
terroristas agrupadas en el FLN nacionalista, laico y pseudosocialista (6). La
mismo que en Túnez y en Marruecos, cuyo peso económico es marginal en los
negocios internacionales y donde las facciones nacionalistas fueron detenidas,
encarceladas o fusiladas antes de haber podido incrustarse de en poder.
El islamismo integrista en Turquía, la aliada de la
OTAN
En Turquía, desde Ataturk, la burguesía
nacionalista chovinista, más o menos como en Siria y en Egipto, estaba
consolidada al mando del aparato de Estado capitalista. Sin embargo este país,
como Egipto, está en vías de industrialización acelerada lo que provoca –la
crisis económica sistémica también repercute aquí- enfrentamientos obreros y
levantamientos populares que asustan mucho a la burguesía nacionalista
chovinista islamistaaislada en la época de Ataturk. Esta fracción de la clase
burguesa que había hecho del islamismo su fondo de comercio vuelve a la
superficie para reclamar su parte del legado otomano. La nueva Turquía
«islamista» juega dócilmente su partición en el concierto de las nacionales y
maniobra en la región. Por lo tanto está poco preocupada por los ataques
«yihadistas», al menos hasta ahora. El ataque que acaba de perpetrar, por orden
de la OTAN, contra los cazas rusos lo demuestra ampliamente (7). Estados Unidos
y la OTAN dejan que esa burguesía podrida masacre a sus nacionalistas kurdos
mientras fomentan la disidencia nacionalista de los kurdos de Irak y de Siria
sembrando la confusión en esa región sangrante del mundo. Nos preguntamos para
quién actúa Thierry Meyssan cuando pretende que: «Con una mano el Gobierno
francés moviliza todos sus medios para focalizar a la población sobre los
atentados del 13 de noviembre y después sobre la Cop21. Y con la otra aprovecha
la falta de atención general para lanzar con Israel una nueva guerra en Irak y
en Siria. Su objetivo ya no es derrocar al régimen laico sirio ni destruir su
ejército, sino crear un estado colonial a caballo entre Irak y Siria, dirigido
por los kurdos, con el fin de atenazar a los estados árabes. El sueño del poder
israelí del Nilo al Éufrates ha vuelto» (8).
Francia e Israel no están en absoluto al mando de
las guerras de Oriente Próximo, las dirige el Estado Mayor estadounidense con
mucho cuidado de arreglarse con su nuevo aliado iraní, muy poderoso en el golfo
Pérsico. Irán no dejará que se partan Irak o Siria. Tolera al Kurdistán, pero
solo de momento. Los capitalistas israelíes deben de estar muy desesperados
para conchabarse con el Elíseo, cuya aviación fue incapaz de asesinar a Muammar
Gadafi sin el apoyo logístico y la intervención decisiva de la aviación
estadounidense. Los imperialistas franceses deben de estar muy desesperados
para conchabarse con los «fracasados» del ejército israelí, muy capaces de
masacrar a la población civil palestina pero incapaces de enfrentarse a Hizbulá
(9).
Los Hermanos Musulmanes en Egipto
El Egipto de Mubarak hacía buena pareja con los
Hermanos Musulmanes desde hacía mucho tiempo. El país fue sometido a una
revuelta, primero popular y después trabajadora, de gran envergadura, no para
lograr el derecho de voto para elegir a un nuevo dictador, sino para conseguir
el derecho a vivir decentemente. Al contrario de lo que pretenden algunos
comentaristas, las revueltas populares fueron reales y la represión
sanguinaria. Sin embargo las facciones burguesas nacionalistas, con las
religiones musulmana y copta de fondos de comercio, se asustaron a la vista de
la sucesión de levantamientos populares duramente reprimidos por el ejército,
lo que las llevó a aceptar el mantenimiento de clan despótico de Mubarak (sin
Mubarak) y a restablecer el poder a los militares sin desencadenar acciones
terroristas en el extranjero. Sin embargo los Hermanos Musulmanes egipcios,
nacionalistas religiosos chovinistas, siempre han mantenido una rama de Al
Qaida en el Sinaí como una espada de Damocles sobre la cabeza del poder militar
de El Cairo. La Cofradía espera que la situación nacional e internacional se
calme antes de reclamar el poder que las urnas burguesas le concedió (10).
El islamismo integrista en el imperio saudí
Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y Jordania
juegan la carta nacionalista wahabí extremista desde hace mucho tiempo. Dado
que esos países arcaicos –donde las fuerzas de producción feudales flojean bajo
la presión de las fuerzas productivas sociales- se pliegan escrupulosamente al
reparto de las regalías petroleras y al uso del petrodólar en el mercado del
oro negro, no es necesario crear disturbios sociales-religiosos para mantener
la adhesión evidente de esos Estados. Esta coyuntura está demostrada por la
relativa quietud en la que viven esos países, comanditarios de las bandas de
mercenarios «yihadistas» que castigan los países limítrofes. Las brigadas
«yihadistas» saben que no deben morder la mano que las alimenta. Otra cosa es
Yemen, donde una parte de la burguesía local de confesión chií apoyada por
Irán, la nueva potencia regional, se está revolviendo contra la autoridad
feudal de los antiguos vándalos parásitos. Arabia Saudí –Estado terrorista-
sufre una derrota militar humillante a manos de los «yihadistas» locales.
Probablemente la misma suerte reservada a las veleidades nacionalistas
separatistas kurdas de Irak y Siria, que pretenden crear un Kurdistán a sueldo
de los sionistas israelíes.
El integrismo islamista en Irak y Libia
Cuando la burguesía nacionalista laica de Irak
intentó librarse de la tutela de las multinacionales del petróleo el amo del
juego invadió el país, desmanteló el Estado iraquí y ofreció el país a pasto a
los clanes nacionalistas islamistas como advertencia de lo que podría ocurrir a
cualquier otro estado díscolo. La Libia de Gadafi y su banda capitalista no lo
comprendieron y corrieron la misma suerte unos años después (11). Desde
entonces diversos clanes de mercenarios, representantes del sufismo, garantizan
la provisionalidad de ese país desgarrado y exangüe. Tras el rápido hundimiento
de la clase burguesa libia los mercenarios del desierto, yihadistas a sueldo,
se dirigieron al Sahel, de Sudán a Mauritania pasando por Malí. Pero que no se
preocupen las potencias occidentales, solo Libia y el Sahel sufren los delitos
de esos terroristas alquilados. Bajo bandera falsa yihadista se dedican a
diversos crímenes de derecho común, como el comercio de esclavos y el
contrabando de armas y drogas, nada que tenga que ver con el islam.
Los terroristas «yihadistas» causan estragos en
Siria
El clan de Assad se aseguró el control del Estado
sirio desde los años 50, en la época en que las burguesías nacionales
regionales se repartieron los poderes en función de sus lealtades ideológicas,
de clanes y sectoriales (industria y comercio). El territorio sirio no contiene
grandes riquezas naturales, lo que limita mucho la codicia de las grandes
potencias. La «comunidad internacional» (sic) consiente que Rusia –una potencia
imperialista competidora- se beneficie de una base militar en Latakia, en los
confines del Mediterráneo. Pero la geopolítica mundial, revolucionada por el
declive del imperio estadounidense y europeo y por el auge de la lejana China
–la verdadera competidora de la antigua potencia declinante- hizo necesario, a
los ojos de la potencia hegemónica decadente, golpear a Rusia con el fin de
alejarla de China y plegar su economía a las necesidades de las empresas
occidentales. Siguió una serie de conflictos teledirigidos en Chechenia, para
empezar en el Cáucaso, en los Balcanes, en Ucrania y finalmente en Siria.
Este último frente es, de lejos, el más complicado
de analizar y descifrar. Los maleantes de los servicios secretos occidentales
no encontraron un apoyo serio en la burguesía siria y tampoco en las jerarquías
religiosas (suní, alauí, chií, cristiana) para desencadenar una guerra civil
interna y someter al clan de Bachar al Assad, nacido de un compromiso entre
esas diferentes facciones burguesas nacionalistas-religiosas mantenidas por su
padre en un frágil equilibrio. Los servicios secretos de las potencias
occidentales (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Alemania) y las potencias
regionales (Turquía, Arabia Saudí, Catar) tuvieron que transportar, entrenar,
armar, financiar y proveer un ejército de mercenarios «pseudoyihadistas»
reclutados entre los millones de «reservistas» errantes y desocupados llegados
de 20 países en crisis (12).
En Siria se concretó el peor de los escenarios que
podía imaginar el Pentágono. El clan de Bachar al Assad no ha soltado la presa
a pesar de la violencia de la zarabanda. La población siria desesperada,
hundida por las atrocidades cometidas por los asesinos derramados por el país,
no se levantó contra el poder despótico, al contrario, consideró que el déspota
era más tranquilizador que los bandidos que Occidente lanzó contra ella. Rusia,
aunque rápidamente se alejó de Libia no flaqueó, menos incluso que el aliado
iraní al que creía arrinconado por las sanciones internacionales y el boicot de
la «comunidad internacional» (sic). Finalmente la situación sobre el terreno se
deterioró para los oportunistas reunidos por la estampida, que empezaron a
seguir su propia agenda. Los mercenarios «yihadistas», al plantearse si
existirá otro final que una muerte inevitable, empiezan a cansarse o asustarse.
Esto explica los golpes de fuerza como el de París, cuando la pelotera está
entre antiguos cómplices (13). Y he aquí que el «sublugarteniente» Erdogan es
enviado al frente por la OTAN, que siempre espera que esta guerra atípica se
convierta en una guerra atómica (14).
El análisis oportunista de la izquierda
burguesa
Geraoid O’Colmain, analista político, declaró
recientemente que:
«Los ataques terroristas de los denominados grupos
islamistas están orquestados en el extranjero, lo mismo que los ataques
terroristas de la OTAN a Afganistán, Irak, Siria y Yemen. En particular están
orquestados en el extranjero por las mismas potencias neoimperialistas y
neocoloniales, Estados Unidos e Israel (…) Estos ataques constituyen una
profundización de la guerra emprendida por esas potencias imperiales contra las
poblaciones de Oriente Medio, de Europa y de África con el fin de dividir para
reinar y así someter a todas a las potencias al “nuevo orden mundial” en
construcción, un nuevo orden conducido por un puñado de dirigentes tiránicos, una
élite maquiavélica (…) No existe una guerra contra el terrorismo, continúa
O’Colmain, existe una guerra que utiliza a los grupos terroristas, “delegados”
de dichas potencias occidentales, contra los Estados-nación que resisten la
dominación estadounidense-israelí y para “disciplinar” a las poblaciones
trabajadoras de Europa, de África y de Oriente, con el fin de someterlas al
dictado de las citadas potencias que desean provocar una guerra mundial entre
todos los pueblos con el fin de alimentar su industria militar y armamentista.
Las emigraciones forzosas de millones de refugiados constituyen una ingeniería
migratoria coercitiva a expensas de los países de Europa del Este y Alemania,
donde la presión se acumulará sobre los sueldos y los empleos de las masas
trabajadoras locales, suscitando regionalmente grandes revueltas sociales
contra los emigrantes inocentes. O’Colmain añade que no hay ni ha habido nunca
guerras antiterroristas de Occidente contra la religión musulmana, puesto que
esos grupúsculos terroristas pseudoislamistas son criaturas de los servicios
secretos occidentales, Al Qaida es el ejemplo típico al respecto, concluye el
analista» (15).
En este sucinto párrafo el analista condensa la
teoría del «complot» que encanta a la izquierda burguesa y trata de acreditar
al respecto la sucesión de ataques terroristas que agobian a ciertos países
desde hace decenios. Muchas afirmaciones de este especialista son verídicas,
pero muestran un sofisma en cuanto que acreditan la teoría de un complot
dirigido por la alianza israelí-estadounidense para construir el nuevo orden
mundial (sic) ignorando la responsabilidad de las burguesías nacionalistas
chovinistas europeas y mundiales. De esa constatación O’Colmain deduce que para
enfrentarse tanto a las actividades de baja intensidad cometidas por errantes,
bandidos y retornados de baja estofa, como a las actividades terroristas de
gran envergadura perpetradas por generales con la ayuda de portaaviones, cazas,
drones y enormes bombarderos, hay que derribar a todas las burguesías
nacionales, a cada una en su casa, en los países traseros neocolonizados e
islamizados, así como en los países industrializados e imperialistas.
No existe un posible nuevo orden político mundial.
Un nuevo orden político mundial solo puede basarse en un nuevo modelo de
producción que hay que construir. Y lejos de ver la emergencia de un nuevo modo
de producción estamos viendo marchitarse el antiguo medio de producción
capitalista dispuesto a lanzar a la humanidad a una guerra nuclear apocalíptica
antes que desaparecer.
La propaganda oficial sobre el terrorismo
«islamista»
La editorialista del diario l’orient-Le Jour resume
así la posición oficial que los medios dominantes deben propagar con respecto a
los sucesos imputados:
«Los sucesos regionales e internacionales parecen
precipitarse. Líbano, Francia y Malí, tres países en tres continentes distintos
han sido golpeados en ocho días por el terrorismo islamista, que parece
extender sus tentáculos de odio por todas partes y amenaza a nuevas capitales
con agresiones del mismo tipo (en particular a Bruselas). El mundo entero se
moviliza contra el Estado Islámico y los franceses efectúan ataques precisos e
intensivos. Lo que por otra parte suscita una pregunta elemental: ¿Qué hace
ahora la coalición internacional, dirigida por Estados Unidos, que declaró la
guerra al Estado Islámico hace un año y medio? El caso es que en pocos días la
opinión pública internacional ha cambiado y empuja a los dirigentes de todo el
mundo a actuar contra esa organización terrorista» (16).
Lo inquietante de esta serie de argumentos es que
sin detenerse a responden a la importante cuestión que plantea, la periodista
se apresura a afirmar que la situación ha cambiado y que ahora la opinión
pública internacional empujará a los dirigentes de la «comunidad internacional»
a actuar (!). La perorata de la redactora forma parte de la intoxicación
mediática extremista. Da a entender que Estados Unidos y sus aliados han
declarado la guerra a los terroristas mientras numerosas informaciones señalan
que son esas mismas potencias coaligadas las que reclutan, financian entrenan,
arman y apoyan de todas las formas imaginables a esos «pseudoyihadistas», la
mayoría pobres y sin medios de subsistencia de los cuales 100.000 habrían
muerto desde hace cuatro años en Siria y cuyos efectivos se mantienen en 30.000
combatientes activos gracias en particular a la ayuda occidental.
El cronista René Naba añade y acusa:
«[En segundo lugar la responsabilidad incumbe al
Gobierno francés] no solo en Libia y en Siria, sino también por su silencio
mortal en Yemen, su alianza privilegiada con el reino saudí -la incubadora
absoluta del yihadismo errático degenerativo- y con su aprendiz Catar; con la
Meca de la cofradía de los Hermanos Musulmanes -la matriz de todas las
organizaciones radicales yihadistas de Al Qaida y Jabhat An Nosra- y por
último, pero no menos importante, con Turquía, el timón regulador de los
yihadistas en el plano militar, al mismo tiempo que principal proveedor del
flujo migratorio con destino a la Unión Europea inmersa en la crisis sistémica
de su economía» (17).
Los servicios secretos incluso no disimulan sus
actividades de apoyo al Estado Islámico.
«Los servicios secretos franceses habrían alentado
a más de 3.500 islamistas franceses radicales a ir a Siria (…) a derrocar al
régimen sirio o a morir en el terreno. La idea de regresar al territorio
francés no se contempla (…) Según las cifras avanzadas habría más de 10.000
combatientes de nacionalidad europea que luchan bajo la bandera del Estado
Islámico» (18).
El presidente Vladimir Putin, cuyo aliado sirio
está en el ojo del huracán, declaró que tiene pruebas de que 40 personalidades
de los negocios internacionales procedentes de países miembros de la coalición
anti-Estado Islámico le financian directamente (19). Las informaciones tienden
a demostrar que el jefe del Estado Islámico es un agente comprobado de la CIA
(20). Ahora se reconoce que el hijo del presidente turco, Erdogan, coordina el
comercio del petróleo que recoge el Estado Islámico en los pozos de Irak y
Siria, contribuyendo así a la financiación del Estado odioso.
«Una serie de pruebas tiende a demostrar que Catar
compró a Ucrania material militar antiaéreo de vanguardia por cuenta del Estado
Islámico. La operación se desarrolló a finales de septiembre de 2015, justo
antes de la intervención militar rusa contra la organización terrorista. Fue
aprobada por la embajada de Estados Unidos en Doha. El material se transfirió
vía Bulgaria y Turquía. Oficialmente Catar, Ucrania, Estados Unidos, Bulgaria y
Turquía luchan contra el Estado Islámico» (21).
Finalmente la desconfianza es tan grande frente a
las autoridades gubernamentales que algunos se preguntan si no será el propio
Estado burgués el que habría organizado, orquestado o dejado que se organizasen
esos atentados «de falsa bandera» en el corazón de París (22). Obviamente el
gran capital internacional no va a crear las condiciones de una conjuración y
aunque se levanten voces reclamando la guerra son más numerosas las personas
que protestan por la propaganda de los medios de comunicación a sueldo y llaman
a desconfiar de las autoridades gubernamentales.
El objetivo es la guerra
Quemando etapas, probablemente por exceso de
entusiasmo, un experto en asuntos iraquíes se fue de la lengua y reveló sin
ambages:
«Teniendo en cuenta la experiencia de Irak veo con
bueno ojos, como lo ven desde Irak y ahora seguramente desde París, a raíz del
acercamiento reciente entre Putin y Obama, la tendencia cada vez más fuerte a
favor de una alianza unificada al estilo de la que se constituyó para acabar
con el nazismo. Y ahora que París está de luto cada vez más responsables
políticos y geoestrategas militares ponen lúcidamente por delante la eficacia
operativa de los golpes rusos que, en una semana, han tenido más impacto que
los estadounidenses en un año. A pesar de las fuertes reticencias de estos
últimos, aparentemente movidas como siempre por el nuevo orden mundial
proclamado y decretado desde 1991 por Bush padre, parece que la proeza militar
tiene una explicación que va más allá de la fuerza ejercida: esos mismos rusos
consiguieron, sobre todo, integrar a las autoridades iraquíes, iraníes y sirias
en torno a una estructura única de coordinación de inteligencia anti-Estado
Islámico con sede en Bagdad» (23).
Queda claro que el gran capital mundial quiere
arrastrar a todo el mundo, reeditar la hazaña de 1940. Volver a crear la
internacional apocalíptica bélica con el fin de lanzar a los trabajadores de
los distintos países unos contra otros en un inmenso holocausto mundial para el
reparto de las zonas de recursos, los mercados y los sectores de producción de
plusvalía. El especialista iraquí simplemente no ha entendido que la alianza no
puede estar dirigida por dos potencias hegemónicas competidoras, Estados Unidos
y Rusia. ¿Contra quién se dirigiría esa alianza de enemigos? ¿Contra un Estado
fantasma que posee algunas armas suministradas por sus enemigos, financiado por
sus antiguos patrocinadores unidos contra él y sus 30.000 combatientes ya
desarmados? En 1940 las potencias del Eje alinearon a casi 15 millones de
soldados armados hasta los dientes y bien entrenados… Seguramente la alianza
reaccionaria que se está construyendo no apunta al Estado Islámico fantoche,
¿adónde apunta?
Jacques Attali también publica sus fantasías y en
sus ensoñaciones más lúcidas el exasesor de François Mitterrand ve una tercera
guerra mundial en preparación cuyo desencadenamiento prevé en 2030 (24). Para
evitarla propone la creación de un supraestado de derecho mundial, la creación
de un nuevo orden mundial, la manía de los bohemios de la izquierda burguesa.
La ONU de alguna manera, más autoritaria y firmemente anclada en manos de los
magnates de las finanzas internacionales, sometiendo a miles de millones de trabajadores
bajo el látigo del trabajo asalariado. En resumen el sirviente propone dar a
los que fomentan la próxima guerra un instrumento complementario para llegar a
sus fines.
El experto Patrick Martin anuncia que:
«El complejo militar y de inteligencia
estadounidense está comprometido en preparativos sistemáticos para la Tercera
Guerra Mundial. Para el Pentágono un conflicto militar con China y/o Rusia es
inevitable y esa perspectiva se ha convertido en la fuerza motriz de su
planificación técnica y estratégica» (25).
Para hacer la guerra –y más si es la guerra
mundial- hacen falta muchas armas. En noviembre de 2015 el investigador Jules
Dufour, del grupo Mondialisation, publicó un artículo titulado Le
réarmement planétaire en el que señalaba que
«El mundo cada vez está más militarizado. Los
gastos militares aumentan sin cesar en muchos países. Más de 5.000 millones de
dólares diarios se dedican a la guerra o a su preparación. Los gobiernos están
absolutamente sometidos a las exigencias de los lobbies militares (…) Hay 640
millones de armas ligeras diseminadas por todo el mundo (una por cada diez
personas). La producción de cartuchos militares es de 14.000 millones anuales
(…) Los gastos militares mundiales llegaron a 1,747 billones de dólares en
2013, lo que equivale al 2,4% del PIB mundial» (26).
El especialista Larry Chin comenta:
«Esta crisis apocalíptica no es una guerra “contra
el terrorismo”, sino una guerra “de” terrorismo librada por terroristas,
dirigida por terroristas y criminales de guerra psicópatas que se ponen al
margen de la ley. No tienen en absoluto la intención de acabar con el
terrorismo. De hecho es todo lo contrario: los ejércitos terroristas de
Occidente son una gran ventaja utilizada para infiltrar y desestabilizar, para
derrocar a los regímenes que la OTAN quiere alinearse, para invadir y
conquistar. Y hunden uno tras otro: primero Irak y Libia, después los sucesos
actuales en Siria, todo para la lograr ambiciones aún más amplias. La “guerra contra
el Estado Islámico” incluso no concierne a este grupo, a pesar de las
atrocidades que cometen estos asesinos. Esta guerra es, y siempre será, una
guerra mundial entre superpotencias que enfrenta a Occidente con Rusia y China
y en cualquier parte donde decidan los intereses occidentales y sus grandes
empresas, bien sean geoestratégicas o centradas en los recursos» (27).
Conclusión
Solo se puede añadir que todo se está tramando para
lanzar a las masas proletarias a la guerra total. En realidad una guerra
mundial solo puede enfrentar a dos enemigos irreconciliables que luchan por la
supervivencia. Es decir, el conflicto enfrentaría a la Alianza Atlántica
imperialista, dirigida por el «eje del bien» estadounidense, con la alianza
asiática dirigida por China y Rusia, como predijo Samuel Huntington en su libro
El choque de las civilizaciones (28). Eso significaría que las
burguesías nacionalistas chovinistas habrían ganado su apuesta de movilizar a
las masas proletarias para que se maten entre ellas en una guerra por el
reparto de los recursos, de los mercados y de los sectores de producción de
plusvalía, fuente de todos los beneficios. Una vez acabase esta nueva guerra la
carne de cañón trabajadora regresaría a su esclavitud laboral (29).
Pero ese conflicto internacional podría enfrentar a
otros dos grandes enemigos todavía más irreconciliables, la gran burguesía
mundial y lo que quedaría de sus aparatos estatales con el proletariado
internacional para la erradicación del modo de producción capitalista y la
creación de un nuevo modo de producción comunista.
Notas:
(1) Robert Bibeau (2015) L’intégrisme
islamiste contre le national chauvinisme
(3) Robert Bibeau (2015) La
guerre des monnaies
(4) Robert Bibeau (2015) Le
ralliement de l’Iran par les accords sur le nucléaire
(5) Robert Bibeau. (2015) La
«question nationale» palestinienne, bourgeoise et réactionnaire
(8) Thierry Meyssan (2015). La France et Israël
lancent une nouvelle guerre en Irak et en Syrie
(9) Salvo por las masacres que la burguesía israelí
organiza regularmente contra los resistentes nacionalistas palestinos en los campos
de concentración de Cisjordania y Gaza.
(10) Robert Bibeau (2012) Le
«Printemps arabe» bilan d’un avortement
(11) Robert Bibeau (2011) La
lutte de libération néocoloniale du peuple libyen se poursuit
(13) Michel Colon (2015) J’accuse
(16) Scarlett Haddad. L’Orient-Le Jour – 21/11/15. http://www.france-irak-actualite.com/2015/11/la-guerre-contre-daech-change-la-donne.html
(17) René Naba (2015) La
rémission par le sang de civils innocents
(18) Complots «False flag» http://www.agoravox.tv/actualites/politique/article/attentats-de-paris-qui-tire-les-51610
y http://www.france-irak-actualite.com/2015/11/la-guerre-contre-daech-change-la-donne.html
(21) Andrey Fomin (2015) Le
Qatar et l’Ukraine viennent de fournir des Pechora-2D (fusée sol-air) à Daesh
(22) Complots «False flag» http://www.agoravox.tv/actualites/politique/article/attentats-de-paris-qui-tire-les-51610
(24) Jacques Attali. Une 3e guerre
mondiale
(26) Jules Dufour (2015) Le
réarmement planétaire
(27) Larry Chin. 19 de noviembre de 2015 Pousser
les masses vers la guerre totale
(28) Samuel Huntington. (1997) Le choc des
civilisations
(29) Robert Bibeau (2015) Les
attentats terroristes indiquent le désespoir des capitalistes
Robert Bibeau, canadiense, es profesor, periodista
y analista de economía política marxista y vive Quebec.
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