Por Pepe Gutiérrez- Álvarez
Resumen Latinoamericano
KaosEnLaRed
5 de agosto de 2015
Hiroshima y Nagasaki, trabajos que normalmente pasan desapercibidos. El
motivo es muy simple: son cotas de barbarie realizadas por los vencedores.
Cada año se publican aquí y allá algunas informaciones sobre lo que pasó
en Hiroshima y Nagasaki, trabajos que normalmente pasan desapercibidos. El
motivo es muy simple: son cotas de barbarie realizadas por los vencedores. A
esta cota máxima de barbarie se le podrían añadir otras, Manu Leguineche en Sobre
el volcán (reeditado en ediciones de Bronce, 1999), nos hablaba con toda
justicia de los Auschwitz norteamericanos: Chile,
Argentina, Nicaragua, El Salvador… Pero, señores letratenientes como Vargas
Llosa, lo máximo que se puede decir es que ”los estados Unidos tienen defectos”
Dado que el cine ha sido ante todo y sobre todo, Hollywood, no es de extrañar
que existan tan pocas películas sobre los GULAG del país del dólar y,
concretamente, tan poca filmografía sobre Hiroshima y Nagasaki.
En otro articulo 1/, ya nos hemos referido nos hemos referido a las
contadas excepciones –que las hubo-, en las que Hollywood abordó la cuestión
con el objetivo de neutralizar cualquier acusación o cualquier sentimiento de
culpa.
Una de estas excepciones fue The Falcon and the Showman
(El juego del halcón, EUA, 1985), filme de John Schlesinger con guión del
reputado Steven Zaillian que adapta un libro de Robert Lindsey, en el que
se reconstruía la historia real de dos jóvenes de buena familia que se
convirtieron en espías al servicio de la URSS. Narrada en un tono desapasionado
y casi documental, sus evidentes atractivos se van diluyendo; pero en la que se
ofrece un momento en el que el protagonista encarnado por Timotty Hutton,
justificaba serenamente la “traición” de su país, entre otras cosas porque este
sigue siendo el único país del mundo que utilizó la bomba atómica contra otro.
Un acto que, tal como se ha presentado por la derecha made in USA, más bien parece que se le tenía que
agradecer 2/.
Durante el tiempo que siguió hasta el presente, algunos cineastas
japoneses no olvidaron. Lo demostraron películas como El canto eterno de Nagasaki o Hiroshima, películas
ignotas que nunca nos llegaron, una filmografía olvidable por lo general con la
excepción de Lluvia negra 3/ Esta lluvia fue la
que acompañó a la bomba y que cayó sobre las victimas que tuvieron la desdicha
de sobrevivir. Imamura no dice nada sobre los responsables, no lo necesita. Le
basta con recrear la “suerte” de algunos de estos apestados que, después de
todo lo que han sufrido y sufren, se ven rechazados por su entorno incluso
aunque ya estén sanos. Así la escena más impactante de la película es cuando un
novio abandona a la chica con la que se iba a casar porque sus familiares padecieron
Hiroshima, y no le importa que ella le haga conocer los certificados médicos
que confirman su buena salud.
No hay vistas desde las alturas, todo es presentado a ras de tierra. La cámara
retrata las personas concretas que un rato antes hacía su vida normal en
Hiroshima. Describe la ciudad llena de zombies, como si se tratara de muñecos
de plástico que se van deshaciendo según caminan, e inserta un plano en el que
una mujer lleva a un niño en brazos, más parecido a un tronco carbonizado que a
un ser humano. Son detalles de las filmaciones japonesas, de los testimonios
del horror sin límites, sobre una historia sobre la que conozco ni un mal
libro.
Imamura no subraya nada, no ofrece nada que no sea cierto, y sin
embargo, la realidad es tan tremenda que la película puede parecer una versión
de la “los muertos vivientes”. Su tratamiento es del cine de la época en un
oscuro blanco y negro que te hace sentir como si estuvieras delante de un
documental sobre la tragedia identificando la cámara con tu propia mirada. Me
pregunto, ¿si aquí todo eso queda tan extraño cuando sabemos lo que fue
Guernica bajo el franquismo, qué no será en los Estados Unidos donde parece que
la “democracia” lo justifica todo?
Shohei Imamura. La preocupación por el ataque americano parecía no
existir. El terrible día del 6 de agosto, Hiroshima se despertaba con
tranquilidad, la gente salía a hacer su trabajo diario, las ceremonias rituales
seguían su curso. Había escasez por la coyuntura bélica, pero nada de lo que se
muestra en el terrorífico inicio del film parecía indicar que se acercaba uno
de los días más dolorosos para la historia de Japón. Nadie se preocupaba por
las políticas de promoción racial que su país hacía más allá de sus fronteras.
El relámpago acabó con su frágil sensación de bienestar. El pánico que siguió a
la caída de la bomba se muestra como si de una película de fantasmas japoneses
se tratara. Brazos desmembrados, cuerpos calcinados, gritos de horror… La
caracterización está más cerca de la alucinación genérica que del sustrato
realista del resto de la película. La caída de la bomba supone una
discontinuidad en la secuencia histórica japonesa. Recordemos que será en la
posguerra cuando aparezca el fenómeno Godzilla y cuando los cuentos de terror
tendrán mayor aceptación. Imamura mide el horror de forma cercana, sin
pirotecnias: sorprende la normalidad con que la cámara se acerca a las victimas
apresadas por el alquitrán. No hay más filtros que el de la fotografía en
blanco y negro.
No se trata de narrar una historia, sino de representar de la forma más
fiel posible el horror. Kuroi Ame es todo lo contrario a la diversión.
Diversión es lo último que debería buscarse en un film de estas
características. Una guerra no es divertida (Spielberg, etc…) La muerte de
personas inocentes no es nada divertido. Las enfermedades provocadas por la
irradiación nuclear no son divertidas. Por eso Kuroi Ame no es divertida.
Entretenerse, sentir placer, mientras asistimos a esta tragedia es lo más
detestable que un ser humano puede hacer. Kuroi Ame es un film
comatoso, nada atractivo visualmente, porque es la única forma posible de mirar
a los ojos al espectro de la muerte. Hacer lo contrario sería frivolizar la
mortecina sombra que un día de agosto del 45 cayó sobre la ciudad japonesa. Kuroi Ame es lo que debe ser: un terrible, incómodo y
asfixiante viaje cuyo destino final es, inexorablemente, la muerte. Y durante
todo ese viaje, ese destino fatal se intenta maquillar, obviar, bajo la fachada
de lo cotidiano, de lo aburrido, incluso de lo trivial. Ante esto, al
espectador le puede ser difícil mantener la atención, pero es su obligación
hacerlo, porque está en juego la vida de miles de personas que murieron aquel
día y de todos los que padecieron la caída de la bomba en los años sucesivos.
Hay que prestar atención, nos guste o no, hasta ese final en el que nos espera
la muerte, una muerte prematura injusta, provocada por un relámpago que se
escapa al campo de visión de la cámara, como también se escapaba a la
conciencia de los japoneses.
El film acaba de
forma repentina, cuando el espectador espera recibir más información. Pero el
fantasma de la muerte ya ha aparecido y los afectados por la bomba ya están
condenados.
1/. Cf. Hiroshima, Hollywood y un teniente
coronel cinéfilo español, aparecido en Kaos, 18 julio,
2015. En él llamo la atención sobre el nulo interés sobre esta tragedia
mostrado en la obra Diccionario de Películas. El cine Bélico
(editado por el Ministerio de Defensa en colaboración con la editorial T&B,
2009). Este es el título escogido por el teniente coronel José Manuel
Fernández, todo un especialista militar en este cine.
2/ Lamento no
contar con la documentación en la mano, pero recuerdo muy vivamente que el
corresponsal de La Vanguardia de Barcelona desde el
Vietnam de los años sesentas, gustaba de insistir en que no entendía como era
que los norteamericanos no utilizan su armamento nuclear en el conflicto; en
fechas recientes, con ocasión de un debate en TV3, otro corresponsal del mismo
diario insistía que en el Vietnam había muerto 50.000 soldados, hasta que
alguien le precisó que se olvidaba de los cinco millones de vietnamitas.
Igualmente recuerdo un lejano el artículo dominical de Vargas Llosa en El País, como este comentaba de manera favorable los
argumentos que justificaba su utilización por el presidente Truman, al que Dios
tendrá obviamente en su gloria.
3/ Lluvia negra
(Kurio Ame, 1989, Japón, 122 min., B/N). Director : Shohei Imamura Guión :
Toshiro Ishido y Shohei Imamura, basado en la novela “Kuroi Ame” de Masuji
Ibuse Fotografía : Takashi Kawamata Música : Toru Takemitsu Montaje : Hajime Okayasu
Producción : Hisa Lino Productoras : Imamura Production y Hayashibara Group
.Intérpretes: Yoshiko Tanaka (Yasuko Takamaru, la sobrina), Kazuo Kitamura
(Shigematsu Shizuma, el tío), Etsuko Ichichara (La tía), Shoichi Ozawa
(Shokichi), Tomie Ume (Tane, su esposa), Norihei Miki (Kotaro), Hisako Hara (La
abuela), Shoji Kobayashi (Katayama), Keisuke Ishida (Yuichi).
-.o0o.-
Estadounidenses aún
apoyan bombardeos a Hiroshima y Nagasaki
Telesur / 5 de agosto – Siete de cada diez ciudadanos mayores de 65 años
de edad consideran justo el ataque nuclear de EE.UU. contra las ciudades
japonesas en la Segunda Guerra Mundial.
A 70 años del lanzamiento de los dos bombas atómicas sobre las ciudad de
Hiroshima y Nagasaki (Japón) desde Estados Unidos, aún la mayoría de los
ciudadanos de este país siguen pensando que era necesaria la catástrofe
ocurrida al término la Segunda Guerra Mundial.
Al menos 85 por ciento de los estadounidenses aprobaron en el año 1945
la decisión tomada por el entonces presidente Harry Truman, y en 1991, un 63
por ciento de la población continuaba justificando los ataques, reveló el
diario Detroit Free Press.
El 6 de agosto de 1945, fuerzas armadas de EE.UU. lanzaron a Hiroshima
la primera de las dos bombas. Tres días después, cayó la segunda sobre
Nagasaki, con lo que cerró una ofensiva que cobró la vida miles de civiles y
destruyó ambas ciudades.
DATO » La Ofensiva militar de EE.UU. en Japón se prolongó por 27 días y
terminó con el lanzamiento de la bomba atómica a Nagasaki. Japón se rindió tras
esto y puso fin a una guerra iniciada en 1937 con la invasión a China, que se
extendió a toda la región Asia-Pacífico.
Ahora, la mayoría de ciudadanos de 65 años de edad en adelante (siete de
cada diez) siguen justificando este hecho, según un estudio realizado por el
instituto Pew Research Center difundido este martes. Sin embargo, 34 por ciento
de la población norteamericana cree que EE.UU. no tenía justificación para
acabar con las ciudades japonesas.
Mientras que 74 por ciento de ciudadanos nipones considera que Estados
Unidos no tiene justificación para el ataque a Hiroshima y Nagasaki.
Ataque
innecesario
Unos 855 mil estadounidenses veteranos de la Segunda Guerra Mundial aún
viven. Según el museo nacional de la Segunda Guerra Mundial de Nueva Orleans,
Luisiana (sur), 16 millones de militares sobrevivieron a la guerra con Japón.
Algunos de los
soldados que iban en el Enola Gay, nave que bombardeó las ciudades.
Hace semanas unas semanas fue inaugurada una exposición en el American University
Museum de Washington. En el evento se pueden ver 20 artefactos que
sobrevivieron a los bombardeos en Hiroshima y Nagasaki, muchos de ellos,
provenientes de estas ciudades.
El profesor de la historia de la American University Museum, Peter Kuznick,
relató a la agencia AFP que hay documentos desclasificados de 1945, en los que
muchos de los comandantes estadounidenses consideran que lanzar la bomba
atómica era “militarmente innecesaria, moralmente condenable”.
-.o0o.-
de: Resumen Latinoamericano <resumen@nodo50.org>
responder a: resumen@nodo50.org
fecha: 5 de agosto de 2015, 18:45
asunto: [Diariodeurgencia]
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