¿Es realmente el oxígeno un bien infinito? No,
nunca lo fue. Y pronto podríamos comprender que aquel ha sido, en realidad, un
privilegio. Y lo estamos poniendo en riesgo.
Miguel Fuentes
Arqueólogo e historiador marxista. Colaborador especial.
Jueves 10 de
diciembre de 201
Beijing es una de las ciudades más contaminadas del
mundo (Foto CTV News)
Una de las primeras imágenes que se nos viene a la
cabeza al pensar en los actuales problemas medioambientales es la de enormes
ciudades bajo un denso y negruzco manto de smog. Recientemente, dichas imágenes
han alcanzado un nivel de paroxismo grotesco en el caso de los altos grados de
contaminación atmosférica registrada en algunos países tales como China o
India.
Una de las respuestas más lógicas ante escenas como
la de arriba es pensar que algo, definitivamente, no anda bien en nuestra
sociedad. Con todo, difícilmente podría alguien pensar que el oxígeno que
respiramos podría estar en riesgo. Tan vasta es la abundancia de aquél que su
existencia la damos por sentada. Mal que mal, ni siquiera a los capitalistas
más rapaces se les ha pasado por la mente comercializar el oxígeno atmosférico,
o por lo menos no seriamente. ¡Y vaya que han tenido ingenio aquellos para
ponerlo todo en venta!
Pero ¿es realmente el oxígeno un bien infinito? No,
nunca lo fue. Y pronto podríamos comprender que aquel ha sido, en realidad, un
privilegio. Y este privilegio lo estamos poniendo en riesgo. Es lo que veremos
a continuación discutiendo el concepto de “crisis del oxígeno”.
Nociones básicas en torno a la
crisis del oxígeno
Antes de responder a qué nos estamos refiriendo
cuando hablamos de “crisis del oxígeno”, es necesario indicar algunas
cuestiones básicas.
Primero. El oxígeno no ha estado siempre aquí. De los casi
4.500 millones de años de antigüedad que posee la Tierra, el oxígeno no tiene
más de tres mil millones. Es decir, aquel es un producto de condiciones geológicas
y biológicas específicas.
Segundo. Desde la aparición y masificación del oxígeno en
nuestro planeta, el cual representa hoy aproximadamente el 21 % de los
gases que componen la atmósfera, la casi totalidad de las especies naturales
necesitan de aquel para subsistir. Y aunque todos sabemos que sin suministro de
oxígeno podemos fallecer en cosa de minutos, es importante entender que incluso
las variaciones a mediano y largo plazo de los niveles de este gas en la
atmósfera pueden alterar, muchas veces de modo dramático, la evolución de las
especies naturales. Esto ya sea induciendo en aquellas distintos tipos de
respuestas evolutivas, o bien precipitando su extinción. Un ejemplo de lo
anterior fue la importante disminución de los niveles de oxígeno planetario al
final del período Pérmico, gatillando con ello la desaparición de más del
95 % de la vida terrestre.
Tercero. El oxígeno está siendo constantemente renovado en
la atmósfera por la actividad fotosintética, la cual aporta aproximadamente el
98 % del oxígeno terrestre. De este porcentaje, entre el 50 % y el
70 % es producido en los océanos por el fitoplancton, correspondiendo el
restante al generado por la cubierta vegetal de los continentes, especialmente
por las especies arbóreas.
El fitoplancton genera hasta un 70 % del oxígeno terrestre (Imagen
Balnova.com)
Cuarto. De los responsables de la producción del oxígeno,
el fitoplancton es altamente sensible a los cambios de temperatura. De hecho,
aumentos sutiles pueden tener graves consecuencias en el desarrollo de estos
microorganismos. Y en el caso de incrementos drásticos, relacionados por
ejemplo con una mayor acidificación de los océanos, el fitoplancton puede experimentar
reducciones significativas, o bien desaparecer completamente de vastas áreas.
Todo esto es necesario tenerlo en cuenta ya que,
tal como veremos ahora, el impacto de la sociedad industrial sobre el medio
ambiente estaría a punto de provocar una alteración fundamental de los niveles
de oxígeno planetarios conocidos por el hombre.
¿Qué es la crisis del oxígeno?
Se entiende por “crisis del oxígeno” una posible
reducción drástica de los niveles del mismo, los cuales podrían caer durante el
presente siglo a tasas inéditas desde la aparición de la especie humana.
Lo anterior no es solo una posibilidad teórica. De
hecho, podría estar ya sucediendo aquello si consideramos la serie de estudios
científicos que apuntan al desarrollo de una importante caída de los niveles de
oxígeno terrestre durante las últimas décadas.
Uno de los datos más alarmantes en este ámbito
consistiría en el rápido declive de las tasas de oxígeno oceánico,
registrándose durante el período 1990-2008 una caída de un 0.3 % anual en
el Pacífico Norte. Esto último de acuerdo a un artículo de Paul Falkowski y
colaboradores publicado durante el año 2011 en Transactions of the American
Geophysical Union (EOS).
Niveles de oxígeno oceánico en el Pacifico Norte (Imagen AGU)
Existe acuerdo en plantear que una de las
principales causas de este declive se relacionaría, fundamentalmente, con el
avance del calentamiento global y el consecuente aumento de las temperaturas
marinas. Esto debido a que dicho aumento se asociaría, a su vez, a una mayor
acidificación de los mares que perjudicaría el desarrollo del fitoplancton, el
cual como dijimos es el principal productor de oxígeno en el planeta.
Calentamiento oceánico global (Imagen NOAA)
Uno de los efectos más recientes de la caída de las
tasas de oxígeno en los océanos ha sido la rápida multiplicación de las
llamadas “zonas muertas”; es decir, áreas en las cuales los niveles de oxígeno
son tan bajos o nulos (estado denominado como hipoxia) que la vida es
imposible. De hecho, estas zonas ya sumarían más de 400 alrededor del mundo,
abarcando de acuerdo a la investigadora Lee Bryant de la Universidad de Bath
nada menos que el 10 % de los mares del globo.
Zonas muertas oceánicas indicadas en rojo (Imagen World Resources Institute)
Otros de los factores que estarían jugando un rol
en el declive de los niveles de oxígeno oceánico serían la quema de
hidrocarburos y combustibles fósiles, así como también los desechos
industriales vertidos en los mares y las altas tasas de deforestación vistas en
las últimas décadas.
Con todo, este problema ha estado lejos de
reducirse meramente a los océanos. Por el contrario, uno de los ejemplos de la
magnitud que estaría tomando aquél sería la importante reducción de los niveles
de oxígeno atmosférico, registrándose una vertiginosa caída desde un 21 %
en tiempos preindustriales a un 19 % en la actualidad. Lo anterior
acompañado de caídas aún más dramáticas en algunas grandes urbes en las cuales
se han llegado a registrar niveles de hasta un 15 %.
Niveles paleo-climáticos y actuales de oxígeno terrestre (Imagen A Green
Road)
Ahora bien, ninguna de estas informaciones puede
darnos una idea de la gravedad que podría tomar este problema en el futuro
cercano, aquello si consideramos la velocidad y magnitud sin precedentes que
estaría tomando el calentamiento global.
Crisis del oxígeno, calentamiento
global… y apocalipsis
Repasemos algunos datos: caída de un 0.3 %
anual de los niveles de oxígeno oceánico en el Pacífico Norte, proliferación de
las “zonas muertas” en los mares, reducción significativa de los niveles de oxígeno
atmosférico.
¿Grave? Sin duda. ¿Puede ser peor? Sí, mucho peor,
sobre todo si pensamos que todos estos fenómenos se están produciendo cuando
recién hemos alcanzado el primer grado centígrado de calentamiento global,
pudiendo aquel dispararse (de acuerdo a estimaciones de la ONU) a 2, 4 o 6
grados durante este siglo.
¿Y qué efectos podría tener, por ejemplo, un
aumento de 6 grados de la temperatura mundial en este ámbito? Nada menos que el
colapso casi total de la producción de oxígeno en los océanos a cargo del
fitoplancton, responsable como dijimos de suministrar más del 50 % del
volumen total de dicho gas en la atmósfera. Todo esto de acuerdo a un reciente
artículo de los investigadores Yadigar Sekerci y Sergei Petrovskii en Bulletin
of Mathematical Biology.
En otras palabras, una reducción de los niveles de
oxígeno terrestre comparable a las ocurridas en algunos de los eventos de
extinción masiva más importantes del pasado geológico, constituyendo así una
amenaza inminente para la propia supervivencia de la especie humana.
Ahora bien, incluso en el caso de que
consideráramos un aumento de la temperatura mundial menos catastrófico, por
ejemplo uno que alcance los 3 o 4 grados centígrados (escenario altamente
probable durante las próximas décadas), estaríamos hablando de situaciones
asociadas también a drásticas reducciones del oxígeno terrestre. Y cabe
recordar aquí que todo nivel por debajo de un 14 % de oxígeno en la
atmósfera es inviable para la vida humana, ya que dicha cifra implicaría porcentajes
iguales o menores al 10 % (límite biológico que puede soportar un
individuo) en amplias regiones del globo.
¡El fin del oxígeno! Este podría ser uno de los
regalos póstumos de esta banda de maniáticos que hoy controlan los destinos del
mundo: los capitalistas.
¿Puede entonces alguien dudar de que, en su furia
destructiva, el sistema capitalista ha abierto de par en par los portales del
mismo infierno? ¡Bestias enloquecidas! Luego de intentarlo durante la Segunda
Guerra Mundial y la Guerra Fría con esa verdadera espada de Damocles que
significó la amenaza nuclear, hoy la burguesía lo ha logrado. Ha convocado nada
menos que al Apocalipsis: el enemigo principal, al fin descubierto, de la
revolución socialista.
El capitalismo y el armagedón son ya uno en
la dialéctica histórica, asumiendo la burguesía su último papel en la tragedia
final de la lucha de clases: el de discípulo siniestro del fin del mundo.
Trinidad maligna, oscura, cuyo objetivo es la aniquilación total de nuestra
especie.
*El autor es arqueólogo e historiador marxista.
Coordinador Grupo de Seguimiento de la Crisis Climática Mundial (www.facebook.com/seguimientocrisisclimatica)
Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Crisis-del-oxigeno-la-nueva-amenaza-del-calentamiento-global
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